Eric Moreau- trabajo de cartel sobre la letra

CARTEL ANÁLISIS FREUDIANO. Años 2014-2019 (Eric Moreau, Monique Masson, Brigitte Hamon)

Presentación del 12 de junio de 2021- Jornadas de los Cartels

LA LETRA

Eric Moreau

El recorrido de este cartel, sigue una revisión cronológica de la bibliografía de Lacan sobre la letra que está puntuada por momentos teóricos precisos a saber «La carta robada», «La instancia de la letra en el inconsciente», «Lituraterre» y «La tercera». Pero también nos hemos apoyado en autores que han desarrollado el concepto de letra en Lacan: Jean Allouch, Dominique Boukhabza, Erick Porge.

La letra como soporte material del significante

Para dar una primera aproximación a la letra, Lacan nos recuerda su primer artículo de los Escritos, aislado de los otros que le siguen, el cuento de Edgard Poe, La carta robada. La carta de la Reina, cuyo contenido no se conocerá, y por lo tanto es indiferente a ella. Se caracteriza por la materialidad de un sobre, una carta misiva. Esto permite a Lacan decir que la letra es el soporte material que el discurso concreto toma prestado del lenguaje. Pero la persona que la posee está dotada de un poder inmediato ligado a su posesión. ¿Contiene esta carta un mensaje significante, de la que sólo el sobre es la prueba material, un mensaje significativo, y si es así, cuál? ¿O simplemente está vacío? No importa. Porque su función es simplemente ser una carta (lettre se dice en francés tanto carta como letra). Cito a Lacan con respecto a la letra: «La letra es aquí sinónimo de sujeto inicial, radical. Es el símbolo que se mueve en estado puro, que no se puede tocar sin quedar inmediatamente atrapado en su juego» …la letra es, en efecto, un personaje. Incluso es un personaje tan importante que podemos identificarlo… al final del sueño de la inyección de Irma, con la fórmula de la trimetilamina… Se puede decir que, cuando los personajes se apoderan de esta carta/letra, algo se apodera de ellos y los arrastra que supera con creces sus particularidades individuales. Sean quienes sean, en cada etapa de la transformación simbólica de la letra, se definirán únicamente por su posición ante este sujeto radical, por su posición en uno de los CH31… En otras palabras, tomando esta historia en su cara ejemplar, para cada persona la carta/letra es su inconsciente. Es su inconsciente con todas sus consecuencias, es decir que en cada momento del circuito simbólico, cada uno se convierte en otro hombre. «Transforma los personajes hasta el punto de feminizarlos”. «Es una curiosa relación con uno mismo. Hay una repentina feminización de la letra.», dice Lacan. Es que la carta/letra en “La carta robada” aparecerá con una escritura femenina. El ministro que garabatea en el sobre para engañar a su mundo escribe con una caligrafía femenina. Él mismo es tomado por el otro goce, el goce femenino que hace la no relación sexual. De la misma manera que Dupin, que se vuelve femenino como un dandi cuando está en posesión de la carta. Es, pues, la entrada de un goce suplementario. Recibir la carta/letra es poner una barra en el saber inconsciente, /A. Por lo que, la letra es un trazo que tacha /La mujer y tacha al gran Otro. La letra es la barra de la barradura. El significante está tachado por la letra. El significante del goce, S(A tachada) es producido por la letra. Cito a Lacan: «La letra que hace barradura se distingue de ser una ruptura, por lo tanto, del semblante, que disuelve lo que era una forma, un fenómeno, un meteoro» (Seminario XVIII, p. 122).

