Carol Wattters – La construcción sintomática que modifica la relación del sujeto con el objeto, ¿tiene una parte incalculable?
París, Congreso de Análisis Freudiano 2017
En la practica clínica, observamos los caminos usados por los analizantes hacia el Otro de la transferencia. No necesariamente desembocan en la construcción del sínthome, tal como lo pudo hacer Joyce, sin analista en su caso.
Freud fue médico antes de ser psicoanalista. Era lógico por lo tanto, que intente reducir el sufrimiento, tanto psíquico como físico.
“Lo que llamamos el cuerpo, no es nada más que este residuo que llamaremos objeto a” Lacan, Seminario XX, p. 12
I/ El CUERPO
1/ En un sujeto psicótico
El caso clínico
D. está involucrado en una cura conmigo desde hace más de veinte años, envuelto en la trayectoria de una experiencia psicótica. De niño, se dejó impresionar por la piel ausente del pene del padre, que solía exhibirse desnudo en casa. No puede simbolizar esta marca en el cuerpo del padre, y remite al hecho de que su nombre fue cristianizado al momento de llegar en Francia, con el fin de ocultar su pertenencia judía.
La angustia de partición es permanente, como manifestación de la angustia psicótica. Para él, el esfínter anal desempeña el papel de tapón, que impide la evisceración. No desconoce la función de rotura que Lacan notaba en su seminario X (p.82). El analista se niega, mediante una intervención, “límpiese!!” , a aceptar su modo de goce caracterizado por el a anal, y que se manifiesta por un olor nauseabundo que invade la oficina a cada sesión. El efecto es una donación, una moneda de 1 franco, extraída de sus deyecciones, dentro de la taza del inodoro. Después de limpiada, se volvió brillante y objeto agalmatico. Involucrado en la transferencia, él incluye los significantes transmitidos por mi nombre, CW = WC (wáter closet). En la transferencia, no hay amor sino el amor del nombre.
La construcción del sínthoma
Este momento crucial, marcado por la donación de su fragmento, le permite actuar de otra manera para compensar la caída del cuerpo.
Involucrado, reconstruye el alfabeto, por un juego de homófonos, intentado hacer huecos en el lenguaje, para protegerse de la voluntad de goce del Otro.
Para ilustrar su descubierta, me narra una escena en la cual pudo, según me dijo, liberarse de un ataque de taquicardia (provocada por la angustia, ya que no tiene patología cardiaca), al descomponer la palabra CORAZON (Coeur en francés) gracias a su alfabeto.
C = esos ; O = huevos (en el sentido figurado, y decía: “los huevos (los cojones) se parecen al corazón) ; E = aire ; U = del ; R = corazón
La transferencia está en la letra, en una tentativa de barrar el objeto a.
Aunque el S1 esté vinculado al goce, segmenta, no su cuerpo ni tampoco el pene del padre, sino que el lenguaje, la “no-función de a, el libro de la metonimia pura” dice Lacan (Seminario XX p. 388): “Lo importante, no es lo que dijo, sino el mensaje codificado que está adentro … ustedes no lo realizan porque no son psicóticos … tengo todo mi alfabeto, por ejemplo PERRA (Salope en francés), ¿está sucia? No, ella folla, S.A.L.E. = ¿será de ella? y HOP! (juego de homofonías en francés) Ella actúa. Descompuse, letra por letra, ¡y esto me dio un fuerte orgasmo!”
“El más puro ejemplo del significante, es la letra, una letra tipográfica” dice Lacan en 1960 en su “Discurso a los católicos” (p.23). Continua así “Estrictamente hablando, un sentido solo nace de un juego de letras o palabras en la medida en que se propone como modificación de su empleo ya aceptado. Esto supone en primer lugar que toda significación que adquiere este juego participa de las significaciones a las que ya estuvo ligado, por extrañas que sean entre sí las realidades implicadas en esta reiteración. Llamo metonimia a esta dimensión que constituye la poesía de todo realismo. Esto supone, por otro lado, que toda significación nueva solo se engendra por la sustitución de un significante por otro, lo que constituye la dimensión de la metáfora, por la que la realidad se llena de poesía.”
Si Joyce, en cuanto artificer tiene la voz de un hijo, voz que trae una cierta competencia sobre el significante, la competencia de D. en cambio permanece incierta. Con su nuevo alfabeto, su sinthomación consiste en nombrar las cosas a su manera, para constituir un objeto que lo represente en cuanto sujeto, y que tiene más valor de comunicación.
