Andrea Román: «Reflexiones sobre la ética en el caso cínico de un niño que no habla»
Lacanoamericana 2017
¿Como enfrentamos los analistas el silencio?, ¿como toleramos los analistas de niños la dificultad que se atraviesa cuando nuestro paciente no habla?
A continuación presentaré algunas reflexiones en cuanto al trabajo clínico y la ética de la escucha.
David es un niño misterioso, silencioso, camina ágil, cuidadoso, sin miedo entra en mi consulta y parece entusiasmado con los juguetes, David tiene 6 años.
David enfrentará el duro sistema escolar de mi país en aproximadamente un año.
La demanda de la madre es en relación a que el niño sea evaluado de forma “diferenciada” en el colegio, pues David debe integrarse, debe responder ante la demanda de una sociedad, que le pide, hable con profesores y compañeros. La madre espera de mi que extienda un informe, en el que yo pida de forma explícita que David presenta “mutismo selectivo” pues él no puede responder verbalmente a preguntas ni hacer intervenciones que demuestren lo aprendido.
Su madre explica que a ella no le molesta que su hijo tenga mutismo selectivo, piensa que él es así, diferente y que eso se le va a pasar con el tiempo, tal vez. Su madre contesta por él, en la calle, con la familia y amigos y les dice a las personas, “mi hijo tiene mutismo selectivo”. La demanda es entonces administrativa obedece más a un asunto practico, de cumplimiento de plazos y requerimientos externos, pienso que esto mismo puede hacer fracasar la terapia o que sea interrumpida por los padres una vez que remita el síntoma.
Nos encontramos una vez más ante una situación en la que el niño es traído por sus padres, la queja la traen sus progenitores, y el niño es el síntoma, el niño “es especial”, tiene una especie de status diferente en la familia.
“El mito de la norma (nivel intelectual, etc) y el deseo de los prejuicios científicos desempeñan el papel de factores de alienación social, no solo para el enfermo mental sino también para quienes lo curan” (Mannoni M., 1976:13)
Nuestro desafío es entonces ético, en el sentido aristotélico, de “hacer el bien”, nos debemos preguntar los analistas de niños para que y para quien, pues creemos en la urgencia de posibilitar que el sujeto emerja y desarrolle su propia subjetividad.
Lacan en el seminario 7 dirá:
“…los límites éticos del análisis coinciden con los límites de su praxis. Su praxis no es más que un preludio a una acción moral como tal siendo la susodicha acción aquella por la que desembocamos en lo real. “ (Lacan J., 1959:18)
Lo límites éticos del analista se ponen en juego en cada sesión de análisis en las que la abstinencia es esencial, llevar al límite este principio es en la praxis difícil, sobre todo cuando nos enfrentamos a síntomas como el de David.
David no emite palabra, sin embargo se comunica, me mira me muestra los juguetes, tiene una intención comunicativa. Mudo sin embargo se encuentra en el lazo social, solo habla con sus padres y unos pocos amigos.
Para tomarlo como paciente le explico a la madre como es mi trabajo, cual es mi orientación. Con David hago algo parecido aunque él parece no escucharme.
Le digo:
“David, entiendo solo hablas con algunas personas y que eso puede ser complicado (continúa jugando solo) para ti, creo que puedes venir acá y yo voy a esperar a que encuentres tú propia voz”. Él solo me mira.
Para cumplir con lo que le prometo a David, debo callar, enmudecer para acompañar a un niño a encontrar su propia voz. Debo esperar a que él logre retomar la cadena de significantes que se encuentra interrumpida, y que se muestra como síntoma.
Jugamos así un tiempo, sin apuros van surgiendo ruidos, que yo repito, al principio en un eco lo que produce en él un goce en la repetición. Al principio eran solo letras, luego sílabas, apenas enunciadas para luego transformarse en gritos y murmullos de supuestas conversaciones entre los personajes que se van construyendo en la historia que jugamos una y otra vez, sin embargo por meses no surge una sola palabra de su boca.
