El Síntoma V-Construcción y deconstrucción – B. Brémond
El síntoma-construcción y deconstrucción, SEMINARIO 5, Bernard Brémond, 10 Abril 2010
En el caso de ayer asistíamos por un lado a la construcción y deconstrucción de un síntoma. Tras escuchar el conjunto del caso podemos hacer la hipótesis que ese chico tuvo muy pronto un conflicto con el objeto oral, a causa de la relación con su madre donde al parecer su madre estaba pillada en su goce sin dar lugar a su ternura: al decir que si el hijo se iba se moría, eso debía estar en juego desde el principio. Ese niño desde pequeño tuvo que vérselas con la frustración respecto al objeto oral y a la reivindicación que acompaña la frustración. En la separación de sus padres, su padre por un lado le abandona y se le desencadena la diabetes, así que se ve la diabetes construida como síntoma. Todo el juego con la madre con respecto a las inyecciones de insulina era una metáfora de la frustración y la reivindicación oral.
Por otro lado, estaba su relación con la novia, cuyo valor sintomático va a aparecer a partir del momento en que ella le deja, por su reacción en ese momento podemos pensar que hay una nueva construcción sintomática, pero es más complicado porque tenia que ver con otro deseo, otro tema, otra persona con sus propios deseos. Su reacción al dejarle la novia muestra cómo la relación con ella era en el fondo heredera del conflicto con el objeto oral. No es raro que en las penas de amor de los adolescentes veamos aparecer la dimensión de la frustración oral. El síntoma que funcionaba antes, es decir, la relación con la madre en torno a la diabetes, no podía funcionar tras la pena de amor como antes. Puede haber un movimiento de regresión que no puede operar y aquí viene la cuestión: ayer dije que este chico tuvo una primera oportunidad: que la novia le dejara y por eso me pregunto si este hecho no tuvo para él la función de comenzar a desalojarle de su síntoma. Y como además entra en análisis su síntoma se deconstruye. Lo que ayer llamé el movimiento desde el pasaje al acto al pensamiento, forma parte de lo que podríamos llamar una deconstrucción del síntoma: sabe que va a dejar a su madre y piensa cómo podrá dejarla con el mínimo daño posible.
M. Moreno: Lo que planteas sobre la deconstrucción del síntoma porque la novia le deja, que va del acto al pensamiento, creo que no es lo mismo la deconstrucción del síntoma por el trabajo analítico que porque un acontecimiento de la vida desplace al sujeto de un equilibrio que mantenía con su síntoma en la relación con la madre, de hecho lo que a él le ocurre es que comienza la actuación, no tiene registro para pensar lo que le está pasando.
.
B. Brémond: Entiendo tu pregunta y estoy de acuerdo en que no es lo mismo, pero creo que un desencuentro amoroso tiene efectos en lo real. Hago la hipótesis de que estaba enamorado de su novia pero que en el fondo la dimensión del amor le cae encima en el momento de perderla. Creo que me equivoco al llamarlo pena de amor porque hay algo más fundamental que es una pérdida de amor. La relación con la novia le permitía soportar la depresión de la madre. Su pérdida es muy dolorosa y creo que eso tiene como efecto que la construcción sintomática antecedente no puede ser suficiente. La novia le permitía soportar la alienación con su madre, pero al perderla no puede quedarse alienado a su madre como lo estaba antes. Aquí ocurre que tras un suceso de la vida hay una pérdida de eficacia del síntoma. ¿Es imprudente llamarlo deconstrucción? Quizás podemos llamarlo deconstrucción porque hay una cura implicada. La pérdida de su novia interrumpe el círculo vicioso del síntoma y por eso la deconstrucción va a poder hacerse. Estoy de acuerdo en que la pérdida de su novia inicia el proceso de deconstrucción del síntoma y es porque hay una cura luego que la deconstrucción va a poder hacerse
Resumen del caso: Un muchacho que consulta porque después de que su novia le abandona comienza a realizar actos y palabras violentas hacia la familia de esta chica y además abandona todo lo que era su actividad en la vida, clases, deportes, desinviste su existencia. Nace de una pareja que se rompe cuando el tiene 5 años y entonces se le desencadena una diabetes y hay todo un juego de demanda, particularmente entre su madre y él alrededor de las inyecciones de insulina. En el fondo él transfiere la responsabilidad a la madre, vive con ella, lo que es evidentemente una catástrofe para él, la madre le dice que es lo único que tiene en la vida y que si él se va ella se muere. Todo el trabajo de la cura va a consistir en que el acceda a la posibilidad de contemplar dejar a la madre y hacer su vida fuera, tiene oportunidad de irse a estudiar al extranjero. El relato del caso finaliza cuando él está elaborando esta posibilidad de irse, está en un punto en que puede decir a su madre cuando ella le dice que morirá si él se va: “No, no te morirás” lo que supone todo un trabajo de elaboración de pensamiento.
