C. Delarue. Abril 2016
Voy a tratar de continuar y de ver como podríamos pasar de la psicopatología al psicoanálisis en tanto clínica de lo Real-
Para esto voy a hablaros de mi misma y de mi recorrido, de donde vengo y por qué estoy aquí hoy. Como todos vosotros y como todos los psicólogos en Francia, estudié Psicología Clínica en la Sorbona. Había muchas asignaturas que no me interesaban, pero 2 o 3 cosas centraron mi interés, una era la enseñanza de la psicopatología que impartía un psiquiatra clásico, pero una psicopatología que se fundaba sobre el discurso del paciente y no en la clasificación de los comportamientos.
Cuando se habla de psicopatología hay que saber de qué estamos hablando, está el DSM que es una auténtica perversión de lo que en aquel momento se enseñaba en Francia, fuera del DSM y que es una psicopatología que se fundó en un análisis muy agudo del discurso del paciente. Y también lo que me interesó mucho fueron las presentaciones de enfermos que se hacían en el Hostal Sainte Anne, se hacían en el Servicio de Psiquiatría, lo más psiquiátrico que os podéis imaginar, pero era muy joven y no me hubiera perdido una por nada del mundo, y ahí empecé a leer a Freud.
Hice mi camino, obtuve mi título y llegué a un Servicio de Psiquiatría de adultos, que después de Sainte Anne, es el más cercano a París, el más grande que se llama Hospital Esquirol.
Esquirol era un alienista del siglo IXX, que trato de introducir una psicopatología institucional y que se traducía en la arquitectura de este hospital –es un monumento que tiene su interés para visitarlo porque es un edificio muy bonito- y yo he trabajado allí a lo largo de toda mi carrera. Cuando llegué allí yo no sabía nada, tenía mi título pero no sabía nada y me acogió un psiquiatra muy clásico. Cuando yo llegué a ese servicio había 130 camas, cuando me fui -40 años después- había menos de 40, para que os hagáis una idea de cómo evolucionó todo. Con estos 130 pacientes, el psiquiatra los conocía a todos, conocía a todas las familias y cuando me acogió -yo no sabía por qué me aceptaba- me dijo: sólo le pido una cosa aquí no quiero una aprendiz de brujo. Es decir, que yo tenía que conocer un mínimo de cosas en psiquiatría y le estoy muy agradecida hasta el día de hoy. Por eso cuando se habla de psicopatología entre los psicoanalistas, vemos que se alzan barricadas, es una palabra horrible, no hay que utilizarla, lo siento mucho.
Como algunos de vosotros, yo trabajo en el marco del Seminario de la Marca del Caso, he podido oír, testimonios de colegas que no habían identificado que el paciente del que nos estaba hablando deliraba totalmente, y cuando te pierdes eso, conlleva una serie de catástrofes en las curas. Yo pienso que cualquier clínico que se precie, tiene que tener un mínimo de conocimiento para identificar cuando un discurso se inscribe en el delirio y en la alucinación. Entonces claro está que no se trata de poner una etiqueta diagnóstica a todo el mundo, es el discurso del sujeto lo que tenemos que oír, pero tenemos que leer el discurso del sujeto en el marco de esta singularidad también. Me ha pasado a menudo oír a psicoanalistas que no sabían nada en este tema y que hacían catástrofes, porque trabajar con el significante con alguien que está delirando como con un neurótico, os garantizo que se va a volver loco.
Así que llegué a este servicio y había médicos y había uno que era analista y estaba en análisis con Lacan y otro que era analista y estaba en análisis con Ramstain que era un psicoanalista de la IPA. Estos 3 médicos, yo era joven y mona, me cogieron bajo su ala y tengo que decir que me formaron, participaba en sus consultas con los pacientes, y en este servicio había una tradición: todos lo miércoles por la mañana había una presentación de enfermos, hecha por los internos y a la que podía asistir. Era interesante el ver como un psiquiatra funcionaba, un psiquiatra que había sido formado por los grandes nombres del psicoanálisis francés, un psiquiatra lacaniano y otro del Instituto psicoanalítico.
Aprendí mucho, aprendí que no tenía que ignorar y constaté como esta gente podían trabajar juntos sin matarse y esto fue muy interesante, porque durante los miércoles asistía a un análisis psicopatológico muy agudo que podía abarcar lo que decía el psicoanálisis lacaniano y lo que decía el psicoanalista del Instituto de psicoanálisis. Y así hice yo mi camino. Han sido años de formación esencial, está claro que hice un análisis, que pasé por una formación analítica pero nunca me arrepiento de aquéllos años que me han llevado al psicoanálisis, y para mi los dos están vinculados y os voy a explicar como.
Evidentemente como una etiqueta, como vimos ayer, conduce también a catástrofes horribles. Y vuelvo a repetir que yo hablo de psicopatología que no tiene nada que ver con el DSM, en otros tiempos existía una psicopatología que en cierto sentido tenía en cuenta al sujeto. Así que muy pronto pude hacer la diferencia entre los delirios pasionales, los delirios de reivindicación, las psicosis alucinatorias crónicas, los estados maníacos, la psicosis maníaco depresiva y muchas otras cosas de las que ya nunca se habla. No son palabrotas, son formas de situarse. Así que ¿es posible concebir el psicoanálisis como clínica de lo R, como si pudiera ir más lejos de la psicopatología sin que el psicoanálisis acabe perdiendo su alma?
Como os decía me parece que el riesgo de la psicopatología es mantener una confusión entre dos ámbitos el ámbito del discurso y el ámbito del comportamiento, lo cual no es lo mismo.
