Robert Lévy: No hay lo originario
Madrid, 19 de Enero de 2013
Creo que Radjou les contó algo interesante en su intervención. Las cuestiones que él planteó, provocaron un debate interesante en París y me parecen importantes sus preguntas sobre saber cual es el inconsciente del que hablamos, y también la cuestión del inconsciente real. ¿Por qué real? Y ¿por qué este inconsciente real tiene tan poco lugar en nuestros intercambios? Esa fue, un poco, una crítica por su parte que no me parece tan evidente, creo que trabajamos un año entero sobre lo real pero creo que lo que él planteaba era sobre el inconsciente real, que es algo distinto.
Efectivamente la cuestión es saber si nosotros o los alumnos de Lacan se quedaron en la idea del significante, dejando de lado la idea que Lacan plantea en ‘L’une-bévue’ : ¿por qué no ir más allá del inconsciente?
Esta pregunta roza la cuestión de ¿que es un fin de análisis? y también aquello que llamamos ‘las huellas’, es decir la cuestión de una inscripción precoz, donde puede ser que el significante no ha podido aún hacer su oficio. También a través de las huellas se plantea una cuestión sobre el origen o mejor dicho lo originario. ¿Existe un originario del inconsciente? o ¿un inconsciente originario? no es lo mismo. Ese es el título de mi intervención: No hay lo originario», a ver si podemos añadir esta pregunta tras el ‘no hay relación sexual’, ‘no hay la mujer’, ‘no hay el objeto’, etc. Intento plantear este ‘no hay’ a propósito de lo originario.
Es una cuestión muy importante si se considera que el inconsciente tiene alguna relación con la memoria. ¿De qué memoria se trata cuando planteo la cuestión de lo originario?, en efecto estamos habituados a escuchar ‘originario’, en relación a la memoria, referido al ‘Urverdrangung’, es decir a la represión primordial. (Se plantea la cuestión del significado de ‘originario’, tanto en francés como en español, existe la diferencia entre ‘origin’ (origen) y ‘originaire’ (originario)1 , originario teniendo el sentido de lo primigenio, lo primero)
Originario, primario, introduce la idea de cronología y no es una cuestión de cronología sino de lógica estructural, lo que es un poco distinto. Aunque es difícil, no hay que echar por la ventana la cronología, ya que un niño de dos meses o de 20 no tiene la misma forma de estructurar su pensamiento. Los lacanianos han rechazado la cronología pero hay que darse cuenta de que hay algo distinto en la estructura incluso inconsciente de un bebe o un niño de más edad. La cronología es una temática que no ayuda mucho, hay que pensar las cosas en términos de diferencia entre momentos lógicos, pero no se puede erradicar la cuestión de la diferencia en las edades.
Si el inconsciente tiene relación con la memoria, ¿de qué memoria se trata cuando hablamos de ‘un originario’? hablamos de lo originario en relación con la Represión Primordial, una primera fase de la represión que consiste en que el representante representativo de la pulsión es expulsado de la conciencia. Igual de enigmática es la razón por la que Freud sostiene la idea de la represión en general y ciertamente Freud sostiene la idea de la necesidad de una represión o de su existencia, con una hipótesis, cito a Freud: «La posibilidad de una represión no es fácil de deducir en la teoría. ¿Por qué una moción pulsional habría de ser víctima de semejante destino? Para ello, evidentemente, debe llenarse la condición de que el logro de la meta pulsional depare displacer en lugar de placer. Pero este caso no se concibe bien. Pulsiones así no existen, una satisfacción pulsional es siempre placentera. Deberían suponerse constelaciones particulares, algún proceso por el cual el placer de satisfacción se mudara en displacer»
Ahí se ve la dificultad de Freud para la concepción del displacer que obviamente, para incluir la idea de represión ha de incluir necesariamente la de displacer, ya que si solo encontramos satisfacción ¿porque reprimir? No hay razón. Y se necesita tener en cuenta por el momento que la represión primaria produce es : cito a Freud «(….) la atracción que lo primitivamente reprimido ejerce sobre todo aquello con lo que le es dado entrar en contacto. La tendencia a la represión no alcanzaría jamas sus propósitos si estas dos fuerzas no actuasen de consuno y no existiera algo primitivamente reprimido que se halla dispuesto a acoger lo rechazado por lo consciente».
La hipótesis de Freud, su teoría del placer/displacer es un poco difícil de segui., Entonces para poder ir más allá de su hipótesis necesita introducir otra en su razonamiento : no habría ninguna represión si no hubiera habido en un momento primario una primera represión, la represión primordial, originaria ‘Urverdrängung’, un punto de atracción. Se ve que Freud está totalmente comprometido con las teorías de la atracción de la Física de principios del XIX, el magnetismo etc Entonces represión primaria, atracción y por ello represión secundaria.
