Robert Lévy – “¿En qué consiste pensar cuando hablamos de reminiscencias?”

SEMINARIO II 2017-2018 – Robert Lévy

Enero 2018

 

Este año, dado el título que nos convoca, podemos precisar de qué trata nuestro campo en relación con el llamado “campo de las ciencias” que ahora se ocupan mucho del campo de las memorias. En efecto, no hay reminiscencia sin “reminisciencias” que postulan un cerebro que sería el origen del pensamiento mismo. Un pensamiento que sale directamente del cerebro como órgano.

Y sin embargo, cómo no cuestionar aquí de nuevo lo que Lacan llama “la relación narcisista con el semejante que es la experiencia fundamental de desarrollo imaginario del ser humano1”.

En efecto, el pensamiento para nosotros es ante todo ‘ese algo que el sujeto experimenta de entrada como extraño para sí mismo, en su interior2’ y que no es otra cosa que el yo, experiencia del yo, decisiva para la constitución del sujeto. Ese ‘extraño para sí mismo’ es un poco del mismo orden que cuando nos damos cuenta de lo que ha ocurrido realmente y constatamos que lo que ocurrió es diferente de lo que hubiéramos deseado o incluso que, simplemente, lo habíamos olvidado. Entonces para hablar de algo que ocurrió siempre tenemos dificultad para captar o decir algo que concierne a lo que ocurrió. En este sentido, hay que distinguir el yo y el sujeto, ya que este último, como nos indica Lacan, no es el que piensa.

El yo en formación es también lo que aporta una coherencia al conjunto del saber, lo que reúne todos los fragmentos dispersos del recuerdo.

Y como nos indica Lacan, no hay técnica para trabajar esto, sino un ‘arte’ en el sentido de lo que en la Edad Media se llamaba ‘los artes liberales’, es decir, la astronomía, la dialéctica, la aritmética, la geometría, la música y la gramática…En otros términos, se trata de toda ciencia concebida a la medida del ser humano3.

Y respecto a esto, no tenemos nada que temer de los avances de las ciencias y, en particular, de las neurociencias.

De donde esperamos algo es de las interrelaciones del sujeto con su entorno, esa famosa ‘intersubjetividad’ que a Lacan no le gustaba mucho, pero que hoy nos hace soñar con que ciertos mecanismos de la epigenética constituyan un eslabón importante para comprender las interrelaciones del sujeto con su entorno.

Por ejemplo, ahora con la epigenética se postula que todo lo que fue dicho a propósito del origen genético del autismo es cuestionado porque no es genético en el sentido de la relación con un gen concreto, sino que la genética en sí misma se modifica por la relación con el entorno. Lo que es un paso muy importante para nosotros, ya que con lo relativo a la influencia del entorno es con lo que trabajamos desde siempre o al menos desde Freud.

Marga: Se trataría entonces de que no hay un material dado, sino que hay un material que en el momento en que entra en contacto con el entorno se empieza a transformar. Sería la idea antigua del fenotipo.

R.L.: Exactamente. Es decir que ahora se puede decir que el genoma se transforma con las distintas experiencias de la vida. No sólo experiencias biológicas. Y particularmente en el ámbito de los problemas infantiles precoces.

Podemos hacer aquí un paréntesis a propósito de la ‘intersubjetividad’, en la medida en que Lacan la rechaza en provecho de la transferencia que es, en todo caso, la única dimensión que hay que retener en un análisis. Tal como evoca Lacan en el Seminario sobre la Transferencia: “No; esta intersubjetividad está reservada propiamente o, mejor aún, relegada sine die, para dejar aparecer otro registro, cuya característica es ser esencialmente la transferencia4. Es decir, que Lacan rechaza la intersubjetividad como palabra, para poner en su lugar la palabra transferencia. Para él intersubjetividad es transferencia. Pero, después de todo, restablecer las cosas por el lado de la transferencia es, igualmente, volver a situarlas del lado del amor…

Entre los mitos, está el mito individual del neurótico, pero también el mito científico de cada época. El nuestro seguramente es el de la genética.

Pero está también el mito que construye el recuerdo al rememorar. El primer recuerdo, el recuerdo de infancia, ¿acaso no se refiere también al mito fundador o, más prosaicamente, el mito que apoya al fantasma?

Si seguimos la idea según la cual el yo es ese extranjero para nosotros mismos que experimentamos antes que nada, el yo ¿no es acaso el resultado de un recuerdo anterior, una especie de acuerdo entre sí mismo y la imagen de sí que es ya un efecto de memoria?

Esa es la tesis de mi amigo Néstor Braunstein que postula que “La memoria es antecedente. Es fundadora del ser del sujeto5.

Desde luego, el enfoque cognitivo de los mecanismos del olvido, tal como intento contaros, no se sitúa en absoluto en el mismo plano que el de los mecanismos psicodinámicos de la represión.

Y entonces no se trata de verificar la legitimidad del psicoanálisis por las neurociencias, no más en todo caso que justificar las neurociencias por la reflexión metapsicológica.

Sin embargo evidentemente no fue por casualidad que, a propósito de la histeria, Freud se dedicara de entrada a buscar huellas; huellas que atormentan a la histérica trágica e insistentemente durante una buena parte de su vida bajo la forma de reminiscencias. Es la tesis clásica de Freud, la histérica sufre de sus reminiscencias.

El tiempo cronológico no merma ese ‘goce antiguo’, esa huella, puesto que tal como nos señala Freud: “El incidente determinante continúa actuando durante años y esto no (lo hace) indirectamente con ayuda de eslabones intermedios (durchvermittlungeinerkette von kausalenzwishengleidern), sino directamente como causa desencadenante (unmittelbaralsauslosendeursache)”6.

Este goce actúa sin cesar al modo de un ‘cuerpo extraño’ como el primer día. En este sentido, dicho goce no puede ser considerado sino traumático “al modo de un cuerpo extraño (fremdkorper) que mucho tiempo después de su irrupción (eindringen), sigue actuando como un agente actual…”7.