La psicopatología no tiene nada que ver con la clasificación de los comportamientos y no dudo en decir que el DSM es una perversión de la psicopatología.
De este modo vendría a plantearse la pregunta de ¿qué psicopatología podríamos tener a partir del psicoanálisis? No podríamos pensar que el psicoanálisis sea una prolongación de la psicopatología y vamos a ver como. Evidentemente no nos podemos plantear esta cuestión sin fundarnos en la cuestión de la transferencia.
Podemos de hecho darnos cuenta que lo que amenaza a la psicopatología tal como se enseña, voy a citar nombres franceses que son muy importantes, así que lo que amenaza a la psicopatología enseñada por Clérambault al que se refiere J. Lacan a lo largo de toda su vida, también hay nombres como Esquirol, dice más nombres, habría que escuchar la grabación…….., se ve que esta psicopatología está amenazada y tiende incluso a desparecer en beneficio del DSM, y que esta amenaza que pesa sobre la psicopatología también se cierne sobre el psicoanálisis, y eso es lo que hay que apuntar.
El psicoanálisis actualmente se ve amenazado desde el exterior, lo sabéis todos, pero acaso no estaría amenazado desde el interior cuando ciertos colegas quieren evacuar cualquier enfoque psicopatológico y creo que querer disociar esta psicopatología del psicoanálisis es cortar la rama en la que estamos sentados. Y no es una coincidencia que ambos se vean atacados al mismo tiempo, el DSM ataca a la psicopatología y al mismo tiempo el psicoanálisis se ve cada vez más amenazado,.¿Acaso uno no puede plantearse que la psicopatología como tal, a la que nos podemos referir como psicoanalistas es aquélla en la que el enfermo se sitúa en el discurso?
Voy a referirme a lo que decía Lacan en su intervención en el Hospital psiquiátrico de Bonebaille, que se llama “Causalidad esencial de la locura”. Fue en el marco de un coloquio que estaba consagrado a la psicogénesis de las neurosis y las psicosis, bajo la dirección de Henry Ey, y se puede ver que todo ese congreso se fundó sobre el discurso del enfermo y estoy hablando de enfermos no de sujeto, del que delira.
Vamos ver que Lacan para desarrollar su propuesta va a sustentarse en los escritos
de Clérambault y de Guiró (es lo que entiendo pero no se quien es, será Girard, o Esquirol??) y se refiere a toda esta clasificación de los delirios entre delirio pasional, que afectaba al delirio de los celos y del delirio erotomaníaco. El delirio erotomaníaco que era el centro de la tesis de Lacan, os lo recuerdo, así que hay una diferencia entre esos delirios y los delirios de reivindicación, que remite a lo que estos alienistas, en el sentido noble del término, llamaban los querulantes procesitos. Los inventores y los idealitas apasionados, se liberan pues a partir del discurso del paciente. El peligro en este enfoque es evacuar el sujeto en beneficio del enfermo, del enfermo mental delirante, lo cual va en contra de nuestra práctica de analistas. Pero el discurso del psicótico, en ese momento, no está ya bajo el amparo del sujeto en el que el significante lo representa para otro significante, este discurso del delirante es un discurso que se convierte en un conjunto de signos en el que la metáfora -entre otras- sale mal parada.
Aquí es donde nos introduce el psicoanálisis en una clínica que le es propia porque en el discurso del sujeto el fracaso de la metáfora signa lo que pasa con una estructura psicótica y ese es un dato que solo pueden aportar los psicoanalistas. Es verdad que la psicopatología en esto, no dice nada. Pero vamos a ver como nos podemos sustentar en el análisis de los psiquiatras clásicos de otros tiempos en donde analizan perfectamente todos los fallos del lenguaje, pero sin identificar que se trata de un fracaso de la metáfora en beneficio de un discurso metonímico. Tengo un ej clínico: recibí a un paciente que me había repetido la cuestión de saber si era un psicótico o no. Para contarlo rápido, había heredado una cantidad de dinero considerable y se había gastado todo jugando al euromillón donde hacía combinaciones de cifras muy particulares. Me lo remiten por esta cuestión y me contaba sus historias de su vida cotidiana sin más particularidades. Pero al cabo de una serie de consultas llega con un peinado particular, ahora está de moda pero en aquélla época no estaba nada de moda, se había afeitado los dos laterales de la cabeza. Era el mes de diciembre, hacía mucho frío y tenía una camiseta que le dejaba el pecho al descubierto. Resulta que yo había ido a la peluquería el día anterior, y este que no se perdía nada, me dijo: anda! Ha cambiado usted de peinado. Y yo le dije: y usted también. Y me dijo: si, claro pero seguro que no ha sido por la misma razón. Y yo le pregunté ¿cuál es su razón? Él me dice: para hacer mis combinaciones de números tengo que mantener la sangre fría. Sangre fría, sien frías, aquí se puede decir que la metáfora no funciona y podemos pensar que esta persona tenía más que ver con una estructura psicótica, con un pequeño matiz porque es difícil en estos casos clínicos.
Creo que tenemos actualmente otra forma de aprehender la forclusión, antes cuando decíamos que era la forclusión lo que definía una estructura teníamos la impresión de que ya no hay nada que hacer, que teníamos un agujero y ya no hay nada más. Creo que lo que aporta el psicoanálisis a la clínica es que ahora se piensa que el sujeto puede tener momentos forclusivos, se puede uno plantear ahora que la forclusión no funciona el cien por ciento del tiempo, hay momentos de sustitución posible en el nombre del padre y otras veces no y ahí reside toda la dificultad no de una nueva clínica sino de una clínica que parece que solo los psicoanalistas pueden abordar. Y es en este sentido que pienso que el psicoanálisis puede ser la prolongación de una psicopatología.
