M. Ferrazzi . Discurso/Estructura /Clínica
Antes de empezar voy a deciros algunas cosas sobre el título que he escogido.
DISCURSO, qué son estos discursos que J. Lacan nos propone y qué lugar ocupan en la organización del sujeto. Esta cuestión va a ser el hilo conductor de mi trabajo.
ESTRUCTURA, el problema de la estructura es que se puede pensar que en ella reside todo, en un todo muy bien identificado y que no se puede poner en tela de juicio. De ahí a la ortodoxia solo nos queda un paso. Entonces, ¿no se puede pensar para el sujeto en una estructura de la flexibilidad, de lo que varía? y ¿acaso no llegaríamos a esto, en el mejor de los casos, con los nudos y los hilos que las tejen?
CLÍNICA, qué hacemos con todo esto frente a los analizantes. ¿No existe el riesgo de una discrepancia, de una contradicción entre lo que creemos o creemos saber y lo que hacemos? Y esta discrepancia ¿no es acaso esencial para que surja el análisis?
“Perdónales señor porque no saben lo que hacen”, pero hacen lo que saben, porque el saber para ellos está en el lugar de la verdad. Si tuviese que calificar el pensamiento de J. Lacan, diría que ha logrado pensar el desorden, sin por ello ponerlo en orden.
Sobre la cuestión de la estructura, en Francia tenemos costumbre de hablar de tres estructuras de la personalidad, según el tipo clínico que se quiera precisar: psicosis, perversión y neurosis. Quedaría por saber si esta designación es habitual o si responde a una necesidad. Independientemente de ello, el resultado es una especie de cerramiento que haría que cuando a una persona se la califica dentro de una estructura ya no se la puede calificar dentro de otra.
Esto constituye un modo de identificación clínico más bien práctico, pero más bien rígido. De hecho ¿esto corresponde a la dinámica del psicoanalista cuyo objetivo no consiste en calificar un estado con sus síntomas sino permitirle al sujeto poder lidiar con ello? De hecho, ahí reside, probablemente, la mayor diferencia entre Ferenczi y Freud.
Parecería que con Lacan solo nos podríamos referir a una única estructura, la del sujeto en relación con el Otro, al pequeño otro, a la falta y al inconsciente
Lo que diferenciaría los distintos modos de economía del sujeto sería sus modos de defenderse verneinung, verleugnung y verwerfung, lo que corresponde ciertamente a los tres estados que he mencionado anteriormente cuando hablaba de la estructura.
No obstante, con el concepto de discurso, Lacan introduce una variante importante en este sistema que parecía simple y claro. Esa variable puede declinarse de la forma siguiente: si no podemos poner en tela de juicio la estructura del sujeto como tal, el discurso en el que se ve atrapado un sujeto podría modificar su economía. Esto constituye un cambio bastante radical de punto de vista, por el mero hecho de que entonces un sujeto pude verse atrapado en varios discursos distintos sin que su estructura como sujeto se pueda poner en tela de juicio. La variable sería, entonces, de naturaleza económica y no estructural.
No obstante, si seguimos a Lacan en su dinámica de elaboración, nos podría dar la sensación de que es algo inacabado, que no ha llegado a su fin. Como voy a plantear más adelante, Lacan varió en repetidas ocasiones la cualidad de lo que atribuía al lugar de cada elemento, así como las flechas que lo organizaban. Estoy hablando de los casos de discurso.
No se puede pensar que Lacan se desanimase en el camino, sino que su postura habitual era más bien la contraria. Tampoco podemos pensar que quizás tuvo miedo de que se recuperase de una forma engañosa su elaboración teórica, no era su estilo el dejar de avanzar una elaboración por miedo a ser entendido incorrectamente.
Podríamos también pensar que estos discursos, tal y como los identifica, podrían ser una forma de imaginarizar el contenido que quiere darle a lo que comunica, como en el esquema óptico, en el esquema L, el grafo del deseo, etc.
Parece, en cualquier caso, que con los 4 discursos no pasa lo mismo, ya que si Lacan determina tres de esos discursos en función del modo de la relación con la falta, añade dos más. Uno que va elaborando al mismo tiempo que los tres primeros, que es el del psicoanalista. Y otro que había mencionado antes de aclarar estos 4 discursos, que acabará de elaborar un poquito más tarde. Y esto es importante, empezó antes, ha hecho los cuatro discursos y luego acabó, es el discurso del capitalismo.
Estos dos discursos no son exactamente del mismo registro que los tres primeros, porque indicarían una forma de escaparse de ello, o de salir airoso de ello. Esto también lo voy a tratar un poco más adelante.
Nos damos cuenta pues de que no se puede tratar de una cuarta estructura, sino de un modo de economía del sujeto distinto del que se identifica habitualmente en el plano clínico.
Cabe destacar otro elemento, en la elaboración de Lacan los cuatro discursos aparentemente tienen una coherencia por el juego de cuatro signos de los cuales, solo el posicionamiento, crea una diferencia. Mientras que para el discurso del capitalismo pasa algo totalmente distinto.
Estoy planteando el motivo de esta aparente incoherencia, porque el efecto así producido es el de una oposición fundamental, véase una incompatibilidad, entre el discurso del psicoanalista y el discurso del capitalismo y, quizás, encontremos allí el motivo de que se haya añadido este quinto discurso. ¿Acaso por ello podamos llamarlo discurso como los cuatro otros? Os dejo que respondáis.
Otra cuestión fundamental ha recorrido mi trabajo ¿los cuatro discurso pueden servir de herramientas para los psicoanalistas en el desarrollo de las curas? ¿Nos pasa que a veces pensemos “anda mira, este está atrapado en este o aquél discurso”? Personalmente sí que me ha ocurrido, pero en la mayoría de los casos me ha ocurrido cuando tiene que ver con el quinto discurso, el del capitalismo.
Os voy a ofrecer una viñeta clínica que ya evoqué en París. Es una analizante que ejerce una profesión liberal y que me habla a menudo de su hijo, que tiene 19 años, y habla de él así “hace falta que mueva el culo que vaya para delante. Ha pasado la selectividad este año, es necesario que la obtenga. Lo estoy sacudiendo siempre porque le falta energía. No obstante, si quisiese, podría”.