2/ En un sujeto neurótico
El caso clínico
En Introducción al narcisismo, 1914, p.90, Freud escribe: “Ya dije una vez que tendía a categorizar la hipocondría del lado de la neurastenia y de la neurosis de angustia, como tercera neurosis actual. Es verosímil asumir que no vamos demasiado lejos al representarse que un pequeño elemento de hipocondría participa regularmente a la formación de otras neurosis. El ejemplo más brillante es la neurosis de angustia y la histeria que se construye a su alrededor”.
-
: “… ella/ la hipocondría/ dependería por lo tanto de la libido del yo, y lo mismo con las otras (histeria y neurosis obsesiva) que dependerían de la libido del objeto; la angustia hipocondriaca seria, por parte de la libido del yo, el pendiente de la angustia neurótica.”
P. al consultarme, después de una recomendación de un familiar suyo, cardiólogo, por sus severas crisis de angustia relativas al funcionamiento de los órganos de su cuerpo. El más pequeño dolor de cabeza se volvía en la expresión de un tumor en el cerebro, una tensión en el brazo izquierdo de un infarto, un dolor de barriga en un cáncer del colon … La angustia, de tan insoportable, lo obliga a dejar su trabajo para consultar los servicios de urgencia de la clínica mas cercana, en ambulancia, o a veces, en pánico, él llama a los bomberos. Los médicos de emergencia le dijeron que tomara magnesio, chocolate, bananos, ¡que consulte un psicólogo! Su juego con las palabras, su acceso a la metáfora lo inscriben en la neurosis histérica.
Las perturbaciones empezaron hace 30 años, cuando tenía 10 años, por una sanción colectiva en CM2 (quinto año) que consistía en quedarse parado por un tiempo.
Para que el malestar no se reproduzca, dejó sus actividades deportivas, como judo o bicicleta, aunque le gustaba mucho … se puso a tocar guitarra. “!Es menos peligroso!” dice. Con la complicidad de su madre, faltó clases muy fácilmente por causa de malestar, e incluso algunos meses por una fractura de la pierna. Con 14 años de edad, poco tiempo antes de entrar al liceo, un hombre, conocido de la familia, muere en su cama con 30 años de edad. Pensó en un tumor en el cerebro … y la fobia de las enfermedades se instaló.
Luego se agregaron los malestares de tipo espasmofilico, igual que su padre, que incluían tetania.
La relación con el cuerpo, dice Lacan en el Seminario El Sínthoma (p.148) “no es una relación simple para ninguno – además que el cuerpo tiene huecos. Es, según Freud, lo que hubiera debido llevar al hombre en la vía de estos huecos abstractos que remiten a la enunciación de cualquier cosa”.
Consultó un psiquiatra durante 2 o 3 años, que murió durante el tratamiento en un accidente en montaña. Continuó las entrevistas psicoterapéuticas con otro psiquiatra por algunos años, porque los trastornos se agravaban : agorafobia, crisis de angustia, ganas de vomitar. Esto tuvo como consecuencia el establecimiento de un tratamiento a base de remedios, una respuesta mas o menos convincente para luchar contra la realidad del cuerpo, pero él depende de esto: ansiolíticos y anti-depresivos, que sigue tomando desde hace 20 años. Incluso viajó hasta Montpellier para consultar un eminente Profesor de psiquiatría.
Sus trastornos no lo impidieron seguir sus estudios en economía, hasta el Master 2, actualmente dirige el servicio financiero de una empresa, asume muy bien esta posición de alto nivel y de responsabilidad, se siente apreciado por sus colegas y la dirección general.
Su madre falleció hace 5 años, de la reincidencia de un cáncer del útero. Su padre, viudo, empezó a fumar, a gastar dinero y a frecuentar personas poco recomendables, según él, (la secretaria de la empresa que vendió). Mi paciente rompió la comunicación con él algunos años. Ahora, en el contexto de la cura, volvió a conectarse con él.
