Radjou Soundaramourty -No hay relación sexual… ¡sino siempre y aún nuevas formas de amor y de sexualidad!

Texto presentado en las Jornadas de Clínica de noviembre 2018, en Barcelona

No hay relación sexual… ¡sino siempre y aún nuevas formas de amor y de sexualidad!

Freud escandalizó a causa de lo que tacharon de pansexualismo, mostrando cómo lo sexual estaba presente en nuestros actos cotidianos coitidiano1, escribí en un primer impulso— y evidenció entonces de qué manera ese sexual, como muestra mi lapsus calami, está presente en el lenguaje, los sueños y las diferentes producciones humanas. Lo puso en evidencia en la Psicopatología de la vida cotidiana, analizando los actos fallidos y los lapsus y también sus propios sueños en La interpretación de los sueños. El gran escándalo se produjo con sus Tres ensayos para una teoría sexual, que mostraba cómo el niño es un perverso polimorfo que goza por todos los orificios, los bordes y las superficies de su cuerpo, e incluso con el movimiento de su cuerpo cuando se balancea. De hecho, la traducción al francés del libro Drei Abdhandlungen sur Sexualtheorie dio lugar a la controversia. ¿Había que traducir ‘Tres ensayos sobre una teoría sexual’ o ‘Tres ensayos sobre una teoría de la sexualidad’? En efecto, lo sexual no se deja reducir a la sexualidad. La sexualidad concierne a las diferentes formas que puede tomar lo sexual, informe y real, que está más próximo a lo pulsional. 

¿Dónde ha quedado entonces la subversión del psicoanálisis, a partir del momento en que los estadíos de desarrollo del niño han contribuido en que la psicología del desarrollo o la psicología adaptativa de la psicología del yo, preconicen un enfoque normativo de lo sexual, cuando la primacía de lo genital tomó la delantera a las otras formas de lo sexual, cuando los psicoanalistas han usado referencias psicoanalíticas para erigir las relaciones heterosexuales como norma? Antaño eran las mujeres quienes eran percibidas como amenazadoras de un cierto orden fálico. Recordemos que en la Sociedad Psicológica del Miércoles (1902-1908), algunos analistas misóginos cuestionaban la posibilidad de que las mujeres fueran médicos o analistas, antes de que, finalmente, les fuera acordada la posibilidad de ocuparse de los niños, ya que el asunto había dejado de plantear cuestionamientos.

Más próximo a nosotros, ya en 1997, en el Congreso Internacional de la International Psychoanalytical Association (IPA) de Barcelona, algunos psicoanalistas didactas de la IPA hicieron su outing2 para que cesara la hipocresía y que el hecho de ser homosexual no fuera un obstáculo para la admisión en la IPA, ni para ser reconocido como didacta. Los debates sobre la perversión de la homosexualidad agitan todavía a numerosos psicoanalistas, incluso lacanianos. Lo sexual produce horror y fascinación. La tendencia es a protegerse, sobre todo cuando algunos psicoanalistas se instalan en un cierto orden burgués, moral y adaptativo. Sin embargo, en cada cura analítica, los psicoanalistas están convocados a esta cuestión de lo sexual en el amor de la transferencia. Ahí están para recordárnoslo, de ser necesario, los pasajes al acto sexuales de analistas con sus pacientes (hombres y/o mujeres), comenzando por el mismo Lacan, tal como habla Catherine Millot de ello en La vida con Lacan

El psicoanálisis que apareció como subversivo en sus inicios, puede ser percibido a veces como conservador de un cierto orden fálico, patriarcal y hétero-normativo. Analistas como Pierre Legendre, Charles Melman o hasta Jean-Pierre Winter, en sus posicionamientos públicos, han pretendido hablar en el nombre del psicoanálisis cuando lo único que hacían era expresar su propia opinión, su terror a una decadencia, a una des-simbolización. Ellos denuncian una pérdida de referencias debido a una Nueva Económica Psíquica donde el sujeto del inconsciente ya no existiría, por el hecho de la desaparición postmoderna de los grandes discursos de legitimación. Las nuevas formas de sexualidad de nuevos sujetos que reclaman de manera inmediata la satisfacción pulsional y sexual, pondrían gravemente en peligro todo un orden simbólico con la depreciación de la función de los padres, tal como estos analistas la idealizan. El trono y el altar están en peligro. Algunos hasta pretenden, de manera catastrófica, que los psicoanalistas serian los últimos garantes de un orden simbólico sin el cual la civilización humana podría desaparecer. ¡Los psicoanalistas como guardianes del templo de la civilización! Freud y Lacan deben estar revolviéndose en sus tumbas. 

