Robert Lévy – ¿Sufrimos aún de nuestras reminiscencias? Introducción

23 de septiembre de 2017

Es un hecho, sufrimos.

Durante el año pasado hemos podido apreciar cómo el concepto de síntoma y de curación puede llevar a diversas interpretaciones, según el sentido que pueda atribuirse a la noción de síntoma.

Pero la sola idea de que uno pueda sufrir de sus «reminiscencias» es una idea totalmente relacionada con el descubrimiento freudiano, donde se trata de concebir la memoria como un síntoma, en otros términos, como un nudo de significantes.

Justamente es desde este punto que los detractores del psicoanálisis luchan y proponen acabar no solo con el psicoanálisis, sino especialmente con lo que lo fundó: la memoria. Paradójicamente la memoria es algo por lo que los investigadores actuales de la neurociencia no cesan de interesarse. Es decir, a la vez que quieren terminar con esa idea de la importancia de la memoria con respecto al síntoma, etc, están constantemente interesados en la cuestión de la memoria como tal.

Desde nuestro trabajo institucional, no podemos quedarnos fuera de lo que pasa en la ciudad políticamente, como tampoco podemos quedarnos fuera de lo que pasa en las ciencias y con su evolución. Desde Freud, incluso desde Lacan, ha habido descubrimientos muy interesantes y no podemos quedarnos fuera. No salimos de nuestras costumbres, de nuestro vocabulario especial para nosotros, etc. Me parece importante pensar y ver cómo nos inscribimos ahora dentro de ese nuevo ámbito científico a propósito de la cuestión de la memoria. Hay un movimiento muy amplio por conocer las significaciones propias de Freud, y así, conocer otras vías que son distintas de la manera de entender la cuestión de la memoria. Tenemos elementos en la mano para ubicarnos y sostener con elementos científicos también, nuestra práctica, que se ubica dentro de un lugar importante, incluso, dentro de estas investigaciones.

De hecho, con respecto a nuestro trabajo, no podemos suponer la memoria sin el olvido. Memoria y olvido son dos caras de la misma moneda, es decir, no podemos concebirla sin la represión. Y esa es la cuestión para los científicos, cómo funciona la memoria con respecto a su presencia y ausencia. Es por eso que para nosotros, la memoria es la represión.

Aquí está la paradoja en la que se basa el psicoanálisis y, en consecuencia, la misma noción del inconsciente como tal. En cierta forma, el inconsciente es la represión.

En efecto, desde los primeros escritos freudianos, la cuestión de la memoria está vinculada a la represión, primero consciente, voluntaria, una especie de represión activa. El sujeto tiene la posibilidad de reprimir activamente, conscientemente, lo que no le gusta.

Pero rápidamente, Freud va a poner en evidencia en Los estudios sobre la histeria (1895)1, un mecanismo de defensa contra una representación irreconciliable.2 Entonces, de nuevo, en este mismo texto, él señala un tipo de defensa diferente de la simple represión. Que como dice Freud y lo cito: «tiene mucha más energía y éxito, que consiste en este tipo de represión particular en el hecho de que el yo rechaza la representación insoportable al mismo tiempo que el afecto y se comporta como si esta representación nunca hubiera tocado al yo.»3

Es decir, que es a la vez un mecanismo de represión con mucha energía particular, en el sentido particular de que se reprime la representación como si nunca hubiera tocado al yo, es la parte importante. En el primer momento de reflexión de Freud, nos habla de una represión consciente y voluntaria, en la que se reprime aquello sobre lo que no se quiere saber; pero el segundo momento es distinto, en el sentido de que no solamente no quiero saber nada de la representación sino que se trata de algo que nunca fue cercano al yo.

Es necesario saber que la palabra que tomó Lacan para nombrar la forclusión es una palabra en alemán que era sinónimo de represión; era una represión particular. Y Lacan la introdujo, con el trabajo de Saussure también, para mostrar que la forclusión no era solamente particular en el sentido de la represión sino que era algo totalmente distinto de la represión. Allí, alrededor de este primer momento freudiano algo pasa respecto de esta idea, Freud con respecto a la histeria no lo veía así, pero hay que saber que Lacan utilizó eso para precisar la cuestión de la forclusión.

A primera vista, ya argumentaremos que no hay memoria sin represión y que la represión es el inconsciente. Es desde allí que se plantea la cuestión del sufrimiento.

Una cosa es acercarse a un mecanismo con respecto a la cuestión de la memoria, de la represión, de la representación, y otra pregunta es ¿De qué se sufre? ¿Cómo surge la cuestión del sufrimiento?¿Cómo puede uno sufrir de la memoria?

 Y, ¿por qué la represión, si existe, no es suficiente para inhibir el dolor si éste se presenta?

Obviamente, no es una coincidencia que las neurociencias estén tan interesadas en estos conceptos de memoria y olvido.

El periódico LE MONDE, ciencia y medicina, del pasado 23 de agosto (2016), publicaba un artículo que se tituló: “Memoria y olvido, nos lanzamos al corazón de un dúo paradójico”… un título, muy freudiano aparentemente.

Seguramente yo mismo podría coger este título para mí, diciendo que haré una definición freudiana para lo que desarrollaré: «es porque los detalles de nuestra memoria se desvanecen por lo que podemos actuar, adaptarnos a la vida cotidiana, adquirir nuevos conocimientos. Inmersión en el proceso del olvido que, cuando es masivo, puede ser el síntoma de una enfermedad o lesión cerebral.