La referencia de Lacan al sueño de Freud, la inyección de Irma, es reveladora, porque la visión de la fórmula química de la trimetilamina entrega inmediatamente a Freud el secreto de su inconsciente en la repetición de la cifra 3, tres átomos de carbono, tres átomos de hidrógeno tres veces. Estos tres que se repiten, es ahí en el sueño donde está el inconsciente. En el momento del apogeo de la angustia frente a la visión del horror de la carne descompuesta, el yo se ha disuelto, las relaciones imaginarias que lo sostenían, las tres mujeres, los tres médicos lo han abandonado, sólo queda una cifra, la cifra tres para devolverle su identificación fundamental como sujeto del inconsciente. El rasgo unario se repite. Este ejemplo ilustra con gran precisión la especificidad estructural de la letra. A saber, la letra es una cifra que exige intrínsecamente su desciframiento, ya que para Freud simboliza su relación con la sexualidad, con las mujeres, con la muerte, con la duda y, a veces, con sus fracasos como analista, y así, al final, lo enfrenta a la castración. Deduciremos que la letra es una cifra que bordea el agujero de la castración; se repite e insiste en simbolizar lo real. Su interpretación genera un efecto significante a través de las cadenas asociativas que siguen. Por eso mismo, la letra es bifacial entre lo real y lo simbólico. Por su lado real se conecta con el goce, por su lado simbólico se articula al significante. Pero en lo real, la letra es ilegible. Es una letra encarnada. Requiere la palabra para ser leída. Pero para ser leída, debe ser escuchada, literalmente, es decir, fonéticamente. La pronuncia un emisor, luego la escucha el receptor y finalmente la devuelve al emisor. Esto es lo que llamamos una interpretación a la letra. La referencia de Freud a la tercera persona está esclarecida aquí por las tres personas: el emisor, el receptor y la letra que es la tercera persona. El circuito también tiene tres tiempos: el analizante que la vocaliza, el analista que la escucha y luego éste la interpreta citándola. El juego de palabras o laspus funciona de la misma manera: familiar, millonario, famillonario. O literatura, lituraterrre. También lo hacen los no-Incautos yerran ( Les Non-dupes-errent/ Les Noms- du- Père).

El litoral

Así pues, hay una división de aguas en la que la letra está en la frontera de dos espacios de naturaleza muy diferente como el mar y la tierra que se unen a lo largo del litoral. Cito a Lacan en Lituraterre: «…¿No es la letra lo literal para fundarse en lo litoral? «(Seminario XVIII, p. 117). Por eso la letra es litoral. Los dos registros en cuestión en la estructura son el registro de lo real y el de lo simbólico. Ahora bien, en lo real hay goce y en lo simbólico hay saber. Esto permite a Lacan decir que la letra es el litoral entre el goce y el saber. Está al borde del agujero en el saber y también bordea el goce. En el lugar del agujero, yace el objeto a. En su borde, la letra.

La función del nombramiento

El hombre de los lobos

En el sueño traumático del hombre de los lobos (Wolf, traduce lobo en alemán), la interpretación de Freud señala la letra en forma de número romano V. Son los V lobos los que lo miran, encaramados en las ramas de un árbol. Le miran los lobos cuyas orejas erguidas dibujan dos V al revés, ∆∆ y teme ser devorado por ellos. Esto es lo que provoca el brote de angustia. Ciertamente, la letra V debe ser leída para ser interpretada. La letra vela porque reprime lo que la interpretación de Freud revela: la fantasía de la escena primitiva. La letra V romana inscribe en la memoria una huella mnémica que tiene su origen en la visión de las piernas abiertas de su madre durante el acto sexual, una percepción real de la castración materna, que lo concibió a las V. Luego se repite en el aleteo de un ala de mariposa.

Comprobamos en este caso clínico que la letra V que se repite está ligada al sujeto dándole su nombre propio, W, entregado a ser una presa devorada por la mirada, objeto a en la fantasía de la escena primitiva que hace desaparecer el falo. El horror percibido de la castración de la madre y la amenaza de muerte del sujeto provocan su desaparición, su afanisis, su evanescencia.

La letra apoya el significante W-olf y, por tanto, al sujeto. El sujeto se apoya en la letra para realizar su identificación fundamental. Lo reprimido se aloja en la letra: «lo reprimido mismo se encuentra alojado en esta referencia a la letra.” La letra escribe el nombre del sujeto en el momento de su castración, que a través de la represión originaria lo hace desaparecer expulsándolo a lo real.

Así, Lacan puede caracterizar al sujeto, y cito: «El sujeto está dividido por el lenguaje, pero uno de sus registros puede satisfacerse con la referencia a la escritura y el otro con el ejercicio de la palabra”. En la escritura, el sujeto se da un nombre propio: W. En la palabra se le llama Wolf. Wolfman. Así, se verifica la afirmación de Lacan de que la letra está a medio camino entre la escritura y la palabra. Esto hace que la letra se distinga del significante porque es su estructura localizada. La palabra es significante, la letra es real en la medida en que transmite el goce. Es el lado del sinsentido producido por el literal fonemático que localiza el borde del goce, es decir, un borde del objeto a.