R. Lucena: ¿A qué habéis llamado síntoma en este caso?
B. Brémond: He llamado síntoma a la diabetes, pero no para ir a buscar causas psíquicas del desencadenamiento de la diabetes, tampoco para ir a situarla como una enfermedad psicosomática, sino más bien que ésta que viene de lo real del cuerpo, surge en un momento dado que es la separación de los padres y es utilizada como síntoma. Dicha utilización de la diabetes y de lo que ella impone, es lo que permite construir un síntoma en torno a ella: la historia de las inyecciones de insulina y lo que se construye en relación con la madre en torno a estas inyecciones. Mi idea es que las inyecciones de insulina son una metáfora a la vez sádica, un poco deshumanizada y mecanizada de la alimentación de la madre. Él mismo lo decía. Con las inyecciones de insulina se vuelve a poner en acto la demanda, la demanda del hijo: “aliméntame” y la de la madre “te pido que te dejes alimentar”.
G. Kozameh: En estas enfermedades hay un elemento emocional desencadenante, como en el enanismo pituitario, la diabetes, etc., en el tratamiento que los padres hacen a su hijo mediante técnicas invasivas: inyecciones etc. Recuerdo hace años un niño con hemofilia cuyos padres le hacían el tratamiento adecuado. Yo supervisaba el caso con un colega que me dijo: “No me va a decir, Guillermo, que el tratamiento que hacen los padres es neutro”. En efecto, produce conexiones con los fantasmas del niño, tiene efectos en la subjetividad de la persona.
R. Lucena: La diabetes es una enfermedad en la cual lo que se incorpora no es nutricio porque la glucosa no se puede meter en las células, está mucho más pegado a lo real del cuerpo, a lo pulsional. El proceso en si es algo en que lo que se incorpora no es nutricio.
R. Hernandez: Habría que pensarlo en el registro del don, él se hace dar.
B. Brémond Es importante esta cuestión, lo que es incorporado no es nutricio, la calidad nutricia del objeto no es solo una historia de calorías, etc. si el objeto incorporado no es nutricio estamos en lo pulsional en estado puro, donde la dimensión del amor ligado al hecho de la demanda de ser alimentado-alimentar ya está maltratada.
R. Hernandez: También habría que pensar en la articulación entre los pasajes al acto de este chico y el pasaje al acto de la inyección, porque algo se juega en la dimensión de la acción, de lo sádico-anal, que es una dimensión de actuación, de movimiento.
M.C. Estada: Por eso no entiendo que dijeras que la regresión está impedida, cuando la novia le deja, su primera defensa, lo primero que veo es una regresión.
B. Brémond: Este chico no está completamente entregado a un proceso de regresión. Tras la ida de su novia hay un proceso regresivo pero que está limitado por la dimensión motriz de sus reacciones. Hay algo regresivo en los ataques que hace a su novia, pero no sólo eso: lucha para intentar recuperarla.
M.C. Estada: Lucha con todo lo que
había reprimido antes porque él se presenta como el buen chico que le da todo a la chica y él lo dice enseguida: “luego ella me deja…..”
