Conferencias Congreso Internacional Convergencia – Buenos Aires – Abril 2011
En el marco de Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano
CONVOCAN: Analyse Freudienne, Dimensions de la Psychanalyse, Escuela Freudiana de Buenos Aires, Escuela Freudiana de la Argentina
REACCIÓN TERAPÉUTICA NEGATIVA Y PASAJE AL ACTO
Conferencias de Chantal Hagué, E. Moreau y Mercedes Moresco
APERTURA
Mercedes Baudes de Moresco
RTN Y PASAJE AL ACTO
Agradecimiento por tener este espacio para recibir a los psic de AF y Dimpsy por la Efba y la EFA.
Tomamos a la transferencia como “falso enlace” pero sabemos que hay que tener en cuenta el punto de cruce donde la dificultad se hace presente y nos advierte o nos pasa desapercibida. Como la prevencion no tiene lugar porque nos indica un adelantamiento de los hechos ,es decir un “avant coup” en vez de un ” apres coup”, que se acerca de manera peligrosa al registro imaginario,el analista se encuentra tomado en una situación que no hubiera nunca deseado estar.
Pero como se trata un hecho de transferencia,la RTN,tanto como el pasaje al acto,estan mostrando que parte del analista esta comprometido en ella ,para que los hechos sucedan,y me refiero a la transferencia en sus tres vertientes :imaginaria,simbolica y real.Sino estariamos de otra manera colocando todo del lado del analizante.
Es cierto que Freud dice que el paciente “parece no tener gran intencion de renunciar a su enfermedad ,refiriendose a quien consulta,pero el analista no puede quedar por fuera de esto.Incluso Freud nos advierte que es obligatorio para el analista ser deconfiado y mantenerse ‘”en guardia”contra ella (,se esta refiriendo a la resistencia,no específicamente a la RTN ,en la (Conferencia sobre”Resistencia y Represión”) ,pero podriamos utilizarlo , tambien para recordar lo que señala Lacan como resistencia del analista ,la dificultad para atravesar el punto de empaste de la transferencia como demuestran estos casos.
Considerarnos psicoanalistas significa que ya nada vamos a dejar solo del lado del analizante y todas aquellas situaciones que suceden dentro del análisis son un llamado al acto analítico y a la responsabilidad del analista .
Cuando aparece la RTN algo del acto deberá ponerse en juego,porque si no puede llegar a la detención o interrupción definitiva del análisis,cuando no a un pasaje al acto en peores circunstancias.
Los momentos mas difíciles de la cura son aquellos que tocan puntos de real ,alli toda la estantería se conmueve y tambien la relación transferencial .
Momentos importantes ,situaciones límites,incluso para que algo de la posición subjetiva pueda modificarse.
Si bien Freud llamó RTN al agravamiento de los síntomas cuando esta por finalizarse el análisis ,hay otros momentos cruciales de la transferencia que no estan planteando ningun final sino otra clase de interrupción.
Todo el análisis convoca al psicoanalista a su acto.Tanto cuando un paciente se deprime,como cuando trabaja sobre sus suenos,cuando plantea dificultades de horarios ,honorarios ,cambios de trabajo,en fin en cualquier caso son llamados a la escucha significante,se esta convocando a su acto,estamos en terreno significante y hay que diferenciarlo del acting out donde aquella palabra del analista faltó,aunque es probable que también haya faltado cuando adviene una RTN y el pasaje al acto .
Pero la RTN no solo lleva a la detención del análisis,sino a veces a eternizarlo,como el caso del “Hombre de los lobos”,donde no se ve una curación.Despues este paciente tampoco la alcanzará con otros analistas,pero en ese momento ,de todos modos me parece interesante recordar que Freud sostenia que el “hombre de los Lobos”pretendía continuar el análisis y hacerlo interminable y tomaba como RTN el negarse a la finalizacion del análisis mismo.
Este tambien es un interrogante hoy dia para nosotros con vigencia actual.
Los dos :tanto el sentimiento inconciente de culpabilidad como la necesidad de castigo,como elementos inconcientes estan al servicio de la pulsion de muerte,por eso y en relacion al superyo es donde Freud ubica la RTN
Pero el desgaste de la relación análitica frustrada por los constantes fracasos en tramitar un goce ,es posible que lleven lamentablemente a cualquiera de estas cuestiones ,o como en el caso de Freud ,y en muchos otros ,a buscar otro analista.
La RTN es un fenómeno especifico,explicado por diversos enfoques,como resistencia del yo,sentimiento de culpabilidad,de agravación del síntoma como goce,de beneficio de la enfermedad,estructura masoquista y en fin :carácter radical de la pulsión de muerte
Los titulos anunciados para el coloquio nos enfrentan a un momento especial durante el análisis donde el análisis mismo tambalea y nosotros tambien.
Hemos elegido algunas frases de Freud y Lacan (ver aparte )que nos acercan de pleno al tema ,por ese motivo propongo estas cuestiones abriendo la interrogación:
¿Qué factores intensos arrancan la RTN?
¿Cómo diferenciar conciencia de culpa de padecer masoquista ¿
¿Como influye en esta situación el deseo de analista?
¿Qué entendemos por “pasaje al acto” si a veces parece referirse a un acting o confundirse con el ¿
¿ Del amor de transferencia a la RTN,o el “odioamoramiento “como consecuencia?
El tiempo de un análisis es unTIEMPO INCIERTO.
“IN- Cierto” porque las certezas se han desvanecido,pero tambien porque ninguna conclusión precisa nos librará de los tembladerales del instante.