Independientemente del tiempo que alguien pueda vivir, la cuestión no es las reminiscencias sino que, como dice Freud, el goce se mantenga igual que el primer día. Este elemento es importante que lo precisemos cuando decimos que hay un pensamiento adaptado a las reminiscencias.

María- Cruz: ¿Qué quiere decir un pensamiento adaptado a las reminiscencias?

R.L.: Hay muchas modalidades de pensar y elementos para pensar pero lo que supone o sostienen las reminiscencias es una modalidad particular de pensamiento que ignora el pensamiento, la cronología. Este pensamiento no puede temporizar la cuestión del goce a diferencia de otros tipos de pensamiento que suponen la represión, o algo que permite vivir sin drama.

En búsqueda entonces de huellas, de un cuerpo extraño, de huellas de cuerpo… con el descubrimiento de la histérica, henos aquí lanzados al inconsciente.

El ‘cuerpo extraño’ es desde luego el goce del Otro que deja su huella invisible, indeleble. Sin embargo, según lo que Radjou Soundaramourty desarrolló hace poco en la lectura del Seminario Aún, para Lacan el goce del Otro no existe si no es como ‘fixión’.

¿Es esto como decir que en el tema de la huella no se trataría sino de fixiones? En todo caso, sobre ese punto intentaré aportar algunos desarrollos.

Lo más sorprendente en este descubrimiento freudiano es la tenacidad del sufrimiento en un presente de algo que, probablemente, nunca existió, tal como Freud descubrirá más adelante; lo que ya nos orienta un poco acerca de la idea de que en el goce del Otro no se trata sino de fixiones.

Pero sobre todo, esto nos da a entender que hay algo que se construye de modo tardío o, más bien, algo que se reconstruye como una necesidad ‘primitiva’ de dar sentido a los inicios de la vida sexual y psíquica de la histérica. Pero no solo se supone para la histérica.

Es decir, Se trata de una construcción enriquecida por la imaginación, pero es justamente porque se registró y comprendió lo que nos ocurrió, por estas huellas de experiencias, por lo que somos quienes somos.

¿No nos encontramos ahí en el umbral de la consecuencia de ciertas reminiscencias inciertas? También ahí Néstor Braunstein plantea buenas preguntas: ¿tengo un archivo en mi memoria o soy yo un archivo de recuerdos y de mis recuerdos? ¿No es en la memoria o en el fantasma de tener una memoria, donde reside mi enigmática identidad?8 Una identidad construida, por tanto, a partir del fantasma de una memoria.

Entonces no hay recuerdo sino après-coup —es casi una perogrullada y sin embargo hay que repetirlo—, la memoria no es más que una rememoración, una construcción particular que supone una RE- construcción de las relaciones de un RE-cuerdo que es a la fuerza discontinuo, puesto que el sujeto está forzosamente dividido. Es decir que la imposibilidad de tener un recuerdo verdadero es una razón de nuestra división subjetiva; no se captura el recuerdo sino con lo que falta por recordar. En este sentido, siempre se trata de un modo de reconstruir algo de lo que nos falta para recordar el recuerdo verdadero.

Planteémonos aquí la pregunta: ¿qué sería un recuerdo verdadero? ¿Sería un recuerdo que no pasara a través del fantasma? Podemos recordar aquí esta pequeña experiencia que consiste en preguntar a una decena de personas lo que vieron en el momento de un accidente. Cada una tiene su versión y no es porque mientan, sino porque el recuerdo no es más que una construcción referida a través del fantasma, como acabo de explicar.

Eva: Es lo que para la lingüística es representación, que nunca tenemos acceso a lo real que podría ser esa cuestión de la verdad.

R.L.: Efectivamente.

Eva: Y que a fin de cuentas el aparato del registro es el aparato del fantasma.

Esto va a plantear, por otro lado, toda una serie de cuestiones sobre la dimensión del saber inconsciente —cosa que Radjou Soundaramourty precisó muy bien la última vez— como siendo eso que, a partir del discurso analítico, supone una presunción de saber sobre la verdad. Presunción que no basta para adquirir un saber sobre la realidad, ya que como decía él, es el goce lo que permite la adquisición de un saber sobre la realidad. El saber de la realidad se adquiere a través del goce.

María-Cruz: pero eso es lo mismo que decir que se adquiere a través del fantasma.

Robert: Claro. Sentir algo de una representación se hace a través del goce. No hay otra manera de sentirlo. Y por eso se trata de construir lo que uno ha sentido a partir de su fantasma.

Esta es la razón por la que los testigos de un accidente no pueden encarar la realidad de lo que ocurrió sino uno por uno, a través del goce emanado de su construcción fantasmática. Esto nos habla, me parece, de la búsqueda en un análisis de lo originario, incluso de las huellas que se encuentran en un análisis, ya que si es el goce lo que permite la adquisición de un saber, es como decir que estamos lejos de una verdad que pudiera probarse. Es por eso que la verdad de la que se trata en un análisis es de la verdad de cada uno en cuanto a su modalidad de gozar. Es decir, cómo cada uno pudo gozar de su objeto o falta de objeto a partir de la construcción que cada uno hace de su realidad psíquica.

Lo que estamos replanteamos aquí es la cuestión del recuerdo traumático. En efecto, ¿habría en el niño un momento de inscripción del recuerdo que no pasara por el fantasma? Es decir, si suponemos que el recuerdo es la relación de cada uno con su goce en la construcción de su fantasma ¿de qué se trata cuando hablamos dentro de lo infantil de un recuerdo? Ya que hay un momento en lo infantil en el que aún no está construido el fantasma.

