R. Lévy. Sesión de enero 2016
Entre septiembre y hoy, algo ha cambiado en Francia, es decir, no se pueden seguir haciendo seminarios como si nada hubiera pasado. Por eso quiero hoy incluir la necesidad de poder pensar lo que sucedió en París en noviembre, que es algo que viene ocurriendo ya hace muchos años, incluido lo que ocurrió en Madrid. En París, lo ocurrido, puede pensarse según una particularidad de la que hablaré en nuestro seminario.
Nadie como nosotros, en nuestro campo y como psicoanalistas, puede plantear una comprensión de lo que pasó, pero sí algunas preguntas que pueden abrir el camino para pensar esta barbaridad ocurrida en noviembre.
He elegido algo que me parece un punto para respaldar este pensamiento que concierne a la cuestión de lo simbólico y, especialmente, en cuestión de su fragilidad. Ya lo he planteado en otras ocasiones pero me parece, más que nunca, un elemento para pensar la constitución de un “ parlêtre”, sea cual sea su estructura.
Porque resulta que dentro de la neurosis, de la psicosis y de la perversión se plantea esta cuestión de forma diferente pero se plantea en cada una de ellas. Es decir, lo simbólico nunca es algo obtenido por fin, en definitiva, no se puede decir que ahora lo tenemos construido. No se construye definitivamente nunca, es decir, que sigue estando en construcción para cada uno de nosotros, cualquiera que sea, y esto es una cuestión interesante, sea cual sea la estructura de la que se trate.
En otros términos, cómo mantener o, mejor dicho, cómo construir algo de la metáfora ahí donde puede ocurrir que desaparezca en un momento u otro. Es decir, que la entrada de un ser humano en la lengua es necesaria pero no es suficiente para decir que ya tenemos las metaforizaciones necesarias para vivir. El mejor ejemplo es que los psicóticos hablan muy bien y tampoco tienen la cuestión de la simbolización bien establecida, para decirlo rápidamente.
Sabemos también que en alguien que no es supuestamente psicótico, si se enfrenta a un encuentro, a un mal encuentro con lo real, puede aparecer un momento de delirio, como podemos encontrar en los casos de los síndromes postraumáticos en los que podemos decir que hay un momento psicótico. Es decir, un momento en el que la represión no funciona de manera momentánea, la simbolización tampoco funciona y, si no funciona, aparece el delirio como suplencia de aquello que no se puede rechazar.
Entonces, dentro del mismo ámbito de la neurosis, igualmente, se pueden encontrar estos momentos y, particularmente en el pos-trauma, momentos de fragilización de la construcción simbólica. Cada uno de nosotros, en nuestra vida, sabemos que este simbólico, en un momento u otro, según nuestro encuentro con lo real, resulta fragilizado.
Insisto en los encuentros con lo real, porque obviamente estos encuentros difíciles con lo real, pueden ser buenos, como los momentos de simbolización en la evolución de un niño, o el parto, o algunos otros momentos de encuentros que solicitan al sujeto en su construcción con lo simbólico. Son momentos que, poco a poco, pueden construir mejor nuestra relación con lo simbólico.
M. C. Estada: Los momentos en los que decimos que un psicótico, en un momento que necesita un padre simbólico, no lo encuentra y por eso ocurre el brote; y cuando no ese es psicótico, es en esos momentos en los que hace falta sostenerse sobre un padre, es decir, sobre la metáfora paterna. Serian esos momentos…?
R. Lévy: … Pero no se reduce a la cuestión del padre, por eso me parece importante señalar que más allá de la relación al padre o de la cuestión del padre o de la relación simbólica del padre, hay localmente momentos de desimbolización que son falta de las operaciones de metaforización, que es algo distinto del tema de la metáfora paterna. Obviamente este tema introducido por Lacan es un asunto muy importante para entender la entrada en el lenguaje. Aun así, no creo tampoco que la entrada en el lenguaje sea un momento ya constituido, sino que se constituye y continúa constituyéndose, poco a poco, hasta no sé cuándo y, algunas veces, hasta edades avanzadas para el niño y para cada uno de nosotros.