Del momento de tranferencia mortífera ,de la amenaza abandónica, ni del acto.
Por tanto solo nos queda apostar a favor del deseo de analista .Nuevamente agradecemos a los psicoanalistas presentes
Tanto argentinos como de otros paises haber llegado a
este Coloquio para discutir sobre el tema.
abril de 2011 Mercedes Baudes de Moresco
NOTAS
Definicion:
Se denomina RTN al proceso por el cual se produce una forma determinada de proceder,por parte del paciente y ,dentro del análisis, contrario a su desarrollo ,o bien que dificulta el mismo .
Proceso adverso al análisis (AL MENOS EN APARIENCIA)
Freud en “Construcciones en el analisis”dice:
“Cuando el analisis esta bajo la presión de factores intensos que arrancan una reacción terapéutica negativa,,( “El yo y el ello” libro 19 pag 49 ),como conciencia de culpa,necesidad masoquista de padecimiento,revuelta contra el socorro del analista ,la conducta del paciente luego de serle comunicada la construcción suele facilitarnos mucho la decisión buscada .Si la construcción es falsa no modifica nada en el paciente ;pero si es correcta,o aporta una aproximación a la verdad,el reacciona frente a ella con un inequívoco empeoramiento de los síntomas y de su estado general” pag 266
(El juego del GO ,por
ejemplo,tiene como objetivo defender las posiciones y avanzar sobre el adversario.Pero no se considera un éxito si la victoria implica la destrucción del adversario,sino que el equilibrio esta en que ,aun ganando,o perdiendo ,ambos se encuentren en una posición “satisfactoria”.)
El análisis se trata de perder ,y asi salir ganando,pero esta forma de pérdida no siempre es aceptada por el aparato psiquico.De alli una de las formas de RTN
MB de Moresco
Los contratiempos (accrocs) de la transferencia
Chantal Hagué
Traduccion Lola Monleon
¿Cómo abordar la reacción terapéutica negativa sin hablar de la transferencia negativa? ¿Podemos todavía hablar hoy de la transferencia negativa?
Los términos transferencia negativa y transferencia positiva han caído en desuso desde las críticas de Lacan. Han sido un tanto desvalorizados, al igual que el de contra-transferencia, en favor de la teoría según la cual no hay más que una sola transferencia entre analista y analizante (la transferencia como las dos palas de una misma hélice), aunque no idéntica en los dos lados: amor por el Sujeto-Supuesto-Saber del lado del paciente y deseo de analista del lado del analista.
En efecto, desde que la transferencia se define a partir del Sujeto-Supuesto-Saber el acento recae más bien sobre el amor (A aquel a quien supongo un saber sobre mi síntoma y mi goce, le amo y me apego a él)
Y cuando el amor de transferencia se vuelve hostil, o sea perseguidor, Lacan prefiere hablar de “Hainamoration” (“Odio-Enamoramiento”), palabra comodín que condensa la tensión agresiva inherente al amor a través de la relación especular (detrás del amor puede haber odio y tras el odio, no lo olvidemos, hay amor)
Esta noción de transferencia negativa poco utilizada entre nosotros y convertida en un tanto caduca, evoca sin embargo algo corriente en la clínica, que generalmente se actúa en lugar de ser dicho. Puede tomar la forma brutal de un portazo, por supuesto, pero también formas más insidiosas como los retrasos repetidos, las ausencias sin avisar, las interrupciones con el pretexto de motivos materiales o coyunturales, muchas formas tras las cuales se oculta una transferencia negativa silenciosa que no llega a decirse.
Evidentemente, esto plantea la cuestión de su “manejo”, el riesgo es que ésta quede sin analizar. Es un momento delicado ya que se trata de la frontera con lo inanalizable. Y es precisamente esto lo que me interesó.
Estas crisis negativas, que pueden bien interferir lenta e insidiosamente o bien surgir de repente, son momentos desagradables para el analista sobre todo cuando se ve agredido personalmente, siendo la ruptura el incidente más importante. Ya que, evidentemente, lo que puede suceder es que estos momentos de estancamiento se cristalicen y desemboquen en la reacción terapéutica negativa, tal como Freud la define en 1923 y que él relaciona con la pulsión de muerte, evocando un sujeto prendido en un goce masoquista.
¿Cómo distinguir hoy estas dos nociones de transferencia negativa y reacción terapéutica negativa? Por mi parte diría que no se distinguen más que en el après-coup, retrospectivamente. Si la cura ha llegado a su fin, se tratará de transferencia negativa porque habrá podido ser interpretada y se tratará de reacción terapéutica negativa cuando la cura se interrumpe.
Pero en los dos casos, son momentos de la transferencia en los que el sujeto se encuentra al borde de una pendiente, que puede ser bien paranoide o bien melancólica.
En efecto, en el momento en que se trata de soltar un objeto, siempre idealizado, el enganche transferencial puede muy fácilmente pasar desde el “Croc du crochet” (« croc del ganchillo) » que engancha firmemente al “croc du croquer” (“croc de comer a mordiscos)” y después incluso virar hacia “avoir une dent contre” (“tenerle manía, ojeriza a alguien”). Momento en el que el analista en lugar de volverse objeto causa de deseo se convierte en objeto causa de trastorno ( cf Robert Caen)
Además de la dimensión oral, que no se os habrá escapado en el título « Les accrocs du transfert », un “accroc” concierne también a aquello que desgarra un tejido, lo que hace agujero. Hay pues, de entrada, una dimensión de lo real en su articulación con lo simbólico.