Así lo que se reprime, no puede ser sino por la razón de una anterioridad, de una primera represión llamada originaria que ejerce una atracción sobre todo lo que con ella establece una ligazón, un enlace. Un enlace en la medida en que el placer puede transformarse en displacer. Me parece que ahí Freud, sin decirlo claramente, se plantea la idea del goce. Porque en esa teoría placer-displacer falta algo, vemos que su hipótesis no está plenamente desarrollada, eso que falta creo que es la hipótesis del goce y así ello nos conduce a plantear lo que Freud llama, de forma muy interesante ‘engañosa energía de la pulsión’, no dice que es el goce pero habla de ‘una peligrosa energía de la pulsión’2: «Esta engañosa energía del instinto (pulsión) es consecuencia de un ilimitado desarrollo en la fantasía y del estancamiento consecutivo a la frustración de la satisfacción» Me parece que esta es una de las posibles definiciones del goce. Ahí, Freud hace la hipótesis, sin hablar de goce, de lo que Lacan introducirá en términos de real.
Esta fuerza engañadora de la pulsión es la consecuencia de lo que no fue inhibido por el fantasma y de la estasis que resulta de la satisfacción frustrada. Lo que no fue inhibido por el fantasma, lo que justamente el fantasma tiene como función filtrar pero que no funciona siempre, como sabemos, y efectivamente Freud constata que hay algo que no funciona en el fantasma, diciendo que en los casos en que el fantasma no puede hacer su trabajo, las ramificaciones se transforman y ahí la resistencia de lo consciente hacia estas ramificaciones es función de la distancia con la represión originaria. Cuando el fantasma no hace su trabajo de filtrado de lo real, lo que pasan son las ramificaciones, éstas se ponen en marcha y se transforman y la resistencia de lo consciente (la resistencia tiene como función parar esas ramificaciones que no pudieron ser filtradas por el fantasma) es función de la distancia que éstas tengan con la represión originaria: a más distancia de la represión originaria menos resistencia de lo consciente y al revés.
Lo que intento mostrar es el pasaje de estas hipótesis de Freud a las de Lacan de lo real, concepción que Freud no tenía pero que a la vez tenía sin decirlo. Pasaje que nos sirve para nuestro trabajo.
E. Van Morlegan: Freud plantea la represión originaria como algo perdido para siempre.
R. Lévy: Es lo no pensable, esa es la definición de lo real
Victoria Fernandez : ¿Tendría ese real que ver con el ombligo del sueño?
R. Lévy: Sí, y no es cuestión de que no se puede ir porque no se puede interpretar, sino que no se puede ir porque no hay manera de pensarlo,
E. Van Morlegan: aparece la angustia.
R. Lévy: La angustia tiene que ver con el deseo y este tiene que ver con el goce y ahí tenemos la cadena unida. Es decir, que todas la hipótesis de la interpretación, de la cadena del sueño que no se puede interpretar, tiene que ver con lo impensable que no es una represión. Quiero insistir en ese punto, hay un registro de la represión o de las represiones con las que podemos interpretar y hay un registro otro, de lo impensable que no se puede interpretar. Lo real no se interpreta. No es cuestión de algo que tenemos originalmente reprimido, aunque lo originario sea justamente lo impensable. Por ahí se abre otra dimensión de lo practicable del psicoanálisis que incluye la temática de lo real, es decir un registro que no tiene que ver con la cuestión de la represión en si.
Lo interesante de la cuestión de la distancia respecto a la represión originaria, es que Freud nos comenta que el analista tiene que pedir siempre y algo más de estas ramificaciones. ¡Es interesante! porque Freud no deja la cuestión así; él dice que siempre tenemos que preguntar, pedir de que se trata en estas ramificaciones, porque justamente de ahí podemos reconstituir una traducción consciente del representante reprimido.
Lacan, por su parte, da un estatuto lógico a la represión originaria atemporal y lo dice en varios momentos de su obra, por ejemplo en el seminario de ‘La angustia’: » (…) La inhibición es «el lugar donde, hablando con propiedad, el deseo se ejerce, y donde captamos una de las raíces de lo que el análisis designa como Urverdrängung». En el seminario de ‘Los 4 conceptos’ es el significante S2 el que esta reprimido originariamente. En ‘Encore’, la represión primordial se refiere al goce materno y después se referirá al agujero de lo simbólico y también a lo simbólico como agujero. Ahí vamos a abrir un espacio de reflexión porque es una hipótesis interesante.
La represión primordial a partir del seminario RSI se refiere a la cuestión del nudo borromeo y en la lección del 8 de abril de 1975, él lee, en la aversión del sujeto por la topología o la matesis, la huella de la represión originaria, es decir que si no podemos pensar en términos borromeos es debido a la represión originaria y él añade : «si abrimos los ojos a la ex-sistencia de lo Urverdrängt, de algo afirmado por el análisis, que es que hay una represión no solamente primera, sino irreductible. Esto es lo que se trataría de seguir a la huella, (…)»
Y hay manifestaciones dentro de la cura, que son huellas primitivas, distintas, caóticas que pueden surgir en la cura o fuera de la cura y que tienen que ver con lo percibido antes de la entrada en la palabra –infans- y Freud evoca ahí la emergencia en la cura de fragmentos de percepción.