Esto es la fundamentación de la cuestión de la relación al simbólico, la cuestión del Nombre del Padre, del significante del Nombre del Padre. Pero todo no se puede reducir a la cuestión de la relación al significante del Nombre del Padre, especialmente dentro de la estructura de la psicosis esto se plantea de manera muy importante.
M. Moreno: Sí, hay gente que habla de la forclusión del significante de la castración por ejemplo..
Efectivamente…. pero si pensamos que estamos tranquilos porque creemos que la falla de lo simbólico es del lado de la psicosis, es un error absoluto, porque hay falla de lo simbólico en otras estructuras y particularmente del lado de la neurosis. Entonces, me parece muy importante tener en cuenta estos elementos para ver que la cuestión estructural es importante, pero que no soluciona totalmente el asunto de lo simbólico.
Si tomamos este momento para plantear la idea de que mantener la metáfora, y especialmente la metáfora del sujeto, en algunas circunstancias extremas (son en estos momentos, por eso comentaba la relación de un encuentro con lo real, porque estos encuentros son malos en general) supone la ayuda del fantasma, lo que nos permite mantener algo de esa construcción de lo simbólico, porque es una especie de filtro contra los efectos de este real.
Lo que me parece importante plantear es ¿qué es lo que nos permite resistir a estos malos encuentros?, es decir, ¿por qué algunos salen del encuentro con lo real con un síndrome postraumático y otros no? , me parece que uno de los elementos tiene que ver con el recurso a una ficción o no. Es decir, construir un semblante de metáfora en estos momentos extremos o no poder construirlo. La ficción es un semblante, una construcción a partir del semblant.
Puedo dar un ejemplo que concierne a los últimos atentados, tengo un paciente que casualmente estuvo presente en un bar al que había asistido junto a otros diez amigos para festejar un cumpleaños y dos fallecieron. Dos, incluido este paciente, por suerte, no fallecieron, y seis han tenido muchas heridas de kalashnikov, la mayoría de ellas mujeres, pasaron casi dos meses en urgencias al borde de la muerte. Porque no sé si saben que estos bárbaros no sólo dispararon a la gente sino que estas balas son balas dum- dum, es decir, que cuando la bala penetra en el cuerpo explota en el interior. A varias de estas mujeres le tuvieron que amputar la pierna y no podrán andar nunca más. Lo que le pasó a este paciente es que, por suerte, no estaba fuera. Los que murieron estaban en la terraza para fumar. El paciente no salió a fumar y no fue alcanzado, él se echó al suelo y dice que en el momento en el que esto ocurre le vino la idea de que debía ser una broma de los chicos del barrio que tiraban petardos.
Puedo decir que este recurso a esta ficción en este momento permitió al paciente no tener un síndrome postraumático, es decir, que en el momento en el que ocurrió un encuentro con un real impensable, algo le vino para pensar, sea lo que sea, que la frase hubiese sido otra poco importa, pero ha podido construir algo de una ficción, una mentira, mejor dicho, pudo poner palabras donde no hay palabras. No se trata de un no hay palabras en el ámbito de la represión sino que es otro tipo de no hay palabras, es decir, que no hay palabras, pero no a cau
sa de la represión sino porque no hay palabras en este lugar.
Es otro tipo de construcción, precisamente una construcción donde no hay construcción ni tampoco hay palabras, y allí donde no hay construcción ni hay palabras, está lo real, esto es precisamente lo real, y no tiene nada que ver con la cuestión de la represión.
M. C. Estada : Cuando se habla de impensable quiere decir el lenguaje puesto en suspenso…
Es decir, que sabemos que la cuestión del trauma o postraumática también tiene que ver con la anticipación necesaria, es decir, un tiempo anticipatorio del evento, que permite pensar algo. Así, cuando ocurre el encuentro con un real traumático, no solo no hay palabras sino que no hubo tiempo para construir una anticipación para pensar, para pensar una ficción e imaginar el evento antes de su desarrollo.
Sabemos que nuestra angustia, buena en este caso, permite que antes de un evento difícil para nosotros tengamos el momento para pensar, bla, bla…, va a pasar tal cosa,… y que estos momentos de ficcionalización son necesarios para anticipar algo de este encuentro. Para preparar y que no sea un mal encuentro con lo real, que no sea traumático. Generalmente pasa mejor de lo pensado y así la construcción simbólica queda entera.