Pienso la escucha analítica como herramienta de liberación, que propicia el encuentro con el sí mismo, esta no es una meta es más bien un camino que va surgiendo en transferencia que permite andar el camino de la la dirección de la cura. Lacan habla del “ideal de autenticidad” (Lacan J., 1959:19) lograr ese encuentro con la propia verdad única y personal. ¿cuál es entonces el lugar del analista? Creo que es el del que sabe escuchar, y no taponea el advenimiento del otro con sus propias expectativas y tiempos. Se trata de un deseo de hacer bien, que es parte de su ética, suspendiendo su propios deseos, demandas, sin ceder a las presiones del ambiente, en este caso los padres.
Desde el punto de vista de los padres veo que ellos hacen de esta terapia una especie de acto de fe, porque pienso que, traer a su hijo con una señora que se dedica a jugar con un barco, un tiburón y a hacer ruidos con su hijo sesión tras sesión, no debe ser fácil. Me comentan que han consultado antes con otros psicólogos sin resultados.
A pesar de lo loca que puede ser esta terapia, mirada desde fuera, del pequeño mundo que compartimos David y yo, sus padres lo traen puntualmente todas las semanas. Me comentan que se va feliz, y a veces comparte con ellos partes del juego.
El padre comienza a acercarse su hijo, hace su mejor esfuerzo. Aparece el primer significante la palabra “casa” así casi sin querer comienza a incluir, palabras al juego.
David habla por primera vez con sus tíos. Van en el auto, sus padres sentados adelante. David le explica algo a sus familiares, emocionados enmudecen, los tíos hacen como si nada pasara y continúan la conversación. Es su primera intervención espontánea, la primera vez que dice algo de sí mismo sin que medie, la madre, le interprete o interrumpa su silencio. También ella hace su mejor esfuerzo, posibilita ese espacio para que él se exprese y emerja el sujeto obturado por su deseo, la madre es castrada por estas palabras que surgen desde su hijo y la alejan y el padre puede hacer su entrada. La madre llora en el auto, dice ella, sin que David se dé cuenta, algo se rompe entre nosotros, ella dice que llora de emoción, al escuchar a su hijo hablar con otros.
En una sesión sola con la madre me cuenta de un joven de su familia, que se suicida a los 19 años, ella relata que fue algo muy grave y determinante, nunca pudo entender cómo esto sucedió, pues era una persona integra, tranquila, alegre, con un futuro brillante, recién comenzaba la universidad. Me cuenta esto porque entiende que parte de sus miedos tienen que ver con el parecido que ve entre su hijo y su primo. La familia no habla de esto, nunca se supo nada de las causas de esta muerte, es una especie de secreto familiar.
El síntoma de David está enlazado con la imposibilidad de una familia de procesar esa pena, ese dolor tan grande sin explicación, mudas están las razones de esa muerte, nada se supo. Desde el nacimiento de David su madre llora teme que algo le pase, que muera. Al hablar David puede existir sin su madre, no necesita que ella hable por él, la descompleta, ya no es un niño “especial” diferente, pierde el status
David ahora habla en las sesiones, jugamos con un tiburón que devora todo, que destruye que quiere acercarse pero no es posible los del barco lo rechazan. Le teme al padre cada vez menos, él da pasos hacia la diferenciación con su madre e intenta una cercanía con su papá. Hablo con él de estos intentos de su hijo, él me escucha, David lo logra, juntos van al fútbol, al estadio, David lo espera en la puerta cuando llega del trabajo para salir a jugar, a la pelota, y conversar.
David habla ahora con, con sus pares, se reserva de hablar con ciertas personas. Hace poco hubo una fiesta nacional, se celebra la independencia, es una especie de carnaval, en el que se junta la familia extendida, primos, abuelos, tíos, etc. David habló en esa fiesta con todos ellos sin problemas, con su propia voz. Una vez que remite el síntoma, algo de lo real se asoma en las sesiones, aumenta el miedo a ciertos lugares dentro de la consulta…Es un caso en desarrollo.
Muchas gracias.
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LACAN JACQUES
Libro 7, La Ética del Psicoanálisis, 1959:18, Paidós, Buenos Aires.
MANNONI MAUD
El psiquiatra su loco y el psicoanálisis, 1976:13, SigloXXI Editores, DF México.