Eric Moreau – La transferencia del sujeto psicótico, pasión por la ignorancia, real de la muerte

Media jornada, A.F. del 8 mayo 2021, «Delirios y pasión por la ignorancia”

Acercarse a la transferencia en Lacan a través de las pasiones del ser implica situarlas en la estructura como amor, odio e ignorancia. Sin embargo, la transferencia en las psicosis revela una exacerbación pasional caracterizada por la erotomanía, el pasaje al acto y la certeza.

Primero, el amor de transferencia en la psicosis, es el delirio erotomaníaco. Es decir una erotomanía de transferencia. La erotomanía es un amor absoluto. En este lugar, no hay metáfora porque no hay falta, el analista es idealizado o incluso divinizado. Ninguna metáfora del amor. El Uno de la unión amorosa fusiona el analizante al analista; el S1 como significante del goce es compactado al S2 , el saber. Entonces, lo que ignora el psicótico, es la separación del sujeto y del objeto. En otros términos, la separación entre un significante que representa al sujeto para otro significante no ha advenido y, en consecuencia, ignora la perdida del objeto a porque el goce del Otro no ha sido reducido por la metáfora paterna. Entonces, el goce del Otro es excesivo, es tapado masivamente por el amor absoluto de la erotomanía con el fin de disminuir los efectos destructores. En la transferencia psicótica, el objeto no está localizado en el analista, sino en el sujeto totalmente identificado a aquello. El analista es visto como un otro que goza del analizante.

Es amado u odiado. El amor, el odio y las palabras son impuestas a un sujeto convertido en objeto del goce del Otro.

Luego, con respecto al odio en la psicosis, éste es identificable a nivel del pasaje al acto asesino o suicida. El odio de transferencia en el psicótico es un odio absoluto del otro que proviene de la puesta en acto del goce del Otro. La vertiente del odio de transferencia emerge en la transferencia agresiva permanente que caracteriza ciertas curas con analizantes psicóticos donde el analista es devaluado o percibido como un perseguidor.

Finalmente, con respecto a la ignorancia, la ubico a nivel de la relación del sujeto psicótico con el lenguaje, ahí donde se expresa la certeza. La certeza, es el significante impregnado de goce que retorna de lo Real al mismo lugar de la abolición de un significante fundamental en lo Simbólico.

Entonces, es en el lugar mismo donde el significante del Nombre -del-Padre ha sido forcluido que las alucinaciones u otros fenómenos elementales son percibidos sensorialmente. ¿Podríamos hablar aquí también de una ignorancia absoluta posteriormente a la caracterización del amor absoluto y del odio absoluto?

La dirección de la cura consiste en reducir lo Real mediante lo Simbólico, hacer pasar el goce al lenguaje y a la palabra, incluso si algo quedará siempre no simbolizado pero que podría ser recuperado parcialmente por un sinthome que facilitará el lazo social cuando antes no lo había.

Para ilustrar mis afirmaciones anteriores, voy a referirme a un texto de Dominique Boukhabza, (2012), La “letra” del sueño, un lector para la psychosis. (La “lettre” du rêve, un lecteur pour la psychose, érès, Toulouse.)

  1. Alucinaciones y delirio

En este texto, la analista construye la noción de transferencia psicótica

como una modalidad específica que permite la simbolización del goce. Ella propone que la dirección de la cura se oriente hacia la simbolización de lo real para producir la significancia. Es sobre la transferencia psicótica que descansa la movilización de la estructura para hacer emerger al sujeto del significante. Para que esto se realice, la puesta en su lugar de la transferencia analítica con el psicótico se regula sobre las coordenadas clásicas, tales que la posición del analista orientada sobre el deseo de analista en tanto vacío de saber. La escucha es sostenida por una ignorancia formal, abierta a acoger lo inédito de la verdad más allá de lo dicho. La regla de la asociación libre es respetada. Sin embargo, la interpretación es limitada a la citación de algunos fragmentos de sueños y de la verbalización.

La instalación de la transferencia se hace por la suposición de un saber al analizante psicótico. Entonces, alucinación y delirio pueden ser escuchados como un saber. Pero este saber tiene un carácter absoluto puesto que la verdad es una certeza. Es un saber absoluto, un saber sin agujero porque no hay falta puesto que el Falo no ha sido reprimido sino forcluido. La especificidad de la posición subjetiva del psicótico es entonces una certeza de una verdad que se impone como real. Es lo que revela la demanda de análisis del paciente, lo cito:” Yo creo que voy a verla para acceder a la comedia de las palabras; lo que yo digo es demasiado verdadero.”

De este modo, la posición subjetiva psicótica es una posición de certeza con respecto al lenguaje. El lenguaje es real, las voces son percibidas directamente por los sentidos sin la mediación de lo Simbólico. Las palabras son impregnadas directamente por el goce del Otro.

Este texto expone el análisis de una cura de un analizante que desencadenó una psicosis posteriormente al fallecimiento de su padre. El fenómeno elemental consiste en alucinaciones auditivas: él escuchaba voces de mujeres jóvenes.