Como ya he contado, él perdió a sus amigos. Entonces, puedo relacionar lo que muchas veces hablé de Primo Levi, aunque podemos tomar otros autores, pero es uno de los que hablé muchas veces – De esta locura de lavarse los dientes o el cuerpo, aunque no tuviese ni jabón ni agua, y los demás decían que estaba loco. Con ello, él introducía una ficción cada mañana para mantener algo de la metáfora, para que su relación con la simbólico no se destruyera totalmente, como ocurría para muchos otros de los que se hablaba como musulmanes. Se había observado que algunos de estos muertos, aunque aún no estaban muertos, les desaparecía la mirada en algún momento. A estos son los que llamaban musulmanes, no sé por qué. Y estos musulmanes eran los que iban a fallecer en poco tiempo, y se sabía, no por razones fisiológicas, sino porque ya su mirada había desaparecido, son puntos interesantes, porque allí hay algo de lo simbólico que se destruye, e incluso alcanza al tiempo del espejo.
También se puede relacionar El juego de ajedrez de Stefan Zweig, con este mismo proceso de ficción productor de metáfora del sujeto; lo que desplegó muy bien Zweig en su libro fue esta necesidad de mantener presente el juego. A través de lo que desarrolló, podemos interpretar como una necesidad de mantener la metáfora a través de este juego. Para el protagonista sirve, tal y como sirvió para mi paciente la ficción o para Levi lavarse los dientes cada mañana. No hay un menú para mantener la metáfora para todos, cada uno tiene su manera de construir o no construir.
Hay que señalar igualmente que esa ficcionalización resulta posible gracias a que, y esto nos da para pensar, la ficción pueda ser una ficción por efecto de la denegación. El paciente escuchó la kalashnikov, él estaba tirado en el suelo, la gente gritaba y la sangre corría, obviamente no se puede decir que sabía lo que sabía, esto es importante y no fue planteado hasta ahora. Es decir, que cuando ocurren los disparos este paciente oye los disparos, nada que ver los sonidos de disparos con los petardos, por lo que se puede decir que sabía lo que sabía.
G. Kozameh: ¿renegación o denegación?
R. Lévy: Denegación o renegación, este es el punto para pensar.
M. C. Estada: Hay un punto de renegación en todos nosotros….en la muerte de un ser querido ver un coche como el suyo y decir ahí está! o que suene el timbre o el teléfono y decir ahí está!
R. Lévy: En el ejemplo que das hay dos momentos, uno de renegación y un segundo momento, que ficcionamos su presencia. Se corresponde con esto que hablamos pero lo que nos aparece es la ficción y no nos importa la renegación. Son dos momentos en el mismo momento, para ficcionar se necesita renegar.
G. Kozameh: Es lo que aparece en la cuestión del origen, la negación de Freud como origen…por eso quizá sea un poco fuerte hablar de renegación.
R. Lévy: ¿Qué es lo que piensas que puede ser?
G. Kozameh: Yo pienso más bien en denegación, porque si no, este muchacho no se hubiera tirado por el suelo. Se hubiese creído que …
R. Lévy: Claro por eso es una mentira…
E. Van Morlegan: En el sentido de que está y no está. En el sentido en que lo hablaba Hyppolite. Está hablando de la denegación, aunque se borre se conserva.. no es que desaparece.
R. Lucena: Es una escisión en el yo. Se sostienen las dos cosas simultáneamente y sin contradicción. Se niega y se mantiene en el yo, se sostienen simultáneamente.
R. Lévy: No es represión… me parece más clara la traducción de Lacan en francés que es rechazo turbio. A mí me parece mucho mejor.
G. Kozameh: No es una renegación tampoco,….Me hizo acordar de un episodio terrible. Antes de la dictadura aun con Perón eran frecuente los francotiradores de la guerrilla que disparaban en las plazas. Llamaba la atención que la gente que corría por la plaza al escuchar los tiros se ponía los periódicos en la cabeza, cuando se había dado la orden de que se escondieran. A más de uno la bala atravesó el periódico.
