Anna Konrad – Cartel del protocolo

Cartel del Protocolo institucional

Presentación para la Jornada institucional

Septiembre de 2018

No hemos hecho una lista. No hemos podido. Al no ser los nombres de dicha lista una cuestión de enumeración en singular de cada cual, sino el (eventual) resultado de un trabajo a partir de las intervenciones y las conversaciones en el Cartel.

La experiencia que uno de nosotros tuvo a bien compartir fue que hubiera necesitado aprehender la motivación de esa lista de la que se dice, una y otra vez, que es importante sin que se pueda justificar a su juicio.

¿Qué podía responderle a mi colega, pero también, por extensión, a un interlocutor que no viera el más mínimo interés analítico en concretar el objetivo propuesto a este Cartel, hacer una lista, que incluso pusiera de manifiesto una falta de legitimidad por parte de todo el Cartel de cara a establecerla? Independientemente de las limitaciones que bordean la lista: ésta está abocada a ser reemplazada por otra más adelante, a los miembros del Cartel se los designa aleatoriamente, son miembros « cualesquiera » por definición…

Preguntaría: ¿cuál es esa legitimidad tan intangible a la que te refieres y en aras de la cual cualquier nombre designado por tal o cual miembro e inscrito luego al término de un trabajo en el Cartel no sería si no inconstancia o impostura?

Y respondería: la lista se deriva de la naturaleza específica de la transmisión en psicoanálisis que reivindica su condición de ciencia y no puede renunciar a dicha reclamación, salvo que acepte ser la apelación de una multiplicidad de farmacias recomendables en mayor o menor medida, un saber sin leyes establecidas o por establecer, sin hipótesis por probar y por debatir, por elegir, por descartar… Y sin embargo, el psicoanálisis es todo lo anterior, es decir una investigación. Pero su experimentación es singular, se basa en la siempre particular transferencia en la que se efectúa la observación. De entrada, se necesita una traducción para narrar la experiencia. La objetividad de la experiencia y la discusión de sus resultados sólo pueden abordarse mediante un discurso que trate indirectamente del sujeto. Y añado: en su relación con el significante y con lo real.

Nominar al sujeto en esta experiencia, la del discurso analítico, contribuye a la definición de la objetividad del psicoanálisis.. El discurso analítico no procede de la nada, es un sujeto que lo enuncia, ese sujeto tiene un nombre. Podría decirse que su nombre pertenece a la comunidad de los analistas, una comunidad de investigadores que se supone pueden discutir sobre el mismo objeto (de investigación). Aquella o aquel que, a través de su relación y de su transferencia hacia ese nombre singular, trata de argumentar su elección se ve confrontado con su propia relación con el discurso analítico, que no es el discurso del gran Otro y que no es el discurso de un pequeño otro, por muy interesante que sea el nombre al que responde. Así pues, caso por caso, el trabajo del Protocolo puede –o podría– ampliar el conocimiento del participante sobre el estado actual de su relación con el deseo de analista.

El desarrollo que acabo de exponer pretendía hacerle frente a una objeción de ilegitimidad de un dispositivo de nominación a efectos de las leyes del inconsciente.

Pero nuestro colega ha llamado nuestra atención sobre la razón de una nominación, de una lista de nombres, presentada como necesaria, que es lo que esta persona cuestiona.

¿He logrado acaso poner de relieve la necesidad de esta lista al subrayar en especial tras Safouan1 y Braunstein2 el vínculo orgánico que une al psicoanálisis y a la ciencia?

¿Acaso existe otra razón para este Protocolo institucional? Podemos evocar una necesidad que se refleja en la noción lacaniana de la reducción del nombre propio al significante cualquiera -me disculpo por recordarlo en la presente sin contextualización textual lacaniana. Mi interpretación es que contribuye, en Analyse Freudienne, al menos dentro de la idea que la asociación sostiene de la formación, a la formación (continua) del analista. Un proyecto tal implica que no existe un fin de análisis definitivo, sino un trabajo a lo largo de toda la vida que amplía el ámbito en el que Lacan sugirió orientaciones con el Pase que se supone objetiva una destitución subjetiva. Este ámbito de experiencia, que llega hasta los límites de la subjetividad, es lo que Analyse Freudienne no deja de promover con su histórica insistencia sobre el deseo de muerte, y luego sobre lo real, hasta el argumento del tema de este año que empieza, en el que aparece un interés específico por lo « real de la muerte ».

Paradoja sostenida hasta ahora y suficientemente operativa para los aquí presentes en la aventura de Analyse Freudienne, en donde se articulan, como cara y envés, ese gusto al parecer algo mórbido y el deseo y, por qué no, la alegría de ser humanos y estar vivos. A este respecto, el Protocolo institucional se motiva por su relación interna y estructural con la asociación tal y como existe y funciona con sus miembros, gracias a ellos y gracias también a esta discusión que podemos mantener hoy.

Anna Konrad

1 Moustapha Safouan, Le puits de la vérité, la psychanalyse et la science, Ed. Hermann, coll. Hermann Psychanalyse, 2017

2 Nestor A. Braunstein, Traduire la psychanalyse, interprétation, sens et transfert, Point Hors Ligne, ERES, 2016

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