Es una concepción muy difícil porque si uno plantea que hay un real impensable ¿cómo podemos plantear la percepción? La percepción es una manera de introducir ya lo imaginario, y justamente lo real está fuera de lo imaginario. Cada vez que hablamos de lo real diciendo «eso es lo real», ya no es más lo real porque lo real no se puede pensar. Hay una contradicción ahí muy importante.
M. Moreno: Se podría decir un resto sensible más que percepción……..
R. Lévy: Sí
E. Van Morlegan: Pero en el momento en que se trata de resto sensible, ya deja de serlo.
R. Lévy: Efectivamente. Freud dice lo siguiente sobre los fragmentos de percepción: «Estos recuerdos hubieran podido ser calificados como alucinaciones si a su nitidez se hubiera añadido la creencia en su realidad. Pero la analogía gano en significatividad cuando mi atención fue atraída por la presencia ocasional de verdaderas alucinaciones en otros casos, casos que no eran ciertamente psicóticos […] y puede ser un carácter general de la alucinación, hasta ahí insuficientemente apreciado, que retorne por algo que fue vivido en los primeros momentos de un ser humano y luego olvidado, algo que el niño había visto o escuchado en una época en la que él no era apenas capaz de hablar, y que se impone ahora a la conciencia probablemente de forma distorsionada y desplazada por el efecto de las fuerzas que se oponen a un tal retorno».
Es la definición que hablamos hace poco de la resistencia del consciente, es decir a cuanta mayor distancia de lo originario están las ramificaciones, menor resistencia producen. Ahí se puede plantear en principio, algo que podemos llamar un real pulsional, podemos acordar esta terminología que es distinta de un originario. Una cosa es hablar de un real pulsional inicial y otra es hablar de un originario.
A. Palacio: ¿Cuál sería la diferencia entre real pulsional inicial y originario?
R. Lévy: lo originario es suponer un momento en que empiezan las cosas, un ¡vamos! En el inconsciente no hay un ¡vamos!, hay pulsión, pulsiones y hay lo que ahora -espero que después de lo que he intentado aclarar- podemos llamar un real pulsional, que está, como es la vida cuando uno nace y también antes de nacer, sería un equivalente de vida, la vida es lo pulsional o lo pulsional es la vida. Pero este pulsional de vida, o de muerte, la muerte también tiene que ver con lo pulsional, es algo que no tiene origen o momento primero para poder decir ‘ahora empieza’, no hay ese ahora empieza, hay algo que ‘está’, que es la pulsión y este pulsional es lo que podemos llamar ‘real pulsional’, algo que no se puede pensar, lo pulsional sería lo fundamental de lo no pensable, un real fundamental. Pero, ¿que saber tenemos sobre eso?, mejor dicho, ¿cómo trabaja, cómo incluye, nuestro inconsciente lo pulsional? Las hipótesis de Freud fueron complicadas, pero él nunca planteó que había algo de una dimensión real que, es lo que planteó Lacan después, como otra dimensión de la pulsión; y creo que eso nos ayuda mucho porque da para pensar cosas que con Freud no se pueden pensar tan fácilmente. Sus hipótesis nos dejan sin poder pensar, por ejemplo, de lo que se trata en el sueño, en lo que no se puede interpretar. No permite pensar tampoco lo que pasa cuando el fantasma no puede hacer su trabajo de filtración, no nos permite pensar algo muy importante que es el síndrome pos-traumático, que fue uno de los elementos para (Freud) concebir su teoría del displacer. Teoría que no incluía la cuestión del goce ni de lo real.
Introducir la cuestión de lo real permite también volver a la cuestión del síndrome pos-traumático porque ahí encontramos que cuando el fantasma no hace su función de filtración, el sujeto se encuentra con lo real y entonces la represión ya no es posible, ni tampoco la simbolización. Hay un momento en que el sujeto se enfrenta -en el traumatismo, en el encuentro con lo real- con el fracaso de su fantasma y este fracaso introduce el hecho de que el sujeto alucina. Es muy interesante porque no es una cuestión psicótica, es una cuestión que tiene que ver con el encuentro con lo real, donde fracasó el fantasma y eso tiene como consecuencia poner en suspenso la represión y la simbolización. El sujeto no puede reprimir, ni tampoco simbolizar; es decir que no hay simbolización si no hay represión, y si el trabajo de simbolización ya no se puede hacer, la única manera de luchar es alucinar cuando el fantasma no puede hacer su trabajo. Ahí se ve bien que, estructuralmente, no hay en este momento diferencia con la psicosis. Tampoco en la psicosis el fantasma hace su trabajo, por eso el sujeto alucina y también cuando el fantasma no hace su trabajo, no hay represión posible ni tampoco simbolización, pero por razones distintas.