María- Cruz: Pero también ocurre en los adultos, cuando no se puede olvidar algo precisamente porque no se ha vivido, pero la familia sí lo ha vivido y eso queda como huellas pero no huellas de recuerdo sino otro tipo de huellas y produce efectos en la vida de adulto. Y es el mismo caso porque es algo que no pasa por el fantasma pero está ahí y produce efectos…

Eva: Es decir lo inmemorial que decía Lacan cuando hablaba de la reminiscencia. Entonces pasaría como reminiscencia eso.

María-Cruz: Yo me pregunto ¿cómo pasaría?

R.L.: Es la conversación que tuvimos con Eva antes de empezar.

Eva: Lo que comentábamos es que cuando había algo traumático como en el caso de ayer, el abuelo tenía el acontecimiento traumático que aparecía como reviviscencia, que lo podía revivir. Ahora bien, ese acontecimiento traumático pasa a la siguiente generación no como reviviscencia sino como reminiscencia porque ese acontecimiento ya no está; lo que está es lo que se transmitió de eso a la siguiente generación.

María- Cruz: Pero en ese caso hubo una transmisión oral, yo me refiero a cuando no ha habido esa transmisión oral.

Eva: Más en el hacer. Por ejemplo, en un momento, Alessandra nos decía que cuando la niña vomitaba le pasaban la cabeza por el vómito para que aprenda que esa no es la manera de hacer, lo que es del orden del sadismo. ¿No hay en eso una cuestión de transmisión sádica que queda seguramente de esas reviviscencias del abuelo que le transmitió a su hijo y este hijo a su hija en un modo de hacer?

María- Cruz: Claro, entonces ya no es verbal, pero la niña a través eso puede pasarlo por el fantasma.

R.L.: Bueno, no se sabe qué va a construir fantasmáticamente esa niña. Es decir, hay cadenas que están muy cerca o muy lejos del trauma del abuelo.

Yo puedo dar otro ejemplo de mi clínica personal. Tengo un paciente que vive con una mujer y la pareja son nietos de abuelos que salieron de los campos de exterminio. Y él comentaba a propósito de su mujer que ella fue traumatizada no por el trauma de sus abuelos sino por el hecho de que cuando era pequeña y visitaba a sus abuelos, ellos cada vez que iba la metían en un sótano durante horas para que ella pudiera tener con antelación una experiencia de eso, por si ocurría de nuevo. Entonces, se ve bien que no es tanto la cuestión del trauma que se transmite de generación en generación sino como el trauma de uno ha cambiado su propia manera de vivir o su construcción fantasmática y esto tiene consecuencias en las generaciones venideras; pero consecuencias que son iguales que el modo de transmitir en la educación que uno da a sus hijos, a sus nietos, etc. Con la diferencia obviamente respecto a los efectos de su trauma propio.

Lo que quiero precisar sobre todo es que la cuestión del trauma familiar es una “pavada”, es decir que no hay una inscripción del mismo trauma que transita a través de las generaciones, lo que transita son las modificaciones y los efectos de cada trauma para cada persona, porque tampoco es igual un trauma dentro de la misma historia traumática. Es muy importante precisar estos elementos porque si no, vamos a tener un real universal y un inconsciente colectivo. Hay un inconsciente uno por uno al igual que hay un trauma uno por uno al igual que hay una construcción fantasmática uno por uno y esto tiene igualmente efectos en las generaciones posteriores, pero del mismo modo que educar es siempre poner el pie dentro de su propio fantasma.

María- Cruz: Voy a hacer la pregunta de otra manera. Me parece muy interesante lo que has planteado y muy claro, pero voy a hacer la pregunta de otra manera para que se vea que no era exactamente eso lo que yo preguntaba. Por ejemplo, cuando hay un secreto familiar, el niño no conoce ese secreto y en cambio vemos que tiene efectos en el niño. Entonces me pregunto por el efecto de las huellas, por la naturaleza de lo que ocurre que es un poco diferente porque hay una imposibilidad para el niño de pasarlo por el fantasma y sin embargo produce efectos.

R.L.: Tienes razón que es otra cosa. Pero es otra cosa o a lo mejor tiene que ver con el mismo punto. Es decir, lo que no se dice tiene efectos.

María- Cruz: Pero ¿de qué naturaleza? ¿Huella sin fantasma por ejemplo?

R.L.: Pero es una construcción particular en el modo de recibir lo que no se dice con respecto a cada uno y no en general.

María- Cruz: Entonces podríamos decir que son huellas, casi podríamos decir que son signos porque no remiten para el sujeto a otro significante.

R.L.: ¿Son huellas o ficciones?

María- Cruz: ¿Son huellas sin significaciones pero que no hacen cadena?

Isabel: Para mí estaría más del lado de la ficción puesto que hay un vacío, hay un silencio.

Marga: Pero si resulta que el niño recibe los efectos de un secreto en silencio, el niño no ha construido ahí nada de inscripción, no lo ha pasado por el fantasma

Guillermo: El niño, con una huella sin cadena, trata de hacer cadena como sea, incluso a través del algo fantasmagórico como pueden ser los cuentos infantiles. Es casi inevitable que eso ocurra.

Yo pensaba lo que dice María-Cruz en el sentido de estas familias en que ha habido asesinatos de un tío, de una abuela… y se ocultan y uno ve que los descendientes han hilvanado algo que tiene que ver con los acontecimientos pero que sin embargo le permiten sostenerse y el riesgo de que eso se desarme. Si habéis visto la película El Tercer asesinato, japonesa que el mismo detenido recuerda según su momento emocional tres causas por las que ha matado a una persona.

Roque: Lo que se transmite finalmente es un agujero en el discurso.

María-Cruz: Esa era mi pregunta.

Roque: Pero la cuestión es que todo discurso está agujereado.

R.L.: Pero el agujero no está en el mismo lugar.

Roque: No en el mismo modo porque, efectivamente, en ese discurso agujereado que se transmite ya hay marcas, marcas de las que las generaciones siguientes van a dar cuenta.

Lo importante de esta cuestión en cuanto analistas es no darle consistencia a eso que fue algo teóricamente consistente porque cada uno con su fantasma tendrá que hacer algo con ese agujero y con esas marcas. No hay una prevención posible.