M. Moreno: En la denegación hay un lugar donde se registra lo que ocurre y uno se protege. Ponerse el periódico encima es otra cosa, estaría más del lado de la renegación. El sujeto que opera con la denegación se pone en riesgo de otro modo que si opera con la renegación.
E. Van Morlegan: Otra cosa en la que exista algo así como una prevención.
R. Lévy: Pero en este caso en París, no hubo forma de defensa, no hubo, al igual que en el ejemplo de Argentina, no hay ninguna razón para pensar en un riesgo.
Es una discusión importante porque parece que allí se introduce algo más que lo habitual de la ficción. Hay, me parece, aunque lo podemos discutir, una renegación en el sentido de la perversión. Lo que nos lleva a pensar si habría una renegación en estos casos, fuera de la estructura perversa. Intentamos poder dar aire a las estructuras, neurosis psicosis y perversión, a ver si las cosas no se plantean de forma tan rígida.
R. Lucena: Sería, por ejemplo, lo que comentan los cognitivos y los de la teoría del apego en los casos de niños maltratados en los que aparece diferencia entre la memoria episódica, que pasa realmente, y la memoria semántico, que es lo que el niño construye a través del discurso de los padres. Hay una disociación entre las dos cosas. Y el niño tiene que sobrevivir, luego tiene que elegir lo que él construye: soy malo, es mi culpa, antes que aceptar lo que los padres le están haciendo.
R. Lévy: Sí, ahí está la cuestión que hablamos. Pero en el maltrato a los niños hay que introducir una diferencia con el maltrato en adultos. Esta diferencia requiere introducir algo más que tiene que ver con la metáfora y la metonimia. Es distinto un maltrato antes o después de los cinco años. Es distinta la construcción que se hace del trauma si se ha llegado a la metáfora o no; no es decir que no exista trauma, sino que la construcción del trauma es diferente. Los cognitivistas no pueden pensar eso, toman estos elementos de la misma forma, lo que les lleva a la idea del trauma de forma general, para todos.
Entonces, si seguimos esta preg
unta, la cuestión es si hay en otras estructuras una especie de renegación tal y como se da en la perversión, del mismo modo que existen momentos psicóticos en personas que no son psicóticas. Lo que plantea la pregunta de si la perversión sería un intento, con el mecanismo de la renegación, de defenderse de la herida de la metáfora.
Del mismo modo que en el ámbito psicótico el delirio es un intento de mantener algo que, no siendo metáfora, sirve como tal. En el ámbito de la perversión, esta vez estructural, la renegación ¿no sería un intento de defenderse de un desencadenamiento de lo simbólico? Estas son preguntas nuevas, no se planteó nunca este tipo de cuestión. La cuestión es saber si la perversión no sería una última defensa contra la psicosis. De esto si se habla, pero no se dice por qué, y creo que tiene que ver con la renegación como defensa.
Podríamos plantear la ficcionalización como sinthome, es decir, como relé simbólico, que permite articular allí donde la articulación no funciona. Pero, justamente ¿no sería en este sentido en el que Lacan desvía la perversión, llamándola de nuevo como “père versión”, versión del padre?, haciendo una equivalencia para el cuarto anillo del nudo, con el padre y el synthome.
“No es que estén rotos lo simbólico, lo imaginario y lo real lo que define la perversión, es que son ya distintos y hacen suponer un cuarto, que es el synthome en la ocasión, que hay que suponer tetraédrica, que es lo que hace lazo borromeo, que perversión no quiere decir más que versión del padre y que en suma el padre es un synthome o un sinthome, como quieran” Lacan ( El Sinthome 18/11/75)
Pero también podemos precisar de otra manera las cosas diciendo que al final esta fragilidad da cuenta de esta falta constitutiva de lo simbólico, lo que Lacan llama S( ) significante que le falta al Otro. Es decir, que no hay ninguna garantía de la verdad, que es igual que decir que lo simbólico es frágil, que nunca será totalmente, definitivamente, construido. De ahí que Lacan haga la deducción de la ruptura con los dos universales hombre y la mujer.