Me parece que esta manera de poner en equivalencia cosas no equivalentes, es fundamental, ya que se muestra que introducir lo real nos permite pensar las cosas de otra manera, que no era posible con Freud, sabiendo que él había puesto los elementos fundame
ntales pero sin ir más allá.
E. Van Morlegan: ¿ese delirio en los dos casos es para salir de la angustia?
R. Lévy: Claro
M. Lora: Delirio o alucinación
R. Lévy: Es una cuestión para discutir. En los síndromes pos-traumáticos puede haber alucinaciones y delirios, los dos. Incluso he visto una paciente, una niña de 4 años, que fue abusada por el marido de su cuidadora y tenía una angustia muy fuerte y alucinación y delirio muy tempranos. El único síndrome pos-traumático que he visto en un niño.
Su terapia fue muy graciosa porque la repetición del juego conmigo era poner mi mano y dibujar los dedos y luego los cortaba uno a uno, y hemos repetido este acto para que se simbolice para ella algo de eso. Su madre puso una denuncia y no fue posible establecer la culpabilidad del hombre, el juez lo dejo sin precisar, dijo que no tenía elementos, a pesar de mi informe diciendo que la niña tenía síndrome pos-traumático y dando razón a la niña. Para el juez no eran pruebas suficientes.
P. Pascual: Yo trate un caso de abuso de una niña de 7 años, hice informe, se llevó al juez y éste no lo tuvo en cuenta ni tampoco mi testimonio. El caso finalmente quedo como tú dices, indemostrable.
A. Palacios: ¿Era una alucinación visual?
R. Lévy: Veía a este hombre en la calle, como en el trauma del adulto, bien en el sueño o bien en la calle con lo traumático.
D. Iniesta: Esto que acabas de explicar me parece muy importante para entender o diagnosticar fenómenos que parecen psicóticos.
E. Van Morlegan: ¿Qué le permite salir del delirio ?
R. Lévy: creo que la terapia conmigo
E. Van Morlegan: hemos hablado en otras ocasiones de la importancia del reconocimiento del abuso por parte de la justicia. Entonces, el reconocimiento no está por parte de la justicia, está por parte tuya, por parte de su madre y eso entonces ¿eso es lo que le permite….?
R. Lévy: Sí
D. Iniesta: Algunas veces el hecho de denunciar, aunque a veces la denuncia no traiga consigo una penalización produce muchos efectos. Por ejemplo, conozco una chica que denunció cuando ya era mayor y no sirvió para nada legal, porque había pasado mucho tiempo, pero en su propia vida eso le llevó a muchas modificaciones, a abordar la vida de otra forma
R. Lévy: De todas maneras me parece que sea reconocido o no, es importante que la denuncia se haga, en algo que justamente tiene que ver con la legalidad.
M. Moreno: Digamos que la prohibición, que de alguna manera remarca la denuncia, un poco por seguir con la pregunta de Eva, coloca un escenario diferente para el psiquismo de esta chiquita, que le permite hacer algo con la alucinación, independientemente de la relación transferencial que le permite hacer un trabajo de elaboración de esa cuestión de cortar las manos.
R. Lévy: Los dedos, no las manos. Y efectivamente, el hecho de poder poner en escena, el hecho a la vez de aceptar la mano entera y que acepto dejarme cortar los dedos y que después mis dedos siguen ahí, alrededor de la presencia – ausencia del objeto del delito, creo yo que alrededor de este trabajo de simbolización, se permitió dar un paso adelante y ahora está en plena forma, ha salido bien, pero no podía dormir, gritaba, estaba muy mal, muy mal,..
M. Moreno:… Lo que se planteaba en lo que era toda la tradición de la histeria alucinatoria, pero también me da la impresión que es diferente a lo que tú estás planteando, lo que se plantea como forclusiones parciales, estos traumatismos de los que tú hablas. No han entrado en lo simbólico y han quedado ahí…
R. Lévy: Por razones distintas, por eso hay que insistir, es que produce casi los mismos efectos por razones distintas.
Así, podemos suponer, en el inicio, un real pulsional, y es el inicio de nada. Porque la pulsión está presente desde el inicio de la vida, e igualmente se puede suponer que las representaciones de cosas y representaciones de palabras no se distinguían al inicio. Ahí se abre otra cuestión que tiene que ver con la consecuencia de este señalamiento de un inicio de un real pulsional, la cuestión es la siguiente: si decimos eso ¿cómo tratamos la cuestión del cuerpo? Es decir ¿sería entonces un cuerpo no simbolizado? ¿un cuerpo fuera del significante? O bien ¿un cuerpo sin huellas en el inconsciente de la lengua? ¿Las huellas primitivas reenvían solamente a una modalidad primordial de inscripción significante? O bien, ¿hay otra modalidad primitiva de inscripción de lo percibido? y en este caso ¿sería ésta la que retornaría bajo la forma de percibido alucinado o de ciertos afectos?