Voy a citar a Lacan en el famoso Congreso de Bonneval, en “Sobre psicogénesis de las neurosis y las psicosis”, y veréis que no se cortaba. Dice:..”El fenómeno de la locura no se puede separar del problema de la significación para el ser, es decir del lenguaje para el hombre”. Reintegra así las psicosis en las vicisitudes del lenguaje como cualquier habla-ser, haciendo que el dis-funcionamiento psicótico ya no se apunte como la suma de síntomas.
¿Cómo conciliar entonces el enfoque analítico y el enfoque psicopatológico? Y esto es lo que dice Lacan. Le cito: “Adentrémonos en esta vía para estudiar los significados de la locura como nos incitan a hacerlo bastante los modos originales que muestra el lenguaje”
Y va a citar estos modos originales del lenguaje: “las alusiones verbales, las relaciones cabalíticas, esos juegos de homonimia, estos calambures, que cautivaron el análisis de un Girard”.
Girard fue un gran psiquiatra de finales de siglo XIX y principios del XX, que analiza muy agudamente todo lo que había sido estudiado por la psicopatología clásica. Y diría este acento de singularidad del cual tenemos que saber escuchar la singularidad, es decir, que a través de todas estas particularidades del lenguaje, 1) hay que saber identificarlas y 2) hay que saber entenderlas en su singularidad.
Continúa Lacan: “esta transfiguración del término de la intención inefable, esta fijación en la idea del semantema que precisamente aquí tiende a degradarse en signos, estos híbridos del vocabulario, este cáncer verbal del neologismo, este hundimiento de la sintaxis, esta duplicidad del enunciado y la enunciación, pero también esta coherencia que equivale a una lógica, esta característica que marca cada forma de delirio, todo ello es mediante lo cual el alienado por la palabra o por la pluma se comunica a nosotros.
Así que todo eso que oí en Madrid en el Congreso de Convergencia, sobre todo de los psicoanalistas de América Latina, donde se decía que Lacan repudiaba la psicopatología, no es así.
Y más adelante sigue, les leo: “a través de todas las particularidades del lenguaje que tienen que ver con un análisis psicopatológico, es ahí donde tienen que revelarse a nosotros estas estructuras de reconocimiento el cual es singular, pero sin duda alguna, no es por accidente, que vengan a ser precisamente los mecanistas, un Clérambault, un Girard, quienes hayan sido los que lo hayan dibujado mejor.
Se oye bien en todo esto, que en su trabajo con psicóticos, Lacan se refiere a una psicopatología y que es lo que hizo Freud en el ámbito de la neurosis con los cinco psicoanálisis, pasando por “El hombre de los lobos”, “El hombre de las ratas”, “Dora”, “Juanito” y Schereber.
Termino con la cita de Lacan: “…la referencia incluso constante que el análisis de un Clérambault hace de lo que llama con un término un poco chapucero, un término de Lacan diaforest (Creo que se refiere a la figura retórica que llamamos diáfora) dice que el trabajo de estos psiquiatras no es sino la búsqueda de los límites de la significación. Porque en este caso el significante opera más como signo que como significante.
Hablando de Clérambault, dice que: “despliega este magnífico abanico de estructuras que va de los postulados de los delirios pasionales a los fenómenos que se denominan basales del automatismo mental”. Y Lacan concluye: “pretendo haber seguido su método en el análisis del caso de la psicosis paranoica”. En estas líneas vemos que Lacan nunca repudió lo que decían estos psicopatólogos.
En Francia durante muchos años el psicoanálisis y la psiquiatría estaban muy vinculados. Lacan identifica también que los médicos de esta época estaban buscando, lo que él llamaba, los momentos fecundos de la psicosis. Y voy a citarlo por última vez: “hemos tratado de identificar la psicosis en su relación con la totalidad de los antecedentes biográficos, de la intenciones confesas o no de la enferma -está hablando del caso Aimée- de los motivos, por último, percibidos o no, que se desprenden de la estructura contemporánea de su delirio, ya sea como lo indica el título de nuestra tesis, en su relación con la personalidad.
Cuando habla de antecedentes biográficos habla de lo que es la anamnesi
a, de la intenciones de la enferma y habla de la estructura contemporánea de su delirio.
Bueno, creo que no tengo que añadir nada más, que ya es bastante significativo lo que he leído.
Así que mi cuestión es plantear: ¿es que acaso el psicoanálisis, al día de hoy, puede hacer la economía de este planteamiento dentro de la psicosis?
Me parece que el psicoanalista tiene que identificar, tiene que oír la resonancia de una palabra, de un significante, de una frase para detectar el delirio, algunas identificaciones siendo particulares, específicas del analista, como el fracaso de la metáfora, o del neologismo que siempre se tiene que oír dentro de su composición significante -no solo una extrañeza- que se identifica claramente en su identificación psiquiátrica, pero que da fe así mismo de lo que ocurre con la transformación de significante cuando ya solo remite a sí mismo sin que haya un vínculo con el significante, es decir, cuando el significante funciona como signo. Y esto es fundamental.
¿Cómo abordar desde esta perspectiva la cuestión de la clínica? Ya que toda clínica, ya sea médica, nosográfica o estructural implica un discurso, lo que nos remite a la cuestión de la transferencia.