B. Brémond: Estoy de acuerdo y eso explica lo que intentaba decir antes. Lo que para el es una catástrofe amorosa lo torna frágil y hace que caduquen un cierto número de represiones. Es lo que intentaba decir del amor y su función deconstructora. Un encuentro y pérdida amorosa tienen como efecto volver a poner en cuestión todos los equilibrios adquiridos. Por eso la pérdida de la novia es para él oportunidad, porque la represión equilibrada que existía hasta entonces no se ha hecho migas, pero casi. Y es ahí donde comienza la deconstrucción. Aunque es necesaria una cura para que esta deconstrucción no sea una destrucción del sujeto.
Voy a retomar cuestiones que quizá algunos ya escucharon en París, porque me sigue ocupando la cuestión de lo que hacemos, de lo que hago con la teoría, y qué hacemos con la introducción por Lacan del término sinthome. Me pregunto si por el hecho de que Lacan haya introducido el sinthome al lado del síntoma, ¿nos embarcamos en una tentativa teórica de definir y delimitar dos conceptos, o bien tomamos otro camino?
Si decimos que hay dos conceptos y entonces los definimos y delimitamos, creo que ahí nos faltaría algo esencial. En París conté la broma que no sé quién dijo: Alguien dice “me encanta el café americano porque con él se tiene el significante pero no el significado”. Esta es mi idea: con el sinthome, ¿no habrá introducido Lacan un significante que nos permita desengancharnos del significado del síntoma? Creo que no lo hizo intencionadamente. Creo que fue a él al primero que se lo permitió: gracias a Joyce el término sinthome le permite desplazarse de su teoría y enseñanza. Dicho de otro modo, me pregunto si lo que puede haber de más precioso para nosotros en este sinthome, es hacer estallar la compacidad teórica del término síntoma, es decir, exiliarnos del discurso médico. Creo que Lacan con Joyce encontró el sinthome y que después no reculó ante los efectos significantes del término, yo diría que casi sin significado. Y Lacan va a jugar mucho con la homofonía.
Lo que es interesante en la homofonía entre síntoma y sinthome es que en un momento dado, Lacan va a hablar de Saint-Home (Hombre Santo): en “Radiofonía y Televisión” hablará de Santo para acercar el santo al psicoanalista, o para decir que el analista está en el lugar donde antes estaba el santo. ¿Qué es el santo? El que se sitúa fuera de toda búsqueda de utilidad y satisfacción. Es alguien cuya operación está separada de toda preocupación de utilidad y de toda espera de satisfacción en de retorno. No utilicemos entonces sinthome para ser más listos con respecto al síntoma, sino para separarnos del saber teórico sobre el síntoma.
Voy a dar un rodeo. Estoy haciendo una pequeña investigación intentando plantear estas cuestiones en lo que concierne a Freud y a Lacan.
Freud con Breuer, en Estudios sobre la Histeria, teorizan que el trauma psíquico, el recuerdo del trauma, actúa como un cuerpo extraño que continúa teniendo un papel activo tiempo después de su irrupción. Freud que avanza intenta generalizar esto diciendo que en el fondo el trauma sexual es la explicación universal de las neurosis: ésta es la versión de la teoría traumática y de la seducción que opera en dos tiempos: primero un trauma infantil que se queda en la sombra sin efectos y cuyas consecuencias patológicas se manifestarán cuando la sexualidad toma su auge en la pubertad (après-coup). Dos años después (1897), Freud anuncia a Fliess que ya no cree en su teoría. No es que niegue la existencia del trauma sexual, sino que renuncia a la universalidad del mecanismo. ¿Por qué? Porque comenzó su auto análisis y adquiere la convicción que no existe en el inconsciente ningún indicio de realidad, de modo que es imposible distinguir uno de otro: la verdad y la ficción investida. Entonces Freud abandona su teoría por esto: no es que realidad y fantasma sean equivalentes, sino que la realidad percibida y la psíquica se interpenetran mutuamente. Con la teoría traumática, la neurosis tenía una causa cuya existencia era real y objetiva, teoría que permitía entonces hacer frontera entre normal y patológico. Cuando Freud fue llevado a reconocer que no se puede separar la realidad exterior y el fantasma, la cuestión está mucho más abierta para el pensamiento, incluso si el sufrimiento de un sujeto puede ser asignado a causas específicas, por ejemplo, acontecimientos insoportables. Este sufrimiento tiene como telón de fondo la dificultad para asumir la condición humana y esta dificultad tiende a aumentar cuando se conjuga con problemas específicos. Es lo que yo decía sobre el chico de ayer: que la novia le deje no causa su neurosis, sino que acrecienta su dificultad para asumir su condición de joven de 18 años. Entonces Freud cuestiona la generalidad del acontecimiento traumático, abandona la teoría de la seducción en provecho de la del fantasma, pero después reanudará la universalidad a través de la hipótesis del Edipo. Eso no borra la teoría traumática, pero limita su alcance. En el caso en que haya habido un trauma de ese tipo, el Edipo infantil es ahora un universal antropológico con el que deben confrontarse todos los humanos, hayan o no tenido que sufrir traumatismo, en una prueba cuya salida es problemática. Podemos llamarlo revolución edípica, con respecto a la teoría traumática anterior.