R.L.: Retomo la pregunta de si hay en el niño un momento de inscripción de un recuerdo que no pasara por el fantasma. Y a través de esta concepción de la huella, lo que se interroga aquí es toda la cuestión de la escena primaria (Urszene) y del protofantasma (Urfantasie). Algo tan constitutivo del sujeto como lo que Lacan señalaba de la relación narcisística con el semejante: “algo que el sujeto experimenta de entrada como extraño en el interior de sí mismo9, y que proyectará seguidamente al exterior, como tantas figuras insoportables de la diferencia, empezando por la diferencia de los sexos.

Al alba de la experiencia fundamental del desarrollo imaginario del ser humano, el sujeto ve su propia imagen en el espejo como un todo, mientras que él mismo no se experimenta como tal. De ahí el profundo desasosiego que siente por esta insuficiencia vivida como grieta o fractura fundamental. Esto es también importante para pensar la cuestión de lo extranjero en sí mismo, también se puede plantear esta diferencia entre lo que narcisísticamente se encuentra en el espejo y lo que el niño siente que no está todavía construido por completo.

Lacan precisa entonces que: “Ahí es donde se manifiesta, en todas sus relaciones imaginarias, una experiencia de la muerte. Experiencia sin duda constitutiva de todas las manifestaciones de la condición humana, pero que aparece muy especialmente en las vivencias del neurótico10.

Entendamos ‘neurótico’ dicho por Lacan, como lo que Freud quiere decir cuando dice ‘histérica’ o, incluso, ‘psiconeurosis’; es decir, una forma de construcción psíquica que se sostiene sobre el deseo (wunsch) y sobre la sexualidad en el sentido amplio del término.

Pero el deseo es insaciable por definición, y saciar un deseo insaciable, incluso en el sueño,es lo que revelará la Traumdeutung.

Entonces, llegados a este punto, ¿qué es lo que será traumático: lo sexual, el deseo? En todo caso el tema de la huella, de las huellas, viene a precisar el debate sobre lo que vuelve bajo la forma de reminiscencias.

Es como si Freud supusiera desde el inicio de sus descubrimientos, que hay una memoria del traumatismo precoz, una memoria emocional implícita.

Evidentemente, es un enunciado que sólo se puede sostener pasando por la vuelta de Lacan a Freud, y ahí se pone de manifiesto que algo del orden de un real primordial no puede ser evitado; un real que, como bien nos mostró Radjou Soundaramourty, podría encontrar una cierta forma de suplencia. Él comentaba que este real primordial que supone todo lo que Freud hablaba del trauma originario o el recuerdo de un trauma inicial, suponía que este real a través del cual el niño se encuentra en la vida que no es ni primordial ni especial sino que en este momento de entrada en la vida no tiene algo para defenderse de este real en el que vivimos cada día, mientras que nosotros tenemos el fantasma para defendernos. Entonces Radjou hacía la pregunta sobre si hay algo, una suplencia, es decir un modo particular en este momento para no sufrir este encuentro primordial, en el sentido que es el primer momento del encuentro con el niño pero no es primordial como tal y decía que había una suplencia posible.

Yo creo que la suplencia posible para el niño es a través de la suplencia de su madre.

De ahí la cuestión que yo le planteé: ¿si hay posibilidad de suplencia, por qué seguiría habiendo sufrimiento? En otros términos, el sufrimiento por las reminiscencias ¿no es un hecho ligado específicamente a la represión? O incluso, la represión ¿no es un mecanismo impotente para solucionar el sufrimiento? Hay que diferenciar lo que permite una suplencia, de lo que son los efectos de la represión. Los efectos de la represión mantienen el sufrimiento presente y la representación ausente. Es decir que con respecto al sufrimiento queda igual hasta que se puede añadir otras representaciones que provocan un sufrimiento que no tiene ya que ver con la representación inicial del sufrimiento.

Si supone Radjou una suplencia, esto es otra modalidad, porque es poner algo ahí donde no hay nada. Es decir, permitir algo de una construcción donde no hay construcción. La represión es una construcción. Mi pregunta a Radjou era ¿por qué sufrir si hay suplencia? Si hay suplencia no hay razón para sufrir. El sufrimiento es por el fracaso de la represión, lo que permite solucionar una parte pero no que desaparezca todo el sufrimiento

Guillermo: Y además porque las suplencias es imposible que sea total. Estaba pensando constantemente en el trauma del nacimiento que Freud plantea como vivencia, después está todo el epifenómeno de lo que se cuenta del nacimiento al revés, pero la suplencia que está del lado materno no puede ser total y si es total es grave.

Roque: Pero ahí estamos en la cuestión freudiana de “todo lo reprimido es inconsciente pero no todo lo inconsciente está reprimido”. ¿Qué pasa con el inconsciente real?

R.L.: Eso es.

María-Cruz: Eso tiene que ver con mi pregunta de antes.

R.L.: Evidentemente no somos los únicos que nos preocupamos de la cuestión de las huellas, y nuestros colegas neurocientificos sostienen desde hace tiempo que la experiencia deja una huella en la red neuronal que, de hecho, esto es lo que demuestra el hecho biológico de la plasticidad neuronal.

Es como decir que, biológicamente hablando, somos el resultado de una experiencia continua de huellas que nos constituyen en el curso de las asociaciones y reasociaciones de huellas, en función de nuestras excitaciones internas y externas.

Marga: Por eso se dice que es tan difícil detectar un tumor cerebral porque cuando comienza a afectar una parte del cerebro otra parte se hace cargo y cuando se detecta el tumor tiene un volumen muy importante.

R.L.: Somos entonces el efecto de una cierta forma de contingencia traumática, tomándolo en el amplio sentido del término, que poco a poco pone balizas a lo que vive el niño en la manera precoz con que él “relaciona”.