Otra de las consecuencias es que el Otro como el tesoro de los significantes, se revele incompleto, barrado. No hay garantía de la verdad, por consecuencia, determina un imposible de la inscripción de lo que podría hacer relación. No hay relación sexual, no hay posibilidad de un universal de la relación entre hombre y mujer. Relación entonces, entre dos goces, el goce del hombre y el de la mujer, sabiendo que es en función de modalidades distintas de relación con el goce fálico lo que hace que los dos sexos repartan su relación con lo sexual. “El goce fálico es el obstáculo para que el hombre no alcance, diría yo, el goce del cuerpo de la mujer, precisamente porque aquello de lo que goza, es del goce del órgano” (J Lacan Encore Ed Le seuil P.13).
Pero lo que vamos a señalar es que esta incompletud o la falta de la relación sexual que pueda inscribirse, escribe aún el lugar posible de la perversión porque es suficiente con completar el S( ) con el objeto a para hacer un S( A) sin barrar como garantía de la verdad. Garantía de la verdad tal y como se encuentra en la perversión. El mejor ejemplo es la posición perversa que Lacan da a la mujer en tanto madre “porque allí ella encontrará el tapón que será ese a de su niño” ( Lacan séminaire livre XX,Encore Le seuil, 1975 P.36).
Es una manera de escuchar que la mujer como madre estará entera en el goce fálico pero, más allá, que cualquier goce fálico es perverso, porque este goce fálico hace relación sexual gracias a un Otro completo.
El tapón del objeto a niño para una madre hace que ella sea ahora completa, supuestamente, pero lo interesante no es tanto que sea completa o no sino que su goce en este momento pasa enteramente al goce fálico, luego, dentro de este goce fálico, hay una relación sexual. Hay una ficción de relación sexual, porque no es una relación con el niño sino con el Otro completo, que en este momento de tapón con su niño no aparece como barrado.
Es decir, que en esta teorización Lacan se refiere a Freud cuando dice que “toda sexualidad humana es perversa” (Lacan le Sinthome leçon du 11 Mai 1976). Es un punto de avance en la clínica, porque desde allí se puede escuchar lo que ahora es una indicación muy importante en la clínica con niños. Si el síntoma del niño está ligado al fantasma de sus padres se tratará pues de desanudar al niño de su lugar de semblante de objeto a tal y como es para algunas madres, objeto de su goce fálico. Que es la razón misma por la que encontramos la resistencia por parte de las madres a la curación de los niños. Curar es para estas madres la renuncia a su goce fálico.
Hemos llegado a la idea de que curarse supone renunciar por parte de las madres a su goce fálico, este punto nos permite también sostener que no se trata de un síntoma del niño sino del niño como synthome. La idea es que el niño se encuentra en el lugar de objeto a para su madre, con lo que ella se asegura anudar con el niño objeto a las tres instancias RSI allí donde sin este objeto, sin este niño, ella no podría. Por eso la cuestión es de importancia en la curación del niño, no es solamente una cuestión de goce como tal, porque en este caso sería difícil pero no imposible, sino que este goce, y el niño como tal, juega como suplencia que permite un anudamiento para ella.
V. Fernández: Tú dices que es una suplencia y me entra la duda si el cuarto nudo es equivalente al synthome.
M. C. Estada : La cuestión para mí es la diferencia entre objeto a como resultado de un buen anudamiento y sinthome como cuarto nudo, que es otra cosa. ¿Por qué lo haces equivaler?
En este caso es lo contrario, porque la fragilidad de lo simbólico en una madre hace que su niño sirva, no solo como objeto a, sino también como cuarto nudo, suplencia. Más que como cuarto nudo, como suplencia. En este sentido, puedo decir que el niño no es el síntoma de los padres sino su sinthome.
R. Lucena: Cuando estabas hablando de cómo la madre coloca al niño en lugar de objeto a y como la madre se coloca como sujeto no barrado, yo no estaba segura si el niño está como semblante o como objeto real. Tengo la duda porque si la madre pudiese hacer una ficción sobre ese hijo no tendría tanta resistencia.