La psicopatología entonces sustenta una clínica cuya función es distinta a la del analista, ya que tiene efectos de clasificación, de distanciamiento en un lenguaje que le es específico, pero la cuestión que se plantea es sin este lenguaje ¿qué pasaría con el paciente delirante y alucinado? Cierto es que la nosografía violenta al paciente, pero de forma paradójica esto le confiere al paciente otro lugar que el del pobre loco, el errante, el vagabundo, le da un lugar dentro del lenguaje. Pero es evidente que este lugar lo puede poner en una situación complicada dentro de la transferencia tal como lo oímos como analistas. Pero por ello no quiere decir que deba ser erradicado.
Les hablo sobre todo de las psicosis porque creo que esta cuestión afecta más a las psicosis que a la neurosis. ¿Qué pasa con la transferencia dentro del registro de las psicosis? Y no estoy hablando de la psicosis, estoy hablando de las psicosis en plural. ¿Acaso la transferencia puede concebirse independientemente de la nosología? Ya voy notando que es escandaloso plantear la cuestión en estos términos, pero yo me autorizo a hacerlo.
Ya de entrada se opera una desviación porque he oído hablar de transferencia psicótica y no se lo que es esto. Una transferencia psicótica, me dan ganas de decir….. buena suerte. Yo prefiero hablar de transferencia con los psicóticos. Es distinto decir que hay una transferencia con los psicóticos a que hay una transferencia psicótica.
Sabemos que Freud no le reconocía al psicótico la posibilidad de una transferencia, podemos hallar un argumentario en su texto “Introducción al narcisismo” en donde argumenta que el parafrénico, el demente precoz y el paranoico, -estoy retomando sus términos para recalcar que no dudaba en utilizar términos de la nosografía- presentaba una incapacidad a la neurosis de transferencia por el hecho de que la libido no podía circular del yo al objeto, de ahí una imposibilidad de transferir hacia el analista, lo que deja pensar que para el psicótico no existe -como para el neurótico- el sujeto supuesto saber. Lo cual es cierto, para el psicótico no existe el sujeto supuesto saber, el psicótico está en la certeza, se trata de hallarlo, está ahí.
En ese caso el Otro adopta para el paciente delirante en la transferencia la consistencia de un saber totalitario o incluso de un gran Otro no barrado, no hay una falta en el Otro ya que no hay duda y creo que esta constatación es fundamental en lo que se refiere a la práctica analítica.
Este es otro punto sobre el que los analistas pueden apoyarse para trabajar, esta certeza del sujeto no barrado es algo que solo pueden trabajar los analistas, el hecho de que no haya una falta, que estemos en la certeza, es un punto de clínica analítica que prolonga algo de la observación que se hace en el marco de la nosografía clásica. Efectivamente el paranoico está en la certeza, pero no se da el paso que la persona a la que se dirige, no sufre la falta. Esto es el analista.
Así que estamos frente a un dilema. En el seminario “Las psicosis”, Lacan nos dice respecto a la estructura psicótica que la estructura es un conjunto que es una manifestación del significante. “Interesarse por la estructura es no poder descuidar el significante”. [1] No obstante en la psicosis parece que el sujeto ya no se ve representado por el deslizamiento de los significantes precisamente, entonces ¿cómo abordar la transferencia con psicóticos? Y el psicoanalista ¿puede mantenerse en la ignorancia de la psicopatología para solo identificar lo que ocurriría con las alteraciones del lenguaje sin poderse referir al aporte de la psicopatología?
Hay que identificar ya de entrada que un discurso se articula dentro de una construcción delirante para poder eventualmente intervenir, y eventualmente interpretarlo. Pero no se puede interpretar de la misma forma el discurso de un neurótico que el discurso de un psicótico porque el significante no tiene el mismo sentido, el mismo peso en la estructura. Hay que conocer para ello un poco la construcción delirante porque si nunca has oído a un paciente delirar, yo he constatado -a través de una serie de cosas que he oído- que había analistas que no lo identificaban.
La transferencia con psicóticos puede producirse según modalidades distintas de las neurosis, si se oye en ello lo que pasa con la naturaleza de un delirio, de una alucinación, de la angustia de despedazamiento, de la influencia, de la discordancia, sino pienso que nos exponemos a estrellarnos en el avión.
Os voy a dar un pequeño ej. clínico: era yo una joven estudiante y estaba haciendo unas prácticas en un Hospital de Psiquiatría de adultos, Le Mourais, en un momento había una discusión –no se muy bien por qué- entre un interno del servicio (psiquiatra en formación) y el jefe de servicio; estaba la psicóloga y yo como persona en prácticas. Llega un paciente que estaba muy angustiado y del cual pude entender –luego- que tenía una gran angustia de despedazamiento.
En Francia los enfermos mentales tienen diferentes estatutos, está la hospitalización libre, la hospitalización bajo control de un tercero y la hospitalización de oficio cuando el paciente representa un peligro para el mundo exterior.
La discusión era entre el interno y el jefe de servicio. El jefe de servicio estaba muy descontento porque el interno tenía un certificado de quincena y se había equivocado sobre la modalidad de ingreso del paciente, todo esto delante del paciente. El jefe de servicio dijo se me caen los brazos, (metafóricamente quiere decir: estoy alucinado). El paciente se va y yo veo por la ventana que se va corriendo. El discurso de este paciente, que era muy joven, me había conmovido; pido noticias de este paciente y hay un silencio incómodo y me entero que hizo una tentativa de suicidio grave, se tiró a las vías del metro, salió vivo pero con un brazo amputado. Y muchos años después entendí como el lenguaje en el caso de un psicótico se toma al pie de la letra, que la metáfora no opera. Si se le han caído los brazos al jefe de servicio, según una metáfora, el paciente en lo real, perdió un brazo. Así que ante psicóticos es eso lo difícil, la metáfora se trata de evitar.