Lo que escandalizó con Freud fue lo sexual. Con Lacan es lo real. Este imposible de decir, lo que se atraviesa, lo que no marcha, lo que vuelve siempre al mismo lugar, lo que no cesa de no decirse, aquello de lo que la angustia y el goce indican la emergencia. Lo que Lacan llama el verdadero agujero, no el agujero de lo simbólico que hace que la palabra falle, que fracase ante la cosa, sino lo que se sitúa como lúnula en la intersección entre lo real y lo imaginario. Entre esas verdades indomables él sitúa: la mujer no existe, no hay Otro del Otro, no hay meta-lenguaje, no hay posibilidad de tener acceso al Goce del Otro [J(A)], no hay relación sexual. Más exactamente, no hay relación sexual que se pueda inscribir, nada que venga a inscribir lógicamente una relación a/b=1, nada que complete, a+b=1. En cambio, lo imaginario del amor puede por un tiempo crear la ilusión de que esta relación existe. El amor o la sexualidad son intentos de suplir la ausencia de relación sexual. No es la cuestión del vacío sino la de la nada, que se trata entonces de taponar con Dios, las ideologías, o las sexualidades numerosas y variadas. Ahora bien, si el vacío se puede llenar, la nada no se puede llenar jamás. 

Sin embargo, todas las formas de amor y de sexualidad, tanto las nuevas como las antiguas, intentan esconder esta nada. En torno a lo sexual se siente el placer, hay deseos que orientan al sujeto y se experimentan goces. Las diferentes prácticas sexuales, las sexualidades, son todas formas de encontrarse con estas dimensiones (de placer, de deseo, de goce), pero también de que un sujeto se sitúe en la relación con el otro, con los otros. La manera que tiene cada sujeto de vivir eso sexual es siempre singular, pero permite también agrupamientos en torno a identidades llamadas sexuales o de prácticas particulares reconocidas socialmente (o no), cambiantes según las culturas y las épocas. Freud reconoció lo universal de lo sexual humano en lo pulsional, la bisexualidad psíquica, la envidia, los celos constitutivos de las relaciones sociales, su manifestación en el síntoma, el fantasma. El modo en que eso sexual se anuda culturalmente a estas relaciones con el otro y con los otros, al anudarse lo real de los goces a los significantes, a la construcción de un fantasma, participan seguramente en la constitución de un sujeto. El amor es sólo una de las formas singulares con que el sujeto aloja el objeto causa de deseo en el cuerpo de un otro, quien ocupa entonces un lugar en su fantasma. El orden simbólico organiza las diferencias, de sexos, de generaciones, promulga las prohibiciones del incesto y del asesinato, permitiendo con esto los deseos edípicos y transgresiones diversas. No hay deseo sin ley que lo prohíba. 

Michel Foucault participaba en California en laboratorios de experimentaciones sexuales, para acercarse lo más posible a lo real de lo sexual y a su verdad de sujeto, aunque fuese en una afánisis, una desaparición del sujeto como entidad construida socialmente. Los analistas intentan también reflexionar en torno a lo que constituye lo masculino y lo femenino, las tablas de la sexuación sustituyen a una organización más tradicional de la separación de los sexos, las teorías continúan surgiendo y se parecen más o menos, los juicios morales o la patologización de tales o cuales prácticas también. Las redes sociales, las páginas de encuentros, las prácticas queer, la organización en comunidades de prácticas sexuales, todas ellas búsquedas de un Grial que haría que hubiera relación sexual, ¡por fin! La evolución de las técnicas permite también realizar más fácilmente las ablaciones o las fabricaciones de sexo, lo que nos recuerda el mito de Tiresias y su pregnancia universal. La diferencia es sin duda que esto puede realizase hoy en día en lo real del cuerpo, lo que no necesariamente quiere decir realmente, ya que no hay goce del Otro ni tampoco relación sexual, ni siquiera aunque fuese en un mismo cuerpo.

Contrariamente a lo que avanzan algunos psicoanalistas, las personas transexuales no son más psicóticas que ustedes y yo. Son el ejemplo de una búsqueda desesperada y radical para que haya ¡por fin! relación sexual… Aunque sin embargo fracasen en producirla, como todo el mundo, en su búsqueda de verdad sobre su deseo y, paradójicamente, en su pasión por no saber nada. ¿No es eso a lo que nos remite la tristeza de los cuerpos transexualizados? ¿No es eso lo que cualquier hombre puede encontrar después de un coito?: Omne animal post coïtum triste, praeter gallum mulieremque (Todo ser vivo esta triste después del coito excepto el gallo y la mujer)3.

La verdadera cuestión sería más bien saber como un sujeto se las arregla con sus verdades indomables, con la castración, con la nada, con el agujero alrededor del cual su deseo circula. Es la apuesta, me parece, de cada cura: un saber sobre el goce, aquel que se manifiesta en cada cura en la transferencia. 

Radjou Soundaramourty

1N.T. Neologismo entre cotidiano y coito, Quotidien y Quoitidien en el original en francés

2 Vulgarmente: salida del armario (NT).

3Galeno de Pérgamo, médico griego del siglo II.

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