Me quedo en silencio, me parece que solo logra hablar de su hijo en términos de rendimiento y de producción. De hecho, siento en mí una cierta irritación, de hecho la vuelvo a sentir ahora que estoy hablando de la viñeta de nuevo. Y prefiero callarme, en lugar de defenderme de esta irritación o incluso jugar con ella. Como hace bastante a menudo, llama mi atención, claro, yo también tengo que ser rentable. Me dice, “a que sí, ¿no?, ¿no es verdad lo que estoy diciendo?” Y, entonces, ante mi silencio se siente confundida y empieza a hablar de la historia del nacimiento de este chico. Me cuenta “yo es que quería un tercer hijo. Era como una necesidad, una pulsión”. Le digo: “¿y no un deseo?” Ella dice: “bueno… sí un deseo, si se quiere llamar así”. Como si estuviésemos frente a un abismo e hiciese falta algo que nos evitase caer en él. Entonces yo me vengo un poquito y le digo: “es que tiene que servir para algo todo esto”.
Ella como para recuperar un poco terreno dice: “Sí, tuve un deseo, un poco como un deseo en sí, como una fuerza vital que me empujaba”. Entonces, yo le respondo, entonces era el deseo lo que colmaba y no el niño. Ella me dijo, “fue distinto a los dos otros. Los otros dos hijos servían para hacer una familia; un padre una madre… dos hijos, todo iba bien.
Yo dije: “¡Ah!”
Y ella: …
Tres sesiones después la analizante ya no sabe que decirme. Trata de
decir algo en una ocasión diciendo: “ Y, ¿qué podría hacer yo?
Yo le dije: “ ¿por qué quiere usted necesariamente hacer algo?”
Ella dijo: “Ah, sí, es verdad”.
Luego hubo sesiones de silencio, y digo, llenas de silencio. Porque este silencio evocaba una angustia que aún no podía decirse y era más útil, a mi entender, que las palabras convenidas que acostumbraba esta analizante a proferir, aunque sea una persona con agudeza y sensibilidad. Iba a tener que cambiar de discurso. Esto de repente tomó un giro inesperado, un abuelo minusválido en silla de ruedas y el miedo de una herencia para su tercer hijo. Así pues, la falta se desplazó ligeramente y empezó a hacer posible un trocito de camino.
Me pasa, a veces, que pienso que una persona esté en vuelta en un discurso del amo, del universitario, del histérico… Pero ocurre rara vez en las curas, es más bien cuando escucho a ciertos colegas intervenir en el marco de los seminarios, y de los congresos…, y rara vez es para hacerles un regalo. Es vano decir que no lo utilizo, de hecho es una cuestión aparte.
Un discurso puede no tener la misma calificación en función de si se coge en el marco en el que se dice o en el marco en el que se escucha.
Lacan fue muy astuto al desarrollar su seminarios desde un lugar en donde había analistas, pero que no podía ser entonces un lugar del psicoanalista sino, como decía muy a menudo, un lugar del psicoanalizante. Es decir, un lugar en el algo no se ve cerrado y sigue pudiendo haber una posibilidad. Y un lugar en el que invitaba a cada uno de los miembros de su audiencia a venir con él y a interpretarlo.
¿Por ello logro escapar al lugar del amo para unos y del histérico para otros? Así, pues, no está claro que esta herramienta sea una herramienta muy cómoda para un psicoanalista. A menos que se haga preguntas sobre sí mismo, por ejemplo, sobre desde qué lugar enuncia cosas en el marco de la cura. Pero esto solo puede hacerlo “après-coup”, porque si se hiciese la pregunta en el momento de intervenir, esto ya querría decir que está al margen de su lugar.
Entonces, ¿una herramienta? Sí, pero más bien para las supervisiones, los análisis de control y grupos de trabajo sobre la práctica de la cura.
Ahora me gustaría desarrollar con más precisión qué relaciones dinámicas se pueden descubrir entre la estructura de un sujeto y los discursos en los que se puede ver atrapado al hilo su historia.
Es durante su seminario de 1969/1970 cuando Lacan va a forjar a través del “El envés del psicoanálisis” lo que va llamar “los discursos”, que determina que son cuatro y ninguno más. No obstante, en una conferencia en Italia en 1953, abordó la cuestión de un discurso del capitalismo, retomado en junio de 1972 en una conferencia en Milán titulada “De un discurso capitalista” y que confirmará en 1973 en “Televisión”.
Este es un primer punto que llamó mi atención, ¿Lacan tenía la intención de añadir un quinto discurso al del amo, del universitario, el histérico y del psicoanalista? “Ni uno más” dijo, y volvía una y otra vez sobre esta afirmación. Entonces, ¿qué necesidad lo empujaba a esto? Lo que voy a afirmar hoy es que para Lacan el discurso capitalista no es un discurso de la misma forma que lo son los demás y el discurso del psicoanalista tampoco, pero los dos tienen un contexto común.
¿Cómo precisar las características que Lacan le otorga a un discurso? En lo que a mí respecta, identifico tres puntos esenciales, pero que no son exhaustivos:
-Un discurso crea vínculo social, es decir, que es capaz de organizar un modo, una forma de consistencia de relaciones entre los individuos. Veremos que estas relaciones son de dominación o de explotación.
– Un discurso determina un lugar simbólico del sujeto en este modo de relacionarse, en particular, al inscribirse en una de las categorías de la falta: privación, frustración, castración.
– Un sujeto puede acceder a estos diferentes discursos sin que por ello pierda su lugar de sujeto. Ya que, si cada uno de estos discursos puede plantearse como un modelo único de referencia para un lugar de sujeto, puede también alternar con otro. Lo que no parece posible, es que puedan combinarse o aglomerarse. No obstante, un discurso puede tener un efecto que producirá una reacción, el paso a otro discurso, permaneciendo el sujeto en un lugar identificable. ¿No es este el resorte mismo de análisis?
Creo que es este tercer punto el que ha determinado la manera en que Lacan va a representar estos tres discursos a partir de cuatro signos (y ninguno más) que se van a situar en un orden tal que la secuencia S1-S2-a- $ permanecerá estable, a pesar de los cambios de lugar dentro del cuadrante. Una observación atenta al orden de estos discursos en el seminario “El envés del psicoanálisis” es instructiva. Hasta el capítulo IV, Lacan los ordena colocando el discurso del universitario en primer lugar, al hacer esto, respeta el orden de rotación de los signos según una lógica formal, puede verse (tal como lo ha puesto en la pizarra) giran en círculo.
Se pone S1 y, a partir de ahí se ve como giran. Pero en el capítulo V modifica este orden a riesgo de perturbar la dimensión formal, para poner en cabeza el discurso del Amo y mantendrá en el tiempo en esta decisión.