Entonces, ¿Cómo pensar esta otra modalidad en relación con la ‘Urverdrangung’, con la Verwerfung, con la Verleugnung?, ¿y con el goce no simbolizable? Porque esto también se plantea con estos otros registros, con la letra igualmente y con la letra en el inconsciente.
Lo real del inconsciente, ¿es esa parte del inconsciente que no es saber sino real, lo no simbólico del inconsciente?
En todo caso, respecto a lo real, Lacan da lo que él llama su contestación sintomática a Freud y dice lo siguiente: «Es en la medida en que Freud articulo el inconsciente que yo reacciono. Porque la represión originaria tiene que ser siempre mantenida, hay una inminencia permanente de un posible resurgimiento, de un retorno posible del goce que puede generar pavor, angustia, fobia y pesadillas»
Así, el desencadenamiento de la fobia de Juanito podría conectarse con la represión originaria. Juanito fabricó una fobia para reprimir el goce materno. Una ‘caricia a su pene, en palabras’, dirigida por una mujer a la madre, delante del niño y que dejó a la madre muda ;y eso durante el periodo en que los cuidados corporales prodigados a su hermana despiertan en Juanito su propias huellas inconscientes. La fobia del caballo no es primaria, porque primero ha tomado la forma de una fobia al espacio. Lo simbólico interviene en un segundo tiempo con la llegada del significante fóbico ‘caballo’; de ahí una pregunta: ¿en la medida en que el síntoma tiene su lazo con lo simbólico, qué relación tiene con lo real del inconsciente?
Ahí entramos en otra pregunta que tiene que ver con la relación del síntoma con lo real; es decir ¿cómo se maneja el síntoma con lo simbólico? y a esta pregunta podríamos contestar ya, que el inconsciente no es esa zona sin distinción o una especie de pulsional a la espera de expresarse con el lenguaje. ¡No es eso! Ya desde 1957, Lacan lo anuncia y lo cito «Enseñamos según Freud que el Otro es el lugar de la memoria que él descubrió bajo el nombre de inconsciente», es decir que la lengua es la condición del inconsciente, en tanto que el inconsciente no es nada más que el discurso del Otro, lugar de los significantes. Con esta consecuencia absolutamente definitiva de lo inconsciente como discurso del Otro, es un decir que se dice sin que se sepa quien lo dice y veremos un poco más allá que es también un saber, pero un saber cuya función es justamente borrar al sujeto.
¿Cómo podemos tener testimonio de esta represión originaria? Generalmente, sería a través de manifestaciones de afánisis del sujeto, de spaltung de su ser, que pueden aparecer en la cura o en el pase y que se tienen que referir a la represión originaria o bien a momentos íntimos de conmoción, cuando la construcción del sujeto es puesta en suspenso.
Construcciones y construcción freudiana, lo que no se puede ni descifrar ni tampoco interpretar y que sólo se puede construir; la construcción freudiana en la cual participa tanto el paciente como el analista ¿sería una modalidad de
reconstrucción de lo originario? ¿Qué relación habría que establecer entre construcción y ‘corrección de los procesos en el origen de la represión’, de la que habla Freud en ‘Análisis terminable e interminable’?
Si se modifican los procesos que están el origen de la represión, ¿qué pasará con la represión secundaria y la vuelta de este reprimido en el síntoma y cómo se verá afectada la represión originaria? Las construcciones en el análisis, que tocan justamente lo real del sujeto, tienen justamente el mismo estatuto que la topología, en el sentido del que se sirve Lacan. Lo que dice Lacan es que eso no es metáfora ni modelo sino real de la estructura, sin olvidar que la estructura es siempre también estructura del significante.
Por el contrario, la represión secundaria o ‘Verdrangung’ es lo que ocurre, dice Lacan, cuando algo no pega, no cuadra al nivel de una cadena simbólica. ¡Es interesante! Cito a Lacan3: » La ‘Verdrangung, la represión, no es la ley de malentendido, es lo que sucede cuando algo no encaja a nivel de una cadena simbólica». Es decir, cuando la coherencia interna de una cadena simbólica (para Lacan la cadena simbólica es la cadena significante) a la que el sujeto está ligado encuentra un obstáculo para cohabitar con otra cadena también coherente, cito: » [….] Entonces reprimimos: a partir de nuestros actos, nuestro discurso, nuestro comportamiento. Pero la cadena, de todos modos, sigue circulando por lo bajo, expresando sus exigencias, haciendo valer su crédito, y lo hace por intermedio del síntoma neurótico. En esto es que la represión es el mecanismo de la neurosis».
Esta represión secundaria depende de la instalación de la represión originaria, aportando testimonio de su realización. Tiene que situarse al principio de las formaciones del inconsciente, directamente ligadas a los efectos del significante. Significante que se encuentra precisamente ahí donde Freud habla de ‘continuaciones de pensamientos’ y que Lacan traduce por cadenas significantes. Son palabras distintas para decir la misma cosa. Cito a Lacan: «Esta cadena se desarrolla según enlaces lógicos, ahí donde la captura de lo que se tiene que significar, a saber el ser del ser, se ejerce por los efectos del significante descritos por nosotros como metáfora y metonimia».