La madre necesita complementar su construcción simbólica a través de este niño como objeto a, el niño es una ficción necesaria para ella, hay otros objetos a, pero la cuestión es cómo el niño viene a este lugar de objeto a. Este niño como sinthome, es decir este niño como suplencia de una construcción simbólica para la madre, asegura para ella el anudamiento de su existencia. Clínicamente se encuentra que cuando el niño no juega este papel, aparece en el lado madre la depresión, incluso delirante.
La mejor prueba clínica es la depresión posparto, es el mejor ejemplo de como anuda el objeto a y cuando no está en este lugar, desanuda lo que había quedado por un momento anudado.
E. Van Morlegan: Pregunta por la diferencia entre suplencia y cuarto nudo.
Pienso que el tema del cuarto nudo Lacan lo plantea como lo que viene como padre, para
Freud era el Edipo. La cuestión es cuando no funciona el cuarto nudo, cuál es la suplencia posible o no de este cuarto nudo, para anudar bien algunos objetos tal como un niño, puede servir para anudar. No es decir que el niño es el cuarto nudo, ni tampoco que el objeto a es el cuarto nudo, sino que sirve para suplir en un momento la capacidad de mantener un simbólico posible.
M. Moreno: Lo único es que el anudamiento no es borromeo, lo que tiene otras consecuencias. Así, aunque la madre esté estabilizada tendrá un modo de funcionamiento patológico.
En este caso el Otro no funciona como Otro. No hay un tercero posible y su goce no permite otro goce que su goce fálico, por razones que tienen que ver con la pregunta sobre la dificultad de mantener el simbólico bien anudado.
Esta concepción de colocar la perversión como manera de pensar otro momento, es igualmente una forma de decir que algo sobre la posición de sujeto que puede tener el niño es una verdadera apuesta de estas mujeres que no tienen relación sexual después del parto. No hay ninguna posibilidad de Otro goce, de goce Otro.
M. C. Estada: Ni goce Otro, ni goce fálico.
R. Lévy: Si, goce fálico si, con el niño como tapón. Es decir, que su goce es limitado al goce fálico con su niño con exclusión de cualquier otro goce y, en este sentido señalamos lo que Lacan subraya como del orden de la perversión, en tanto permite una completud allí donde la relación sexual es indubitablemente fallida.
Es una experiencia necesaria de la feminidad que pasa de la privación primitiva hasta el momento de esperar un falo como producto del momento de dar a luz y que será del orden de tener o no tener. Lo importante es la relación al falo y no tener o no tener pene.
M. C. Estada: Tener pene o no tener pene, el niño que nace?
R. Lévy: La madre
R. Hernández: La feminidad pasa por el pasaje del ser al tener.
G. Kozameh: Señala la necesidad de pasar por la privación para ir en situación de búsqueda del padre. Anoche estuvimos hablando del tema de los embarazos en las adolescentes y la forma en la que, a veces, los niños vienen a ocupar el lugar de búsqueda de la feminidad, en una chica en la que parece que algo de la feminidad no estaba del todo constituido…
M. C. Estada: Pero la búsqueda de falo no es la búsqueda de la feminidad, tanto en las mujeres como en los hombres siempre hay una búsqueda fálica. Los hombres buscarlo más grande, porque siempre creen que lo tienen pequeño y las mujeres tenerlo porque no lo tienen,siempre es una búsqueda fálica. La feminidad es otra cosa.
R. Lévy: Lo particular de la mujer es poder dar luz, lo que no se encuentra, hasta ahora, del lado masculina. Porque es una experiencia particular con respecto a los hombres es por lo que hay que tenerla en cuenta, sea o no realizada, poco importa, la posibilidad existe. Y esto las lleva a una serie de preguntas distintas, con respecto a la cuestión de la relación al falo, en comparación con las de los hombres, que no suponen otro goce. Aunque del lado de la feminidad hay una ambigüedad, no todo pasa por lo fálico.
De ahí que, a mi entender, no hay perversión femenina sino entendiendo a la mujer en su versión madre, en la que el niño pasa a un lugar de fetiche, sometido a una especie de contrato: en tanto que objeto a de su madre, el niño tendrá que hacer gozar a la madre. Este es el contrato perverso. Donde la clínica nos lleva casi siempre cuando trabajamos con niños es al goce del Otro, el de la madre fundamentalmente. Si no se incluye la dimensión de este goce no sé con qué se trabaja. Incluso en la relación transferencial, porque es una relación de celos la que se establece hacia quién le va a sacar ese goce.