Así, puede decirse que las huellas mnémicas o impresiones, juegan un papel esencial en la homeostasis primordial de la que procede la realidad interna de un sujeto11. Es decir que más allá de la cuestión traumática, el trauma tiene una función de ubicación de lo que se llama la realidad interna del sujeto.

Este hecho fue anticipado por Freud desde 1895 y, también por otros más tarde, en la perspectiva de precisar cómo la cría humana poco a poco puede regular sus estados de desamparo psíquico gracias a la mediación de la relación con el otro. Es decir, que la única manera de regular el exceso interno que el niño siente en un estadío infantil, es a través de una manera de relacionarse con el otro. Es lo que Freud llama ‘hilflosigkeit’, inacabamiento que deja al lactante en estado de desamparo, ya que no es capaz de descargar por sí mismo las excitaciones somáticas que le habitan desde el nacimiento.

Se trata de lo que en otro momento llamé “bombardeo de real”, que el lactante no puede gestionar al no disponer todavía ni del mecanismo de la represión, ni del fantasma. Así, podemos hacer la hipótesis de que esos primeros momentos son para él un verdadero baño de real del que conservará algo. Ahora sólo queda saber qué es lo que conservará. En todo caso podemos ya señalar que la manera en que su entorno responda o no, cómo lo haga y en qué plazo de tiempo a sus demandas, va a tener consecuencias muy importantes. Es lo mismo que decir que es en ese baño de real donde la cría humana aprenderá a nadar o no en función de los significantes que le sean aportados —o, más exactamente, sostenidos por otro ser humano, pero que no son en este momento más que un esbozo, como el palo del socorrista—, que le permitirán flotar.

Estamos entonces de acuerdo con nuestros colegas neurocientíficos; el lactante está inacabado neurológicamente hablando y en consecuencia, a esta edad, hay un estado de tensión permanente entre las huellas de la experiencia y los estados somáticos, sin ninguna predictibilidad ni programación. En consecuencia, el único punto regulador sobre el que apoyarse no puede ser otro que el deseo de la madre que, de este modo, suple al fantasma que falta en el lactante para poder filtrar los ataques de lo real. Hay que considerar entonces, como hacen los autores de este artículo, que “el niño puede ser traumatizado por su propia pulsionalidad, por la ausencia de respuesta del otro. Se podría hablar entonces de traumatismos de causa interna, por falta de la acción específica del otro, por falta de la respuesta del otro12.

Es esta respuesta a través del deseo de la madre que interpreta el grito del lactante lo que es primero, vital; es lo que Bergès llamaba ‘el transitivismo de la madre’ que, en la clínica, funcionará contra el desamparo o no. Y todo este ámbito clínico que se abre con el transitivismo necesario de la madre, abre una clínica de cómo funcionar contra el desamparo.

A propósito de esto hay una investigación muy interesante en relación con los bebés prematuros, que muestra que el 13% de los padres de prematuros presenta estrés postraumático, y que ese estrés no sólo está asociado con trastornos del sueño y de la alimentación en su bebé, sino que además se percibe que el traumatismo parental es un factor predictivo del devenir del bebé prematuro mucho más importante que la gravedad de la prematuridad13.

Guillermo: El niño prematuro pone a los padres en una situación de angustia de muerte inminente y por suerte ahora permiten a las madres estar todo el tiempo con ellos.

María-Cruz: ¿La predicción puede hacerse a partir del estrés de los padres?

R.L.: Hasta ahora se pensaba que la gravedad de la prematuridad era el factor predictivo más importante para trastornos de la alimentación y del sueño fundamentalmente. Pero lo que muestra la investigación es que más que la prematuridad de los pulmones, es el estrés de los padres lo que es un factor de riesgo para el bebé.

Entonces, todo nos hace pensar a priori que habría una memoria traumática que conserva el recuerdo de una experiencia desagradable, lo que explicaría una reactividad particular cuando se repite una experiencia desagradable para el niño. Sin embargo esta hipótesis choca con la idea de que lo real no se inscribe y no se reprime y, por lo tanto, el lactante queda bañado en esa salsa de real.

MC: Esto que has dicho de la memoria traumática y de la experiencia de repetición, ¿podrías explicar un poco más?

R.L.: Si se supone que el encuentro del lactante es con lo real, el problema es que lo real no se inscribe ni se reprime. Entonces hay un problema aquí porque ¿cómo trabajar eso que no se inscribe ni se reprime en la forma habitual?

Roque: Aquí habría una diferencia para hacer entre ‘no se inscribe’ y ‘no se escribe’.

R.L.: La diferencia es que la inscripción accede directamente al cuerpo, es decir que todo lo que no se representa se escribe en el cuerpo y este es el problema. Todo lo que no encuentra representación en el recuerdo se escribe en el cuerpo directamente.

Cristina: ¿Por qué no se inscribe?

R.L.: Los efectos de lo real en ese momento no se pueden inscribir porque no se pueden representar. Porque para representar se necesita el aparato simbólico.

Roque: Por eso yo hacía la diferencia entre inscripción y escritura porque Lacan dice si no recuerdo mal que el cuerpo es una superficie de escritura.

Eva: Entonces se escribe en el cuerpo en vez de se inscribe.

R.L.: Por otro lado la memoria, o incluso el recuerdo, no son sino construcciones a través del fantasma, no hay recuerdo como tal. Es decir que la idea de que tendríamos un recuerdo de la niñez es mentira. Es verdad que algo ocurrió pero al mismo tiempo es una mentira, porque la represión hace que tengamos que pasar por una reconstrucción de lo que se supone anterior a través del fantasma, pero en esa edad el fantasma, evidentemente, no está aún constituido.

Roque: Lo cual plantea problemas hoy bastante peliagudos; ayer se nombró la serie de Black Mirror, porque ¿qué pasa con algo que está registrando por ejemplo una cámara en la ciudad, a cuya existencia se le puede dar una entidad legal y que el sujeto no lo registro como sujeto? Entonces hay entramos en cuestiones actuales de esta sociedad de vigilancia.