Me parece que esa revolución se hizo posible por algo y al tiempo posibilitó ese algo. Os propongo bascular la cronología habitual y os invito a tratar una especie de paradoja que voy a precisar: la revolución edípica fue posible por el descubrimiento de la pulsión sexual y al mismo tiempo la revolución edípica permitió el descubrimiento de la pulsión sexual.
¿Qué es la pulsión sexual? Algo que pone en relación dos espacios que al mismo tiempo son indisociables y también lógicamente heterogéneos: el espacio del cuerpo sexuado, en relación directa con el psiquismo y las sensaciones; y el espacio de representación de las imágenes y de las palabras. Así la pulsión es un concepto límite entre lo somático y lo psíquico. Entonces el concepto de pulsión sexual responde a una necesidad lógica de unir estos dos espacios: el del cuerpo y el de la palabra. Es un concepto muy paradójico, tanto que Freud va a terminar por decir que las pulsiones son nuestros mitos: seres míticos formidables en su imprecisión.
Resumiendo la trayectoria de Freud, diría que primero están los Estudios sobre la Histeria: la teoría traumática, el abandono de la hipnosis, el pasaje de la teoría de la seducción al fantasma y se llega a la pulsión como mito, lo permitió el abandono de la teoría de la seducción fue la referencia al Edipo. Estoy tentado de decir que lo que en el fondo es fundamental en el recorrido Freudiano es el Edipo, bajo dos versiones: el complejo de Edipo del que propongo decir que es el síntoma de Freud, y luego Freud pasa del complejo de Edipo al mito de Edipo: Tótem y tabú, Psicología de las masas, Moisés y el monoteísmo, y diría que el mito edípico es el “Sinthome-Freud”, sinthome en el sentido de su invención pero también de que le sirve a él. El mito edípico es una invención freudiana fundamental para la continuación de la teoría freudiana.
Si intento resumir la trayectoria de Lacan ¿con qué me encuentro? Es un poco más complicado porque Freud existió antes, así que no podemos proceder igual. Voy a ser aún menos respetuoso con la cronología. Yo diría que lo que esboza Lacan con las sesiones de duración variable equivale a lo que en Freud es el abandono de hipnosis. Lacan pone en práctica algo que no estaba antes. Más tarde podríamos poner en el mismo registro la fundación de la EFP y la invención del pase.
En lo referente a la teoría, lo que vemos en Lacan es la fase del espejo. La
can lo llama estadio como Freud llama al Edipo complejo. Luego criticó esa noción de estadio. A partir de un trabajo teórico que permita introducir conceptos, creo que podemos considerar el estadio del espejo como un mito, ya que el estadio del espejo presenta y articula una paradoja y al mismo tiempo su superación. La paradoja a la que se enfrenta el pequeño “hablaser”: yo me veo ahí en el espejo, pero aquí me siento ver, pero me veo allí, pero aquí me siento vivo y viendo. Si metemos dos datos así en el ordenador éste comienza a reverberar, pasa de un lado al otro sin que nada suceda. El estadio del espejo describe algo más: ese verse aquí y allí se supera con una división: lo que Freud llamaba división (clivage) y Lacan división del sujeto. En el fondo es la constitución del yo y por tanto la puesta en juego del yo(je) como dividido en relación con el Yo (Moi). Llamo mito al espejo porque éste produce e instaura una paradoja que al mismo tiempo permite franquear. Es decir que el espejo permite franquear una aporía y al mismo tiempo presenta la aporía nacida de este franqueamiento; por eso lo llamo mito, paradoja que no puede ser resuelta, porque puede ser franqueado pero no resuelto.