A.Palacio: Estas mujeres que después de tener un hijo dejan de tener interés en las relaciones sexuales y colocan a los niños en este lugar de goce fálico, de alguna forma es algo que va a tener consecuencias en la sintomatología como hiperactividad o el asma. Es esto algo que encuentro en los casos de mujeres maltratadas después de tener un hijo, el tema sexual desaparece, y que están en una cosa gozosa con ellas.
M. Moreno: Algo de la relación de la pareja al niño que es lo que potencia, aparece algo como celos, que hay un desplazamiento del valor fálico al niño y el valor fálico de la pareja desaparece completamente y el hijo está colocado en este lugar. Provoca estos celos locos y lo que aparece es que matan a los hijos. Cada vez más vemos que la violencia de género no solo es matar a la mujer sino que, lo que se escucha cada vez más es que matan a los hijos, los tiran por la ventana.
V. Fernández: Es curioso cuando haces la historia de estos casos de violencia, cuando en la pareja ha habido amor,y el malestar de la relación lo identifican con la llegada de los hijos.
Es decir este hecho de tener como contrato con su madre hacerla gozar es una figura que puede mantenerse mucho tiempo después en la vida de un sujeto, que puede tomar diversas formas, dentro de las cuales se encuentra para un hombre la sumisión al deseo de una mujer o en una mujer la posibilidad de aceptar el deseo de un hombre.
Todos estos elementos son, ni más ni menos, los elementos de la construcción del fantasma también, es decir, según cuál sea la manera en que este niño encuentre un lugar de deseo en su madre, él va a construir algo con estos elementos.
En efecto “(…) el falo (.) juega la función metonímica , la más secreta, según que esta se interponga o se absorba en el fantasma del deseo. Entendemos que este fantasma es al nivel de la cadena de lo inconsciente, ésta que corresponde a la identificación del sujeto que habla como yo en el discurso de la conciencia. En el fantasma, el sujeto se experimenta a sí mismo como lo que él desea a nivel del Otro, esta vez con un A, es decir, en el lugar donde él es verdad sin consciencia y sin recursos Es allí que él se hace en esta ausencia espesa que se llama el deseo” (J LACAN Le triomphe de la religion champ freudien Ed SEUIL 2005 P.59)
El otro que se forma en el deseo del Otro. Se forma lo que se llama el lugar y el deseo del Otro. El sujeto se llama el deseo del Otro. Acaso eso sería una manera de decir que el crédito de la evolución de un niño se mantiene siempre abierto solo si podemos trabajar con estos elementos de apertura de una alienación precoz a la captura del goce fálico. Es así, igualmente, que podemos decir a la vez que no hay sujeto que preexiste al niño y que hay también un lugar de preexistencia al sujeto niño en el deseo fálico de su madre, lo que no es la misma cosa, ya que la función significante del padre podrá o no modificar esta construcción, hacia un camino u otro camino. Pero sabemos también que no hay padre sino en la manera en que él es introducido por la madre, lo que deja poco campo a la plasticidad de un goce fálico o no.
Una familia viene a la consulta porque su hijo dormía con su madre porque no podía dormir solo y más cuando se le impedía, el niño gritaba tan fuerte que alertaba a los vecinos. El problema es que ahora a los diez años, el niño había empezado a insultar a su madre y a pegarle. El padre no dijo nada en la consulta salvo que cuando él estaba sólo con su hijo no había problemas. Le pregunté por qué no se ocupaba del niño, haciéndole volver a su habitación. Entonces la madre intervino diciendo que no podía tolerar que este violento interviniese en este caso… Así
la realidad era que el padre era quien se iba a dormir a la habitación de su hijo.