Tengo otro pequeño ejemplo, en Sainte Anne había un Dr. que se llamaba el Dr. L’O, un día un paciente puso nerviosa a una enfermera que le dijo: váyase a ver a L’ O. Y el paciente se fue al río. Al agua. Esto tienes que verlo. Insisto no se puede llevar igual una cura con un psicótico que con un neurótico y hay que saber un poco sobre las psicosis.
En este paciente del brazo ¿no podemos decir que ha hecho una puesta en a
cto metonímica en lo real? Aquí estáis viendo que estamos hablando de una clínica analítica. Porque esta puesta en acto es un intento de hablar al otro entonces podemos decir que una especie de violencia de metonimia que se le ha impuesto y se puede pensar que hay intentos de interrupción del delirio mediante una puesta en acto del signo. Voy a explicar. Cuando estaba en el hospital psiquiátrico vi en varias ocasiones a pacientes que hacían tentativas de suicidio graves de las que les quedaban marcas en el cuerpo, a menudo amputaciones, pero se constataba que al mismo tiempo la angustia desparecía e incluso el delirio.
MC: también con las enfermedades psicosomáticas.
Catherine: no podríamos decir que estos actos equivalen a poner algo dentro del circuito de la metáfora, pero es un fracaso, pero se podría pensar que es un intento, dentro de lo real, de introducir metáfora.
PAUSA
Nos hemos quedado diciendo que un psicótico sufre del significante, vamos a hablar ahora de Los escritos de Lacan, de su artículo “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”[2], habrán notado que el nombre del tratamiento procede de una terminología médica, quizá haya que entenderlo como lidiar con, como decía M Ferrazzi en su intervención resumida por Margarita hace un rato. En esta cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis, la psicosis como estructura no puede obviar el significante pese al rechazo de Freud sobre esta cuestión. Si existe la posibilidad de que haya un tratamiento -esto para Lacan supone un postulado- es porque existe una transferencia posible con los psicóticos. En la certeza de convicción delirante o en la angustia de nadificación, de despedazamiento, encontramos que esto equivale atribuirle al gran Otro, al otro o al mundo, una intencionalidad para destruir al paciente según modalidades nosográficas distintas que se ven atrapadas en el discurso.
El significante que ya no se puede movilizar en su dimensión metafórica puede hacer irrupción en cualquier momento en lo real, sobre todo en el marco del delirio persecutorio y también en la transferencia. En la relación transferencial puede atribuirse al analista, en una versión de la transferencia que es dañina y nociva para la continuación del tratamiento esta intención de destrucción; y en el mejor de los casos se ve que al analista se le toma por testigo de las persecuciones sufridas, en cuyo caso el analista, dentro de la transferencia tiene un efecto temporizador sobre la angustia. Creo que no podemos hacer mucho más que esto porque si intentamos desmotar el delirio se va todo al garete.
Pero a menudo este efecto moderador de la angustia es precario, solo se puede mantener el tiempo que dura la sesión y un poquito después, pero no puede mantenerse en el tiempo. Y de ahí la postura del analista dentro de la transferencia con el psicótico, como sínthome que permite un anudamiento temporal que autoriza a establecer un límite frente a una transferencia delirante.
¿Acaso esto no equivaldría a lidiar de otro modo con lo R? Es tratar de lograr un desanudamiento de la agresión permanente de lo R limitando su repetición mortífera desde el momento que el psicoanalista pueda funcionar como sinthome. Voy ya daros otro ej clínico. Tenía una paciente que estaba en un delirio bastante pasional y de reivindicación entre líneas se vislumbraba el hecho de que su padre haya abusado de ella y de que su madre no la había protegido, caso clásico. Lo que sabía del padre es que había ido a la guerra de Indochina, de Vietnam, lo cual tenía su importancia porque dentro de la historia familiar se decía que allí -en Indochina- tuvo al menos un niño que había sido maltratado por la madre y que -según la versión de la paciente- esta niña había muerto por los golpes de las palizas de la madre. Un día que sueña con Corea y con las coreanas, y yo en coreana oí cuerpo y odio (corp-haine), y es a partir de ese momento que se pudo desplegar más la historia de esta hermana. Se la había internado de oficio porque ella en la calle, más exactamente en el metro, agredía a la mujeres mayores asiáticas, y como había tratado de empujar a una a las vías del metro, por eso había acabado en el hospital.
MC: ¿Cómo has intervenido?
Catherine: lo único que hice fue separar las palabras cuerpo y odio, sin decir nada, así que soy yo quién entendió algo en esto. Se vio que eran dos palabras. Ella no hizo para nada el vínculo con sus pasajes al acto, pero dio más cabida a que hablase de la historia con su hermana que fue objeto del odio de una madre. Pero se ve como su gesto se veía atrapado en lo Real.
En todas mis actividades en el hospital que han durado exactamente 38 años es el único caso del que puedo hablar. Es muy poco frecuente encontrar un fundamento en lo Real del delirio. Por eso me interesé por el artículo de Freud en el que se plantea la parte de verdad histórica puesta en el lugar de la verdad rechazada. No obstante, en un delirio cualquiera se ve casi siempre una parte de verdad histórica bajo el ángulo del significante, sobre todo en los delirios de reivindicación y celos y menos en las psicosis y en el signo de la discordancia y la influencia, mucho más difícil.
Ya para concluir, Freud sostiene que la locura siempre contiene un pedazo de verdad histórica en el artículo “Construcciones en psicoanálisis”[3]. Ahora ¿qué hacemos con esta verdad histórica? que a veces se puede oír, no es tan poco frecuente.