M. C. Estada: Esto es lo que se llama una operación simbólica, producción simbólica.
B. Brémond: Si, producción simbólica porque a la vez la paradoja no puede ser resuelta y al mismo tiempo hay una operación que permite no quedarse en la inestabilidad de los dos polos del espejo sino franquearla. Hay un utilizar la teoría para algo diferente que para evitar el encuentro con lo real. ¿Puede la teoría permitir tener encuentros un poco menos neuróticos con lo real? ¿ Puede la teoría dar acceso a lo real?
Lacan va a continuar su teoría por un lado con el RIS hasta llegar al nudo borromeo. La elaboración teórica de Lacan va a permitir al mismo tiempo llegar al objeto a. Ahí donde hablé de pulsión en Freud, este lugar en Lacan lo ocuparía el objeto a, que es inventado tras este recorrido, pero podemos decir al mismo tiempo que el objeto a ha permitido esa trayectoria.
Cuando digo que el complejo de Edipo es el sinthome de Freud, diría que el de Lacan sería “Los nombres del padre”, seminario que nunca pudo hacer. Sin embargo, puesto que todo en el trabajo de Lacan lleva a este significante que llamó sinthome, propongo que El Sinthome-Lacan es el sinthome.
G. Kozameh: En el síntoma hay un compromiso entre pulsión y defensa, ¿en el shintome se podría hablar de algo así?
B. Brémond: En la teoría freudiana el síntoma es un compromiso entre dos lados que intenta mantener juntos pulsión y defensa, pero hay que reconocer que la operación realizada gracias al síntoma no es muy exitosa, porque el compromiso más bien invalida. Creo que el sinthome con Lacan no es del orden del compromiso, sino una manera de hacer sostenerse juntos a RIS, es una modalidad de anudamiento, pero no un compromiso.
G. Kozameh: No, porque no existe el nivel de simbolización que hay en el compromiso.
B. Brémond: Si, es eso, pero esa dificultad de distinguir entre síntoma y sinthome es hacia lo que yo no quería ir, porque entonces hacemos dos conceptos diferentes, lo que es una pendiente que no nos interesa, mientras que si el término de sinthome nos permite hacer estallar la compacidad del término síntoma y por lo tanto hacer entender otra solución distinta de la del compromiso, entonces nos interesa mucho. Por un lado en nuestra relación con el paciente porque no estamos ahí para hacer compromisos, aunque a veces haya que hacerlo. Por otro nos interesa en relación con la teoría, no estamos ahí para fabricar conceptos que mezclen todos los discursos, y nos interesa también en relación con la institución analítica.
Lo que he indicado sobre Freud es que se ocupó de la necesidad de articular cuerpo y palabra, dos espacios heterogéneos e indisociables y que el término síntoma le permite articular estos dos conceptos. En el trabajo teórico de Freud con respecto al síntoma se puede entender la pulsión, gracias a la cual se puede articular cuerpo y palabra, construcción e invención de Freud. El síntoma por un lado, en la medida en que hace un compromiso y que participa de una represión y la pulsión esta incluida como concepto y mito en ese conjunto. Lacan no tiene la misma preocupación de Freud
FREUD LACAN
——————————– ———————————————-
Cuerpo – Palabra Síntoma – Estructura
Síntoma Sinthome
Represión Fuera de la represión
Construcción Paradoja
Compromiso
Metáfora Metonimia
Se analiza ¿No se analiza?