Marga: Pero no sólo eso, si hablas de esa serie ellos plantean los chip que están insertos en el cuerpo y que van grabando todo aquello, pero no hay sobre ello una elaboración. La serie trabaja con el tema de la memoria de una forma curiosa.

Guillermo: Trabaja con la mirada del Otro que desde el nacimiento es fundamental. Qué pasa si uno no recibe esa mirada y qué pasa si recibe una mirada técnica…

Roque: El panóptico.

Marga: Pero eso también ya lo planteabas tú, Robert, la diferencia entre la memoria que almacena información y la memoria que no está elaborada. Y cómo los autistas tienen un exceso de esta memoria que no está ligada a la vivencia.

María-Cruz: Entonces estábamos en la pregunta de cómo trabajar con lo real que ni se inscribe ni reprime.

R.L.: Con frecuencia se tiende a considerar que los traumatismos precoces dejan una huella al modo de una cicatriz.

Ahora bien, la excitación externa puede tener como consecuencia una efracción imposible de asimilar. Pero está muy claro que para Freud es la intervención del otro, la acción del otro, lo que va a permitir descargar incluso la excitación interna, ya que el lactante no posee aún un mecanismo para lograrlo.

La interesante conclusión que puede extraerse de ello, es la que nos conduce a pensar que entonces se puede ser traumatizado por la ausencia de respuesta del otro, por tanto ausencia de huella, y a mi modo de entender es la tesis que desarrolla Lacan en la carta a Génnie Aubry.

Además, como indica François Ansermet14, la distinción que hace Freud entre el representante psíquico de la pulsión y su representante representativo es aquí muy útil, ya que en los que Lacan llama ‘niños no deseados’: “Sabemos bien en el análisis la importancia que ha tenido para un sujeto, quiero decir para quien en ese momento no era nada en absoluto, la manera en que ha sido deseado. Hay personas que viven bajo el peso —y eso les durará toda su vida— bajo el peso del hecho de que uno de sus dos padres —no preciso cuál de los dos— no los deseó. Ese es el texto de nuestra experiencia cotidiana.

Los padres modelan al sujeto en esta función que llamo ‘del simbolismo’. Lo que quiere decir estrictamente, no que al niño haya que entenderlo como un símbolo, sino que la manera en que le ha sido instilado un modo de hablar, no puede sino llevar la marca del modo en que los padres le han aceptado.

Sé que hay ahí toda suerte de variaciones y aventuras. Incluso un niño no deseado puede, en nombre de no se sabe qué, que viene de sus primeras agitaciones, ser mejor acogido más adelante. Eso no impide que algo guarde la marca de que el deseo no existiera antes de un determinado momento”15.

Roque: Con lo cual, se señala lo que tú has dicho Robert que es la dimensión del tiempo, el tiempo de respuesta.

R.L.: Es eso y la química lo que me hace decir que la fundamentación del sujeto tiene que ver con de qué manera, en qué tiempo y cómo va a venirle la respuesta al lactante. Y la condensación de estos elementos y los significantes es lo que va a permitir o no la constitución de lo que se llama lo simbólico para un ser humano.

Sigo con la cita: ¿Cómo se pudo hasta ese punto desconocer hasta Freud que esos a los que se llama hombres, eventualmente mujeres, viven inmersos en la cháchara? Es muy curioso para personas que creen que piensan, que no se hayan dado cuenta de que piensan con palabras. Hay algo ahí con lo que habría que terminar, ¿no? La tesis de la Escuela de Würzburg, sobre la llamada apercepción de no sé qué pensamiento sintético que no se articularía, es verdaderamente la más delirante que haya producido jamás una escuela de pretendidos psicólogos. El hombre piensa siempre con ayuda de palabras. Y es en el encuentro de esas palabras con su cuerpo, donde algo se dibuja. Por otro lado, me atrevería a decir sobre esto el término innato —si no hubiera palabras, ¿sobre qué podría testimoniar el hombre? Es ahí donde pone el sentido”16.

Hagamos notar que la pulsión se manifiesta bajo la forma primera de su representante:

O sea como la efracción de una exigencia somática cuyo destino es ligarse, en un segundo tiempo, con una representación (representante representativo). En ese sentido, si no hay representación (y este es el problema), el sujeto seguirá siendo sometido sin cesar a la presión de una excitación que ninguna huella secundaria vendrá a ligar o a integrar en la homeostasis psíquica17.

Guillermo: Querría decir que sería un niño casi librado al abandono,

R.L.: Sí, es el desamparo, resultado de la falta de representación.

Guillermo: Ninguna situación posterior que pudiera hacer ligadura.

Isabel: Estaba pensando —porque estoy leyendo a Rosine Lefort cuando habla de Nadia que era una niña alimentada en los hospitales—, que hasta que la analista no llego a constituirse como otro para la niña, no pudo haber una representación.

R.L.: Cuidar y desear son dos cosas totalmente distintas.

María-Cruz: Y muchos esquizofrénicos pueden dar cuenta de ello.

Mariví: O niños que están en adopción o están en acogida que precisamente no quieren estar cuidados en casa cuna porque falta el deseo. Y se procura que estén en familias porque no es lo mismo cuidar que desear y quedan marcados porque no hay nada que dé respuesta a sus pulsiones.

R.L.: Es decir desear en el sentido que hay algún goce que se añade a los actos. Cuidar no supone gozar. Pero aquí tocamos algo de lo real.

¿No es de esta misma categoría de donde procede lo real, es decir, eso impensable a causa de la no representación?

Esto es tan evidente que un estudio de 1991 de Fonagy y col., muestra que se puede predecir los estados mentales de los padres en un 75% a partir del tipo de apego del que darán prueba sus propios hijos a la edad de un año. También “La capacidad del niño para manejar las exigencias somáticas que lo atraviesan, no sólo es función de la acción reguladora de los padres, sino también de las capacidades de estos últimos para manejar sus propios estados mentales y emocionales”18.