Recordamos esta frase de Lacan : « Si la transferencia se vuelve negativa es que el analista ha fallado » y también la lectura que Lacan hizo del caso Dora, esta joven de 17 años que se analiza con Freud durante tres meses para dejarlo bruscamente en los primeros días del siglo XX (Intervención del 1 de noviembre de 1951 durante la 14ª conferencia de psicoanalistas de la lengua francesa aparecida en « la Revue Française de Psychanalyse », 1952, tomo XVI, n° 1-2, páginas 154-163)
Gracias a las notas añadidas por el mismo Freud, en el après-coup, Lacan mostrará que la transferencia negativa no se debe en absoluto a las intenciones agresivas del sujeto, tengan estas relación con el complejo de Edipo o con la pulsión de muerte, sino que se articula directamente con el deseo de Freud.
La cura tropezó con la insuficiente apreciación, por parte de Freud, del lazo homosexual que unía a Dora con la Sra.K. El mismo Freud confiesa en una nota, après-coup, que durante mucho tiempo no pudo enfrentar esta tendencia homosexual, que sin embargo sabia tan constante en las histéricas, sin caer en un desasosiego que le incapacitaba para tratar este punto de modo satisfactorio.
Adhiriéndose a la concepción normativa, según la cual en el Edipo, el deseo de la niña va naturalmente hacia el padre « Como el hilo es para la aguja, la chica es para el chico », pierde la oportunidad de esa verdad que el sujeto Dora trataba de enunciar, pagando el precio de inmediato con una transferencia negativa.
Dora no acude a su cita de enero del año 1900. La transferencia negativa desemboca en la ruptura del lazo analítico. (RTN?)
La transferencia está constituida por movimientos dialécticos entre la palabra del analizante y las intervenciones del analista, cuando se encuentra un punto de real del lado del analista el trabajo de metaforización puede pararse. Algo permanecerá infranqueable por ser no dialectizable. Muchas curas se interrumpen por esta razón.
Esta relectura del caso Dora ha sido extremadamente importante, ya que ha abierto una nueva teoría de la transferencia según la cual la transferencia negativa no se podía ya considerar dentro del campo único de los sentimientos y la afectividad. A partir de ese momento, estamos en efecto, mucho más allá de las mociones afectivas tiernas u hostiles de los principios de la concepción freudiana de la transferencia.
Lo que prima desde ahora, es que para encontrar su propia verdad el paciente cuestiona siempre la verdad del analista. Lo que se juega en la transferencia es el constante cuestionamiento de esta verdad, sostenida o no. Cuando hay algo insostenible del lado de esta verdad del analista, va a faltar esta inversión dialéctica, detectada por Lacan en la lectura de Dora, faltará el uso de una palabra que tenga un efecto simbólico apropiado para permitir la “báscula del deseo”. Eso tendrá un efecto de bloqueo en el paciente y es ahí cuando la transferencia negativa puede establecerse.
Esto muestra que el analista ha de interrogarse sobre su deseo de analista. Eso no significa, ni mucho menos, que se sea responsable de todo lo que sucede en una cura, pero tenemos que buscar al menos si hemos cometido algún error y que responsabilidad le incumbiría en ese caso al analista.
Eso por el lado del deseo de analista.
Pero retomemos el tema por el lado de la posición subjetiva del analizante.
Qué ocurre con la transferencia cuando cierto tipo de resistencia obstaculiza el desarrollo del descifre del inconsciente y se convierte en un escollo resistente, que puede llevar al analista a un callejón sin salida, cualesquiera que sean por otro lado, la solidez de la formación y el “saber hacer” de éste último.
En el campo de las neurosis, es en la neurosis obsesiva donde el manejo de la agresividad es más delicado y su reactivación no está exenta de riesgo.
En un artículo de aparecido en 1919 y titulado « Una forma particular de resistencia neurótica al método psicoanalítico » (en obras completas, II, Paris, Payot, 1965, p. 64-69), K. Abraham habla de una forma de transferencia negativa en algunos pacientes obsesivos, forma que él atribuye principalmente a su narcisismo.
Se trata de una posición subjetiva organizada alrededor de la envidia, elemento determinante de su relación con el Otro. Este tipo de transferencia negativa se instala bajo la forma del desprecio más que del odio o de la agresividad y puede fácilmente conducir a la reacción terapéutica negativa.
Tratemos de definir la diferencia entre agresividad y odio, aunque incluso para Lacan no haya estado muy claro: La agresividad es la marca de la pulsión de muerte en el registro de lo imaginario.
Debido a la estructura narcisista del amor, que se evidencia en la fase del espejo, hay una oscilación pendular sin fin entre amor y agresividad. Por ello, ésta es inevitable en la transferencia, en el plano imaginario, y Lacan hablaba de drama inaugural de la experiencia analítica (cf 1948 – La agresividad en psicoanálisis)
El odio concierne al ser y se situaría en la intersección entre lo simbólico y lo real.
Hace un momento, os hablé de la expresión « Avoir une dent contre quelqu’un » (“tenerle ojeriza/manía a alguien”) pero también se puede «Avoir quelqu’un à l’œil », lo que significa vigilarle. Esto introduce la noción de « sospecha », que tiene que ver con una posición subjetiva entre saber e ignorancia, muy difícil de trabajar y que se encuentra en los pacientes obsesivos. La diferencia con los paranoicos es que para ellos no se trata ya de sospecha sino de certeza.