Allí se plantea ¿Qué pregunta habría más actual, que saber si sufrimos todavía de nuestras reminiscencias?

Por lo tanto, estamos perfectamente de acuerdo con la idea de que la memoria y el olvido no solo no son dos funciones antagónicas, sino que son dos funciones que corresponden a los mismos objetivos. Si olvidar es la condición misma de la acción y hace que nuestra memoria funcione, por lo tanto, nos hace más inteligentes.

Un pequeño paréntesis talmúdico para recordar que el niño al nacer se considera alguien que sabría, pero que lo habría olvidado todo. La idea de la relación entre saber y olvido está presente desde hace tiempo en el pensamiento de la humanidad.

Por lo tanto, el olvido no es una enfermedad de la memoria, sino una condición de su salud.

Aquí debemos citar a Jorge Luis Borges4:»(..) El presente incluso los recuerdos más antiguos y triviales le resultaron intolerables por su riqueza y nitidez. (..) su percepción y su memoria eran ahora infalibles”. . Su obra en castellano se titula Funes el memorioso (1944)

Sabemos cómo ciertas formas de autismo se manifiestan por una especie de hipermnesia que hace que sea imposible olvidar y conduce a estos sujetos a la necesidad de acumular la mayor cantidad de memoria posible sobre tal o cual tema. A este respecto los trastornos están ligados a la dificultad de poder pensar, porque memorizar no es pensar; «Pensar es, por el contrario, olvidar las diferencias, generalizar, abstraer.»5

De modo que los mnemotécnicos del estilo de la película Rain Man (1988) son capaces de retener una gran cantidad de información impersonal después de un entrenamiento intenso, ya que retienen decenas de miles de decimales. Son especialistas relacionados con recuerdos que conciernen algo que afectivamente no es importante. Tienen una memoria de todo pero sin afección. Pero eso también es recuerdo, es decir, se manifiesta por lo que se llama memoria.

Ya podemos hacer la distinción entre dos tipos de recuerdos, uno que permite el acceso al conocimiento previo que se puede describir como memoria semántica, y la memoria que tenemos sobre nuestra propia vida, que permite el acceso a recuerdos personales, que se llama memoria episódica.

Del mismo modo, los niños que nacen con una lesión del hipocampo pueden adquirir muy pocos recuerdos. Adquieren el lenguaje y el conocimiento pero no pueden contar anécdotas de su vida más reciente. De ahí la hipótesis de que el conocimiento puede formarse sin acceder al estatuto de los recuerdos.6

Los niños que presentan este tipo de lesión, pueden adquirir conocimientos sin acceder a los recuerdos, es decir, a las inscripciones.

Por lo tanto, ahora se ha demostrado que los mecanismos neuronales responsables del borrado de los recuerdos son distintos de los encargados de almacerlos.7

Esta doble manera de concebir la memoria nos lleva a pensar la cuestión tan freudiana de la inscripción. Freud pensaba que hay una parte que se inscribe y otra que no se inscribe. Nos podemos preguntar: ¿Estamos tan lejos de estas observaciones neuronales si volvemos a leer el famoso texto de los Estudios sobre la histeria (1895)?8 Texto del que citaré el siguiente y largo extracto:

Los materiales psíquicos patógenos comportan al menos tres estratos «primero, hay un núcleo de recuerdos (recuerdos de eventos, de acontecimientos o secuencias de ideas) donde el factor traumatizante ha culminado o, bien, donde la idea patógena se hizo más evidente. Alrededor de este núcleo hay una cantidad sorprendentemente abundante de materiales mnemónicos. (…) En primer lugar, reconocemos una evidencia, la disposición cronológica lineal realizada al interior de los temas en cuestión (…). Estos conjuntos hacen que el trabajo analítico sea más difícil porque el orden cronológico de aparición de los incidentes se invierte (…). Es la impresión original (…) producida desde el comienzo de la serie lo que pone el punto final.

Estos temas se agrupan de nuevo, (…) están dispuestos concéntricamente alrededor del núcleo patógeno. (…) Los estratos más exteriores comprenden los recuerdos (o paquetes de recuerdos) que pueden regresar fácilmente a la memoria y siempre son claramente conscientes. A medida que uno penetra más profundo (…) el reconocimiento de los recuerdos que emergen se vuelve más difícil, hasta el momento en que uno choca con el núcleo central, donde el paciente persiste en negar su existencia, cuando aparecen.

(..) Citemos nuevamente ahora un tercer tipo de organización, la más esencial (…) Quiero hablar sobre (…) la secuencia por enlaces lógicos extendiéndose al núcleo (…) para figurarnos la secuencia lógica, nos representaremos una varita penetrando a través de los caminos más sinuosos desde la periferia hasta las capas más profundas e inversamente (…) deteniéndose en cada una de todas las estaciones.

La secuencia lógica no sólo recuerda una línea en zig zag, sino más bien un sistema de líneas ramificadas y sobre todo, en su mayoría convergentes. Este sistema tiene nudos donde dos o más líneas se encuentran. Una vez ensambladas y reunidas estas líneas continúan juntas su ruta. Por regla general, varias líneas independientes entre sí, son a veces reenviadas y se encuentran con el núcleo central. En otras palabras, se debe observar con qué frecuencia un síntoma es múlti o está sobredeterminado.»