Hemos llegado entonces a la idea de que no hay memoria explícita de las experiencias desagradables a causa de la amnesia infantil, lo que he llamado represiones secundarias. A cambio, la intervención externa sería la que dejaría una especie de huella a largo plazo y así es más la naturaleza psíquica de esta huella y, en consecuencia, su cualidad, lo que plantea el verdadero problema.

Así es como ciertas concepciones cognitivas reducen el inconsciente a una especie de sistema de inscripción sumaria, huellas o informaciones cuyas capacidades serían limitadas con respecto a la consciencia.

Sin embargo acabamos de mostrar que los cognitivistas tendrían interés en preocuparse de hacer un trabajo de “prevención” con los padres; trabajo que sin duda estuvo en el origen de la concepción por parte de Françoise Dolto de las casas verdes. Pero igualmente podemos considerar a partir de estos elementos, cuántos niños llamados hiperactivos no son de hecho sino niños que no han podido obtener límites, por el hecho de que en algún momento muy primitivo no tuvieron ocasión, no ya de producir represión, sino de tener a mano una representación, por lo que continúan estando sometidos a la presión de una excitación que ninguna huella secundaria viene a ligar o integrar, de ese modo, a la homeostasis psíquica. Esto, evidentemente, puede tratarse en el plano químico con Ritalina19, pero sobre todo tiene que ser retomado en un tratamiento con el lenguaje, a fin de poder ligarse con un representante-representativo, a través de la transferencia como suplencia.

Pienso que es otra posibilidad de la transferencia el asegurar algo de la suplencia.

María-Cruz: En las psicosis, por ejemplo.

R.L.: Pero también en esta clínica llamada de la hiperactividad.

Aquí es donde la plasticidad cerebral se une a lo que puede llamarse claramente un inconsciente adaptativo.

Un inconsciente adaptativo que muestra que no es una memoria fija y pasiva, sino que hay una especie de discontinuidad mnémica que introduce la especificidad de un sujeto. De ahí la idea de la creatividad disponible y productiva del inconsciente, que sabe producirse ahí siempre que se pueda escuchar lo no sabido.

Marian: Porque en los momentos en que irrumpe en el sujeto que evidentemente es el que no piensa como decías al principio y que son los huecos en que aparece es donde se puede escuchar algo de lo que no está inscrito.

R.L.: Exactamente.

Constatamos entonces que, en esta perspectiva, la rememoración de una experiencia la vuelve literalmente manejable o maleable. Aquí la palabra rememoración habría que entenderla en el sentido amplio, es decir, en el sentido de los significantes que están en juego como ocurre en el caso del síntoma.

Pero ¿qué ocurre en los casos en los que, como acabamos de ver, no ha habido ‘huella’ porque algo no se inscribió? Les recuerdo que es la ausencia de huella la que puede llevar al bebé al desamparo, ya que se encuentra superado por los estímulos endógenos y exógenos que no pueden encontrar alivio, ya que nadie responde en este lugar o, incluso, porque el deseo del Otro está ausente. El hecho de que no haya huella presenta la dificultad de que entonces no se puede ligar esas excitaciones a una representación, o incluso puede haber ausencia de representaciones; mientras que en el neurótico, lo que presenta dificultades es la represión de ciertas representaciones inconscientes. Es decir, que son dos dificultades distintas, por un lado la ausencia de representación debida a la ausencia de huella hace un agujero y eso es distinto de lo que ocurre con la represión, ya que ahí el problema es entre representación y sufrimiento porque la represión no lo reprime todo o, al revés, que no todo en el inconsciente es reprimido. Con todo esto tenemos que pensar registros distintos respecto a la memoria, la reminiscencia, etc. que son modalidades distintas si se plantean del lado de la representación o de la falta de representación, o si se plantean del lado de la neurosis habitual

La cura es la ocasión en los dos casos, aunque de modo distinto, de permitir volver a poner en juego contenidos reprimidos o de ayudar a reprimir los que aún no lo están, y asociarlos con representaciones nuevas a través de la transferencia.

DEBATE

Marian: Yo quería retomar una cuestión de la que hablaste en el seminario del mes de septiembre sobre la reminiscencia. Entonces cuando has hecho la pregunta sobre si hay una verdad verdadera yo me preguntaba si justamente entonces esto que aparece de imágenes impulsivas, sin control que invaden a la persona si eso podría tener que ver con esta realidad de las cámaras de vigilancia.

R.L.:

Marian: Entonces yo me preguntaba si de alguna manera, teniendo en la cabeza el après-coup, si a través de la transferencia se podría hacer una reasociación a partir evidentemente del trabajo analítico. Yo pensaba en determinados pacientes, lo que me parece también arriesgado, el analista puede no a través de su fantasma pero sí ponerle palabras a esa excitación porque ahí también hay un goce en esas imágenes.

Me interesaba este punto, porque tengo un paciente con un trauma importante que cada vez que conduce se le vienen estas imágenes y tiene el riesgo de estrellarse y me he dado cuenta que a través del trabajo ahora estas representaciones han empezado a desaparecer pero hace otras cosas y es que se ha convertido en una especie de policía de la carretera, entonces cada vez que ve que alguien hace alguna cosa se va detrás de él para atosigarle un poco para que deje de correr.

R.L.: Es una pregunta muy importante, en la medida en que estas imágenes están registradas de verdad y no tienen après-coup y en este sentido no son reminiscencias. Son un registro fuera de todo el trabajo de represión que el inconsciente puede hacer, de representación, de asociación, etc. El problema es que estas imágenes sobrevienen iguales y se repiten tal cual, como si hubieran sido un momento de registro con una cámara…

Eva: Son reviviscencias.

R.L.: Son reviviscencias, porque lo reviven igual sin modificación ninguna. Y hemos visto que la memoria es un après-coup a partir de una experiencia que pasa por el fantasma. El problema es que en estos casos no pasa por el fantasma, ni por la represión ni tampoco por una construcción simbólica que permitiría una anticipación a la efracción de su fantasma.