Al principio de la cura, el paciente es tomado por en un fenómeno de influencia de la televisión y de la analista en la transferencia. Su malestar se acentúa durante las sesiones siguientes, él tiene miedo a desencadenar una guerra nuclear, y expresa un amor erotomaníaco respecto de la analista.

El paciente cuenta que la joven mujer que encontró en un bar “lo fascinó por la mirada”. Desde este momento, él escucha voces de mujeres jóvenes. Las alucinaciones auditivas se manifiestan en un momento de enamoramiento.

Él tiene la impresión que ella viene en su cabeza y le dice: ”yo te tengo” y él le contesta: “yo te amo” . Esto de lo “yo te tengo” es cercano al apellido paterno del paciente, es la letra “t” que hace de él el objeto gramatical del verbo tener, a leer como posición pasiva del objeto de la pulsión. Luego, la erotomanía es transferida a la analista. La erotomanía de transferencia es la certeza de un amor absoluto.

Vemos como los fenómenos sintomáticos se desplazan del mundo exterior hacia la analista en el interior de la cura, es decir por transferencia.

Entonces, podemos hablar de la instalación de una psicosis de transferencia como hablamos de neurosis de transferencia. De esta manera, la transferencia se realiza por el desplazamiento de síntomas y significantes del analizante hacia el analista. Hasta aquí, la transferencia no es distinta de la transferencia del neurótico.

Con esta distinción que en la psicosis, la relación del sujeto con el lenguaje y con la palabra es estructuralmente diferente. Se tratará de precisar en qué consiste esta diferencia estructural más allá de lo que ya he avanzado respecto del saber absoluto de la certeza que contrasta con el saber del neurótico , quien él, ignora el saber inconsciente. Por lo que el neurótico es preso de la duda.

Por esto, planteo la cuestión de la estructura específica del inconsciente, del sujeto, y del goce en el psicótico. Cuestión que abordaré más adelante.

Esta diferencia estructural se traslada también a la transferencia, porque para el neurótico el Sujeto Supuesto Saber es depositado en el lugar del analista al comienzo de la cura, pero al revés es el analista que deposita el Sujeto Supuesto Saber en el psicótico porque , es él que sabe. Es el analizante que es el objeto a. Pero este saber es el goce del Otro , goce del Otro que ignora el goce fálico.

  1. La cura mediante los sueños

La cura se desarrolló según un proceso muy peculiar, puesto que se realizó casi exclusivamente con relatos de sueños. La analista escucha pero no interpreta los sueños. Ella se dedicó a anotarlos. “Ella se hizo la secretaria del alienado” como lo aconsejaba Lacan para las curas de psicóticos. A lo más, ella le hace algunas preguntas o le recuerda un sueño anterior. Un sueño o algunos se relatan en cada sesión sin interpretación de la analista y con muy pocas asociaciones.

La instauración de la transferencia hace emerger sueños que, al principio, remiten a la cuestión del sexo, ser un hombre o una mujer. Él se pregunta si puede ser una mujer, busca el significado de su apellido paterno, y el significante agujero es verbalizado, en relación con las apariciones de mujeres y la muerte de su padre. En el lugar del agujero en la cadena significante de lo Simbólico, producido por la forclusión del significante del Nombre-del-Padre, se localizan las voces de la joven mujer que lo fascino por la mirada. Las voces son pulsiones invocantes percibidas directamente por el oído sin represión.

Posteriormente, los sueños son más numerosos y se organizan según una trama explícita. La sucesión de los sueños forman una cadena de temas que se cruzan alrededor de ciertos significantes que se repiten: los estudios interrumpidos, la pelea, la muerte del padre, las jóvenes mujeres, el agujero, los cortes, la sangre.

El significante agujero es asociado a su padre y a su cuerpo. La castración se hace significancia con los significantes agujero, corte, herida del cuerpo. La muerte del padre que no podía ser simbolizada es elaborada por el relato de los sueños.

Los significantes de los sueños son reintegrados en la historia del sujeto porque él puede asociar recuerdos. Luego, las voces se reducen a medida del aumento de los sueños. El sueño hace retroceder las voces. Entonces, es un desplazamiento transferencial que ha funcionado. Los sueños se sustituyeron a las voces. Los sueños se diferencian de las voces y permiten la asociación con algunos recuerdos. Esto le permite hablar de sí mismo. Los sueños permiten una historización del sujeto.

Primero, la analista ocupó el lugar de la joven mujer con voces, lo que ha comenzado el trabajo de transferencia; este último ha desencadenado el trabajo de los sueños, luego el trabajo de la memoria ha inscrito a su vez significantes de su historia. Un sujeto de la palabra ha emergido, un saber nuevo sobre el goce se ha producido, la ignorancia de la castración ha sido reducida.

Vemos como la transferencia ha permitido desplazar las alucinaciones hacia los sueños y que estos últimos se desplazaron hacia los recuerdos.