La constitución de la letra

Lacan, en «Lituraterre», afirma que la letra es segunda al significante. Es decir, la letra es una consecuencia del significante. Para desarrollar este punto, me parece que hay que partir del fundamento que hace de la letra el nombre del sujeto. El sujeto recibe así su identidad a través de la letra. Ahora el proceso de nominación corresponde a la operación de identificación. Así podemos ver aparecer la letra a partir de los tres tiempos lógicos de la identificación que realiza la constitución del sujeto. En el primer tiempo, el significante está fijado a una pulsión, es el signo de la percepción del objeto, se inscribe en el registro de las huellas mnémicas, los Wahrnehmungszeichen, el primer registro de la memoria que Freud esquematiza en la carta 52. Este primer significante, el del goce, es un S1, una cifra ilegible. El segundo registro de inscripción del significante es el inconsciente donde se aloja el saber, S2, constituido en cadenas significantes que permiten una lectura a través de la metáfora y la metonimia. En cuanto a la letra, ejerce su función en el paso de S1 a S2, es decir, en la traducción de las huellas mnémicas a los significantes del inconsciente. Pues este paso de S1 a S2 implica el borrado de S1, y en este punto de su desaparición se inscribe la primera identificación simbólica del sujeto, un significante fundamental, el rasgo unario. Su repetición permite al sujeto contarse a sí mismo y contar los objetos perdidos mediante el mismo rasgo. Como señala Lacan en el Seminario «De un Otro a otro» (14 de mayo de 1969): «un ser que puede leer su huella es suficiente para que pueda reinscribirse en otro lugar que que aquel a donde la llevó.” En 1961, en su seminario sobre la Identificación, Lacan precisa que «el rasgo unario viene al lugar de la huella, que ha desaparecido». La huella es lo que precede al rasgo, ya que el rasgo viene a marcar el lugar de la huella cuando se ha borrado. Ahora el traductor es la letra. Ya que funciona por transliteración homofónica. La letra es la escritura de un sonido en la lengua porque se lee fonéticamente. La letra se inscribirá en el lugar «marcado» por el rasgo unario, pero sólo en un tiempo posterior, tras la puesta en marcha del sistema significante. Es la letra la que será el soporte material del significante, la que detendrá el equívoco del significante.

El sueño con el unicornio

Llegamos a la tesis fundamental, que es ésta: «El psicoanálisis es una práctica de la letra», como afirma Serge Leclaire en su texto Psychanalyser. Para demostrarlo, analiza su sueño, está en análisis con Lacan. Se trata del sueño con el unicornio: «La plaza desierta de una pequeña ciudad… Liliane aparece descalza y me dice: hace mucho tiempo que no veo una arena tan fina. Estamos en el bosque, un unicornio se cruza en nuestro camino…»

Leclaire extrae la cadena significante inconsciente:

LILI-playa-SED-arena-piel-pie-CORNE. (LILI-plage-sable-peau-pied-CORNE)

Estos significantes son S1, (un enjambre de S1) primeros significantes en lo Real y LICORNE (UNICORNIO) es el S2, la formación de un nuevo significante. El unicornio condensa a LILI a CORNE por asociación metonímica. La realización del deseo del sueño es el deseo de beber que dirige a Lili, tiene sed de Lili, es la prima de su madre con la que estuvo en una playa, le decía «tengo sed», demanda que combina la pulsión oral con la pulsión invocante, pulsiones tomadas en el deseo edípico por su madre. Lili le responde a Phillippe (seudónimo de Serge) «Phillippe j’ai soif». La letra es el fonema «j» de “j’ai,” que también está en la “ya” de “playa”(ge de plage). La letra «je» también se encuentra en el fantasma fundamental pronunciado por una onomatopeya infantil: PÔOR(d)J’e-LI

Conclusión: El psicoanálisis es el tratamiento del goce por la letra.

Bibliografía

Allouch, Jean, (1984), Letttre pour lettre, Ecole lacanienne de psychanalyse, Erès, Toulouse.

Bousseyroux, Michel, Au risque de la topologie et de la poésie.

Boukhabza, Dominique,(2012) La lettre du rêve, Erès, Toulouse.

Freud, S. L’homme aux loups, o.c.

Lacan, J., La carta robada, Ecrits,

Lacan, J. (1957), La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud, Ecrits.

Lacan, J., Seminario XVIII, D’un discours qui ne serait pas du semblant, capítulo VII: «Leçon sur lituraterre», 12 de mayo de 1971.

Lacan, J., La Tercera en Autres écrits

Porge, Erik, (2015), El rapto de Lacan, Marguerite Duras a la letra, Érès,

Rabinovich, Norberto, (1998), El Nombre del Padre, Homo Sapiens, Rosario, Argentina.

1 Alusión a la fórmula de la trimetilamina [N(CH3)3]

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