Esto nos lleva a preguntarnos la siguiente cuestión, ¿que sería un goce no fálico?, es decir, un goce de un A barrado. Porque se supone que hay un goce más allá del goce fálico. Entonces ahí se supone una mujer que no sería toda madre, en este caso es una concepción enigmática, porque es un goce no todo fálico, sería un goce que se experimenta y del que no se sabe nada. Un goce del que no se sabe nada ¿no se trataría de un goce que concerniría a un más allá de mí mismo? Es importante porque supone un goce tal que no sería un goce de yo mismo, el que amo en mi semejante. Es una especie de no sustituible a sí mismo, que se encuentra en Frège en términos de “cosa no idéntica”. Es decir, no sustituible a sí mismo es un impensado radical cuyo mecanismo lógico no comporta huella y está forcluido sin recurso ni falta.
Es otra manera de concebir la identificación, es decir, no esya la concepción a la que Freud se refiere como moi, sino otra identificación. En el yo de Freud hay una concepción de identificación de película, una más otra…., otra…que son idénticas a sí misma. Esta manera de goce Otro es algo que se supone un no idéntico a mí mismo…un heteros.
MC. Estada: lo hetero radical.
Entonces la cuestión ahora es la siguiente, para salir de una posición fálica, el niño tendría que sentir un goce Otro de parte de su madre, es decir, que su madre no lo va a considerar más como Otro.
M. C. Estada: Momentos de intermitencia de la fetichización del niño es lo que le va a permitir salir de allí….
I.Cerdán: La niña de la que hablábamos ayer, pedía como deseo que la madre tuviese amigas. Es decir, que mire para otro lado, que goce en otro lado.
No sería así la única salida posible para que el experimente que el falo de la madre sea lo que a él le falta y no lo que él tiene. Que pueda experimentar, no es teorizar, tiene que experimentar..
R. Hernández: Un más allá de la cuestión del falo es lo que está en juego la cuestión femenina. La cuestión de lo femenino en la madre, de la x .
Es la condición “sine qua non” para que en un segundo momento la castración se pueda cumplir según la forma siguiente “tú no eres el falo de quien te concibió”, esto es la castración. Así que es al precio de no ser el falo del Otro que el sujeto puede aceptar una nueva entrada en el sistema simbólico, distinta de la entrada primaria en el lenguaje. Es en este giro que se encuentra también la neurosis obsesiva, que no viene de una frustración de la demanda de tener, sino de una castración no realizada en cuanto a ser lo que falta al deseo del Otro. Este último punto muestra cómo podemos seguir a un sujeto, es decir escucharle, en lo que no es ni un diagnóstico, ni una semiología, sino un modo de seguir al sujeto en la manera en que un significante fálico le representa o no para otro significante.
Muchas gracias.
DISCUSIÓN
M. Moreno: Pensaba justamente en lo que planteas en la neurosis obsesiva, el no haber hecho el duelo por la falta en el Otro. Me parece que la angustia, según lo plantea Lacan, aparece cuando el sujeto se siente capturado como objeto de la falta del Otro. Donde se juega la falta, si se establece en el campo …digamos que lo que más angustia al sujeto es el riesgo de ser el objeto del deseo del Otro.
E. Van Morlegan: Esta dificultad del niño de salir de la falta del Otro. Con la falta del Otro y con la falta en ser.
M. Moreno: Es en esto de lo que estamos hablando sirve para pensar estos casos en los que aparecen los síntomas de la actuación como defensa frente a la angustia.
S. Ortega: Otra cuestión es la diferencia entre la pregunta por el deseo del Otro en la madre y la pregunta que surge por el goce Otro. Yo me planteo si puede sugerir dos preguntas diferentes en el niño. Una pregunta por lo fálico que no se responde con lo fálico…
M. C. Estada: es decir, que podría haber dos respuestas, una que puede responderse por lo fálico y un goce Otro que es sin respuesta.
R. Lévy: Lo que introduce la relación entre la madre y lo que no es su hijo, es el hecho de que algo a él se le escapa. Únicamente esta pregunta puede servir para salir del goce fálico de la madre, pero tampoco sirve cualquier relación, si no hay una relación sexual de la madre, no vale cualquier otro tipo de relación de amistad u otra cosa. Se tiene que poner en juego algo de lo sexual.
Transcripción: Sofía Ortega y Margarita Moreno