Estoy pensando en esos delirios erotomaníacos que les ocurre a mujeres que fueron violadas cuando eran niñas, vemos que muy a menudo se encuentra una parte del trauma dentro de este delirio; o generan directamente un delirio total frente a esta parte de verdad histórica; y retomo directamente las palabras de Freud porque es muy complicado este tema: “Claro está, el analista renuncia a darse la pena vana de convencer al enfermo de la locura de su delirio”. Se basaría el trabajo terapéutico en el hecho de reconocer con él el núcleo de verdad que reside dentro de su delirio, se puede decir que en el delirio lo Real se desencadena. Nos dice que este trabajo consistiría en extraer esa parte de verdad histórica de esta deformación y de sus apoyos en la realidad actual y llevarle al punto del pasado al que pertenece. Es un punto de la práctica sobre el que podemos debatir.
Esto es lo que dice Freud y voy a acabar con ello, “los delirios de los enfermos me parecen equivalentes de las construcciones que construimos en el marco psicoanalítico”; y esto es revolucionario porque lo que dice acá es que sería el delirio del psicoanalista al tratar de construirle, a través de esos pedazos de verdad, una historia pasada del enfermo. Los equivalentes de las construcciones que creamos nosotros, psicoanalistas podrían ser delirios. ¿De qué sirven? Solo pueden llevar a reemplazar la parte de realidad que se niega en el presente por otro trozo que también habíamos repudiado en el período de la infancia más precoz. Creo que esto se aplica más a una transferencia con el neurótico y acaba diciendo: “el delirio debe su fuerza de convicción a la parte de verdad histórica que sustituye por la realidad rechazada. Me parece que los delirios se me hacen una parte de verdad que el enfermo retoma, retransforma para construir su delirio.
Eva: trataba de acordarme en algún otro seminario trabajamos esta construcción que plantea Freud en el Hombre de los Lobos, donde Freud hace una construcción, él, pero luego hay una vuelta, en otro trabajo de Freud, donde la construcción cae del lado del paciente.
Guillermo: en el Moisés donde él trata de encontrar la fecha exacta.
Catherine: en Juanito igualmente él busca la historia de la seducción, Freud siempre está buscando este punto de realidad histórica.
Pregunta que no se escucha.
Catherine: Vemos que esto se lo plantea siempre dentro de la estructura de la neurosis salvo en el Hombre de los lobos que se trata de la estructura psicótica. Estoy pensando en la hija de una paciente, yo no la conozco pero está en análisis con uno de mis colegas, cualquier gesto de un hombre hacia ella lo interpreta como una tentativa de tocarla, violarla, es completamente delirante está en la comisaría cada 15 días, pero esto no impide que haya una suposición de que pueda haber sido violada cuando era pequeña por el marido de su nodriza, y eso no es un delirio.
Marga: yo creo que hay una cierta aceptación, incluso que la psiquiatría, no la actual del DSM, sino las personas que tiene formación psiquiátrica clásica, pueden entender, efectivamente, que el delirio habla de una verdad del sujeto. No solamente lo entendemos los psicoanalistas, la cuestión es justamente qué tratamiento se hace de esa verdad. Creo que nadie duda, como tú dices, que uno interpreta su realidad, pero siempre tiene unos datos que conciernen a una realidad histórica, deslocalizada o lo que sea. La cuestión es cómo intervenir frente a lo que, incluso para nosotros en muchas ocasiones es evidente que tiene algún sentido dentro de lo histórico, pero ¿cómo reintegrar esa parte de la historia cuando se trata de la psicosis y no se puede trabajar con la metáfora?
Catherine: es muy complicado. Es por eso que pienso que en la cura un anudamiento siempre es posible, frágil, entre lo R, lo S y lo I, que pone al analista en el lugar del sinthome. Se constata que este anudamiento puede tener efectos en una sesión, quizá de una sesión a otra, a veces, pero en cuanto te ausentas, el paciente vuelve a estar hospitalizado, entra en una crisis delirante porque cualquier separación es un agujero, y las cosas no se mantienen.
Marga: ahí se plantea la siguiente cuestión, entonces ¿el analista como sinthome establece una relación para toda la vida con el paciente?
Catherine: si. Tengo una paciente que acude a mi consulta desde hace 30 años, me viene a ver y la atiendo 10 o 15 minutos, su pregunta constante es porque los años pasan, me ve que envejezco y siempre se preocupa por saber que no estoy enferma y por saber que no me voy a morir mañana. Su pregunta es ¿Qué voy a hacer yo cuando usted esté muerta? Y yo le digo: pero sigo viva, basta. Vuelve a repetirlo cada vez y cuando no estoy, su médico me dice que tiene crisis de angustia. Es la única a la que autorizo -y es la única virtud del Iphone- el enviarme SMS, no a hacer llamadas, no abusa y cuando me envía un SMS, le respondo: todo está bien, nos vemos tal día a tal hora. Gracias a eso no está hospitalizada, y ya lleva varios años, cuando antes se pasaba la vida en el hospital. Es un detallito, pero…..
Para otros pacientes a veces puede haber efectos, pero depende de muchas cosas, de cuando se produjeron los trastornos, si hace mucho tiempo, si son recientes o de cuando era pequeño.
Marga: si, creo que depende del momento en que los trastornos aparecen porque es verdad que son trastornos invalidantes, no es lo mismo una persona que a duras penas ha construido más o menos una vida, con una profesión, con un entorno familiar más o menos, y si tiene una crisis psicótica de algún modo también se puede sostener, que alguien que debuta en la adolescencia y no tiene un mínimo vida autónoma, depende cuales son los elementos que las personas…
Catherine: volvemos a la psicopatología, a la naturaleza de los trastornos, a la antigüedad de los trastornos, a la gravedad de los trastornos y varía para cada sujeto.