Escribe los cuatro discursos
AMO S1———–à S2 UNIVERSITARIO S2 —————-àa
$ a S1 $
HISTERIA $———–à S1 PSICOANALISTA a—————-à $
a S2 S2 S1
Y el DISCURSO DEL CAPITALISMO $————à S2
S1 a
A este respecto, podemos avanzar varias interpretaciones:
- Lo primero que resulta coherente es poner S1 en la parte de arriba a la izquierda para comenzar la serie, lo que hace que el discurso del Amo esté en primer lugar.
- Lo segundo sería pensar que esta dinámica está determinada y que Lacan dejaría de lado una lógica formal para aferrarse a una lógica estructural del sujeto que podríamos aclarar diciendo que para el sujeto todo habría comenzado así, de ahí esa precaución que adoptó Lacan de colocar este discurso del amo en primer lugar. (Tras lo que estamos viendo actualmente en Francia y en otros países con el auge de extrema derecha, podríamos preguntarnos si cuando un discurso muestra sus límites, es decir, cuando el lugar del sujeto se vuelve incómodo o se ve empujado por elementos inesperados, ¿no existirá la tendencia a una vuelta al discurso del amo en su posición de primer lugar, un amo al cual el sujeto se puede identificar pensando retomar una seguridad que se había perdido?)
¿Qué es discurso del Amo? S1———–à S2
$ a
Es un discurso en el que el significante-amo S1 se encuentra en el lugar del semblante. En otras palabras, que el punto de origen de la castración se halla en el lugar de semblante, lo que podría invitarnos a pensar que pudiese haber uno que no estuviese castrado. En el “hay de uno” del seminario “O peor” Lacan nos demuestra que habría que pensar un múltiple sin “uno” y que la multiplicidad no puede y no debe ser un múltiplo de una unidad, a falta de que, si hay de lo uno, amenazan entonces la exclusión y el de-ser (Es por lo que Lacan nos remite a Umberto Eco, que no hace ontología. Así hacemos un guiño a U. E)
Recordemos la conclusión de este seminario que evoca un ascenso inexorable del racismo. En este discurso, el sujeto podría gozar de un saber absoluto que le garantizaría un beneficio, a costa de una sumisión al amo, dejando su posición de sujeto barrado en lo desconocido. El sujeto se ve privado pero no puede identificarse con el Amo y debe permanecer al amparo de su omnipotencia, que se convierte en indispensable para que pueda seguir existiendo. Aquí tenemos una forma de identificación que hayamos en la psicosis, por ejemplo.
¿Qué es el discurso del Universitario? S2 —————-àa
S1 $
Aunque esto pudiera parecer paradójico, en el discurso del Universitario es el saber (S2) lo que está en el lugar de semblante. En “O peor” (Ed. Seuil, pág. 219) Lacan afirma que para “fingir que se sabe, hay que saber fingir”. El objeto “a” está en el lugar del goce y el sujeto barrado en el lugar del plus de goce. Así, por tanto, el significante amo (S1), que está en el lugar de la verdad, conduce a lo real y el sujeto no tiene nada que decir sobre todo esto. Se puede incluso pensar que la subjetividad se ve rechazada en provecho de una generalización, de una universalización que se impondría al mayor número de personas, de manera que el sujeto solo podría revelarse en una reproducción de un saber frente al cual se somete. Un saber para todos podría ser un lema aparentemente seductor, se haya en la idea de la felicidad para todos, si no tenemos en cuenta que el sujeto se tiene que desdibujar frente a un saber que se le prodiga. Así que estamos lejos del saber en el lugar de la verdad. Aquí nos acercamos a la idea de que el bien de todos sería el bien de cada cual, y que la verdad dictada (como pasa en las estadísticas y en los cientifismos) afectaría también al bienestar de cada cual. De esta forma, tendríamos la confirmación que el discurso del Universitario está tan cerca del capitalismo como el del Amo.
Qué pensar de esta universalidad- universidad sino que apunta a la caída de la subjetividad, en tanto en cuanto mantendría una individualidad, una particularidad de un sujeto y, por tanto, organizaría el rechazo de un amo único o de un dios. Esto podría parecer un progreso o una diferencia de buen presagio en relación al discurso del Amo, pero ¿no hallamos aquí la posición sadiana? Y este mundo hecho de universalidad ¿no es la esencia de la posición del perverso? quien organiza su vida en función de su diferencia, pero al mismo tiempo rechaza cualquier particularismo en el otro, un perverso que valora las situaciones en las que conoce a personas con las que puede encontrar puntos de diferencia comunes que lo confortan en su verdad.
Pasa esto con un paciente que hablaba de su malestar con respecto a un “orgullo gay” celebrado en Alemania, “es como si tuviese la impresión de que no soy normal, porque soy hetero. Si bien, no tengo nada en contra, a priori, contra las personas homosexuales”
Podemos, no obstante, entender que el discurso del Universitario puede ser una alternativa frente al discurso del amo. No lo suprime, pero puede servir para ordenar los efectos. Podría resultar sorprendente evocar estos dos discursos a la hora de organizar el lugar de sujeto, cuando este se puede ver expulsado. Pero aunque se ve atrapado en el discurso, también le puede servir para sostenerse en él al mismo tiempo. Lacan en “El revés del psicoanálisis” (pág 213) dice: “Es el secreto del saber en su situación universitaria (…) al nivel del sistema universitario, se espera una cierta producción (…) Se trata quizás de obtener este efecto, de sustituirle otra cosa (producción)”. Los que se han visto atrapados en el juego de un perverso pueden entender algo de lo que acabo de decir.
Os voy a hablar de una viñeta clínica y he de decirles que este analizante me dio la pista para llevar a cabo este trabajo.
Tiene 38 años y lleva haciendo un análisis desde hace más de 8 años. Ha hecho estudios universitarios hasta un Máster 1. Luego optó por una licencia profesional y trabaja actualmente en una administración. Ha pasado la oposición que le ha permitido acceder al puesto de funcionario A. Pasó la oposición pero, para lograrlo, el responsable regional de esta administración decretó que las personas que accediesen a este puesto debían tener un Máster 2. Incluso si no se requiere este Máster para poder pasar la oposición, ya que pasarla es el único requisito indispensable.
Inicialmente, a este analizante le pareció gracioso, me decía “ se me va a pagar este año por hacer a tiempo parcial pseudoestudios, de los que no voy a sacar nada; y a partir de ahora voy a hacer el trabajo que llevo haciendo mucho tiempo a media jornada, pero pagándome mejor”.