Es decir que, no hay ninguna manera de poder pensar el ser como tal, más que como su forma de introducirse en el significante como lógica metafórica y metonímica. De otra manera, el ser como tal no se encuentra sino en el discurso, es decir, en la lógica del significante como metáfora y metonimia.
E. Van Morlegan: Es decir que si hay algo del ser que podamos pillar será en el orden de la metáfora y de la metonimia.
R. Lévy: Exactamente. Entonces, si pensamos, como dice Lacan, que el ser no se encuentra sino en la lógica del significante como construcción metaforo-metonímica ¿qué pasa, a propósito del ser, en los momentos que no hay, o todavía no hay, o ya no hay esta coherencia entre metáfora y metonimia, en la lógica metáforo-metonímica? Lo hemos visto también en la cuestión del trauma, es decir que ahí es la coherencia entre la metáfora y la metonimia la que desencadena la cuestión del ser mismo.
M. Moreno: la palabra coherencia ahí no la acabo de entender.
R. Lévy: Lógica, los elementos lógicos dan una especie de coherencia. La cuestión vale para lo infantil, las psicosis o esos momentos de encuentro con lo real que producen síndrome pos-traumático. ¿Qué inconsciente está presente en estas distintas ocurrencias? Para dar cuenta de la pregunta primera ¿Con qué inconsciente trabajamos? ¿De qué inconsciente se trata?
Una manera de contestar podría ser la evolución de Lacan hacia la idea del agujero con respecto a la represión originaria, porque su versión del inconsciente estructurado como un lenguaje no da cuenta totalmente de cómo se traza la represión originaria.
Pero tampoco hay que confundir el inconsciente con una especie de ignorancia, porque también es un saber, y Lacan insistió particularmente desde 1964 y repetidamente sobre el enunciado ‘el saber inconsciente’. Un saber, efectivamente, pero un saber que no se reduce al lenguaje aunque sea un saber de la lengua que ‘lalangue’ (la lalengua) encubre en tanto causa material. Saber literal donde el equívoco entre sentido y sonido, el juego cuyo equívoco significante no se puede aclarar sino con la inscripción de lo que se escribe; es decir que para aclarar una homofonía se necesita escribir, pasar a la ortografía. Hay un sentido distinto si este sonido equivalente se escribe.
Las formaciones del inconsciente como los actos fallidos, los síntomas, los sueños, los chistes tienen la particularidad de que introducen la falla, la equivocación, la metida de pata (‘l’une bévue’) y señalan un agujero en lo simbólico que es lo que nos interesa ahora. Es lo que voy a desarrollar ahora un poco más y mostrar que hay una verdadera ruptura entre la segunda tópica freudiana y la manera en que Lacan introduce lo que se podría llamar una tercera tópica, es decir una metapsicología pero esta vez enteramente topológica, haciendo el pasaje desde la teoría del saco freudiano: consciente-inconsciente-preconsciente o bien ello-yo-superyo, hasta los nudos borromeos con R-S-I. Y Lacan nos invita a dar este paso constatando que: «siempre estamos cautivados al inicio por una geometría que he calificado la última vez como comparable al saco freudiano, es decir, a la superficie. Pensar en el nudo, cosa que se opera comúnmente con los ojos cerrados. Vds. pueden intentarlo, es muy difícil, uno se desorienta.»
Pero para hacer eso, me parece que es justamente cambiando el estatuto de la ‘Urverdrangt’ como puede ser posible; y eso es de lo que se trata en las primeras sesiones del seminario ‘Le sinthome’. Lacan introduce lo real como punto de articulación esencial para el aparato psíquico, que justifica, pero eso le lleva a modificar la cuestión del sujeto del inconsciente porque se pasa, desde este momento, del significante que representa al sujeto para otro significante a la idea que el sujeto no es más que supuesto, el sujeto no puede sino suponerse. Así el sujeto es abandonado a la suerte de una ambigüedad, siendo el elemento fundamental su propia división, la que hace lo real.
El sujeto, quien recuerden, había desaparecido en el inconsciente como saber sin sujeto, reaparece esta vez sostenido por el nudo borromeo de tres. Así dice Lacan : un sujeto anuda a tres lo imaginario, lo simbólico y lo real, él sujeto no se sostiene sino por su continuidad», es decir pasamos del significante que representa el sujeto para otro significante al sujeto que está sostenido por el anudamiento, la continuidad de los tres registros, no por los significantes. Es decir, es porque hay anudamiento entre estos tres registros que podemos suponer el sujeto.
V. Fernandez: Yo entiendo que antes de esta tópica es como si el sujeto del inconsciente sólo fuera lo simbólico, ahora es el anudamiento de los tres registros, donde también ese real y el imaginario están en el sujeto.
