Discusión del texto de Houchang Guilyardi por Radjou Soundaramourty
Gracias por su presentación. Siempre es de gran interés recibir a alguien como usted, Houchang Guilyardi, que ha trabajado sobre esta cuestión de la curación de forma profunda y a la vez un poco diferente de la manera como nosotros lo hemos hecho durante éste año en Análisis Freudiano.
Por ejemplo el hecho que Lacan dijera que siempre se consideró como un misionario del médico no me pareció tan enigmático. De hecho, es una manera de decirle a los médicos, a los que hablaba el 2 de febrero de 1966 en la Salpêtrière, que lo que podía ser percibido como criticas era al contrario una manera de recordarles la importancia de volver a los fundamentos de su practica médica. No dejarse reducir a ser meros técnicos o distribuidores de medicamentos, sino recordar que la demanda de los enfermos era una demanda de reconocimiento de su enfermedad y no tanto de curación.
¡Algunos demandaban sobre todo no curarse! De la misma manera, la importancia de no considerar el cuerpo como un cuerpo cadáver sino como un cuerpo que goza era una manera de recordar lo que era el ejercicio médico antes que fuera descarriado por los discursos de la ciencia. Era ahí donde residía el arte del médico, una practica que al final es muy cercana a la del analista, quien se supone no debe encerrarse en estatuto de extra-territorialidad con respecto a la medicina.
En cambio, su manera de decir que las enfermedades auto-inmunes, cuando no se encuentra interlocutor, echan el ojo a un pedazo de su propia carne elegido por sus vínculos con lo simbólico y como lugar de goce me pareció luminoso.
Igualmente, la manera en la que usted habló de “la curación muy corriente de las enfermedades físicas realizándose por la integración de una creencia Una, el amor y la inclusión en un conjunto que toca con el dedo el infinito” es de las más esclarecedoras para pensar como los síntomas desaparecen frecuentemente bastante rápido en un análisis cuando la transferencia se establece, y que la enfermedad desaparece “milagrosamente” cuando el objeto a puede alojarse en el analista o bien que éste aparece como un gran Otro que se supone todo saber. Es en efecto sobre esta dimensión del señuelo (más que de repudio, me parece) que los síntomas desaparecen porque el analista mismo constituye un cuarto círculo de cuerda.
Si nos quedamos ahí, la acción terapéutica del análisis es evidente. El problema es que el análisis no se contenta con una manipulación exitosa (como con las psicoterapias), él crea una nueva neurosis llamada “neurosis de la transferencia” que da acceso no a los síntomas sino al síntoma que se manifiesta en una cura y que permite poner en evidencia una verdad del deseo del analizante. Del deseo de sanar al deseo de un saber sobre la verdad del síntoma. Aquí está sin duda el segundo tiempo de un análisis. ¿Que piensa usted?
Finalmente, ¿la verdadera pregunta no es sobre el goce, goce que el sujeto valora más que nada, goce del que se trata en la esfera imaginaria de la que usted habla y que encierra al sujeto? ¿La apuesta de un final de cura no es lo que puede hacer corte en este goce y permitir aprehender la a-esfericidad de la estructura para un sujeto?