El problema es que, al cabo de 3 meses de seguir esta pauta, el analizante empezó a funcionar mal de forma evidente en el marco de la Universidad, si bien seguía siendo alguien muy profesional dentro de su profesión. No entendía por qué actuaba así, porque nunca había tenido ese tipo de comportamiento. Atacaba, en particular, a los profesores, les preguntaba: “¿no os molesta fingir?” Y decía, “llevo haciendo este trabajo 11 años, pero a partir de ahora no estoy aprendiendo nada”. A veces, se exponía a una sanción disciplinaria. Comencé invitándole a que hiciese una libre asociación, sin que buscase una coherencia dentro de esta situación, que se limitase a decir lo que le venía a la mente. Gritó “son una panda de enculados”, y se puso a llorar. Se dio cuenta, entonces, que vivía ahí en la Universidad lo que vivió durante su infancia, frente a las acciones pedófilas de un adulto en posición de autor
idad y de modelo para él. Porque era una persona que hacía deporte a un nivel muy alto, que había sido víctima de su entrenador que era pedófilo cuando el analizante era joven. Esto puso término a su conducta. Identifiqué en esta historia algún elemento de mi propia experiencia cuando realicé mis estudios en la Universidad, aun cuando yo no he tenido esta vivencia traumática. Hizo resonar en mí algo que tiene que ver con mi propia experiencia universitaria.
¿Es que el precio que hay que pagar para prescindir del amo es renunciar a la propia subjetividad? Antes de mis estudios universitarios ocupé un puesto de peón, el puesto más bajo en una empresa, con un empresario paternalista en los años 60. Entré con este formato en la Universidad y estos estudios me transformaron totalmente, me adherí a un movimiento de extrema izquierda, era la época de las Brigadas Rojas. Salí de ahí precisamente por la cuestión del proselitismo. Luego fui un errante y es así como se llega al psicoanálisis, errando.
¿Qué es el discurso del Histérico? $—————-à S2
a S1
Es el sujeto barrado quien está en el lugar del semblante y el objeto es el que está en el lugar de la verdad y es del significante amo que goza el histérico, que no se deja alienar por la búsqueda del saber. El saber el histérico lo mantiene silenciado y el amo, que supuestamente tiene que gozar, se ve castrado. Es un paso más en la sucesión de discursos en tanto, si hay uno que no está castrado, a este se le mantiene a distancia o se le pone en tela de juicio. Pero, si bien en el discurso del amo el inconsciente no se revela y en el discurso del universitario el discurso se pone en el lugar del semblante, en el discurso del histérico está en el lugar del plus de goce. Entonces, el discurso del histérico le daría al sujeto una posibilidad de constituirse, de obtener un saber o, más bien, de un deseo de saber. El Amo le ha confiscado el saber al sujeto (esclavo), el Universitario lo ha puesto en el lugar del semblante, o como medio de presión, el Histérico se lo devuelve… pero lo afronta por el hecho de que si no hay relación sexual, él se pone en el lugar de lo que se puede entonces desear.
(Frente a la tendencia a hablar de la histeria en femenino. Ferrazzi plantea que no hay por qué ponerle sexo al histérico).
Tenemos, entonces, tres formas de explotación, una, a través de la omnipotencia, otra, por el control engañoso y una tercera a través del engaño. A lo que me trato de acercar hoy es a que estos tres modos estructurales que podrían parecer antinómicos no son ajenos al sujeto y pueden convivir de forma más o menos silencioso en cada sujeto. Es su unicidad o su desconexión lo que generará la patología a través de las estructuras de la psicosis, la perversión y la neurosis. Esto plantea varias cuestiones:
- ¿Se organizan éstas formas como estadíos de evolución del sujeto y, por consecuencia, de los social? (Ya que lo social está estructurado como el sujeto y no a la inversa, y si hay una diferencia fundamental entre Freud y Jung es esta). La hipótesis de los estadios es seductora pero peligrosa. Porque entonces cada patología sería una parada en la trayectoria. No lo pienso para nada. Postulo, por el contrario, que de forma muy precoz, en su entorno afectivo, el niño se ve confrontado a una intrincación de estos tres discursos y que los recibe y los incorpora tal cual. Es en el juego de las identificaciones, seducciones y satisfacciones en el que se saldará la tendencia dominante; el resto, aunque teniendo una menor influencia, seguirán siendo aptos para manifestarse.
Sabéis que estando Lacan en Suecia, creo que fue Pérrier quien vino a avisar rápidamente a Sèrge Grenoble diciéndole: “no vayas a ese hotel porque Lacan está convencido de que has puesto micros en la habitación y te va a dar un buen sopapo”.
- Tampoco tenemos que caer en la solución fácil de asimilar el discurso con la función. Una persona en situación de dominación, de educación o de profesorado o que se sabe hacerse querer, puede estar en posición de amo, de histérico, de universitario e incluso del psicoanalista
A este respecto, incluso si no es de lo que quería hablar, Lacan cuando disolvió su escuela en 1980, dijo claramente que lo que motivó su decisión fue : “Que un efecto de grupo consolidado se ha llevado a cabo en detrimento del efecto de un discurso”. El grupo hace “pegamento (colle) o escuela (écolle)”, dicho de otro modo, que otros discursos que no son el del analista tendrían un efecto que abarcaría todo el espectro esperado por Lacan del discurso del psicoanalista como posible vínculo social. Veía como el espectro de la IPA lo atrapaba, cuando él había hecho todo lo posible para neutralizarlo. Esta idea de grupo consolidado es por otra parte interesante. Me limito a evocarla, aunque quizás hablemos de ello más adelante. Para que el analista pueda subsistir, acaso ¿sería mejor tener un grupo no tan consolidado? Creo que es una pregunta importante.
No he dicho hasta ahora nada sobre el discurso del Psicoanalista, esto se debe a que tengo la intención de hablar de él al mismo tiempo que del discurso del Capitalista. Si bien lamento que Lacan no haya elaborado un discurso religioso, creo que esto no ha sido una casualidad. Planteé hace un tiempo esta cuestión en París y la idea no ha dejado de preocuparme. Voy a evocar este punto ahora pero no voy a volver a hablar de ello- Lo religioso no es la iglesia. Se Podría pensar que los discursos se pueden multiplicar en un sinfín de versiones, a partir del momento en que se sale de estos cuatro signos. Podría existir, por ejemplo, el discurso del artista. Faladé, por ejemplo, escribió algo sobre el discurso del obsesivo…pero por qué Lacan no elaboró el discurso religioso, ¿no es una casualidad? He tratado durante algún tiempo de hallar una respuesta a esta cuestión. Para Lacan lo religioso se sitúa siempre como punto de inicio, punto original. Lo que voy a decir a continuación lo he encontrado en un artículo poco conocido, publicado en Ornicar nº20/21 (pág 175), un texto que se titula ”El señor A”, en el que dice: “ Sepan que lo religioso va a tener un auge del que no se pueden hacer ni la más mínima idea. Porque la religión es el refugio original del sentido”. Así que lo religioso vendría antes que el discurso y en él se fundaría todo discurso. Plantea la cuestión del vínculo del discurso con la ciencia, que no puede ser otro que el discurso del Amo, por el que se ve limitada la esfera de las matemáticas como fundamento, es decir, que las matemáticas serían el punto de origen de la ciencias. O bien, la ciencia renuncia a su ortodoxia y tendríamos entonces el cientifismo tal y como lo recupera el capitalismo.