La sospecha se manifiesta cuando no se está seguro de algo o de alguien. Cuando algo no se sabe pero se anticipa como malo, negativo. La sospecha se alimenta de recelo, desconfianza. La sospecha se manifiesta en la cura cuando el analista se convierte en sospechoso.
Aquí, quisiera referirme a una viñeta clínica. Se trata de un paciente de estructura obsesiva. Llega hace unos 10 años, con una demanda de análisis debido a ideas suicidas que se tornaban muy fuertes. Éstas se presentaban bajo la forma de « lanzarse al vacío ». Su situación en la realidad era más bien precaria, en todo caso no estaba a la altura de sus capacidades intelectuales. Políglota, titulado en filosofía, jugador internacional de ajedrez, juego que había aprendido de niño con su padre y que dominaba, sin embargo no cesaba de ironizar sobre sus fracasos. Vivía solo, sin mujer, debido a su impotencia sexual.
La cura le ha permitido progresar bastante en su realidad, pero en la transferencia no siempre ha sido fácil. Por ejemplo, desde que entraba en mi consulta, nada de la sala o de mi persona escapaba a su mirada penetrante. Cada pequeño detalle era rápidamente detectado y analizado, por ejemplo, un libro cambiado de lugar en la biblioteca indicaba que yo me había interesado por determinado tema entre las dos sesiones, etc. El más mínimo detalle le daba la ocasión de preguntarse, no por su deseo sino por el mio. Esto para deciros hasta que punto yo me sentía vigilada.
De hecho, su cuestionamiento concernía al deseo de vida o de muerte que su madre pudo haber tenido respecto a él, en el inicio de su vida, ese deseo del Otro no barrado.
Lacan, en el seminario V, habla de la irresistible inclinación al suicidio que se presenta en estos sujetos « más o menos caracterizados por el hecho de haber sido niños no deseados»
En su conferencia de Ginebra sobre el síntoma, vuelve de nuevo al modo en que el sujeto fue deseado. « Incluso un niño no deseado, en nombre de un no sé qué, que surge de sus primeros bullicios, puede ser mejor acogido más tarde. Esto no impide que algo conserve la marca del hecho de que el deseo no existía antes de cierta fecha”….”Incluso a medida que algo se articula mejor para ellos, lo que debe acercarles a su historia de sujeto, rechazan cada vez más entrar en el juego. Literalmente quieren salir. No aceptan ser lo que son, no quieren esa cadena significante en la que solo a regañadientes han sido admitidos por su madre”.
Por su historia, en el momento de esta viñeta el paciente volvía a formularse estas preguntas. Al nacer él, su madre se desequilibró abandonando a este primer bebe, se refugio en los estudios de derecho. Seis meses más tarde perdía a un hermano muerto de una sobredosis y caía en una melancolía que no la abandonaría jamás. Por otro lado, el nombre del paciente se diferenciaba tan solo por una sílaba del de su tío, lo que le precipitaba, en tanto sujeto, en una identificación mórbida. De todos modos, si esta madre era melancólica, estaba identificada con un deshecho y solo podía traer al mundo un desecho, así pues, el sujeto se situaba como tal.
La cuestión era la siguiente : ¿cómo iba a poder volverse amable, antes de volverse deseante ? Eso no estaba en absoluto asegurado (pendiente melancólica = tirarse/lanzarse al vacío)
Por otro lado, desde el inicio de la cura este paciente había roto el lazo con su madre, y lo más sorprendente era que ella nunca lo había reactivado, lo que para él confirmaba el no deseo de esta madre.
Puede que hayan leído la novela de Stephan Sweig titulada « El jugador de ajedrez »
En un paquebote se enfrentan dos campeones de ajedrez a quienes todo separa : uno posee el título de campeón y el otro es un aristócrata que solo ha podido practicar mentalmente, aislado en una celda privada durante la represión nazi. Abogado austriaco que por haber ocultado grandes cantidades de dinero a los nazis había sido encarcelado de un modo particular : se le encerró en una habitación del hotel Metropol en Viena cuya ventana fue condenada, junto a un guardián mudo.
Un día, mientras espera el interrogatorio en la antesala ve un libro en una chaqueta colgada de un perchero. Maravilla de las maravillas, el tiene que apoderarse del libro para vencer la soledad y la locura que le acecha. Con ayuda de una estratagema arriesgada consigue robar el libro y una vez en su celda, se da cuenta con disgusto de que se trata de un libro de ajedrez. Él, que soñaba con la prosa de Goethe o con una epopeya de Homero, se enrabieta ante las fórmulas incomprensibles, series “a1, c4, h2…” cuyo sentido no capta. De hecho, el libro es una selección de las mejores partidas celebradas entre los maestros inte
rnacionales. Se aprende las partidas de memoria y consigue jugarlas mentalmente, sin tablero, jugando contra si mismo. Finalmente se vuelve loco, pierde el conocimiento y se encuentra en el hospital. Esto le salva ya que el médico, compadeciéndose de él, logra liberarle haciéndole pasar por loco o irresponsable y por tanto sin interés para los nazis.
Podemos considerar que también a este paciente, el ajedrez le ha salvado de la locura, ya que él también había sido encerrado desde bebé, en un lugar sin palabra a resultas de un deseo mortífero. Como en los casos de traumatismo de las personas internadas en los campos de la muerte, se produce en el sujeto un ataque a la función metafórica.
