Chile 2011 – "Caso Lulú y la pulsión de muerte" Andrea Román
CUARTA JORNADA INTERNACIONAL DE PSICOANALISIS DE LA ASOCIACION ANALISIS FREUDIANO DE VALPARAISO 2011
IDENTIFICACION Y TRANSFERENCIA
Caso Lulú y la Pulsión de Muerte
Andrea Román
El caso que se presentará a continuación se enmarca dentro de de la Jornada, en la que se toman dos conceptos fundamentales para la teoría de Lacan y a mi juicio importantes para cualquier psicólogo clínico, la identificación y la transferencia. Se trata de una evaluación psicológica a dos niños gemelos idénticos en el contexto de una escuela especial, en la que me desempeño como psicóloga. Llegan a evaluación porque en el consultorio de atención primaria se les dijo que no se les podía evaluar allí y que debían buscar un especialista, comenta también que han consultado tres neurólogos, realizado exámenes, sin concluir en ningún diagnóstico.
El caso se llama Lulú porque resulta de la condensación de los nombres de los gemelos Lucas y Luciano; Lulú esta niña perfecta idealizada como la de los dibujos animados.
Luciano y Lucas tienen cuatro años son gemelos idénticos, viven con ambos padres en un balneario de la zona central de Chile. La madre, Marcia los trae a evaluación, de Cesar, el padre, se dice que trabaja mucho y no ha podido venir.
La primera entrevista con la madre comienza con el relato de la pérdida de un embarazo de dos meses un par de años antes de la llegada de los gemelos Los padres fantaseaban con tener una hija, había mucha ilusión en esa espera. Señala que soñaban con tener una niña, que se llamaría Muriel. Comenta que un día al llegar del trabajo sorprende a un gato rompiendo las bolsas de la basura, esto le sucedía de vez en cuando, ella para ahuyentarlo le lanzó una piedra matándolo, refiere «me asusté mucho, el gato convulsionó y se formó un charco de sangre, ella dice » yo pensé son siete años de mala suerte». En este punto del relato se evidencia un duelo no resuelto des esa hija amada esperada, y resuena el significante Muriel pienso, MUJER-MUERTA, este objeto perdido que demuestra la naturaleza intrapsiquica de la representación. Ese otro no es necesariamente de carne y hueso aquel que se ama, es la representación psíquica de ese otro fantaseado y perdido de quien se me habla con gran pesar incluso antes de hablar de sus hijos nacidos vivos. Anticipando tal vez el lugar de objeto que le da a sus hijos..
Con respecto al advenimiento de los gemelos la madre relata «cuando quedé embarazada yo estaba feliz, hasta boté una pared a martillazos». Algo de lo Real aparece, lo Real entendido desde Lacan como «lo irrepresentable» lo que no tiene lugar ni palabra.
El padre de los niños trabaja en el rubro del transporte y viaja dentro de la zona ausentándose con regularidad. La madre señala que cuando a ella se le empieza a notar el embarazo de Lucas y Luciano, el padre de los niños comienza a aumentar los viajes, situación que ella vive como abandono, recuerda que lloraba mucho, que sentía mucho miedo de caerse de la escalera, miedo a morir, miedo a que se murieran los gemelos dentro de su vientre y su mayor miedo era que «se le rajara la guata». Los niños nacen con una cesárea programada a las 37 semanas con un buen peso, sin complicaciones.
Hubo problemas para amamantarlos, comenta la madre que era una situación imposible de tolerar ya que ambos lloraban al mismo tiempo y no podía atenderlos a los dos.
El primer acercamiento fue «traumático» relata que al intentar amamantar a Lucas apretó a Luciano hasta asfixiarlo, se lo llevaron para darle oxígeno. Solo un bebé está inscrito en su inconsciente esta dificultad de hacerse cargo de los dos refuerza la idea inicial que flota en el ambiente, la pulsión de muerte, la muerte psíquica, una pulsión de vida ausente no hay libido puesta sobre los gemelos.
De ahí en adelante lo amamanta con biberón y en la casa los acostaba en la cama frente a frente y con un pañal que sujetara la mamadera de los niños, los cuales tomaban la leche hasta quedarse dormidos. Se alimentan como en un espejo ese es su sostén, la mirada del otro, pulsión escópica del que es un igual, un reflejo de sí mismos.´
Esta falta de libido de deseo materno puesta sobre estos niños nos muestra la necesidad de que el recién nacido venga a tapar la falta de la madre. En esta relación que es constituyente de lo humano algo ha fallado en el nombramiento del otro simbólico quedando los niños anclados al registro de lo imaginario. El lenguaje permite tramitar la pulsión, si esto no ha tenido lugar todo hace signo
A los pocos meses de nacidos los gemelos, el padre es infiel en el matrimonio, abandona el hogar por casi un año y medio. La madre se deprime, a tal punto que relata «lloraba casi toda la noche, hacia las cosas de la casa de los gemelos, apenas se dormían y «ahí yo podía llorar». El periodo de la separación es vivido con mucha culpa y ansiedad extrema de tipo paranoide, veía a la mujer con la que su marido le era infiel en todas partes.
