Daniel Colson – Cartel de protocolo
Septiembre 2018 Cartel de Protocolo
Un acto perturbador
Lo que este cartel resaltó muy bien, es la dificultad del nombrar. Los diálogos trataron de esta cuestión tajante cuando se plantea de esta manera: ¿hacer o no hacer esta famosa lista? De este modo, todos se ven requeridos que expliquen su posición. En la ocasión de nuestra última reunión, imposibilitada por consideraciones técnicas, saque, a pesar de todo, la idea que hay en el acto mismo de nombrar, este imposible, lo imposible de la encarnación mediante el nombre (el significante?). Solucionar eso remitiéndose a lo real en este imposible me parece limitante, aunque teóricamente solo podemos concordar con eso. Lo imposible con el cual nos encontramos fue, en primer lugar, el no poder llegar a la unanimidad, al “uno”. Es difícil hablar en conjunto, llegar a un consenso, sin, en cambio, poder quedarse en una exterioridad contemplativa del grupo, del cual no podemos escapar (la famosa aglomeración). Hay por lo tanto un motivo de discordia posible acerca de este tema de la lista, que uno de nosotros aproximó del objeto a. ¿Será que la unanimidad solo puede venir de la identificación colectiva al jefe, siguiendo el esquema solar de Freud en Massenpsychologie?
Algunas posiciones subjetivas:
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Hacer algo que uno no quiere hacer
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No poder hacer; un “no puedo” al cual uno contestaría un “no quieres”. Ambos auxiliares, poder y querer, se interpelan sin que se pueda despejar alguna articulación.
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Uno se declara todavía ambivalente
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Uno se refugia detrás de una especia de mandamiento institucional, una consigna impuesta por los estatutos, que bastaría ejecutar para “pertenecer” a la asociación. Aquí llegamos a otro auxiliar, el deber.
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No cabe duda de que hayan otras posiciones subjetivas frente a esta propuesta de lista, más complejas, y que alternan en la misma persona: el autocontrol que impide la acción, el miedo de actuar, que el acto no sea más que un paso al acto. ¿Se debe calificar como procrastinación? El análisis de Hamlet por Lacan debe invitarnos a mirar del lado de una mala jugada en contra de los demás.
Por un lado, “discordia interna”, al interior de uno mismo, y al interior del cartel. Por otro, la amenaza de una disgregación del grupo, tal vez de la asociación incluso, suponiendo, exagerando, que es a esta lista que debería su sobrevivencia. No sé qué sentido dar a esta amenaza de ruptura de una especie de “yo” colectivo; se encuentra en cualquier grupo u asociación; la exclusión, excluir y excluirse, es otro caso particular.
De manera general, es difícil hablar por los demás, así como es difícil hablar de los demás, y hablar a los otros es, obviamente, no ser escuchado.
Pero ¿serán los estatutos bien traducidos? nos hemos preguntado. No se pueden evitar, en un trabajo bilingüe como el nuestro, ciertas aproximaciones de la traducción, y las ambigüedades propias a cada idioma. ¿Será, por ejemplo, que se piensa de la misma manera el transfert, masculino en francés, y la transferencia, femenina en español. Tocaría inventar la transférence en francés. He empleado en mi intervención una forma impersonal del discurso, “uno”, etc., para justamente no nombrar los que encarnaron tal o cual posición en este cartel. Aquí nuevamente: imposibilidad del nombrar. Nombrar equivale a denunciar, y a hacer público este acto. A mi juicio, un cartel debe mantener esta discreción que preserva a los individuos, lo íntimo, de la misma forma que se debe disimular la identidad de los pacientes en las observaciones clínicas. En fin, sigue siendo una cuestión.
No creo que este cartel haya buscado desplazar la dificultad que hubiera podido consistir en lo siguiente: si se debe, y subrayo aquí este “si se debe”, elaborar una lista, entonces que estemos en el simulacro. Invoquemos al azar y elaboremos, por divertimiento, ironía, irrisión, provocación, una lista descabellada que tendrá al menos el mérito de existir y de atender esta oscura solicitud por la cual hemos sido elegidos al azar. O también, tomemos una lista de todos los miembros.
Termino con un libro del filósofo Agamben Giorgio que, me parece, es muy oportuno para discutir el acto que hemos buscado definir en este cartel. Se trata de “KARMAN: pequeño tratado sobre la acción, la culpa y el gesto”. Ojala esté traducido al español… Voluntad, poder, potencia, libre albedrío, mandamiento, ley, etc., están discutidos y articulados a la luz del legado ético de la cristiandad. La imputabilidad de nuestros actos se enraíza en esta ética.
Daniel Colson – Septiembre del 2018