MC: cuando escuché el título de tu intervención decías algo del rastro, pensé que tenía que ver con el psicoanalista por su rastro, es decir tiene que ver…
Catherine: responde un poco a una intervención de Radjou Soundaramourty. Ambos somos psicólogos clínicos, y para él -lo cual es digno de loar y cierto- para convertirte en analista, ha tenido que hacer tábula rasa de todo su pasado, pues para mi, ha sido al contrario. Para él hay que prescindir de todo lo anterior, así que con esta presentación he querido responder a lo que él me dijo. Porque en su presentación él dijo, por qué, después de todo un analista tendría que identificar cuando alguien está delirando o no, podemos tener pacientes que tengan tumores cerebrales y no lo sepamos.
No estoy de acuerdo. Cuando trabajas desde hace mucho tiempo en un hospital psiquiátrico, hay cosas que sabes identificar que tiene que ver con la organicidad, sin ser médico. Tengo dos ejemplos. Un ej personal de una amiga, su marido decide vender su vivienda secundaria en el sur de Francia, le afectó mucho; y cuando la vi hace dos años en vacaciones, pensé hay que hacer algo por ella, está muy deprimida, llora, fui al supermercado con ella, la dejo en una estantería y la encuentro en la caja llorando y me dice, te has ido, me has abandonado, nunca había hecho eso; luego se desmayaba. Y otra amiga me dijo, le tienes que dar una dirección, está haciendo una depresión grave. Yo no soy médico, pero antes de ver a un psiquiatra que vea a un neurólogo, estaría bien hacerse un pequeño estudio. Pues tenía un tumor cerebral grave y murió 3 meses después. Si se hubiese detectado antes no se si hubiesen cambiado muchos las cosas.
Creo que esos años que viví en el hospital, me han formado para esta observación y esta escucha. Y no hubiera aceptado a esta paciente así como así. Y la otra cosa que yo le respondí a Radjou es que otra paciente que me remitieron al hospital con una depresión atípica. Una joven que dejó prácticamente todo, que estaba triste pero que no decía que estaba triste. Me hablaba de su casa de una manera extraña, en su casa todo se caía, todo se rompía, parecía que la casa se iba a caer no se porque razón, las tuberías se bloqueaban. Y pensaba al oír el estado de esa casa, me está hablando de ella, de sí misma, de su cuerpo, pero no estaba segura. Yo iba a buscar a mis pacientes a la sala de espera y a menudo, cuando se iba la paciente yo iba andando delante y ella detrás, el pasillo es estrecho y yo pensaba ¿por qué está tan mal dentro de su cuerpo? Y de repente la oí andar detrás de mí y dije cojea, pero cuando la vi andar no me daba cuenta. Así varias veces, y una vez la dejé que pasase delante de mí y vino a mi despacho y me dijo que le costaba escribir, etc Y le dije ¿pero no le cuesta un poquito andar de vez en cuando? Y me dice: anda! Se ha dado usted cuenta, es raro porque me he puesto una suela ortopédica, así que cojeaba. Así que fui a ver su médica, una psiquiatra que la seguía, y le dije que era muy probable que estuviese empezando una enfermedad degenerativa y la enviaron a un neurólogo que diagnosticó un comienzo de esclerosis en placa. El problema de esto es que mi paciente se me escapó porque entró en una serie de redes médicas. Pero el médico cuando me jubilé del hospital me volvió a hablar de esto, y me dice esta historia no logro olvidarme de ella, ¿Cómo tú lo has visto? Y le dije, no lo he visto, lo he oído. Y creo que si yo no hubiese recibido esta formación en el hospital este trabajo no hubiese podido hacerlo. Tengo un inmenso agradecimiento hacia los psiquiatras que me formaron por eso quiero transmitir esta experiencia. Yo no pienso como Radjou que haya que olvidar los años de formación. Para mi forman parte de mi recorrido como analista.
Así que creo que incluso cuando no se es médico sino psicoanalista, se puede oír cosas.
Guillermo: hay un aspecto Catherine que tú has retomado que es la relación de la psiquiatría en Francia con el psicoanálisis, esto fue un proceso que se produjo en otras partes del mundo. En Estados Unidos, al principio cuando llegaron todos los psicoanalistas en el exilio, la psiquiatría norteamericana se nutrió mucho del psicoanálisis, cosa que no existe en este momento y una cosa parecida ocurrió en Argentina porque los primeros que fundaron la IPA fueron psiquiatras
, excepto dos mujeres que eran maestras, pedagogas, de hecho la psiquiatría en Argentina fue profundamente psicoanalítica. Estaba la estrella de Enry Ey, Clarembault, que permitieron y aceptaron generaciones del psicoanálisis. En este momento, por lo menos en Estados Unidos, hay un divorcio total de la psiquiatría con el psicoanálisis.
Catherine: en Francia también.
Guillermo: y en Argentina también, entonces a mi me parece que hay algo de responsabilidad en el psicoanálisis. Por ej todo lo que puede implicar ciertos desarrollos psiquiátricos importantes en el siglo XIX y XX, a veces son tratados con mucha descalificación desde el punto de vista psicoanalítico. Ellos también descalifican al psicoanálisis. No se como se podría dialogar. A mi me ha tocado a veces estar en mesas redondas con un psiquiatra muy organicista, pero lo interesante es que son dos escuchas diferentes, porque aunque una persona tenga una gripe virósica, hay un registro emocional que hay que escucharlo. A mi me asombra la tensión, la pelea, la poca dialéctica que hay.