No creo que Lacan intenta articular cuerpo y palabra porque ya lo había hecho Freud y Lacan aportó su propio tema. Lo que él intenta articular es el síntoma y la estructura y es precisamente el término sinthome el que se lo permite. Me parece que esta incluido en lo que comenté antes. Si provisionalmente aceptáis estos términos, estamos delante de dos registros que no se superponen completamente pero que se articulan.
El síntoma tiene que ver con la represión y a partir de ahí puede entenderse que se trata de una construcción en la que interviene la metáfora, a partir de la represión primordial es cuando puede comenzar la metáfora, mientras que el sinthome no tiene nada que ver con la represión, sino que está fuera de ella y yo creo que participa en la metonimia, esto quedaría por precisar. En todo caso me lleva a retomar algo que es poner en perspectiva el sinthome y el objeto transicional.
A propósito de este último, Winnicott dice que en el fondo hay una paradoja que hay que respetar: no vamos a preguntar al niño ¿has encontrado este objeto en la realidad o lo has inventado?, ya que en el fondo el niño a la vez lo ha encontrado y lo ha creado, por eso para Winnicott es evidente que no hay que preguntar al niño. Por eso sabéis que es un objeto que no se puede lavar porque entonces el niño tendría que recrearlo y comenzar de nuevo el trayecto que el objeto le permitía. La aberración en Francia ahora es que cuando las madres llevan al niño a la guardería les obligan a que el niño lleve un objeto transicional.
Este objeto transicional tiene un carácter paradójico. Winnicott dice que al mismo tiempo es la primera posesión no-yo, y representa al niño tanto como a la madre, ya que es transicional entre uno y otro. Me pregunto si no podemos considerar que el sinthome tiene el mismo carácter, ser algo totalmente paradójico que como tal no tiene nada que ver con la represión. Decir que la represión no está en juego en el sinthome da cuenta de lo que Lacan ha propuesto con el sinthome: algo que puede funcionar en las psicosis, en ese lugar en el que no hay represión, o ésta no funciona.
A partir de ahí mi pregunta sería, ya que el síntoma evidentemente se analiza, ¿es que quizá el sinthome no se analizaría? Puede que el sinthome no se analice del mismo modo que Winnicott dice que no se le pregunta al niño si encontró o creó el objeto transicional, en la misma medida el sinthome no se analizaría. El síntoma es una construcción que puede analizarse mientras que el sinthome no estaría en el ámbito de la construcción sino en el de la invención. En París el otro día alguien destacó que en el seminario sobre el síntoma Lacan dice que el sinthome sí que se analiza pero no se interpreta. No sé que hacer con esto, no llego a concebir algo que se analizaría y no se interpretaría.
M. C. Estada: Se acompaña, como en el caso de los adolescentes, se les acompaña pero no se les interpreta.
B. Brémond: No entiendo que Lacan diferencie entre analizar e interpretar, habría que profundizar en esto. No sé que os parece esta construcción.
M. C. Estada: En lo que comentas sobre metáfora y metonimia, para mi esta claro que el síntoma tiene que ver con la metáfora para su construcción pero no me queda tan claro es que en el sinthome intervenga
solo la metonimia.
B. Brémond: Mi idea, un poco abstracta, es que la metáfora como proceso no entra en juego en lo que llamamos sinthome. La cuestión es si sería entonces metonimia. Un ejemplo, cuando Lacan escribe “Joyce le Sinthome”, ¿cómo leer esta fórmula? ¿qué representa Joyce en esta fórmula? El sinthome es el nombre de Joyce. Puedo decir que Joyce es el nombre de un escritor irlandés, pero también que Joyce es una palabra de cinco letras. En la fórmula “Joyce el Sinthome” ¿de qué Joyce se trata? Me parece que aquí aparece algo de la metonimia y no de la metáfora.
M. C. Estada: Algo de Joyce ha sido sustituido, por eso hay algo metafórico
B. Brémond: No creo que haya metáfora, la cuestión es como el sinthome es el nombre de Joyce. Hay inmediatamente un problema, en la fórmula “Joyce-Le Sinthome”, ¿que es Joyce? ¿El escritor irlandés o la palabra de cinco letras?. Creo que ésto tiene que ver con la metonimia y no con la metáfora.