Alucinación, sueño, y recuerdo son tres formaciones del lenguaje que permiten un desplazamiento del goce. Se trata de una reducción del goce o incluso su diseminación mediante la operación de traducción de un registro al otro, de lo Real a lo Simbólico, luego de lo Simbólico a lo Imaginario gracias a la mediación de los sueños. La transferencia de significantes ha permitido la simbolización. La serie de estos sueños constituye un hilo metonímico que anuda lo que había sido desanudado o repara un error causado sobre la estructura del nudo borromeo.

El sujeto del sueño fue conducido bajo transferencia a construirse un sinthome sueño. Los sueños en el trabajo de la cura puede, pues, producir un sinthome. Este nuevo anudamiento hizo regresar la erotomanía y también la certeza del saber absoluto. El trabajo del sueño en la cura ha permitido reanudar Real, Simbólico e Imaginario.

  1. El sujeto en la psicosis

Entonces, intentaremos contestar a la pregunta enunciada al principio: ¿Cómo es el inconsciente, el sujeto y el goce en la psicosis?

En esta perspectiva, la autora toma como puntos de referencia esencial las tres formaciones: alucinación, sueño, recuerdo. Las alucinaciones son concebidas como un retorno de primeras inscripciones en el registro de lo Real. Son pulsiones, más precisamente pulsiones invocantes, fijadas a nivel de la percepción. Estas pulsiones están impregnadas de goce. Este goce es goce del Otro puesto que el goce fálico está defectuoso en la estructura psicótica. Por lo que estas pulsiones son ilegibles, fijas y inamovibles. Este saber del goce del Otro no barrado es sede de un inconsciente real porque es pulsional. Podría ser un resto arcaico de la inscripción de la lalengua. Lo que la transferencia permite es su movilización para que una lectura de las pulsiones y del goce correlativo fuera posible. Estos pequeños restos de real, como los llama Lacan, se traducen en los sueños bajo una forma figurativa donde se anudan significantes y pulsiones. Pero el relato de los sueños es una puesta en palabras que hace aparecer los significantes en la palabra. Entonces, el relato de los sueños hace posible su lectura. La analista observa que al principio la verbalización es metonímica, luego, algunos significantes se repiten y forman núcleos de asociaciones. Lo que hace pensar que en un momento dado de la cura estos significantes nucleares permitirán realizar una metaforización porque un significante representará al sujeto para otro significante. Si el primer significante es un S1 entonces la cura podría permitir inscribir un S2. Esto se ilustra con los grandes casos clínicos de Freud, como por ejemplo para Juanito, el S1 es el caballo como significante de la metáfora fóbica, que representa al sujeto para todas las asociaciones metonímicas S2. Es lo mismo para el significante rata para el hombre de las ratas o el lobo para el hombre de los lobos. Con respecto a la psicosis, es la metáfora delirante que construye la simbolización de lo real. Pero tanto para la metáfora fóbica que para la metáfora delirante, hay una limitación a la simbolización de la castración. Es el goce residual del objeto a. Es interesante observar, en esta manera pensar la cura del psicótico, la analogía posible con la cura de los niños que, para ésta misma se desarrolla como un proceso que al principio es pulsional, repetitivo y, luego, las asociaciones metonímicas trazan un surco que permite llegar a la metáfora.

Finalmente, estamos en posibilidad de proponer una definición del inconsciente. El inconsciente puede ser concebido como un lugar de goce, goce del Otro constituido por pulsiones ilegibles, provenientes de la lalengua. El sujeto, en este lugar, es sujetado en posición de objeto. Él está fijado a estas pulsiones inmovibles y repetitivas. Para este paciente, el goce está fijado a nivel de las voces. Para que el goce se disemine en la palabra , se necesita la traducción en sueños y luego en sus relatos. A partir de ahí, los recuerdos de su historia emergen. El sujeto se moviliza.

Conclusión

La transferencia psicótica pone en movimiento, en el analizante y en el analista, las pulsiones alrededor de las cuales el significante del Nombre-del-Padre faltó. El analista mantiene un vacío de saber que obliga al analizante a leer las pulsiones mediante la significantización que el sueño permite.

El relato de los sueños activa el juego de metonimias y metáforas que podrán hacer emerger al sujeto de la palabra localizado en los intervalos de los significantes. El saber no será absoluto, ni compactado sino al contrario agujereado. El agujero producido por la verbalización de los sueños y por la evocación de recuerdos remite a lo no completo de lo Simbólico permitiendo al sujeto circular en los intervalos de los significantes.

En conclusión, podemos señalar que somos iguales frente a la verdad, porque la verdad es la castración. Y la castración es el nombre de lo real. Pero frente a la ignorancia de la verdad, es decir frente a la pasión que nos hace ignorar el trauma de la castración no somos iguales porque cada estructura subjetiva recurre a una operación simbólica distinta según las tres modalidades de la negación de lo real:

  • Por represión

  • Por renegación

  • Por forclusión.

Esta última fue tratada hoy día respecto de la posición psicótica del sujeto.

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