Catherine: en Francia pasó lo mismo, hubo una época en que el psicoanálisis y la psiquiatría estaban muy vinculados. Enry Ey, que era un psiquiatra muy clásico, se interesó un montón por el trabajo de Lacan. Este período institucional se ha acabado, quedan algunos jefes de servicio que están a punto de jubilarse y todo el enfoque comportamental del DSM va ocupando todo el espacio psiquiátrico.
Isabel: no se oye bien…… el avance del discurso capitalista es una forma de objetivizar al sujeto.
Catherine: de acuerdo.
Marian: pero yo me pregunto alguna vez, toda esa minimización en sintomatología que tiene el DSM 3 o 4, no tiene que ver con una forma que tiene el profesional de obturar la angustia y de quedarse tranquilo ante esa persona………..
Catherine: en el fondo en su funcionamiento no están tan lejos de los psicóticos, están en la certeza, no hay duda, la eficacia, la rentabilidad, no están muy lejos del registro psicótico, la falta y la duda no existen. ¿Cómo puede surgir el sujeto de esto? Ayer por la tarde vimos el ejemplo llevado al extremo, este joven que tuvo todos los diagnósticos imaginables, que entró en una institución casi militar, me hacía pensar en los reformatorios. En Francia creo que estas instituciones aun no existen, si que presencio una violencia que se les hace a los autistas diciendo que es para su bien, cuando se ven los programas que se les aplica con el apoyo de los padres, que aprendan a hablar, a contar, a socializarse, no los dejan tranquilos un minuto, no tienen ni un instante para pensar, o no pensar de hecho.
Marian: Habla de Recurra, de Javier Hurra, defensor de menor, hay menores en situación carcelaria
Catherine: en estas instituciones no funcionan los cuatro discursos. El discurso capitalista las cosas no giran, es un discurso petrificado en el que no es posible cambiar de sitio.
MC: el chico de ayer venia en la posición del objeto “a” en el discurso capitalista, la madre decía si yo no existo él no existe, clausurando el sistema, la plusvalía.
Guillermo: otro tema interesante que has traído es el tema de la transferencia con psicóticos. Reconocerás que hay psicoanalistas como Françoise Dolto que ella plantea que puede haber una transferencia psicótica.
Catherine: yo no comparto esa posición. Para mi hay una transferencia con sujetos ya sean psicóticos o no, para mi una transferencia psicótica ni siquiera se que quiere decir una cuestión así.
Eva: se hablaba de transferencia masiva en la psicosis por eso se trabajaba en las instituciones con varios dispositivos para que esa transferencia fuera circulando por los distintos sitios y no se fijara como una cosa masiva en el analista.
Guillermo: esto es herencia de la escuela kleiniana, la transferencia masiva, pero es interesante ahora redefinirlo de otra manera, no imaginaria.
Catherine: creo que si tenemos en cuenta al sujeto no se puede hablar de una transferencia neurótica y una transferencia psicótica. Es el sujeto lo que está en el centro.
Roque: tu cierre del seminario apunta a la postura en la transferencia como crucial en el trabajo analítico, poder pensar la cuestión de la transferencia, cuál es el lugar del analista, donde además, a propósito de esta cuestión de la transferencia masiva, de alguna manera nos invita a repensar la cuestión del cuerpo, del lenguaje y la dificultad del yo…….. (no se entiende)…… Ese algo que pasa por la presencia pero también por algo de lo S y de lo I. No es obvio.
Catherine: para esta paciente no era fácil porque oía que había algo que tenía que ver con lo Real del cuerpo, pero al mismo tiempo tenía que tener en cuenta mi propia construcción Imaginaria de este asunto, no era sencillo.
Guillermo: tú comentabas del paciente psicótico, del delirio erotomaníaco, una chiquita de 15 años, la traen porque decía que le abuelo le había metido mano con absoluta certeza. Lo que para ella era importante era que yo le crea y eso había ocurrido. Es una situación difícil también para el analista de sostener esa creencia para llegar a algo de su verdad, cuando nadie de su familia le creía y yo para colmo yo tampoco porque era una chiquita como el personaje de Lolita de Nabokov, conmigo era una seducción donde se levantaba la falda y decía qué calor!!! Una situación muy difícil porque la abuela, le dijo no te cree ni Guillermo. Venía a mi consulta, me insultaba. Ella continuó con el tratamiento. Pidió no ver a sus abuelos de una manera un tanto paranoica, no se podía hacer ninguna reunión familiar con ellos. Yo la dejé de ver después de tres años y estaba bastante equilibrada pero con un sesgo paranoide.
Catherine: lo que me obliga a pensar cuando estoy con un paciente con una duda así, si han sido objeto o no de una seducción sexual, hay que dejarle entender que lo que cuenta es la verdad de su pensamiento, es su verdad. Remitirle al hecho que estos pensamientos vuelven, que no insisten por coincidencia y lo que me veo obligada a apuntar es que son sus pensamientos. Y que tienen una certeza en eso. Que eso es lo que piensan. Cuando los pacientes comienzan a hablar de eso en su entorno, es como una bomba.
Antes de irme quería darles las gracias por haber venido a escucharme y creo que no volveré el año que viene porque yo comienzo a fatigarme un poco, pero antes de irme quería darles las gracias por vuestra acogida, vuestra escucha y que ha sido todo un placer estar aquí trabajando con vosotros. Y aunque me voy, aunque vaya a seguir aquí, pero con el paso de los años me canso cada vez más, y que próximo año tendrán que invitar a otra persona
Transcripción: Eva Van Morlegan