Esto es un vínculo anexo, pero merece la pena ser mencionado.
Si Lacan dice que Marx se inventó el síntoma con el concepto de plusvalía, también es porque, a su manera, Marx habría fundado un punto de origen al plantear el proletariado como tal (dixit Lacan en el mismo texto).
En lo que respecta al discurso del psicoanalista, es el único de dice no a la función fálica como realización del sujeto. El objeto se halla en posición de semblante y el saber (el inconsciente) en el lugar de la verdad. Esta verdad solo se puede decir a medias. Y en esto se ve planteada toda la función de la interpretaci
ón. “Amar la verdad es el amor de esta debilidad (…) el amor de aquello que la verdad esconde y que se llama castración (…) la verdad, es la impotencia” ( “El envés del psicoanálisis”)
Podemos tratar de ver esto desde los dos ángulos de la cura: en la butaca, el analista va a sostener el lugar que le ofrece un analizante, independientemente de cual sea: Otro; Sujeto Supuesto Saber; a; o S1 significante “psicoanálisis”, es decir, que no obligatoriamente como analista. Hay personas que vienen a ver a un psicoanalista y es el psicoanalista es el que hace las veces de significante para el analizante.
Había un humorista francés, de origen italiano que decía “yo no soy racista, tengo un disco de Sidney Besger (¿)”. Para algunas personas las cosas funcionan así.
Pero el analista no caerá en la trampa y no pondrá en juego ninguna dimensión de dominación o de explotación del analizante. Se mantendrá a una cierta distancia, un desdecirse, a menudo, y un discurso que surge, ahí donde no se le espera y que sería la interpretación y esto se repetiría hasta que el analizante renuncie a encontrar una plenitud, la satisfacción que lo colma y acepte la incompletud como signo de su posición y no ya como signo de su falta de ser. Ahí no le quedan muchas opciones, decide que se siente mejor, incluso se ve un poco decepcionado por la dimensión inesperada de este resultado. O bien, pone fin a la cura, o bien opera un desplazamiento de su posición deseante dando los pasos necesarios para convertirse el mismo en analista. La castración no opera ya como falta del objeto de satisfacción sino que convierte en el soporte mismo del sitito ocupada. En otras palabras, ya no es una cosa de más que hay que eliminar, sino que se convierte en la esencia misma del lugar que hay que sustentar. El saber en el lugar de la verdad no tiene otra significación.
La cuestión que esto plantea no es sencilla ¿Acaso esto puede generar un vínculo social? No voy a responder, pero apunto que este elemento es un punto problemático. Se ve claramente, incluso, en las discusiones entre psicoanalista, cómo la castración no viene siempre a ocupar este lugar de sustento del sujeto y cómo se puede tratar de seguir obviándola.
Lo que es muy interesante es que es ciertamente una alternativa al resto de discursos. ¿Esto abre la puerta a la posibilidad de otra estructura? La respuesta puede hallarse en el seminario “El síntoma”, en el que Lacan evoca la posibilidad de que exista un cuarto anudamiento (os recuerdo que va incluso a decir que Joyce no tiene necesidad de hacer un análisis). Pero, ¿es una cuarta solución o es un modo de compensación, por no decir un modo de reparación, de una de las tres estructuras? Y además, ¿es una solución estable? ¿Por qué los analistas no pueden detener su práctica incluso a las puertas del final de su vida? Si se detuviesen, ¿se detendría el efecto del discurso del psicoanalista y su deseo correría el riesgo de cambiar de consistencia, como si el psicoanálisis tuviera un efecto equivalente al de la estructura pero que este efecto llevaría a cabo en la dinámica de un discurso y no ya en la construcción de las funciones psíquicas?
En lo que se refiere al discurso capitalista ¿se puede hablar de vínculo social, cuando sustituye el riesgo de ser explotado por el riesgo de ser excluido?, cuando sustituye las diferentes formas sintomáticas por una forma única: ¿sería entonces la posesión del objeto la que determinaría al sujeto, un objeto que ocupa el lugar de la producción? ¿El objeto consolaría al sujeto (Un consolador?) autorizándole a olvidar su barra y el explotador sería entonces aquel con quien el sujeto tendría que identificarse?
Cuando fui un obrero en mi juventud, los obreros estaban con su mono de trabajo, con su gorra, con la comida y el borde de la botella de vino tinto que salía de su atillo. El sábado por la tarde y también el domingo por la mañana, a veces, estaban vestidos de azul limpio. Así que se les identificaba con un personaje que no era el explotador. Hoy os lanzo el desafío de que intentéis hacer la diferencia entre un obrero, un empleado o un profesional liberal. Es lo que yo llamo la identificación al explotador.
¿El discurso del capitalista ofrece una alternativa a las tres estructuras identificables en la clínica? La frecuentación de nuestras consultas nos demuestra con creces que los registros clínicos iniciales pueden verse abarcados pero que se mantienen y la evolución política nos demuestra que un regreso al discurso del amo sigue siendo la solución que puede plantearse con más facilidad para el sujeto en riesgo de exclusión. Así que estamos en un circuito infernal, el sujeto se identifica con el amo del sistema que lo excluye. Es uno de los rasgos esenciales del discurso del capitalista.
Podemos decir que el discurso del capitalista no instaura nada pero permite por un tiempo abarcar la estructura implantada.
(M.C. Estada: ¿qué quiere decir?)
Que este discurso va a permitir al sujeto una identificación, pero que es transitoria. Hay numerosas parejas con niños, una propiedad, un perro, un coche nuevo, una asistenta americana (en Francia es demasiado caro) y un divorcio inesperado. Hay una parte de este modelo que los cegaría un poco, como si fuesen ciegos (M.C: que los ha mantenido durante un tiempo en la ceguera) y hay algo del sujeto que de pronto se despierta y ve que está fuera de lugar.