La construcción del sínthoma
En la ocasión de su aniversario (tiene 45 años), compartió conmigo su desespero al constatar el estado de blandura de sus músculos. Se siente sin energía. Entretanto, en la ocasión de una de sus pocas visitas, su padre le propuso una bicicleta que ya no usaba y que tal vez lo podría interesar. Tras algunas hesitaciones, y gracias a mi intervención favorable, acabo aceptando. En el primero paseo, cae, se lastima, y la bicicleta está dañada, inutilizable. Intervengo para decirle que a pesar del accidente, la experiencia demuestra que el cuerpo puede existir en otros registros que el de la enfermedad.
Esta intervención banal, no calculada, tiene efectos inéditos, no esperados. El responde : “En mi situación, ¡es el deporte o la muerte!”
A partir de este momento crucial, las quejas hipocondriacas disminuyen, a medida que su cuerpo se involucra en la actividad física, en el agieren, que no es una reproducción de lo idéntico, sino una producción nueva, inédita.
En nombre de su formula “el deporte o la muerte”, que entiendo como una base para poner en actos una cesión de goce. Construye su cuerpo, empezando por sus músculos en un gimnasio que frecuenta tres veces a la semana, también pasea en bicicleta. Viene a consultarme en traje deportivo, involucrado en la transferencia, y literalmente se escuchan las dos silabas trans y faire (hacer; homónimo de transfert en francés), como lo subrayaba Robert Lévy en el congreso de 2011, se trata de hacer una construcción, una creación, para intentar barrar la a. Construyó su cuerpo, apoyándose en una practica deportiva que fija su goce.
En vacaciones algunas semanas en Brasil, recae, y se precipita en un hospital para una revisión completa. El año siguiente, las vacaciones se desarrollan sin incidente. A su regreso, me anuncia que pondrá un fin a nuestras entrevistas, estoy de acuerdo. Vino a la sesión siguiente, la ultima.
II/ EL DESARROLLO TEORICO
La posibilidad de distanciar el objeto a
“Loco … no es un privilegio … para la mayoría, lo simbólico, lo imaginario y lo real están mezclados.” (Lacan Seminario XXIII p.87)
Cada sujeto entretiene una relación singular con el objeto a, a medida que avanza la cura analítica, esta relación se precisa por el material traído, recuerdos, sueños. El analista constata que, sea cual sea la estructura, la posibilidad de distanciación del objeto a como real, varia con cada analizante. ¿Será el sujeto equipado para ceder su goce y para resistir a la atracción que ejerce sobre él el objeto a?
“Es a pesar de todo, difícil decir que no podemos hacer girar nada alrededor del pivote del objeto a, cuando se trata de la psicosis.” (Lacan, Cartas del EFP n°7, mayo 1970, pp.135-137). El goce, en la psicosis, al contrario de la neurosis, no está extraída del campo de la realidad del sujeto, o de su cuerpo, y tampoco se concentra en el objeto a.
El objeto a causa angustia, condensador de goce, para el sujeto neurótico aparece como una intrusión. No se puede especular y se sustrae pues, al imaginario, esta carencia protege el sujeto neurótico, emparejado para extraer el goce.
“Si de repente, el ello no falta, es en este momento que empieza la angustia” (Lacan, Seminario XI).
Del síntoma al sínthoma
El paciente viene a un encuentro con un analista para presentarle su síntoma, es el motivo de sus quejas, del orden de lo real, y da la ilusión que hay una relación sexual que intenta escribir. Avanza en una trayectoria que presenta al analista, el Otro de la transferencia. El trabajo analítico transforma el síntoma descifrable en un sínthoma fuera del sentido.
El analista, refiriéndose a la ultima enseñanza de Lacan, constata el fracaso o la ruptura del vinculo RSI en el habl-ente que se ha vuelto su analizante. Una vez la transferencia establecida, se trata de hacer una construcción, una creación para intentar barrar el a.
Esta creación es justamente el sínthoma, del lado del hecho de que no hay relación que pueda escribirse acerca del goce sexual para el habl-ente. En eso, participa de la contingencia y la aplica a lo simbólico.
El determinismo:
Ya en 1995, retomando Freud, evoca el determinismo de la experiencia analítica, según las dos modalidades de lo necesario y de lo contingente: “Hay una relación estrecha entre la existencia del azar y el fundamento del determinismo.” (Seminario II, p.340)
La regla de las asociaciones libres da al paciente neurótico la ilusión de asociar, “por acaso”, el cree estar aboliendo el azar. Pero esta bajo el imperio del significante para inscribir este significante en sus determinaciones et inscribirse en ellas como sujeto.