Llego a esta crisis negativa. El paciente comenzó lenta e insidiosamente a denigrar el análisis que, según él, se vaciaba poco a poco de su sentido. Seguidamente le toco el turno a cribar mis palabras y a denigrarlas. Comenzaron los ataques, más o menos solapados. Poco a poco el tono fue cambiando, de la ironía pasó a la burla, después al desprecio y a la agresividad.
Yo no podía decir nada, pero si no decía nada era aún peor y si intervenía mínimamente decía enseguida: « Ah, usted ha puesto el piloto automático ? ¡¡¡¡ »
Es cierto que este viraje me sorprendió, precisamente debido a sus progresos no lo esperaba y para ser honesta, me parecía particularmente injusto por su parte. Pillada hasta tal punto me preguntaba, evidentemente, donde y en que momento había podido fallar.
Un día, comenzó la sesión con estas palabras : « Antes de venir, he tomado un café y he releído un poema de Elliot que comienza con estos versos: Las cabezas huecas en un espacio ventoso….. » No podría reproducir como lo relacionó con la situación analítica, pero lo hizo. Esto se volvía muy duro. Incluso en sus sueños, yo aparecía como incompetente o nula.
Un pequeño paréntesis: En el ajedrez, también hay partidas nulas. Las hay incluso por consentimiento mutuo. Valen medio punto.
Por un lado, yo me decía que no iba a aguantar mucho tiempo en esas condiciones, tan insoportable era la tensión entre nosotros, por otro lado, pensaba que mientras este odio se dirigiera contra mi, eso permitiría que se dirigiera menos hacia él mismo y que sus ideas suicidas fueran menos obsesivas, en efecto ya no hablaba de ellas.
Un día le dije una frase que no puede ser más banal : « Su confianza esta bastante dañada…. »
Esta frase, para mi sorpresa, tuvo efecto: sus ataques se fueron suavizando poco a poco. Al mismo tiempo, acepté disminuir las sesiones, lo cual no era en absoluto evidente. Enseguida tuvo un sueño en el que se trataba de hundimiento, lo que me hizo lamentar el haber aceptado la disminución del número de sesiones.
Ahora pienso que, al contrario, hubo ahí un anudamiento en esta problemática de confianza/desconfianza/desafío que estaba subyacente. Según el Littré, la desconfianza hace que uno no se fíe en absoluto, el desafío hace que uno solo se fíe con precaución. El desafiante teme ser engañado, el desconfiado cree que será engañado. (Cf Jacques Alain Miller La transferencia negativa -Conversaciones en Madrid – 1998)
Cuando se habla de Sujeto Supuesto Saber, está la cuestión de lo supuesto. Es en este espacio de la suposición donde se alojan la confianza y la desconfianza y también donde puede deslizarse la sospecha.
Si el amor de transferencia se dirige al Sujeto-Supuesto-Saber, ¿qué sucede cuando se le des-supone un saber ? ¿No es ahí cuando el odio aparece ?
Al principio, está el primer tiempo lógico del Sujeto-Supuesto-Saber y del lado analizante, el sujeto está en la certeza, él cree. Agradece ser reconocido. En un segundo tiempo lógico, cuando se da cuenta de que el otro no responde a su demanda, cuando se inicia la destitución del Sujeto-Supuesto-Saber, sobreviene la decepción. Este Otro se volverá sospechoso.
Es ahí donde el odio se aloja. Cuando el sujeto se da cuenta de que su demanda de amor ha sido burlada, cuando encuentra de modo insistente la no respuesta del Otro, no lo comprende. ¿Y si el objeto fantasmático, el objeto tras el que corre y que cree poder atrapar, no solamente lo embauca sino que lo lleva a un callejón sin salida?
Él ya no comprende que este Otro, que él ha creído seguro porque ha sido supuesto por él, no esté ya ahí y en lugar de decirse que es él mismo quien se ha engañado, que no hay Otro, ante esta ausencia de sentido produce una interpretación, a saber : que ha sido engañado. El Otro ya no es fiable, se vuelve embustero.
Es ahí donde se produce el mecanismo paranoide y es ahí donde el odio se aloja.
Esta maniobra tiene un beneficio: introduciendo un Otro mentiroso, como alguien que no suscita ninguna confianza ni garantía, el sujeto se coloca en posición de no ser un ingenuo (pardillo), se convierte en ese alguien a « quien nadie engaña » y al mismo tiempo eso le permite salvar al Otro. El Otro aún existe, es eso lo que cuenta.
Esto es lo que se desarrolla, de forma más explícita, en los casos de paranoia, donde al principio, el Otro no es solamente sospechoso, el paranoico tiene la certeza de que el Otro tiene malas intenciones hacia él, de que el Otro tiene la voluntad de gozar de él.
En estos casos de certeza, estamos en el campo de la psicosis, ya no es cuestión de transferencia negativa, ahí se entra en el dominio del delirio de persecución. Y es ahí donde Freud situaba la noción de reacción terapéutica negativa.
En este punto era radical, para él el análisis se volvía imposible.
En el caso de este paciente, el hecho de tener tendencia a ponerse del lado del deshecho volvía perseguidora cualquier palabra del analista. Solo le podía señalar como deshecho.
Aún se trata ahí de suponer al Otro como portador de algo de lo que el sujeto, por su lado, está privado. Se odia por ello a este Sujeto-Supuesto-Saber pero en el momento de abordar la destitución, se quiere por encima de todo no perderlo. Se aferra a él. Todo salvo el levantamiento de la represión sobre la castración.
Estos momentos son delicados de atravesar para el analista, quien tiene que mantener este odio en el campo de la dialéctica evitando su degradación en un odio real, el que conduce a la reacción terapéutica negativa
Este es el punto en el que el deseo de analista puede sostenerse o puede ceder.