Os puedo hablar, no ya de casos de divorcio, sino de cambio de profesión. El análisis de una mujer que era Ingeniero Agrónomo y se convirtió en periodista, otra era ingeniera en electromecánica y se convirtió en ortofonista y otro que era investigador en el marco del acelerador de micro partículas y ahora cría caracoles, y son felices.
En un momento dado este discurso ha dejado de funcionar cuando estaban en situaciones florecientes, muy prósperas. Ahora ganan mucho menos dinero pero tienen la sensación de existir. Hay un vuelvo a la castración en su organización que viene a devolverlos a sí mismo.
M.C. Estada: Muchas veces han cambiado los síntomas en el cuerpo por una falta del orden del dinero (se escucha mal)
M. Ferrazzi: Es verdad
Entonces, entre saber lidiar con el síntoma e integrar la castración como condición esencial del sujeto (esto es el discurso del psicoanalista) y ocultar su síntoma bajo la ilusión de una forclusión de la castración, por lo tanto del sujeto, hay un desfase considerable. No obstante estos dos discursos, cada uno a su nivel, parecen producir crisis.
En París propuse una versión del discurso del capitalismo, invirtiendo una flecha. Fue un crimen de lesa majestad pues, por mucho que Lacan diga que es magnífico y que las cosas le va bien al sujeto, incluso sin el sujeto, cada vez resulta más evidente que las cosas solo pueden funcionar creando crisis en un nivel u otro. Crisis que están cada vez más cerca unas de otras y que están cada vez más generalizadas. Así que en el fondo las cosas no van tan bien como se piensan.
Por último, me hubiera gustado dedicarle más tiempo a la cuestión del discurso del psicoanalista como vínculo social, pero esto constituiría en sí el tema de todo un seminario y luego, de todos modos podemos hablar de ello.
A modo de conclusión:
Con la idea de evolución y de progreso, la tendencia consiste es esperar, en provocar un paso a otra cosa que sería mejor. ¿No es a esto a lo que el progreso ha respondido en su forma industrial, médica y científica? No obstante, si tenemos que lidiar con tres estructuras clínicas, es evidente que una vez llegados a la tercera, no podemos más que seguir dando vueltas. Es precisamente en este punto en el que podemos situar la alternativa freudiana que respondía a la del progreso industrial: la historia tiene un sentido y
el movimiento de la civilización que le acompañaba. Freud propuso una cosa increíble: el progreso no consiste en la búsqueda de algo más, consiste en aceptar los límites del psiquismo y en reconocer que el inconsciente es portador no tanto de la posibilidad de “otra cosa”, sino de un “hacer de otra manera”, de tratar de saber lidiar con ello . Si no me equivoco Freud llamaba a esto “la roca de la castración”
COLOQUIO
MC.Estada: Hay muchas cosas muy sugerentes en lo que has dicho, hay algo que me ha dejado con más ganas de profundizar que otras cosas, y ha sido cuando has hablado de los grupos consolidados y has dicho que para que el psicoanálisis exista, quizás sea mejor un grupo menos consolidado-
M. Ferrazzi: Puedo deciros lo que pienso y lo que me ha llevado a escribir esto. Creo que cuando se está en el lugar de psicoanalista no se puede tener otro saber que lo que analizante aporta, en tanto se puede oír algo en ello. Es decir, que es el analizante el que es el depositario de nuestro saber. Qué puede pasar cuando varios psicoanalistas se reúnen. Quien será el oyente del otro y si no soy oyente del otro, cuál es mi lugar. A parte de estar cada uno encerrado en una especie de esfera, o de estar todos a la escucha del otro sin que haya ninguno que sepa. Me parece que muy rápidamente nos abocamos a la crisis. Una de las soluciones sería la que halló la IPA, es decir, que vamos a establecer un saber y nos vamos a referirnos todos a este saber.
Público: establecer un saber ¿en qué sentido?
¿Cómo se desarrolla la formación en la Escuela Freudiana en Francia? Ahora tengo tres analizantes que han pasado por ahí y se han dado cuenta que no sabían nada y han decidido hacer un análisis. Dan clases teóricas sobre Freud, y cada tarde después de la clase hay una especie de locales cerrados en el fondo de la sala donde hacen una sesión de análisis. Al cabo de 3 años, no 4, no 2, no 5… tienen que escribir una memoria que demuestre que han entendido algo de lo que han aprendido. El análisis que hacen se considera como un análisis didáctico, al cabo de 3 años salen con el título de psicoanalista. Eso es lo que yo llamo un saber cerrado.
Público: ¿No hay crisis ahí?
No hay crisis, estamos casi en un discurso universitario. Después tienen que hacer 2 análisis con la supervisión (no 4, 3… ) como mínimo durante 3-4 años. Luego su supervisor va a ver un jurado y se les reconocerá como psicoanalistas de la escuela.
Público ¿Estos son los de Miller?
No son la gente de la IPA, es el sistema básico, tipo, de la IPA. Cuando hay un deseo real de analista, porque no creo que el deseo de analista venga con el análisis, creo que está dentro de la demanda inicial, salen ahí con su diploma de analista , con gente que se tiende en su diván y se dan cuenta que no entienden nada y que no oyen nada. Entonces les entra una especie de acceso de angustia y van a hacer una verdadera demanda de análisis, si eso existe. Bueno, tratan de confrontarse con su inconsciente.
Les puedo dar el ejemplo de una analizante hace 2 años y medio que tuvo 3 hijos de tres padres diferentes y hace poco en mi diván se planteaba si no había algo raro en este hecho. Todo esto para deciros qué había estado haciendo durante lo que se suponía que era su análisis. Y cuando le planteé qué quería decir con “raro” salió por el juicio negativo, con respecto a la función del padre, y esto y aquello. Es lo que había aprendido ella. Entonces, le dije ¿es que no hay nada positivo en todo esto? ¿no está usted acaso realizando algo de la madre o de la mujer que ninguna otra mujer podría permitirse? Se quedó asombrada, flipada, silenciosa.
Entonces quizás un grupo consolidado sea esto. En la mente de Lacan, creo que pensaba que sus alumnos, porque así los llamaba, eran demasiado lacanianos. Porque creo que es bastante importante lo que he mencionado de pasada en mi texto, creo que realmente Lacan ha hecho una teoría del desorden, no del orden como lo que ocurre en la IPA. Es decir, que lo que Lacan esperaba del discurso del psicoanalista es que le permita al sujeto cambiar su destino. Pero ¿cómo lograrlo? Quizás, como él lo decía, elevando la impotencia a lo imposible. Es decir que, hay algo de lo imposible que esté tan cerca de lo real que no se simbolizaría pero se lo identificaría como tal.