R. Lucena : Claro, porque la metáfora siempre tiene que ver con la represión. Y si decimos que el sinthome está fuera de la represión no podría ser metáfora. En cuanto se sustituye una cosa por otra ahí estamos en la metonimia.
B. Brémond: Exactamente, es lo que intento precisar.
M. C. Estada: Hay algo que tiene que ver con un nombre de artista, de autor, pero quizás la metáfora la hacemos nosotros. Os propongo lo siguiente: el sinthome no sería una metonimia en el sentido del que se habla de metonimia en la psicosis sino que sería una especie de composición metafórica en el lugar de la metáfora. Lo digo en el sentido de que no intentemos adscribir las cosas en bloque, esto es metáfora, esto es metonimia, etc. Propongo que cuando hay un nombre de artista sería algo así como una composición metafórica o como queráis llamarle, pero no es exactamente una metonimia, hay algo logrado.
B. Brémond: Tienes razón, ésto tiene que ver con la función del nombre y de la nominación. Tu término de “composición metafórica” no nos permite escapar a las cuestiones en las que estamos, sino que nos sumerge aún más en ellas. Intento denunciar una pendiente pero al mismo tiempo caigo en ella. Guillermo puso antes en cuestión el término simbolización, estoy de acuerdo en que se utiliza con demasiada facilidad pero hay otro término peor: la metaforización. No somos rigurosos cuando hablamos de metaforización. Yo creo que el sinthome no es del orden de la simbolización ni de la metaforización, aunque tenga efectos para sostener simbolizaciones. Decir que no es del orden de la metáfora no basta para decir que es una metonimia, estoy de acuerdo, pero creo que hay una operación realizada por un nombre.
M. Moreno: ¿Unificación pulsional a partir del nombre? algo que organiza pero que no esta en el orden de la palabra en el sentido metafórico sino en el orden de esa adscripción que hace el nombre de una serie de letras que están fuera del sentido.
B.Brémond: ¿Sería lo mismo que decir Joyce es el Sinthome? No es que Joyce tenga un sinthome, entonces que es Joyce? El nombre del autor o la palabra de 5 letras.
M. C. Estada: Para que sea un sinthome…..no basta con ser un escritor sino un escritor de éxito, crear un nombre donde no lo había y eso no es cualquier autor. Si hablamos de sinthome no estoy de acuerdo en que podamos decir que Joyce es un nombre de 5 letras.
E. Van Morlegan: Estamos hablando de una cuestión metonímica, Joyce como nombre de escritor es algo pegado al personaje, no se puede separar del personaje, es una parte de él. Una parte por el todo como definición de la metonimia, la escritura como una parte de ese todo que es Joyce y que lo representa.
R. Hernandez: Depende de como lo situemos, no podemos ignorar la dimensión del Otro o la dimensión de la estructura. Es desde la dimensión del Otro cuando se puede leer una cierta consistencia del nombre, es desde esa dimensión que podemos reconocer ahí un escritor de éxito pero es posible que Joyce se viviera en 5 letras. Leí hace poco que tanto en Joyce como en Pessoa la manera de construir su obra era de un modo metonímico ya que lo hacían poniendo juntas cuestiones fragmentarias. Lo curioso es que desde la dimensión del Otro eso se ve con una consistencia de obra.
M.Cruz Estada : Y a partir de que el Otro da un lugar de autor a Joyce, él ya no es un nombre de 5 letras, es un dato fundamental. Joyce como nombre de autor.
R. Lucena: Una cosa es un sinthome como algo que compensa a un psicótico y que sí ejerce cierta función de metaforización y otra cosa es un sinthome como lo planteaba Bernard como una posible salida de un análisis en un neurótico, donde la metáfora si esta construida, pero la metáfora al fin está destinada a intentar resolver una paradoja que no se puede resolver y creo que esa otra cara del sinthome que es abandonar ese intento y seguir hacia delante, tiene que ver con otro tipo de funcionamiento metonímico.
V. Fernandez: Para Joyce su escritura, sus libros sí le sirvieron de sinthome al margen de su reconocimiento o no como autor.