R. Lévy: Eso es. Dice Lacan: «Lo imaginario, lo simbólico y lo real son una misma y única consistencia y es en esto en lo que consiste la psicosis paranoica». Para precisar las cosas, Lacan hace equivaler psicosis paranoica y personalidad, le cito: «la psicosis paranoica y la personalidad no tienen como tal una relación, por la simple razón de que son la misma cosa». Es igual personalidad y psicosis paranoica.
Lacan introduciendo esta tercera tópica cambia el estatuto de lo originario o de la represión originaria y como prueba quiero citar lo siguiente. Dice Lacan: «No hay ninguna reducción radical del cuarto término, incluso en el análisis, porque Freud pudo
enunciar, no se sabe por que vía, que hay una ‘Urverdrängung’, una represión que nunca se anula. Es de la naturaleza misma de lo simbólico comportar este agujero. Es este agujero que señalo y donde reconozco la ‘Urverdrängung’ misma». Es decir, que Lacan supone, que de lo que habla Freud en términos de ‘Urverdrängung’ no es más ni menos, y es fundamental, que un agujero en lo simbólico. Y un agujero en lo simbólico no tiene nada que ver con represión, es un agujero.
E. Van Morlegan: ¿Pero ese agujero no se constituye a partir de la represión?
R. Lévy: No, es lo estructural de lo simbólico, porque sino sería decir, de nuevo, que hay un inicio que empieza con una represión primaria que constituye el agujero de lo simbólico y Lacan no dice eso, dice todo lo contrario. Dice que hay un agujero fundamental en lo simbólico como estructura. Es estructural.
E. Van Morlegan: ¿En el sentido lingüístico de que en el origen no está el objeto?
R. Lévy: Exactamente. Pero eso tiene consecuencias fundamentales para nosotros. Son las siguientes: lo simbólico nunca puede totalmente constituirse porque hay un agujero, un agujero que traza, que marca la represión originaria. El agujero existe como estructura y lo testimonia la represión originaria. Es decir, que la represión originaria es el lugar de la huella, seguramente más, porque Lacan hace de ese lugar un agujero, y es un agujero irreductible de la constitución de lo simbólico y ahí podemos poner, me parece, la libido, el cuerpo y lo real.
Podemos decir que con esto abordamos algo del último Lacan, más cercano a lo real y al agujero, pero incluso si él juega con la homonimia para hacer aparecer, a partir de la proliferación de lo que Lacan llama ‘l’essaim signifiant’, el enjambre significante, un enjambre zumbante que es una homofonía entre S1 y ‘essaim’. Eso quiere decir que la cadena de los significantes también, y por esencia, está agujereada, lo que implica que no solamente hay una falta en la cadena significante sino también en la batería misma de significantes y es lo que dice Lacan en términos de «significante de la falta de significante en el Otro», Otro anteriormente definido como tesoro del significante.
No voy a poder terminar todo lo que quería decir, pero la idea que introducimos aquí más allá de la justificación lacaniana de la cuestión, es lo que se podría llamar la debilidad de lo simbólico, es decir, que al contrario de lo que se podía pensar, que lo simbólico es algo fuerte, una entrada fuertemente constituida para el sujeto, es todo lo contrario, lo simbólico en si mismo está agujereado y se necesita toda la vida para constituirlo o seguir constituyéndolo. Las fallas de lo simbólico forman parte de lo simbólico como tal, se tienen que constituir durante toda la vida y vemos bien que en momentos de encuentros justamente con lo real, este simbólico se puede desencadenar, no de manera psicótica, aunque también se desencadena de manera psicótica pero por motivos distintos. Pero se puede desencadenar y nos encontrarnos con una especie de fragilidad de lo simbólico, esto me parece que tiene que ver con lo real del inconsciente o el inconsciente real, que lleva a pensar estas cuestiones del anudamiento, que son importantes porque nos dan una idea de la situación del sujeto muy distinta de la primera manera de pensar el sujeto a través de la representación de un significante por otro significante.
Lacan deja esta idea para pensar el sujeto, primero como división, como suposición y en su propia división, suposición de lo real como tal. Es decir, que es la suposición de la división del sujeto lo que hace suponer lo real como tal y todo eso tiene su consistencia en el hecho de la continuación de la cadena en los tres registros: simbólico, imaginario y real. Lo cual me parece también bastante importante, porque según se encuentra esa fragilidad de lo simbólico, en esos momentos de fracaso, de encuentros con lo real, el sujeto sufre también de la falta de consistencia y de la fragilidad de lo simbólico.
L.Monleón: Lo que has dicho sobre que lo simbólico está agujereado me ha llevado a relacionar que es eso lo que permite la represión secundaria, precisamente que esté agujereado. Y me lleva a pensar que tiene que ver con la falta, que cuando se intenta taponar lo simbólico no se va a poder reprimir. Es una manera de formularlo de forma pedestre, pero tiene que ver con esto. Y me parece muy importante.
