María-Cruz Estada
Cártel de Protocolo 2012-2014
3 de octubre 2014
Desde 2005 llevo pensando lo que me dijo un colega de AF después que presenté mi primer trabajo en un cártel de Protocolo.
Yo le decía que nuestro cártel había intentado poner en la lista a los miembros que nos habían producido algún desplazamiento en nuestra posición subjetiva. Entonces mi colega me dijo que había que tomar en cuenta también lo social y no sólo el inconsciente.
Tras haber sostenido durante nueve años mi primera afirmación contra la de mi colega —es decir que habría que tener en cuenta sólo los efectos de inconsciente—, acabo de cambiar de opinión… aunque no completamente; esto ha ocurrido a partir del momento en que establecimos la lista en la última reunión y la discusión que tuvimos en torno a ella. Voy a intentar dar cuenta de este debate personal.
Si decimos que en la lista se pondrá a los colegas cuya práctica clínica y teórica atañe a la ética tal como la asociación la sostiene a través de su experiencia… ¿qué tienen que ver la ética y lo social? Lo social tiene más que ver con la moral. Es cierto que no podría inscribir en la lista a un analista que entrara en una relación personal con un analizante, o al analista que habla a su analizante de otros analistas (cosa que algunos hacen sutilmente y otros menos sutilmente), o a alguien que se escaquea cada vez que le cae encima una tarea institucional… por ejemplo el Protocolo institucional.
Eso no quiere decir que esa persona no pueda ser analista en otro momento o que otro cartel que tome las cosas por otro sesgo no pueda inscribirlo. Que alguien sea o no inscrito en la lista, atañe sólo a la parcialidad subjetiva de los integrantes de cada cártel y del recorrido que van haciendo juntos durante los dos años.
A pesar de todo esto, aun me resisto a inscribir a alguien por motivos sociales. No es porque alguien sea buena chica o buen chico para la Asociación y trabajen sin descanso que deberían aparecer en la lista. El Otro social espera de nosotros algo que sería del orden del Ideal del Yo, pero… ¿dónde está ahí la ética? El deseo del Otro social no es lo mismo que el deseo del deseo del Otro. Y la ética, según Lacan, tendría más que ver con la cuestión de ceder o no ante su deseo… que es deseo del deseo del Otro y no deseo de un objeto o deseo de presentarse como objeto para el Otro.
Si lo que debemos hacer como analistas estuviera definido por lo social, no habría nada que hacer como sujetos, ya que las figuras de lo social, taponarían la falta en el Otro
Una joven analista que acaba de ser mamá, miembro de una asociación muy lacaniana, me escribe diciendo que mientras amamanta a su hija pactó una interrupción de algunos meses de su análisis. Al despedirse, dijo a su analista que a su vuelta quería hacer «el fin de análisis» (estoy segura de que captan la idealización de este fin convertido en sintagma como si no hubiera más que un modo de fin de análisis). Su analista le dijo que muy bien, y que durante estos meses de interrupción leyera cosas sobre el fin de análisis y que lo trabajarían juntas a su vuelta. La demanda de la analizante era entonces absolutamente coherente con la respuesta del analista.
La joven cuando me escribe esto pone cantidad de signos de interrogación… que se convierten en anzuelo que me lanza para que sea yo quien se haga cargo de las dudas que tiene sobre la respuesta de su analista. Me hice cargo sólo a medias respondiéndole que el mejor texto sobre fin de análisis será el que ella haga en el après-coup de su cura, ya que se trata de una cuestión entre lo instituyente y lo instituido.
He aquí las figuras de lo social. En este caso, se trata de lo que algunos analistas lacanianos esperan DEL final de análisis que no es lo mismo que lo que se ha escuchado en el après-coup de UN final de análisis (que es lo que Lacan esperaba del pase). Si mi remitente lee en los libros lo que se espera del fin de análisis, podrá ser una buena chica para su analista.
En Foucault se trata también de una ética previa de la que sale un discurso moral, pero la ética del analista es una consecuencia del discurso del analista y no lo contrario. Cuestión como siempre de los tiempos lógicos.
Finalmente, ¿porqué habría estado yo dos años rompiéndome la cabeza si no hubiera más que elaborar un Protocolo (y aquí el nombre sería justo) de acuerdo a la moral psicoanalítica de algún maestro y nada más? Y puesto que la moral cambia según las épocas, ¿cambiaría también la ética del analista?
Y si no se trata de eso, ¿deberíamos quizá recurrir a los orígenes, a los fundamentos, a lo más inconsciente de lo inconsciente persiguiendo la integridad de Antígona? Estaríamos en el Ideal. He aquí lo imposible de esta tarea del Protocolo y su tensión inevitable.
A propósito de la lista, yo pensaba que ésta que es mi segunda vez, sería menos difícil para mí. Pues no. Y es que aunque suponga un poder el de nombrar, es engorroso. Lo que para mí no está bien es nombrar a todos los miembros de la Asociación como lo ha hecho algún cártel en nuestra historia. ¿Por qué? Pues de entrada porque es escaquearse de una tarea institucional, pero sobre todo porque muchos de los nombrados cuando se nombra a todos, no sienten que su inscripción sea legítima, ya que aquellos de quienes se esperaba un acto… se lo ahorraron.