SÉGOLÈNE MARTI
La propuesta de este cártel ha coincidido con una experiencia singular e impactante para mí. En el mes de julio, los coordinadores de la Asociación fueron a Lyon para verse con los miembros. Este encuentro volvió a despertar en mí el deseo de trabajo en un momento en que se hallaba algo así como asfixiado, obturado, desde hacía un cierto tiempo.
A partir de ahí surgieron en mí una serie de cuestionamientos sobre la función simbólica de una institución psicoanalítica para sus miembros y para los que no lo son y participan en sus actividades. Así pues, solicité entrar en este cártel, el primero para mí, a fin de trabajar junto con algunos otros mis cuestionamientos.
Insisto en que lo que transmito aquí tiene que ver únicamente con mi punto de vista sobre una situación.
Del grupo de Lyon se han ido yendo miembros en los últimos años por distintos motivos. Desde no hace mucho, el núcleo restante ha entrado, en mi opinión, en un funcionamiento de marco cerrado. ¿De qué estamos hablando? Cuando se anula el marco de trabajo de un grupo, es decir cuando no se les anuncia a los escasos participantes que se trata de un grupo propuesto en nombre de AF, ¿de qué estamos hablando? Entre otras cosas, de los efectos de estructura de cada cual, de los fantasmas de unos y otros en los que nos vemos atrapados. Damos así rienda suelta a que se idealice a Uno en el lugar del Amo, a que se le personifique como único interlocutor. A que la palabra ya no circule o no circule lo suficiente con las demás personas de la asociación.
¿Acaso el pago de los 60 euros podría constituir una de las posibles modalidades de refugio contra el goce y la pulsión de muerte en acción que obturan el deseo de trabajo?
Me vienen tres puntos a la mente:
1- El pago planteado como regla le permite enunciar a uno (el/los responsables del grupo en nombre de AF) y oír a los demás el marco de trabajo, es decir la existencia de un vínculo con la institución psicoanalítica. Así pues, veo el pago como un elemento garante de la existencia de un tercero entre analistas que se unen para tratar de pensar la experiencia del psicoanálisis y elaborar algo dentro de una dinámica de apertura, en vez de hacerlo entre los suyos en torno a una copa.
2-¿El acto del pago, al darle cuerpo al tercero simbólico que representa la asociación, contribuiría acaso a la atenuación del amor de la transferencia, la cual, como es sabido, puede existir entre colegas, para favorecer la transferencia de trabajo?
3-Por último, ¿la petición de un pago no es acaso, sencillamente, una forma de indicarles a los participantes no miembros que dan un primer paso hacia la asociación, algo que tiene que ver con su ética, cosa que me parece esencial para el futuro de su compromiso? Máxime en un momento en el que el futuro del psicoanálisis nos preocupa.