Ahí creo que Freud, en un primer momento, desarrolla o plantea lo que después Lacan va a retomar como la cuestión del significante; la cadena del significante.

Después de esta lectura freudiana de los orígenes del psicoanálisis, me gustaría volver ahora a esta observación: que los mecanismos neuronales en el origen del borramiento de los recuerdos son distintos de los que aseguran el almacenamiento.

En efecto, la investigación actual sobre el recuerdo y la manera en que este recuerdo se forma, muestra que los mecanismos neuronales en el origen del borramiento de los recuerdos son distintos de aquellos que los almacenan.

Por lo tanto, es el resultado de una codificación neuronal diferente. Así, una puesta en red neuronal activada en conjunto por los datos a ser memorizados o por el aprendizaje, es por lo que se forma un recuerdo en el cerebro. El problema es la inestabilidad de ese deslizamiento por su codificación, porque para dejar una huella mnémica estas redes deben ser consolidadas.

Los mecanismos de borramiento son de dos tipos, el primero es lógico, es el borrado sináptico a largo plazo, una especie de depresión de las sinapsis. El segundo mecanismo es contra intuitivo, proviene de la formación de nuevas neuronas, a partir de células madre del cerebro.

De hecho, la formación de nuevas neuronas precisa Robert Jaffard,9 causa efectos opuestos dependiendo de cuándo se produce.

Es decir, en el momento de la codificación de un recuerdo, ésto facilita la memorización pero después es lo contrario.

«Durante la codificación de un recuerdo, se facilita en gran medida su memorización”, pero después es lo contrario, tras un aprendizaje, cuando se provoca artificialmente la formación de nuevas neuronas, eso comporta el olvido». Esto explicaría porque los niños que producen muchas nuevas neuronas olvidan tan fácilmente.

Por ejemplo, cuando uno aprende el piano se desarrolla una parte neuronal que estaba presente pero que no tenía una extensión tan importante. Incluso, más interesante, hubo una experiencia de personas aisladas a quienes se les pidió que aprendieran a tocar el piano, pero sin el piano, solamente con las teclas dibujadas, y desarrollaron la misma parte del cerebro. Eso se llama plasticidad neuronal y es algo absolutamente fundamental, que la cuestión genética no es la cuestión más importante. Nacemos con una genética determinada, pero a partir de ahí cada uno puede desarrollarla. Al igual, y es sumamente importante, los últimos resultados muestran que lo que se suponía de los niños autistas, que tenían una parte especial del cerebro desde su nacimiento, es justo lo contrario, lo que aparece tiene más que ver con la experiencia de la vida que han tenido.

Llegamos con esto a que no solamente el recuerdo puede memorizarse sino que hay alguna producción neuronal que facilita el olvido.

Intervención desde la asistencia: Se comenta lo que sucede con los jugadores de ajedrez, algunas películas y también los protocolos artificiales de aprendizaje. En estos protocolos los niños aprenden una serie de cosas pero no son capaces de recordar el nombre de las personas con las que compartieron esos períodos de aprendizaje, a pesar de ser períodos de 5-6 años.

– Una cosa es el crecimiento y desarrollo de masa neuronal de una parte del cerebro por una estimulación específica, y otra cosa es el crecimiento y desarrollo de la masa neuronal por la atrofia de otra de las partes del cerebro.

O, mejor dicho, cuando uno solicita aprendizaje, etc. etc. produce neuronas nuevas, pero estas neuronas nuevas también producen olvidos.

-Se habla de algunas de las “nuevas tendencias” en el aprendizaje; las que dan importancia a los afectos, las emociones.

Pero la conclusión más interesante de esta investigación, es que nuestro cerebro dedica mucha energía para activar la creación de neuronas con el único propósito de debilitar nuestra memoria. Esto es una contradicción interesante que da una imagen muy clara de lo que llamamos la represión.

-¿Se olvida verdaderamente lo aprendido o queda algo, quedan huellas?

A partir de ahí, decir que la represión es nuestro mecanismo de regulación por excelencia, es lo que sugiere Robert Jaffard. Lo sugiere con el proceso conocido como semantización «una vez el recuerdo es codificado, su huella mnémica migrará hasta el hipocampo. Esta migración se acompaña de una forma de olvido: la información almacenada en el cortex es menos precisa y más esquemática.” Así pues, no es este uno de los menores efectos del proceso de semantización: independiente del contexto.

Es este proceso el que nos permite, gracias al olvido, generalizar y conceptualizar. Por lo tanto, una buena memoria es una memoria que clasifica y selecciona, y el sueño lento, es lo que juega un papel en esta selección, ya que permite discriminar entre lo que se archivará y lo que se borrará.

Esto es lo que conocemos, lo que vemos cada día, no hay nada nuevo, y ahora son cosas que se demuestran. Y me parece importante señalar que es justamente eso con lo que trabajamos desde hace muchos años.

Mientras tanto, Serge Laroche10 aclara que «una parte del olvido sería un déficit del recuerdo de los detalles, cuya huella puede permanecer presente en el cerebro». Luego es necesario encontrar los elementos contextuales que permitan reactivarlos. Finalmente Antoine Lejeune y Michel Delage11 indican que «frente a una memoria explícita (consciente) siempre frágil, laboriosa, costosa en energía, la memoria implícita (inconsciente), sólida, robusta, se impondría a menudo»

Por lo tanto, esta memoria implícita, inconsciente, puede bloquear o, por el contrario, abrir el acceso a ciertos elementos de nuestro pasado. En otras palabras, es nuestro subconsciente el que está trabajando con respecto a la gestión de nuestra memoria.