R. Lévy: Sí, claro. Y además nunca tendremos una completud, de ahí se puede también pensar la declaración lacaniana de «no hay relación sexual» es también una consecuencia del agujero de lo simbólico. No hay completud posible, aunque sea entre dos distintos sexos porque cada uno tiene su propia incompletud y agujero de lo simbólico, también se podría plantear de esa manera la declaración de «no hay relación sexual.
I. Cerdán: Y esto también tiene relación con los discursos, con el discurso amo.
R. Lévy: Claro, el discurso amo no tiene su consistencia sino con otro discurso también porque incluso su propio discurso está agujereado.
P. Sánchez: ¿Y la interpretación tendría también que ver con esto, la manera de interpretar?
R. Lévy: Es una buena pregunta. ¿Cómo podríamos plantear la cuestión, la manera de interpretar con respecto a la cuestión del agujero de lo simbólico? Hay distintas maneras de interpretar tal y como hay distintas interpretaciones posibles sobre el significante en la construcción, en la intervención, en un silencio, un corte, etc, etc. Eso nos da la variación posible de las interpretaciones.
E. Van Morlegan: En un momento decías de la fobia de Juanito, que el trabajo que se había hecho no incluía la cuestión de lo real; entonces, por lo que yo recuerdo del caso Juanito, Freud prueba distintas cosas, ve que no es la dimensión real, de que las mujeres no tienen pene, luego aparece la historia de que la madre, en el momento en que Juanito pregunta, no le habla de la diferencia sexual y junta eso con la cuestión de la moción pulsional. Entonces yo entiendo que Freud para explicarnos como aparece la fobia utiliza estos elementos ¿Qué seria introducir lo real?
R. Lévy: Introducir lo real en este caso sería que más allá de la diferencia sexual, de todos modos no hay completud en cada sexo por su propia cuenta.
I. Cerdán: Yo entendí, cuando tú lo decías Robert, que cuando él veía a su hermana siendo cuidada, revivía su propia experiencia real de cuidado, del goce de la madre en el cuidado. Yo creo que es ahí también donde se ve lo real.
R. Lévy: Sí, claro el goce, en el recuerdo del goce. Es decir, el ser objeto del goce de la madre.
E. Van Morlegan: Pero hay recuerdo y ahí nos encontramos con la trampa.
R. Lévy: Es la manera de Freud de pensarlo, Freud dice que se recuerda, pero ¿se recuerda o qué?
E. Van Morlegan: Se recuerda implica ya la simbolización de la huella, Represión secundaria en todo caso.
R. Lévy: Con la represión secundaria no hay tanta pregunta. Es mucho más fácil, la cuestión es más complicada cuando no hay todavía represión secundaria ¿Qué pasa con estas huellas que no son reprimidas sino inscritas en un lugar? ¿Qué lugar?
M. Moreno: Pero esta huella sí que es activa, porque si estamos pensando en Juanito, si resulta que hay un activarse de una huella cuando él ve a la mamá cuidar a su hermana, digamos que hay una red simbólica que se activa alrededor de esa huella, esa ramificación de la que tú hablabas antes; hay algo que se dispara de la pregunta por la sexualidad o de la pregunta por el pene. Es decir que es una huella, entiendo, no sé si es una l
ocura, estoy pensando en el inconsciente en vez de con los nudos borromeos lo pienso como un queso gruyer con agujeros y los bordes de esos agujeros serían esa especie de huella de que ahí hay algo, pero bueno digamos que esa huella es un motor continuo de conexión con lo simbólico. Ese borde del agujero está continuamente provocando que en los momentos en los que algo se roza de ese borde, yo diría el aparato, lo que sería el resto del queso de alguna manera se pone a responder de algo; y yo entiendo lo que tú dices, que dice Freud, que construir algo, es construir algo de lo mítico, construir el Edipo, el mito de la horda, … pero sí me llama la atención que por eso es, a lo mejor, tan difícil separar o concebir esta idea. Es cierto que el nudo borromeo permite que al ser tridimensional haya otra cosa que en la cabeza empieza a funcionar, creo que no es lo mismo establecer dos dimensiones que establecer tres, que es lo que yo creo que Lacan aporta cuando nos señala no tres registros, sino tres dimensiones con tres registros que es la complejidad. Lo difícil es separar esta huella y la memoria, que es donde tú has empezado a trabajar, es porque de esta huella no sabemos más que por la memoria.
E. Van Morlegan: Ahí es donde Freud pone la percepción.
M. Moreno: Hay una suposición de huella, suposición de sujeto. Estamos en una suposición.
R. Lévy: Sí, yo estoy de acuerdo y me parece muy importante lo que señalas, pero son preguntas para desarrollar. Todo esto nos abre todas las preguntas que tú dices ahora.
M. Moreno: Lo interesante sería ver todo esto referido a la clínica.