El goce loco de la letra portada en el cuerpo.
Eric Moreau
Francisco es un joven de 19 años. Cuando me consulta, llega acompañado por su madre que me cuenta su gran preocupación por su hijo que está muy mal. Hago pasar al joven, me cuenta que salió de cuarto medio en diciembre del año 2009.
Pasaje al acto
A poco tiempo de haber egresado de la enseñanza media realiza una
tentativa de suicidio haciéndose un corte profundo en el brazo provocándose una hemorragia importante. Ese día que pensaba que iba a morir, ya no sentía nada, vivía día a día, pensaba solo en morir. Este acontecimiento ocurrió luego de que sus padres no lo dejaran estudiar hotelería, la carrera que le gustaba.
En el pasaje al acto, Lacan dice que es en la relación del sujeto con el objeto a que se encuentra su característica esencial del” dejar caer”, lo que subraya la función fundamental de resto que el objeto a cumple en el proceso de la división subjetiva del sujeto y del Otro ” El aislamiento de a se produce a partir del Otro, es en la relación del sujeto con el Otro que se constituye como resto.”( Sem X, p.127). Si un padre o una madre encarna el lugar del Otro que prohíbe el deseo del sujeto, ellos no reconocen del deseo de su hijo. El rechazo del Otro entraña la falta de reconocimiento. El Otro me rechaza, no me reconoce, no me valora, no me quiere, no me desea y será este pensamiento que alimentará el fantasma masoquista de ser un desecho en la relación del sujeto con el Otro. A partir de este momento, si la estructura está fragilizada por razones que dicen relación con su proceso constituyente, dicha estructura puede regresar por la vía de la pulsión de muerte a un funcionamiento de goce tal que el sujeto está muerto, o como dice Lacan, tal que “el sujeto aparece borrado al máximo por la barra”. El régimen de la pulsión de muerte se vuelve dominante, lo que favorece la aparición del odio, de la agresividad, de la autodestrucción radical que puede conducir a quitarse la vida.
“Es entonces cuando, desde el lugar de la escena del Otro en la que, como sujeto se precipita y bascula fuera de la escena. El sujeto se mueve en dirección de evadirse de la escena, en una fuga, con esa partida errática hacia el mundo puro donde el sujeto sale a buscar, a reencontrar, algo expulsado, rechazado, por doquier. “( Sem X, p.128).( ver el carretel perdido del Fort/Da)
Francisco tiene pensamientos suicidas desde los diecisiete; le da todo lo mismo. Ya está muerto, según me cuenta. La desaparición del sujeto $ responde a su anulación máxima. La fenomenología clínica refiere al sentimiento de inexistencia psíquico: él no existe para los demás, para nadie. La falta se hizo real. Se realiza la extraña identificación al objeto perdido del Otro en el anillo de lo Real.
Entonces, en el pasaje al acto están involucrados el Otro, el sujeto y el objeto a. Pero, ¿de qué modo? Hay fracaso de lo Simbólico y de lo Imaginario; domina el registro de lo Real debido al desanudamiento de los dos otros registros. Hay fracaso de la cadena de significantes, del intervalo entre S1-S2, de la metáfora paterna, del fantasma y fragmentación del yo. Luego el sujeto entra en la modalidad del goce y de la pulsión a nivel del cuerpo real. La relación sujeto-objeto en un contexto de fracaso del fantasma hace que el sujeto se identifique con el objeto a como resto. El sujeto se expulsa fuera de la escena del Otro a partir de un fantasma de rechazo del Otro. No hay reconocimiento simbólico ni tampoco imaginario.
Francisco fue hospitalizado en el hospital psiquiátrico de la región durante dos meses. Pero según el decir de su madre y de él mismo, no mejoró. Su madre desesperada conversa con su amiga que me conocía y por esta vía ambos deciden consultarme.
El diagnóstico del hospital refiere depresión severa, tentativa de suicidio, trastorno bipolar. A partir de la hospitalización recibe un tratamiento antidepresivo. Los antecedentes mórbidos indagados durante la primera entrevista dan cuenta de que a partir de los trece años ha manifestado una conducta impulsiva: tentativa de ahorcarse, ingesta de droga, de pastillas. Tuvo muchas alucinaciones con pastillas. Escuchaba voces a los doce años. Se está haciendo cortes en los brazos desde los trece años; se corta para no sufrir; quería morir. Se corta cada vez más fuerte, aumenta la profundidad de los cortes progresivamente; se tranquiliza cuando ve mucha sangre, se corta repetitivamente sin límite; se hizo ocho cortes muy profundos; está lleno de cicatrices. Día por medio le vienen estos impulsos actualmente.
Si la función fálica que normalmente opera un corte simbólico de separación es deficiente, el sujeto la sustituye por un corte real. Los cortes son equivalentes imaginarios de una inscripción simbólica deficiente.
Tiene pensamientos que se presentan como un mandato: “hazte daño” y cuando lo hace, esto lo tranquiliza y piensa en otras cosas. El dolor físico calma el dolor psíquico, me dice. Vemos cómo el superyo es autoritario, inflexible, crítico, sádico y sacrificial; la crueldad del superyo socava el yo.