Lo más interesante de las últimas investigaciones de nuestros colegas de las neurociencias, es aceptar el hecho de que existen lo que ellos llaman «falsos olvidos»12, pero especialmente, que los recuerdos que creemos olvidados resurgen en nuestro presente y finalmente en el recuerdo, pero esto no es sino ‘reconstrucción’, porque durante su re-consolidación el recuerdo es maleable. Ellos (nuestros colegas pseudo científicos) se comprometen así poco a poco en la justificación pseudo científica del la teoría freudiana, concluyendo que en la misma familia, cada uno, habiendo vivido el mismo acontecimiento, «almacena y remodela el recuerdo según sus estados de ánimo del momento, sus nuevos conocimientos, su evolución, su sistema de valores».

Hay que escuchar ahí a la tradición lacaniana que supone que lo real de cada uno implica una construcción del recuerdo, o mejor dicho, una reconstrucción del recuerdo con respecto del mismo acontecimiento, con la ayuda del fantasma…

Obviamente, una vez que hemos visto la necesidad del olvido, la pregunta ahora es saber distinguir el olvido positivo del olvido patológico, en otras palabras, ¿cómo distinguir el olvido que alivia, del olvido que regresa por la reminiscencia que hace sufrir?

Pero antes de embarcarme en este terreno, no me puedo resistir a mostrar lo que presentan sobre las distintas memorias, las actuales investigaciones de nuestros amigos neurocientíficos.13

Memoria EPISODICA

Es la de los recuerdos y los eventos a largo plazo vividos personalmente en un contexto espacial y temporal específico. Solo aparece después de la edad de 5 años.

Memoria SEMÁNTICA

Es la memoria del conocimiento a largo plazo, de conceptos, de palabras y saberes en general sobre el mundo y nosotros mismos

Memoria AUTOBIOGRÁFICA

Es una mezcla de memoria episódica y semántica

La memoria DECLARATIVA

Es la memoria del almacenamiento y recuperación de datos que podemos hacer emerger conscientemente y expresar

Memoria PROCEDIMENTAL

Es la memoria del saber hacer, de los conocimientos técnicos y las habilidades motoras, verbales, cognitivas, que han devenido automáticas

Memoria IMPLICITA

Es la memoria del recuerdo, por excelencia inconsciente y emocional. Aquella que a pesar nuestro puede controlar los recuerdos, estableciendo por ejemplo, un vínculo entre los afectos del presente y los del período de adquisición del recuerdo.

Memoria PERCEPTIVA

Es la que depende de varias modalidades sensoriales (audición, vista, etc.) para reconocer un recorrido familiar sin que tengamos que prestar una atención consciente.

Memoria de TRABAJO

Es la memoria de corto plazo que permite almacenar y manipular información durante varios segundos, lo que permite razonar, realizar una tarea, comprender lo que uno lee y seguir el hilo de un discurso.

Entonces, para volver ahora a la pregunta ¿de qué sufrimos? Freud responde en 1892:

«Sobre todo es de la reminiscencia que la histérica sufre»14 ​​y luego unas páginas más delante explica15 «si las representaciones devienen patógenas y se mantienen así en toda su frescura y aun cargadas emocionalmente, es porque el desgaste normal, debido a una abreacción y a una reproducción en estados donde las asociaciones no serían molestadas, les es prohibida”.

En esto, lo que Freud plantea de manera fundamental, es la contestación a la pregunta de ¿por qué uno sufre de reminiscencias? Esa es la lógica interna de lo que hablamos en términos de sufrir de reminiscencias. La normalidad es la represión entera y la patología es la falta de represión. Se trata pues esencialmente de que es el retorno de lo reprimido lo que hace sufrir por falta de represión. Es todo lo contrario de lo que se supone aparentemente.

Así, lo que se llaman representaciones patógenas son aquellas que son dolorosas y están cerca de «incluir sentimientos de vergüenza, remordimiento, sufrimiento moral.»16

De ahí la tesis fundamental de Freud de que el sufrimiento psíquico es la prueba del fracaso de la represión o de la incompletud de la represión. Como dicen,“quien bien te quiere te hará llorar”; tal como se dice eso, se dice también, lo que es correctamente reprimido evita el sufrimiento.

Freud plantea inicialmente la cuestión de saber cómo la represión funciona, las representaciones son reprimidas y los afectos reaparecen ligados a otra representación, o lo qué es una represión bien hecha.

Una represión bien realizada es una represión que funciona con la idea de que no existió nunca la cuestión, incluso, que la idea no existe más. Eso es el problema, esa es la cuestión, es el debate para nosotros y también para las nuevas terapias que proponen borrar lo que existió, es decir, la parte que no se puede reprimir, borrar lo real.

O también en otros términos, si la representación insoportable y el afecto que está ligado a ella no son rechazados “como si nunca hubieran existido”, entonces el sufrimiento vendrá a causa de la reminiscencia. Reminiscencia entendida como lo que no ha podido ser íntegramente reprimido y que retorna.

Por tanto, es aquí donde el recuerdo y la reminiscencia se diferencian, porque es justamente la reminiscencia la que excluye el recuerdo al mismo tiempo que lo mantiene presente y activo inconscientemente.

Los colegas neurocientíficos hacen la diferencia entre reminiscencia y reviviscencia.