B. Brémond: Lo que me planteo escuchándoos, es si la dimensión del Otro, no es la que se manifiesta cuando él mismo Joyce dice que su obra va a dar trabajo a los universitarios para 200 años. Lo que me planteo es si se puede decir que para Joyce el nombre Joyce es uno de los Nombres del Padre.
Para retomar lo que dijo Raquel tomaría estas dos estructuras en un grafo en el sentido del grafo del deseo de lacan: dos pisos de la estructura.
R. Hernandez: Como decía Raquel no es lo mismo pensar el sinthome en la psicosis que como un antes y un después del síntoma. Como aquello de lo cual uno puede desprenderse del síntoma y lo que quedaría sería….el sinthome. Eso me hace pensar en esta cuestión de los niños, la facilidad que tienen los niños para poder operar con lo opuesto, con lo paradójico sin ningún problema, hasta una determinada edad.
B. Brémond: Ya, pero no creo que haya tanta distinción entre los dos términos. Creo que los dos términos no tienen solamente una función distintiva. Los podemos intentar diferenciar pero también considerarlos como dos pisos del mismo grafo.
R. Hernandez: Eso nos permite también salir del planteamiento fácil de poner la psicosis del lado de lo patológico y la neurosis del lado de lo normal.
B. Brémond: Sí, lo que dices me hace pensar en algo que escribí en el nuevo libro de la marca del caso. Comencé uno de los textos con una cita de Freud: “la salud psíquica consiste en ser lo bastante neurótico como para adaptarse a la realidad y lo bastante psicótico para querer cambiarla”. Si nos aferramos a las estructuras psicopatológicas, una frase como ésta es aberrante, porque se es psicótico o neurótico pero no los dos, pero si estamos en el ámbito que debatimos esta mañana con el psicoanálisis, esta frase de Freud nos obliga a salir de localizaciones psicopatológicas preestablecidas. Hablamos de otra cosa que no es ni la psicopatología ni la psiquiatría. Lacan decía también: “si fuese psicótico sería más riguroso”.
Hablé con Genoveva en la pausa y ella propone una ilustración, que no punto de apoyo teórico, que consistiría en poner el síntoma bajo el poder de las pulsiones de muerte y sinthome bajo las pulsiones de vida. Yo le decía que me molestaba mucho esta distinción y que no iría por este camino pero que se podría reflexionar sobre ello, y al mismo tiempo además pensé exactamente lo contrario: que el síntoma estaría bajo el dominio de Eros: la satisfacción sexual sustitutiva lo llama Freud, aunque las pulsiones de muerte deben participar ahí también porque no son del orden de la satisfacción sustitutiva sino que están del lado de algo que no establece compromiso. No se puede aislar pulsión de vida y pulsión de muerte.
R. Hernandez: Me quedo con la cuestión del juego, Freud describe una situación de juego en el Fort-da, Winnicot también
le da importancia. Esta dimensión del “hacer con” me parece interesante. Joyce puede hacer algo con el lenguaje más allá de lo que pobremente hacemos los neuróticos: construir sentido, hacer metáforas… el construye lenguaje, se sirve del lenguaje más allá de las trampas del sentido, lo que la neurosis nos hace perder es poder jugar con el lenguaje y con algo más allá del lenguaje.
B. Brémond: Me hace pensar que nos aferramos al síntoma, nos enganchamos a él, e incluso si queremos deshacernos de él, al mismo tiempo no queremos, mientras que con el sinthome es él quien nos sostiene y es el lenguaje el que juega con nosotros. Esto dice algo de la dimensión de juego de la que hablas, Roque. Hay juego con el sinthome.
R. Hernandez: En ese sentido, a lo mejor es por eso que no se interpreta.
B. Brémond: En el seminario sobre el sinthome, en varios momentos Lacan echa por tierra la distinción entre síntoma y sinthome. El dice “el padre es un síntoma, o sinthome, como queráis”, y dirá lo mismo del complejo de Edipo, o de lo que es la mujer para un hombre. Dice algo así: “Arreglároslas vosotros, puede ser uno u otro”.