La depresión empezó a los diecisiete años, pero está triste desde niño. Tenía depresión infantil. Es una tristeza insoportable, refiere un sentimiento de soledad, retraimiento, aislamiento, mutismo, rechaza todo de sí mismo, su aspecto físico y su forma de ser. Me comenta que tuvo una anorexia durante su adolescencia. Necesita que le pongan límites. No tiene futuro, que no va a salir adelante. Ya no siente amor, esperanza e ilusión. Escucha la música del grupo Nirvana, que expresa el mismo goce depresivo que siente el joven.
El deterioro de la función simbólica es identificable en los avatares del proceso de simbolización. Hay fracaso de la función de la metáfora paterna. Hay dificultad de la simbolización de la castración por la palabra. El lenguaje pierde su función metafórica. El sujeto refiere ausencia de límites, de diferencias, de diferenciación, de separación y de distinción. No reprime y tiene dificultad para simbolizar. Por esta misma razón el tiempo es sin límite. Se produce la compactación del tiempo, el tiempo es solo el presente o es eterno, se detiene sin ritmo. Se pierde la sucesión cronológica del tiempo. No sabe si hay futuro. El tiempo es real.
No le importa a nadie, nadie lo escucha, a nadie le importa lo que quiere contar. Se encierra en el silencio. Durante todo el año 2009, no habla a sus padres ni a sus hermanos. El joven no sale más de su casa. Hay ruptura del lazo social; la relación de objeto regresa al narcisismo.
Con espanto se descubre homosexual, desde la edad de cinco años; es la revelación de un real traumático. Lo rechaza, no se acepta homosexual porque no quiere ser distinto a los demás. No es castrado como todos; no entra en la castración como todos. Es gay, no se quiere a sí mismo, llama la atención de todos, pero se rechaza a sí mismo. Tiene que hacer un duelo en el ámbito de la norma sexual porque nunca va a poder ser heterosexual, nunca va a poder amar a una mujer; siempre va a ser distinto. Pierde el ideal de ser heterosexual, tan valorado para su madre. De esta pérdida tiene que hacer el duelo. Tiene temor a ser discriminado. En su infancia vivió el rechazo de sus compañeros del colegio en cuarto básico por ser “maricón”. Fue objeto de discriminación. Se siente objeto de asco.
Hay falta de represión, pero en el caso de la homosexualidad se trata de renegación de la castración en el campo de la sexualidad y más precisamente con respecto a la identificación sexual y a la relación entre los sexos. Con su homosexualidad, el sujeto se defiende de un modo particular de la falta que genera el goce fálico, realizando una identificación femenina imaginaria. Freud habla de identificación materna en los homosexuales.
La madre había tenido depresión post parto, depresión que se prolongó durante seis años después de su nacimiento. La relación afectiva madre-hijo es ambivalente, caracterizada por un amor idealizado que alterna con un rechazo de su hijo. Francisco dice que es el regalón de su mamá, es su adoración. La madre erotiza el vínculo con su hijo, él es muy apegado a su madre, se bañaban juntos. Pero a su vez la madre presentaba reacciones agresivas, lo maltrataba psicológica
mente y físicamente, a la vez le daba cariños y le manifestaba odio, era violenta. Recuerda a su madre cuando era chico: mala, agresiva, crítica, insultante.
La madre lo instala en un lugar ambivalente. Lo identifica al falo pero de inmediato lo rechaza. La función fálica es deficitaria en la depresión. El sujeto depresivo no ha podido identificarse en posición fálica; tuvo que renunciar a ser el falo y entonces no puede acceder al deseo. Quedó fijado en la pérdida que no incluye una promesa de reencuentro. Posiblemente su posición homosexual ha jugado un papel relevante en esta desvalorización del falo por parte de la madre. A ella le costó mucho aceptar la homosexualidad de su hijo teniendo además una hermana lesbiana. El ideal materno cae generando la desilusión. Por eso Francisco ha perdido el valor fálico en el Otro. Del lado del padre hay simplemente silencio. El padre es trabajólico y en consecuencia ausente. Francisco carece de afectos del padre y lo rechaza. Tiene una hermana mayor de veintidós años y un hermano menor de siete años del cual había estado muy celoso durante su infancia.
Es raro, se siente inferior, vive en las fantasías. El sexo le produce asco. Piensa que es anormal, por eso se hizo al salir del hospital psiquiátrico un tatuaje al revés de su muñeca escrito en árabe la palabra “loco”, palabra fija, portada en el cuerpo como para escribir con letras un goce que lo mortifica.
Se identifica imaginariamente a actores de televisión, actúa permanentemente frente a los demás. El paciente queda preso de las imágenes variables de sí mismo que dependen de la percepción de los otros como semejantes. El sujeto depende sólo del yo. Pero el fracaso de las identificaciones imaginarias y simbólicas provoca el derrumbe del yo. Las identificaciones imaginarias construyen un yo alienado en las ficciones de los modelos imitativos. El yo ideal, al ser dañado, reacciona con rabia y depresión. El narcisismo demasiado primario sufre de un amor propio herido. Correlativamente la imagen de sí mismo es mala. Habiendo perdido su identidad, no reconoce su imagen especular. Entonces se automutila para asegurar su ser de su existencia, sintiéndola en su cuerpo. El yo ideal se persigue. No le gusta su cuerpo. Se encuentra feo, por eso lleva siempre un gorro para salir, para ocultar su imagen. La imagen del cuerpo aparece fragmentada: en un sueño le salía todo de la cabeza.
En muy poco tiempo de tratamiento disminuyen las impulsiones para salir y tomar alcohol, controla las ganas de cortarse. Quiere estudiar. Ya no pasa acostado. Su depresión disminuyó significativamente. Sueña su suicidio y ve a su madre sufrir, por eso piensa que solo su madre lo mantiene en vida.