En efecto, ellos consideran que la reviviscencia corresponde más bien a recuerdos o fragmentos de recuerdos intuitivos amenazadores e invasores que se imponen a la conciencia.17

La reviviscencia es más bien del orden de la invasión y, por tanto, del traumatismo, el pasado se revive como presente. Justamente, el síndrome postraumático se caracteriza por un trabajo de memoria imposible, ni siquiera por la reminiscencia, porque es el pasado en su totalidad lo que invade el presente y se impone a la consciencia. Esto es importante para explicar qué pasa cuando la represión no funciona ya.

Aquí podemos hacer una pequeña observación importante, ya que esta distinción entre reminiscencia y reviviscencia nos lleva a considerar, con razón, que en el caso de la reminiscencia ha habido una forma de construcción del recuerdo vía lo real y el fantasma, aunque en el otro caso, en la reviviscencia, este proceso no pudo construirse debido a la efracción (ruptura) del fantasma.

Aunque reminiscencia y reviviscencia se mezclan algunas veces…

Sea como sea y sobre los problemas traumáticos, especialmente los precoces; ya no podemos tratar estos problemas sin prestar atención a las últimas investigaciones sobre estos temas.

En 2009 Gustavo Tureki publicó con Michael Meaney en la revista Nature Neuroscience el resultado de un estudio importante en su momento.18 «Los autores compararon los cerebros de 36 adultos que murieron: 12 suicididados que sufrieron maltrato durante la infancia; 12 suicidios no maltratados, y 12 murieron por enfermedad o accidentes, sin antecedentes de maltrato o de abuso. «Los pacientes con suicidio que habían sido maltratados tempranamente, presentaban en las células de su hipocampo ‘metilación‘ (marcas epigenéticas- la metilación del ADN generalmente actúa para reprimir la transcripción génica en un gen promotor) en un gen que codifica el receptor de la hormona del estrés.»

Es decir, esto último se corresponde con el desarrollo del cerebro respecto a algún evento como aprendizajes nuevos o experiencias de la vida.

Como si el maltrato sufrido a una edad muy temprana implicara una hiperactividad del estrés que disminuye su resistencia al estrés. Sería «una adaptación del niño a un entorno inseguro, impredecible, que requiere hipervigilancia».

Esto es, la experiencia vivida de maltrato activa una parte del cerebro correspondiente al estrés, y al mismo tiempo que lo activa lo lleva a una resistencia menor al estrés. Es decir, lo que pasa con los niños maltratados es una hipervigilancia respecto a la inseguridad de su entorno.

Entonces, por un lado, con la idea que nos brinda la epigenética, a saber, la modificación adquirida de ciertos caracteres genéticos debido al entorno y las interacciones; y, por otro lado, la evidencia de la modificación de algunas redes corticales por las mismas razones. Tenemos la prueba ahí de la inscripción somática adquirida y no genética, de un cierto número de síndromes relacionados muy directamente con los peligros y que conciernen al olvido, a la capacidad de represión y sus consecuencias traumáticas que pueden llevar hasta los actos suicidas. Es lo que les importaba, cómo una persona puede pasar al acto suicida.

La fragilidad de lo simbólico tiene, por lo tanto, una consecuencia epigenética. Y no es lo genético lo que determina la construcción de lo simbólico. Estos trabajos de la biología nos dicen que algo queda inscrito en el cuerpo en estas personas maltratadas en la infancia.

Lo que pasa en las inscripciones neurológicas es que los axones en estos niños están menos recubiertos con mielina en una región del cerebro relacionada con las emociones y con la depresión; esta menor mielinización parece estar relacionada con algunos procesos epigenéticos.

Obviamente, lo que interesa a nuestros colegas es cómo estos marcadores podrían proponer tratamientos para anticipar y evitar, por ejemplo, los suicidios. Pero también está el hecho de que en las mujeres que han sido agredidas sexualmente en la infancia, la parte de la corteza sensorial que permite sentir las sensaciones genitales estaba menos desarrollada, cuanto más graves eran las agresiones menor desarrollo de esta zona.19

Y, por consecuencia, la idea que nos viene es que sería una forma de protegerse contra la reminiscencia, contra el resurgimiento de las experiencias sexuales traumáticas vividas en el pasado… Una manera, por lo tanto, de protegerse a sí mismo, cuyo precio es la frecuencia de los trastornos de la sexualidad en la edad adulta.20

En este sentido, es la última versión de la cuestión freudiana del trauma sexual infantil en la histérica en términos neurocientíficos. ¿Eso está tan lejos de las tesis freudianas de 1895?

«Cuando se trata de una histeria traumática, obviamente reconocemos que fue el accidente el que causó el síndrome. «21

Pero también y especialmente esta pregunta nos lleva a una relectura del “Proyecto de una Psicología para Neurólogos” (1895).

«Además, la teoría de las barreras de contacto autoriza los siguientes usos. Una propiedad esencial del tejido nervioso es la memoria, es decir, generalmente la capacidad de modificarse de manera permanente por procesos que no han tenido lugar sino una vez, lo que contrasta enormemente con una materia que permitiría el paso de un movimiento ondulatorio y que retornaría enseguida, a su estado anterior.»22

Es decir que hay una modificación del paso de la energía que permanece, que sería lo contrario de que pasara la energía y no dejara ninguna huella.