La madre cuenta que nunca les habló a los niños del padre. Se instala una forma de funcionamiento simbiótico no hay diferencia entre los ellos, los tres son uno en medio de ese duelo no resuelto. No hay espacio para un tercero simbólico, el padre es expulsado o se hace expulsar. Para los gemelos queda poca madre, una madre que no es capaz de tramitar las primeras identificaciones, la del estadio del espejo, y los procesos de simbolización, el mundo de los gemelos sigue siendo entonces un mundo de la pulsión.
Como para pasar el día se establecen rutinas, ella es una madre del hacer, ella hace todo por sus hijos, los baña, atiende y, alimenta, trabaja, sin embargo no es una madre del deseo, condición necesaria para la formación del sujeto, no es una madre que tramite la simbolización, que ponga palabra al acto, a la emoción, a las cosas.. Cuando los niños duermen, es decir, están como muertos, es ahí donde ella «puede llorar» señala. «Llorar con una pena sin fin».
A los dos años la madre dice notar que algo andaba mal con sus hijos, Luciano se mecía y no respondía a su nombre, no hablaban, hacían un gesto con la mano, penas lograban decir un par de palabras.
Lloraban con los ruidos fuertes, la madre refiere «se hacía difícil la vida cuando había que salirse de las rutinas a las que se habían acostumbrado los niños». El padre vuelve a casa después de un año y medio lejos del hogar. La madre señala que «el papá los saca de la rutina y los niños lloran,» en especial Luciano, él es muy mío «dice la madre. Se evidencia aquí la devaluación del padre, no hay un lugar para él en esta relación.
Observo a Luciano quien no quiere entrar, grita, se enoja, Lucas entra Luciano se calla, la madre La madre me los trae muy orgullosa me dice «son muy inteligentes», ella toma un juguete y les dice «¿de qué color es esto?» los niños no responden, ella responde por ellos «rojo» y dice «muy bien» los niños repiten de forma automática «muy bien» es una respuesta carente de sentido, se sienten como palabras vacías de significado, los niños no hacen contacto visual, su mirada se dirige al espacio y a la madre, soy un mueble más en un principio.
Más adelante se observan sonrientes y con la mirada perdida, trato de ponerme a su altura y hacer contacto visual con ellos, la madre se pone seria, e incómoda, así lo siento yo. Toman juguetes especialmente los que son continentes. Observo que Lucas es diestro y Luciano esto me sorprende, y analizo ambos están en espejo, son uno, me doy cuenta de la dificultad de evaluarlos por separado y parece que en los gemelos, la identificación imaginaria tuvo lugar con su doble, generado pura metonimia, ecolalia, simbiosis. Se ven inestables en la marcha, Lucas corre lento y se apoya en la pared toca las texturas, sigue caminando, camina y corre sin mover los brazos.
Luciano corre y sigue a los demás niños que hay en el patio, Luciano llora al ver a una niña llorar, Luca
s es el líder, Luciano lo sigue, corre detrás de Lucas
Le pido a Lucas que dibuje «una mamá» entonces el niño aprieta fuerte el lápiz, lo pasa una y otra vez, raya tan fuerte que rompe la hoja y rompiendo las hojas de abajo. Le pido a Luciano que dibuje «una mamá» y Luciano no dibuja un círculo y hace barras.
Ya para la última sesión los niños continúan con sus juegos 1,2,3,4,5 y dice «ahora tú» Luciano responde 1,2,3,4,5, «ahora tú» repiten varias veces lo mismo, hasta que cambian de juego. Esto último se repite varias veces y con las vocales, letras, etc. La madre como para cortar esta cadena sin fin dice «muy bien» muy bien dicen lo niños y pasan a otro juego.
Más adelante, ya por la cuarta sesión y última con los niños sucede algo distinto, Lucas me ve, se me acerca en un momento y dice, ah!, me toca la cara, Andrea le digo en un intento de poner palabra a Luciano repite ah! Al fondo de la consulta. Para Lucas existo, me dice ah! Me habla, eso me emociona, he dejado de ser un mueble luego dibuja un círculo en un estante conmigo, yo dibujo un circulo también al lado del suyo, lo hacemos muchas veces de repente le digo: circulo y Lucas repite algo parecido a circulo, dibuja y un circulo en el aire con su dedo, pienso que hay una posibilidad de entrar en el mundo simbólico.