M.C. Estada: Es la posibilidad de la invención
M. Ferrazzi:Por supuesto
MC. Estada: que no es lo mismo que…no me acuerdo de la palabra que has utilizado
S. Ortega: Sería eso la forma de hacer de otro modo?
¿De cambiar el destino del sujeto? Marcar una inflexión. Sería la imagen de una curva que cambia de orientación. Aquí lo interesante es la palabra “inflexir”
MC. Estada: hacer una inflexión, en español también, es hacer un cambio de rumbo
P. Pascual: Es un cambio de rumbo que avanza a otra cosa
MC. Estada: avanzar ya es decir otra cosa.
Lo que es interesante es ver como la cercanía de la imposibilidad con respecto a lo real, lo que va a permitir al sujeto recuperara una capacidad de simbolización. Es esto lo que va definir a lo imposible. A saber, el riesgo que hay al final. Si llevamos demasiado lejos la simbolización ¿no nos exponemos a darnos de bruces con lo real? ¿A caso Lacan no es la figura mítica de este movimiento en su historia misma?
MC. Estada: Es decir, que había ido demasiado lejos en lo simbólico… y ¿por qué dices que ….(no se escucha).
Porque ha acabado realmente en lo real. Era afásico, su yerno escribía sus seminarios en su lugar. Estaba en todas las representaciones de análisis freudiano en su escuela, sentado en su butaca, silencioso, meado el pantalón con un cáncer de colon que no se quería curar y sabía que iba de bruces contra la muerte y seguía recibiendo a gente.
Creo que es una cuestión muy importante esa relación entre la simbolización y lo real. Es algo que se tiene plantear un psicoanalista. Hasta dónde? Y si ya se deja de ser psicoanalista, ¿no reside ahí el riesgo? Cuando se es psicoanalista se está en un movimiento de creación que tiene una capacidad de simbolización y no hay que pararse porque si nos paramos quizás haya un trocito de real que nos espere agazapado en el bosque.
MC. Estada : Pero habría una alternativa que a seguir recibiendo a gente meado y cagado, que sería poder inventar otra cosa que no pase solamente por cobrarle a la gente porque te huela.
M. Ferrazzi: Creo que Lacan ha esperado esto de sus alumnos toda su vida.
MC. Estada: Pero él no ha podido hacerlo
M. Ferrazzi: No, creo que él estaba en una postura sumamente dolorosa a este nivel, al ver que tenía alumnos que eran seguidores suyos y que ninguno podía autorizarse a interpretar lo que él decía-
Creo que quizás ocurrió una vez con F. Pérrier cuando extrajo del análisis de un obsesivo Pour Littel … y Lacan le dijo a Pérrier, realmente eres un analista. Como Pérrier se hundió en el alcoholismo, entonces no volvió a repetir esta nominación
S. Ortega: Tengo una pregunta que a lo mejor la puedo lanzar. Cuando se dice que lo simbólico va más allá o más lejos, mi pregunta es ¿no es el mismo simbólico fálico del Otro con el que se comienza la cura? Y esto tendría que ver con esto de la nominación del último Lacan? La nominación sería otra forma de relacionarse con lo simbólico?. No sé si decir esto…pero bueno, lo voy a decir: cuando ya has llegado más allá de lo fálico con el atravesamiento del fantasma. No sé si estoy diciendo una tontería…
M. Ferrazzi: La tontería está muy bien porque ayuda a avanzar (S. Ortega: A mi seguro). Si nunca hubiese dicho una gilipollez nunca hubiera avanzado.
M. Ferrazzi: Sobre la nominación como tal, es un tema sumamente peligroso. Voy a salda
r el tema un poco rápido.
S. Ortega: Voy a hacer una broma, puedes acabar con los pantalones meados …
M. Ferrazzi: La nominación es una elección. No hay nadie más nominado que un personaje elegido. Y no querría relacionarme con esta persona como analista
Esto es una versión de la nominación que hacemos del no-nombre. Ser nominado no es existir a través del nombre del padre, es existir a través de una función.
Luego está la nominación en la cura, es otro tema pero no sé si eso es a lo que apuntabas tú… Porque lo simbólico no puede agarrarse a una nominación en ningún caso. A través de la nominación lo único que podemos es reactivar algo del orden de lo imaginario, es la interpretación lo que va a reactivar las cosas por el lado de lo simbólico.
Por ejemplo, una paciente que me habla de su madre. Nos ahorramos los detalles de la historia. En un momento me veo obligado a decirle: “su madre está loca”. “ Es fin de todo en la familia, le atribuye a unos hijos el odio y a otros lo que está bien y puede sustentar esto a través de las generaciones, puede repetir con tus hijos lo que ha hecho contigo. Está fuera de cualquier historicidad. Está en una posición cerrada, que no evoluciona, que es una postura de la locura”.
Esto reactivó toda una serie de cosas de forma, es el caso de esta paciente que pudo autorizarse a pensar que todas las ideas que tenía en su mente hasta ese punto eran acertadas. Esto le dio una serenidad, una tranquilidad, disminuyó su angustia, pero no ha cambiado nada en lo que respecta a su lugar como sujeto en su vida, en relación con sus hijos, con su marido, … Es una nominación y no una interpretación
La interpretación llegó un día en que le dije, es una mujer que siempre tienen dolores de espalda, que está muy rígida, que le dije que toda su vida había estado resistiendo con su cuerpo. Ahí, en ese momento, hubo toda una vertiente de asociaciones que pudieron abrirse para ella, en su forma de relacionarse con los otros, con su familia, etc, y consigo misma. Así que aquí me gustaría marcar la diferencia entre la nominación y la interpretación.
No obstante, lo que me hace pensar lo que has dicho, es si acaso el paciente que viene a vernos para hacer un análisis, sigue estando atrapado en algo que tiene que ver con la simbolización fálica.
¿Acaso no es un tiempo del análisis llevarlo ahí?, es una pregunta que planteo. Hay pacientes que van a contentarse con eso y hay otros que van a entrever un trocito de real que va a incitarlos a ir más allá, a ir más lejos dentro del proceso de simbolización.
No sé si he respondido a tu pregunta.
S. Ortega: Sí, gracias.
M. Ferrazzi: Con respecto al tema del grupo consolidado también querría hablar de la cuestión del pase. Lo que me planteo es si Lacan no planteo algo que tiene que ver algo con una transmisión posible, porque en la base de lo que puede consolidar un grupo está la transmisión, es algo que no se puede obviar.
Lacan podría haber pensado, si A le habla a B, no hay transmisión. Si A le habla a B, que a su vez le habla a C, quizás aquí podamos implantar un proceso de transmisión, pero nunca hemos podido descifrarlas claramente
Porque las cosas acababan frente a un jurado.. mientras Lacan estaba ahí quizás acudiera algo de la transmisión.