«Es más difícil explicar la defensa primaria o la represión, a saber, el hecho de que una imagen del recuerdo hostil es abandonada lo más rápidamente posible por la investidura. Sin embargo, la explicación podría residir en que ha puesto fin a los acontecimientos primarios del dolor o defensa refleja. La aparición de otro objeto en lugar del objeto hostil ha sido la señal de que el acontecimiento de dolor había terminado y el sistema PSY, instruido por lo biológico, trata de reproducir en términos psicológicos el estado que marcó el cese del dolor. Con la expresión INSTRUIDO POR LO BIOLÓGICO, hemos introducido una nueva base de explicación que ha de tener su propia validez aunque no excluye un retorno a los principios mecánicos (factor cuantitativo) sino que lo exige. En el caso presente, podría ser bien el aumento de Qn (cantidades de energía) que se produce con cada investidura de las imágenes de los recuerdos hostiles lo que conduce a una mayor actividad, y por lo tanto al flujo de los recuerdos.»23


Me gustaría terminar esta breve introducción sobre la idea de que en el fondo, el sufrimiento psíquico de la reminiscencia es, ante todo, el resultado de una falta de represión, de una represión incompleta o el regreso de lo que no fue posible reprimir. Es la neurosis por definición, lo que dice Freud es, «lo que es propio del mecanismo de la neurosis, el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido, falta por el carácter. En la formación de éste, o bien la represión no entra en acción, o bien, alcanza sin dificultad su objetivo que es sustituir lo reprimido por las formaciones reactivas y las sublimaciones.”24

Por suerte la represión no funciona bien del todo, porque si funcionara bien borraría todo; en cuanto a la represión primordial, es una cosa importante porque tampoco es tan seguro que hubo represión primordial. Se supone que la construcción de lo simbólico se hace poco a poco y nunca llega a estar plenamente terminada. Esta lógica nos hace suponer también que la represión primaria tampoco se hace de una vez para siempre. Al igual, que se introduzca el significante del Nombre del Padre, es decir que la primera metaforización funcione, no significa que todas las metaforizaciones funcionen. Esto quiere decir que una cosa es estar en el lenguaje con el significante del Nombre del Padre y otra cuestión es, cómo va poco a poco desarrollándose para un sujeto sus posibilidades de metaforización. Posibilidades de metaforización que siguen poco a poco el éxito, o no, de las represiones, es decir, que es importante que la represión funcione, pero tampoco funciona plenamente, en el sentido de que funciona poco a poco.

A poco que este proceso de represión funcione, esto permite que se ponga en circulación la utilización de los procesos de metaforización. Vemos eso con los niños de manera muy clara. Y vemos el uso al revés en los síndromes de estrés postraumático, cuando la represión no funciona, la metaforización tampoco puede funcionar. Y el trauma que es el trauma del fantasma…, eso produce el suspenso de la represión y la metaforización.

Intervención: -Pero si hay represión, porque hay huella de la huella. Cuando decimos la parte real que tiene que ver con la memoria, hablamos de la huella mnémica, en el sentido de que no hay representante de la representación. Hay una representación pero que no se liga. No hay desfiladero significante, no hay cadena.

Vuelve a leerse la cita de Freud: «lo que es propio del mecanismo de la neurosis, el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido, falta por el carácter. En la formación de éste, o bien la represión no entra en acción, o bien, alcanza sin dificultad su objetivo que es sustituir lo reprimido por las formaciones reactivas y las sublimaciones.”25

COMENTARIO AL SEMINARIO

Roque Hernández

Efectivamente las investigaciones en neurociencias revelan la importancia de la obra de Freud desde el Proyecto de una psicología para neurólogos, a pesar de que muchos reniegan del inconsciente, sin darse cuenta de que constituye la memoria particular de un sujeto, ligada a la represión y a sus retornos.

A diferencia de lo planteado por las nuevas terapias que proponen un borramiento de los recuerdos que hacen sufrir, sin ni siquiera pensar los efectos que ello pueda tener para un sujeto al pretender borrar una parte de su historia que lo constituye como tal, cumpliendo así con el imperativo de un ideal de la modernidad, el psicoanálisis distingue el borramiento del olvido. Olvidar cumple una función y es una manera de reprimir una representación inconciliable.

Que el olvido tiene sus retornos y que se articula con la represión, nos lo muestra bien el ejemplo de “Signorelli” de Freud. De ahí que se hable del inconsciente como memoria del olvido.

A propósito de la afirmación de que el sufrimiento es por la falta de represión o metaforización, rescato del preámbulo del libro los girasoles ciegos” de Alberto Méndez un párrafo de Carlos Piera que realizó para la Introducción de una antología poética de Tomás Segovia (En los ojos del día)

«superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido. En el caso de una tragedia requiere inexcusablemente, la labor del duelo. El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquel en que se patentiza su ausencia definitiva. Es hacer nuestra la existencia de un vacío».

La represión no basta para inhibir el dolor, ni para dejar de sufrir de reminiscencias, porque la represión no es total y tiene sus retornos. Lo Real no cesa de no escribirse y cada sujeto vive, remodela y registra el recuerdo de un mismo acontecimiento Real, según su fantasma. A fin de cuentas se podría decir que todo recuerdo no es sino un recuerdo encubridor.