A partir de la quinta sesión dice que se siente bien, que no ha tenido ideas suicidas, mejoró su comunicación con sus padres; su padre se preocupa más de él; le dice te quiero a su padre y su madre, quienes le contestan que van a confiar en él; borró la música triste de su celular; controla la ingesta de alcohol, entró a estudiar en preuniversitario, le va bien en los estudios; no se ha sentido triste, su estado de ánimo mejora, sus padres están contentos, el analista también; en su relato oculta menos, es más transparente; se está cuidando corporalmente; puede salir solo, su fobia social disminuye.
Simboliza, sueña, reprime sus impulsiones, el proceso terapéutico al parecer se desarrolla favorablemente y sorpresivamente de manera muy rápida. Sin embargo el analizante interrumpe su cura sin previo aviso por su propia iniciativa después de las seis sesiones iniciales.
Reacción terapéutica negativa
A su regreso a mi consulta después de dos meses de interrupción, le pregunto por qué dejó de venir. Francisco me contestó que se creía curado. Extraña respuesta que me dejó estupefacto debido a la gravedad de su estado depresivo. Pero al revisar algunos textos de Freud sobre la transferencia, encontré un elemento de respuesta. Freud explica que la transferencia puede generar una resistencia que a su vez crea un amor de transferencia que se sustituye al síntoma. La consecuencia es que el sujeto se estima curado porque los síntomas desaparecieron. Y Freud concluye que el amor de transferencia ha reemplazado el síntoma inicial. Un nuevo síntoma ha aparecido: el amor de transferencia.
En el amor de transferencia, el problema es que el analista es amado e idealizado según las características del amor infantil. Es una transferencia de amor infantil repetitivo donde el analista es elevado a un mesías por el retorno de un pasado idealizado. Los imagos vuelven en el presente. El analista está llamado a este lugar. Por esto el paciente transfiere sus sentimientos sobre este modelo. Repite en acto en vez de recordarse. El acto viene en el lugar del recuerdo. (S.Freud “Rememoración, repetición y perlaboración”).
A la luz de la explicación freudiana de la transferencia, me pregunto cómo Francisco pudo creerse curado tan rápidamente de sus síntomas depresivos, de sus impulsos destructivos y de las alteraciones del yo.
Me había llamado la atención durante las primeras sesiones que Francisco ocupaba el mayor tiempo de las sesiones en presentarse como un muchacho bueno, queriendo toda la felicidad para sus padres, satisfaciendo lo más posible las demandas normativas y educativas de aquellos, es decir, de sus ideales. Me daba la impresión que él quería evitarme cualquier relato de su sufrimiento, como si me reservara el lugar del buen analista, del terapeuta eficaz que lo estaba curando exitosamente. Para mantener intacta esta imagen, él tenía que sustraerme de toda preocupación. Evitaba angustiarme. ¿Qué imagos me prestaba el paciente en transferencia? ¿Me colocaba en el lugar de la imago de la buena madre o del buen padre imaginario? En términos lacanianos, me posiciono en el lugar del gran Otro no tachado, sin falta con el Ideal que recubre como tapón el agujero del objeto a. Se vislumbra la superposición del objeto (a) y del ideal I.
Su estado de salud psíquica no duró mucho tiempo. Una noche, totalmente ebrio, con pérdida de lucidez y de conciencia, quiso lanzarse desde un puente. Sus amigos que lo acompañaban lo salvaron. El hecho de lanzarse desde un puente en compañía de los amigos es a mi modo de entender más que pasaje al acto frustrado, un acting-out. Porque el acting-out es mostrar al Otro lo que en su deseo falta; hay una dimensión de puesta en escena que sin duda le ha generado a sus amigos bastante angustia; es la función del acting que consiste en localizar el objeto a en el otro esperando la respuesta esperada en tanto manifestación de la falta en aquello y su expresión. Si el sujeto del acting sube en escena es porque le está impedido decírselo en palabra; es un intento de constituir una falta en el Otro no tachado. Como lo recalca Lacan, en sí mismo el acting es transferencia salvaje fuera del análisis pero con la salvedad de poder acudir al analista para interpretarlo en análisis. En efecto le faltaba al analizante todavía un buen tiempo de análisis.
Decide regresar a consultarme. A partir de ese último episodio impulsivo, el analizante no faltará a ninguna sesión. Su estado psicológico ha mejorado significativamente a lo largo de un año de tratamiento. Se transformo en un sujeto que puede reprimir sus pulsiones y empezar a construir un deseo. Este año ingresó a los estudios de la carrera de hotelería con la autorización y la ayuda económica de sus padres.
La pregunta que me hago por el goce es permanente en esta cura. Pero, ¿qué goce? En el campo del goce podemos
escuchar el goce sado-masoquista oral: el sujeto es excluido, rechazado, objeto de asco; el sujeto se identifica al objeto a, se transforma en desecho en el pasaje al acto del fantasma. Hay también un goce de la letra-un tatuaje al revés de su muñeca escrito en árabe la palabra “loco”, palabra fija, portada en el cuerpo para intentar detener el goce del Otro. También un goce de índole melancólico. Finalmente, goce homosexual en el campo de la sexualidad.
El deseo del analista consiste en mantener la posición del objeto a sin dar garantías al deseo del Otro. No fue necesario intervenir con dispositivos ortopédicos en el registro imaginario. Bastó con escucharlo no sin sentir angustia, una señal que la falta era soportada por el analista.