En cualquier caso, cuando dice que el pase es un fracaso, no es el pase lo que es un fracaso sino el intento de transmitir algo. Cuando se habla a otros analistas tiene que ver con el lugar del analista o del analizado.
M.C. Estada: Siempre escucho mucha confusión en los psicoanalistas entre la enseñanza y la transmisión. Transmisión solamente “après-coup”, podemos decir si ha habido. Quizás el error del pase, que tiene muchas cosas interesantes, es creer que se puede hacer un dispositivo previo y que es para la transmisión. Para mí es más interesante la marca del caso, que ha tenido un efecto de transmisión en momentos puntuales, en los muchos años que llevo haciéndola. En momentos puntuales, no siempre. El dispositivo no está para promover la transmisión, está para otra cosa. Es una cuestión de los tiempos.
M. Ferrazzi: Es verdad que la marca del caso puede en ciertos momentos abrir algo que tiene que ver con el inconsciente. Pero cuando se trabaja con un texto como este también, porque en un momento dado…esto no lo había pensado hasta ahora.
MC. Estada: A veces te respondes ahora a cosas que tú te has planteado en el Congreso de hace 5 años.
M. Ferrazzi: Sí, claro.
M. Lora: De todos modos, esta cuestión del fracaso, me parece que es algo sobre lo que incide Lacan, lo que trata en Radiofonnía y Televisión, donde habla concretamente de que tenemos que estar preparados para el fracaso, porque es lo que se puede esperar del trabajo. Pero no como una cuestión cierre sino como una cuestión de apertura, pienso…
M. Ferrazzi: Sí, aquí volvería hablar de la relación que hemos establecido antes entre lo simbólico y lo real. El fracaso podría situarse ahí. La cosa con la que nos vamos a chocar irremediablemente. Pero no podemos hacer este trabajo sin darnos de bruces. La espera del fracaso la situaría ahí. Puedes avanzar pero en un momento dado se van a bloquear las cosas.
Es esto lo que permite una apertura, esta impotencia erigida en imposible. Porque lo imposible ofrece un margen y la impotencia plantea las cosas de forma fija, ya de entrada.
Creo que esta dimensión del fracaso la hallamos en una cura exitosa. El analizante siempre se siente desilusionado. Si no está desilusionado, mal. La mejor manera que podremos tener para responder de esta cuestión es pasar del otro lado de la butaca.
MC. Estada: Por eso los análisis de la IPA muy frecuentemente terminan en un acceso maniaco. Cuando han hecho todo lo que había que hacer, pueden estar muy contentos de haber terminado… al contrario de una decepción. Están muy contentos, u poco maniacos…
M. Ferrazzi: Es una cuestión más técnica pero, lo mencionábamos antes, cómo los lacanianos no se refieren suficientemente al Edipo y como los miembros de la IPA son incapaces de salir de una referencia al Edipo. Pueden decir que en su vida no tendrán las ocasiones suficientes de confrontarse con todas las variantes posibles del Edipo y esto les permite seguir adelante sin cambiar nada.
Si bien Lacan, con las herramientas que nos ofrece mediante sus discursos, nos obliga en cierta manera a salir de un saber cerrado. Es algo de lo que está en juego cuando leemos sus seminarios donde hay esquemas, demostraciones, matemas, etc. Que son sistemas sumamente cerrados y que tendríamos que sospechar de nosotros mismos si los entendemos demasiado bien. Porque como tales no quieren decir nada más que hay algo real debajo de ellos, pero no hay que confiarse demasiado.
Si se quita el hilo de los nudos podemos se convierte en un juego extremadamente interesante. Pero hemos quitado lo real, porque lo real es el hilo.
MC Estada: Has dicho algo que creo que he entendido mal, algo entre la incompletud y la falta en ser, con respecto al analizante. He entendido que has dicho que pasaría de la falta en ser a la incompletud con el análisis. Pero no sé si te he entendido bien. Me parece un poco rara la formulación
M. Ferrazzi: No sé si la formulación está muy clara. Lo que quería decir es que sería el pasaje de la falta en ser no ya como algo a compensar sino como la trama en sí de la constitución del sujeto.
S. Ortega: ¿Sería esto el ser del goce?
M. Ferrazzi: ¿El ser del goce? El termino del goce quiere decir que el ser… no lo utilizaría para hablar del ser sino del no-ser. Porque el ser del goce puede ser el efecto supremo esperado del discurso ca
pitalista. El discurso del capitalista tendería a decir: gozáis ergo sois. Y la condición para esto es la exclusión del sujeto. Entre ser y goce hay una incompatibilidad.
MC. Esrada: Eso es lo que explotan todos los anuncios que vemos en la televisión.
M. Ferrazzi: No existimos nunca tanto como cuando nos falta algo.
MC. Estada: Pero es que antes, conseguirlo todo estaba reprimido, en los anuncios también. Siempre estaba como medio simbolizado, medio imaginarizado… (no se escucha), pero ahora lo dicen directamente. Por ejemplo, para jugar a la lotería “¿quieres conseguirlo todo?” La diferencia es que ahora ya no está reprimido, ahora se puede decir todo sin vergüenza, no hay vergüenza ya.
Püblico: La llave es ser rico
M. Ferrazzi: Es el goce. Al mismo tiempo vemos también como los objetos pierden su capacidad de responder al deseo para solo responder al goce. Cómo un objeto nuevo es un futuro desecho. Porque tras el número 3, habrá un cuarto y después un quinto, y la gente está dispuesta a cambiar en cuanto llegue el próximo número. (Se escucha mal) El goce de la posesión y no la realización del deseo lo que se está potenciando.
Público: Dijiste algo de que el deseo de analista ya está en la demanda, al principio.
M. Ferrazzi. Hablaba del deseo de analista, no del deseo en general. Es decir, que se puede saber casi ya desde las entrevistas preliminares si una persona está implicada en una dinámica hacia el análisis o en una dinámica hacia su análisis. Todo se juega en los dos o tres primeros encuentros, a este nivel. Porque no es el analista el que va a generar el deseo de analista en su analizante. Va a poder generar esta atracción.
Público: Entonces, ¿Qué hace?
M. Ferrazzi: Creo que de entrada es una postura frente al malestar existencial. Hay gente que viene y dice “vengo a verle porque quiero sentirme mejor” y hay gente que viene a verle porque quiero saber por qué estoy mal. Esa es la diferencia.
Transcripción: Margarita Moreno