Robert señala que en la reminiscencia, que se acompaña de sufrimiento, habría una forma de construcción del recuerdo vía lo real y el fantasma, mientras que en la reviviscencia de la que hablan los científicos, que se da por ej en el síndrome post traumático ese proceso, no se ha podido construir debido a la efracción del fantasma, de ahí su represión versus su memoria imposible

Las investigaciones neurológica avalan esta idea de que el cuerpo, como dice Lacan, se revela como superficie de inscripción, no genética como señala Robert sino ligada a la fragilidad de lo simbólico, para ciertos síndromes donde el olvido, la capacidad de represión y sus consecuencias traumáticas están en juego.

En este punto cabe preguntarse si no habría que indagar en la diferencia entre lo inscrito simbólicamente y lo escrito en el cuerpo del parlêtre, la marca en el cuerpo, que no es sin la referencia al inconsciente real. Como vemos, las investigaciones neurológicas señalan que esas marcas de las personas maltratadas en su infancia, se pueden leer postmortem, ¿siendo reflejo de una forma de defensa arcaica del cuerpo que no ha podido ser regulada mediante lo simbólico?

Acaso habría que remitirse a la última enseñanza de Lacan en la que habla del parlêtre, para pensar algunas cosas relativas a esa juntura entre lalengua, el cuerpo y la letra como escritura de lo real.

¿cómo introducir en la clínica psicoanalítica la cuestión de la lectura más allá de la interpretación, y cómo acompañar en la transferencia, que no es sin el deseo de analista, a cada uno de estos casos donde nos encontramos precisamente con esa falta o imposibilidad de la represión,

¿Cuál es el estatuto de eso que, sin ser necesariamente forcluido, se escribe en el cuerpo y que por impensable no puede ser reprimido?. ¿cómo pensar ese cuerpo que se da a leer por estos medios técnicos tan modernos? ¿se puede pensar que lo que se escribe, lo hace en la parte “être” del parl-être?. Es decir, que nos encontraríamos con un sujeto que es un cuerpo más que decir que tiene un cuerpo?

Respecto de la relación entre memoria e historia, habría que decir que la historia siempre es una historia novelada de recuerdos (S1)cercando lo real, de significantes encadenados que tratan de darle forma a lo informe, donde habitualmente se lee el pasado como origen, como causa y fundamento de un destino previsible o inevitable. Por eso no se trata en psicoanálisis de hacer memoria, sino de atender a la asociación libre ligada a las formaciones del inconsciente y a los acontecimientos del cuerpo que abren un hueco en esa pretendida consistencia de la memoria.

En ese sentido hay que salir de los determinismos, que no de las determinaciones para inventar una manera singular de hacer con lo real y el goce.

Coloquio

Intervención: El tema de las dificultades de inscripción en el cuerpo, da para pensar las grandes dificultades de los fenómenos del acto, la actuación o fenómenos psicosomáticos, porque ahí se da justamente la dificultad enorme para tratar la rememoración, la historización; una dificultad tremenda.

Quizá en esa búsqueda, cuando no se puede hacer, se va buscando una causa como signo que determine, es decir, porque entonces se cierra, se cierra el trabajo.

¿Qué quiere decir, que al final no se puede, si tú intentas buscar algún tipo de signo, al final se cierra la posibilidad? Que en esa rememoración se busca como origen, como causa, hay un cierre del inconsciente, es lo que yo entiendo.

Claro, es el pasaje que hace Freud entre psicosis y asociación libre. En el momento en que Freud termina con la idea de que la rememoración es lo que se espera del tratamiento para curar. Él se da cuenta que si hay rememoración bien, pero lo que pasa es que aparecen nuevos síntomas después, entonces él pasa de la hipnosis a la asociación libre, justamente por la razón que se daba antes, y ¿qué implica éste pasaje? Implica el hecho de que no se trata tanto de la cuestión de la memoria en un recuerdo importante, sino que la memoria o los recuerdos pasan por las palabras y las asociaciones, y que eso es lo que se necesita trabajar, los significantes.

Intervención: Pero fundamentalmente el cambio de la hipnosis a la asociación libre no es por cuestión de la reminiscencia, lo que él descubre ahí es que el trabajo hecho no es efectivo.

Claro, porque la resistencia justamente es resistir al recuerdo, o la cuestión de la represión misma, es decir, si uno pasa por los significantes la cuestión de la resistencia es distinta, porque viene lo que viene, es lo importante, no hay nada importante sino lo que viene. Es la manera de sortear la cuestión de la resistencia. Lo vemos bien en los tratamientos cuando los pacientes intentan recordar, piensan que es importante, nosotros también, pero no sirve. La mejor manera de no recordar es intentar recordar algo hacia ese elemento, porque si viene algo, viene por casualidad, viene en lo que surge en la palabra no prevista.

Intervención: Y en la transferencia, eso cambia totalmente la posición del analista.

Pero lo interesante también es ver hoy en día la vuelta de la hipnosis. Es algo muy importante. Por ejemplo en los hospitales en Francia, les contratan para ayudar en la anestesia, para ayudar en el dolor, para ayudar a dejar de fumar. Es algo que se ha extendido increíblemente. Desde hace unos años hay un desarrollo de la presencia de la hipnosis tremenda.

Intervención: -Para Freud lo que no se recuerda se revive, entonces el planteamiento sería una reviviscencia para no recordar.

-Eran tres “R”, recuerdo, repetición, reelaboración.

-Pero no es una reviviscencia por lo menos lo que yo entiendo por reviviscencia.