Lacan : “… ninguna tirada de dados en el significante abolirá el azar, porque (…) que ningún azar existe fuera de una determinación del lenguaje, y eso se cual sea el aspecto bajo el cual se conyugue, automatismo o encuentro.” (Escritos, p.892).
Incumbe al sujeto con el analista, responder a esta determinación del lenguaje.
Lo incalculable, el azar, la contingencia
Lo que no podemos calcular deja el espacio libre al azar, que se relaciona con lo real. El azar, “lo que no deja de escribirse” es por lo tanto, el nombre de una causa prima, acerca de la cual no podemos saber por anticipación si puede ser interrogada por lo simbólico.
La idea de azar pertenece a la experiencia de la vida, a través de la cual podemos sentir el carácter inesperado de algunos eventos. Az-har es una palabra de origen oriental, que quiere decir dados, ¿juego de dados?
Contingencia, del latín contingens contingere. Tangere es la raíz latina y el supino tactum = tocar, encontrarse contingere se vuelve a pasar por casualidad. Lo que puede ocurrir, encontrarse o no, y se opone a necesario.
La contingencia designa eventos no necesarios, que pueden ocurrir o no, ser o no ser, sumisos al azar.
La función fálica
En Lógica, la contingencia es uno de los cuatro modos de la lógica modal de Aristóteles: “muchas cosas existen y ocurren por la acción de la fortuna y por la del azar”, retomado por Lacan en su Seminario XX: lo necesario, lo contingente, lo posible y lo imposible. Según estos modos, él considera la función fálica :
-
como necesaria, “no deja de escribirse” y se repite a través del síntoma (Seminario XX, p.86)
-
como contingente, ya que puede “dejar de no escribirse” en lo que se enuncia, como causa de deseo, durante una experiencia analítica
Lo contingente es “lo que deja de no escribirse”. Por eso dice Lacan : “Por lo tanto, la aparente necesidad de la función fálica se revela ser apenas contingencia” (Seminario XX p.87)
La interpretación
En el análisis el sujeto se involucra en un proceso de lo necesario, presenta sus síntomas en un discurso donde el elemento literal no deja de reconducirse en su actividad de codificación por el automatismo de la repetición, el automaton, cerca de lo arbitrario dice Lacan (Seminario XI), hasta acceder a una contingencia que puede “dejar de no escribirse”.
El analista intenta intervenir, en función de su relación con el kairos y con la tuchê. El kairos es el tiempo de la acción oportuna, el instante presente, que se relaciona con un momento de ruptura, con una inclinación decisiva. Ejemplo : “Limpiese!” si nos referimos al caso clínico de psicosis presentado anteriormente.
La tuchê es el encuentro de lo real, del incalculable, cercano a la noción de azar, Zufall, dice Lacan (Seminario XI).
Lo importante es llevar a cabo la cura de tal manera que de una oportunidad al analizante de producir una invención.
“El psicoanálisis es un “arte” de la interpretación” escribe Freud en 1923 (Psicoanálisis y teoría de la libido).
Cuando la interpretación, que deja de no escribirse, hace rotura en el desenlace del discurso que no deja de escribirse, algo pasa del lado de la construcción del sínthoma. Se trata de la transformación de un síntoma descifrable en un sínthoma excluido del sentido.
La interpretación es un dicho que hace nudo, sino corre el riesgo de ser un bla-bla-bla sin relación con lo real. Ella no deja de no escribirse.
CONCLUSIÓN
“Lo contingente puede articularse al azar, a la condición de que aquel se insriba en este orden de repetición que interroga su propio movimiento. Lo contingenta seria entonces el ultimo movimiento de onda de lo que ha sido desencadenado por el azar en lo simbólico”. (Joseph ATTIE LM n°161, p.18).
La construcción sinthomática tiene una dimensión incalculable del lado de la contingencia, que puede o no articularse con el azar.
Esto no necesariamente desemboca en un sínthoma stricto sensu, como Joyce, pero en un aparejamiento del goce es posible, sea fluctuante, variable, o estable, es entonces el final de la cura. Lacan dice al final del Seminario El Sínthoma que “el psicoanalista no puede concebirse de otra manera que como un sínthoma. No es el psicoanálisis que es un sínthoma, es el psicoanalista.”