Entonces ¿para qué sirve la cura? Igual que el sueño es una imagen inicialmente y el hecho de hablar del sueño es poner palabras sobre estas imágenes, lo mismo ocurre al nombrar estas imágenes. Es decir, que estas imágenes no pasan por una representación verbal, son únicamente un real que fractura el fantasma.

María-Cruz: Cuando ocurrió lo de las torres gemelas en Nueva York y nos preguntábamos por qué siempre sacaban las mismas imágenes de los aviones chocando, tú respondiste: “para que la gente pueda ligar este hecho traumático”. Pero según lo que estás diciendo ahora no se trata sólo de la repetición de las imágenes, sino todo lo que puede ocurrir mientas que la gente ve las imágenes que es hablar de ello, soñarlo y, en definitiva, ligarlo. Por ello no se trataría tanto de la representación en tanto imagen sino de la representación en tanto que palabra.

R.L.: Sí.

Eva: Tú acabas de decir que la reviviscencia no pasa por la represión, la rememoración pasaría por la represión, la reminiscencia pasaría por una represión no terminada de constituir.

R.L.: Estoy de acuerdo.

Eva: Por eso yo ayer decía que lo metonímico es lo que sostiene la reminiscencia, en el sentido en que tú hablas en tu libro de la constitución de la represión en el niño que primero solo puede operar con el proceso metonímico hasta que la represión se termina de construir y ya tiene el recurso metafórico también.

Marga: Por eso se hablaba que quedaba en el registro de lo imaginario.

Guillermo: Hubo mucho debate en el fútbol si se acepta o no lo que las cámaras de filmación ven con respecto a los jugadores, porque por un lado a los árbitros se le pasan cosas y los propios jugadores van a tanta velocidad que no son conscientes de esa situación. Pero si se llega a poner las cámaras y se les da autenticidad, el ser humano no tendría que arbitrar el partido.

R.L.: Todo esto plantea el estatuto de la imagen.

Marian: Pero yo pienso que se perdería mucho el juego si se eliminara.

Guillermo: Por eso dicen sí a las cámaras pero como soporte auxiliar.

Marga: Esto es lo mismo que se plantea con la conducción automática de los coches. Por un lado la máquina tiene menos agujeros que el ser humano y tiene la información mucho más fiel de todos los datos, pero el problema es que la conducción implica decisiones en determinados momentos que la máquina no puede tomar. Por lo tanto hay algo que no pasa por la información.

R.L.: El ordenador no goza. Y por eso va a tardar mucho en crearse un cerebro en un ordenador.

MC: Los jóvenes informáticos dicen que realmente se puede construir uno que pueda desear.

Eva: Es impresionante que ahora un ordenador al que no le programo para jugar al ajedrez, ha aprendido a jugar al ajedrez.

María-Cruz: Pero es una combinatoria.

Eva: Es una combinatoria, pero es alucinante porque no tiene la información pero de alguna manera “puede pensar”.

Roque: Toca una cuestión muy actual porque va todo en la línea de automatizar la vida humana eliminando la vida del sujeto, esto es eliminando la línea de falla, equívoco…

Marga: Bajo el ideal de eficacia y mayor seguridad.

Roque: Entonces puede haber una cancha de fútbol donde no haya árbitro y haya una máquina que mande una determinada señal.

María-Cruz: ¿Sabéis que en Salud Mental ya existe eso? Es decir que hay un programa informático en distintas clínicas donde tú dices por ejemplo: paciente con angustia, y el ordenador pregunta si tiene insomnio, tos, lo que sea y tú vas respondiendo sí o no, y eso te va conduciendo no sólo hacia un diagnóstico, sino también a determinar qué medicación y con qué dosis.

R.L.: Fue la idea primaria del DSM que con eso de los trastornos se podría informatizar.

MC: Y entonces los médicos ya no son necesarios, sino que un enfermero con sueldo de enfermero puede diagnosticar, o los celadores porque solo hay que saber de informática.

Roque: Con lo cual hay que hacer la diferencia entre lo que es la respuesta exacta de la máquina, y la respuesta subjetiva apoyada en el deseo y la castración que el cognitivismo trata de quitarse del medio como si fuera una dificultad, cuando es la cuestión de la causa, de la contingencia ¿qué hace el sujeto con la contingencia?

María-Cruz: Es lo de siempre, porque antes era la omnipotencia de los curas o de los médicos y ahora es la de los científicos.

Isabel: El mito.

(Transcripción: Maria-Cruz Estada)

1 LACAN ‘El mito individual del neurótico’, le seuil 2017 P.46

2Ibidem

3 Opus citada P.13

4 J LACAN Seminario: La Transferencia.

5 Néstor A. Braunstein : Los presagios o el recuerdo de infancia encontrado.

6 S Freud Estudios sobre la histeria

7ibidem

8 Opus cité P. 16

9 Lacan Opus ya citada

10 ibidem

11 François Ansermet, Mathieu Arminjon et Pierre Magistretti : ‘Plasticidad neuronal : las huellas y sus destinos‘ in Epistémologie et méthodologie en Psychanalyse et en Psychiatrie, ED ERES, 2017 P. 23

12 Opus citada p. 32 -33

13Idem

14 Opus ya citada P.35

15 J. Lacan: Conferencia de Ginebra.

16LACAN la conferencia anunciada con el título «Le symptôme» fue pronunciada en el Centro R. de Saussure en Ginebra el 4 de octubre del 75, en el marco de un fin de semana de trabajo organizado por la Société Suisse de psychanalyse. Fue introducida por M. Olivier Flournoy. Apareció en Le Bloc-notes de la psychanalyse, 1985, n° 5, pp. 5-23.

17 Idem

18 Ibidem P.36

19En España: Concerta, etc. (N.T.)

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