Lo más importante, me parece a mí, es el hecho de decir, la cuestión del síntoma es la razón por la cual uno viene a consultar, que es poco importante, porque el verdadero síntoma aparece secundariamente dentro de la transferencia, en las neurosis de transferencia.

Si tomamos el ejemplo del síndrome de estrés postraumático, lo que se revive es la imagen exacta de lo que pasó, no es una reminiscencia lógicamente, no es un recuerdo metonímico, se refiere a esa misma imagen de lo que ocurrió dentro del sueño o dentro de un momento o un delirio psicótico ¿la primera situación del trauma no se pudo inscribir bien?

Intervención: -Es el paciente el que revive algo, pero es la palabra del analista la que hace que eso se transforme. El delirio es reminiscencia.

-Freud dice que es una parte de la historia la que aparece en el delirio.

-¿Cuál es el estatuto de una violación que tuvo lugar para una persona neurótica? Como es imposible pensar eso, entonces se reprime, se reniega. Estamos en ese campo donde no está claro, porque si hablamos de represión hay retorno, pero hay casos de traumas donde el retorno no…

Una chica violada que dice, pero eso no me ha hecho nada, esos imbéciles no han conseguido nada. Otra chica abusada que solo recuerda un trozo de la escena en la que un hombre le tocaba las tetas.

O el olor o un ruido, algo que efectivamente es metonímico de lo que no fue posible simbolizar. Pero hay una parte metonímica que regresa.

Intervención: El delirio es como un intento de construcción que no consigue agotarse.

Lo que decías sobre la mielinización me parece importante porque se dice que el niño puede comenzar a controlar esfínteres justo con la mielinización. Hubo una época en que todo esto no se conocía y se decía; justo coincide con el superyó, a medida que los padres iban normativizando el control de esfínteres. Era como si fuera algo aparte que se mielinizaba. Hay una íntima relación entre la meilinizacion y el lazo social. En la consulta es frecuente encontrarnos con niños grandes 7, 8 y 9 años que se siguen haciendo pis. Entonces les han dicho que es un problema de control de esfínteres y que el tratamiento psicológico no vale de nada. Se le da una pastilla que es una hormona antidiurética. Pero ahora pienso que si uno trabaja con el niño favorece la mielinización. Es interesante, porque está más allá de la simbolización. O quiere decir que por el proceso de simbolización, se producen fenómenos en lo real.

Intervención: -Es como cuando estudiábamos el estadio del espejo y decíamos que lo simbólico es lo que adelanta la maduración. Hay algo de lo simbólico que está por delante y ayuda a lo real.

La desmielinización está considerada como una enfermedad de autoinmunidad.

Se habla de los niños que están en hospital de día con este problema.

¿Podríamos decir que la mirada del otro produce mielinización?, claro que sí.

Intervención: -Eso también pone en valor, a propósito de la última enseñanza de Lacan, respecto al ‘parlêtre’, donde el cuerpo y lo simbólico están íntimamente ligados. Entonces lo simbólico recubre, y las neuronas también se recubren, se mielinizan a partir de un recubrimiento simbólico.

-Se dice también que no se enseña la lengua, se recibe en el cuerpo.

-Todo esto se ve también muy bien en el alzhéimer.

En las distintas memorias que ahora se plantean se ubica muy bien el alzhéimer.

Para el alzhéimer se puede jugar bien con el término memoria, me-moría. Lo que está del lado de la vida o de la muerte, alrededor de la palabra.

Personas que han hecho en su vida maldades muy fuertes y que empiezan con alzhéimer ¿cómo fenómeno culposo? Sí. Se habla de que los músicos no tienen alzhéimer.

 (Seminario transcrito por Cristina Rocha y revisado por Roque Hernández y Lola Monleón)

1S. Freud, Etudes sur l´hystérie, P.U.F., 3º Edition. P.8

2S. Freud, “Les psychonevroses de defense”, O. C., P.U.F., Vol III, P 7.

3Ibidem P. 15

4Borges, Factions “Funès ou la mémorie” Ed. Folio 1983 P. 124

5Borges Opus cité P. 118

6Le monde, sciences et médecine du 23 Aout 2017.

7Paul Franklanddans le revue NEURON

8Etudes sur l´hystérie, P.U.F. 1971 3ª Edit. P 233 – 234

9Memoire et Oubli, Ed. Le Pommier 2014.

10Opus cité Le monde 23 aout 2017

11La Memoire sans souvenir, Ed. Odile Jacob 2017

12Opus cité Lejeune et Delage

13Antoine Lejeune Michel Delage Opus cité P. 176

14Etudes sur l´hystérie Opus cité P. 5

15Idem P. 8

16Idem P. 216

17Antoine Lejeune, Michel Delage, La mémoire sans souvenir, Ed. Odile Jacob 2017 P. 164

18Cité également dans le monde du 28/Jun/2017

19Heim C.M. et al “Decreased cortical representation of genital somatosensory field after childhood sexual abuse “American Journal of Psychiatry 2013, 170. P 616-623

20Serge Stoleru, Un cerveau nommé désir, Ed. Odile Jacob, 2016. P. 222

21Freud, Los études Opus cité, P. 1

22S. Freud, Esquisse d´une Psychologie, Ed. Éres 2011 P. 19

23Idem P. 67

24S Freud Névrosepsychose et perversión, Ed. P.U.F. 1974, 2º ed. P 195

25S Freud Névrose psychose et perversion, Ed. P.U.F. 1974, 2º ed. P 195

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